Tras unas cuantas palabras insustanciales y de mera cortesía, el señor Berckley y el señorito Ralph se disculpan ante vosotros dos y, en el más absoluto de los silencios, se aproximan con calma al cuarto de Marvin, en cuyo interior desaparecen de vuestra vista tras cerrar la puerta a su paso.
No sabéis qué se traen entre manos. Lo único que sí conocéis a ciencia cierta es que llevan juntos un rato y que han estado deambulando durante unos minutos por el piso inferior. A su vez, también os resulta fácil percataros de que están repugnantemente sucios, llenos de barro hasta las cejas. Aún no han visitado el cuarto de baño ni se han quitado sus mugrientos y malparados atuendos.
Por el contrario, vosotros dos parecéis como nuevos, Jane con sus vendas y cuidados, pareciendo por fin un ser humano. Y Drake aseado y vestido a la moda de hace dos décadas, por fin barbilampiño. Ahora podría pasar por un joven relativamente respetable, nada que ver con el vagabundo que parecía antes del accidente.
Percibíais ruidos de pasos en el piso inferior, así como el trajín de platos y cubiertos siendo depositados sobre un mueble. Se acerca el momento de la cena y Zoltan debe estar trabajando para asegurarse de que todo esté listo para cuando bajéis en unos minutos.
Sin embargo, algo os choca. Habéis percibido varias veces a Zoltan moviéndose por la casa y también os habéis sentido los unos a los otros. Pero aún no habéis notado ni una pisada, ni una voz, ni siquiera la tos de vuestro anfitrión.
Y allí seguís, los dos, uno a cada lado de la puerta de Jane, en el más absoluto de los silencios, mientras percibís un murmullo de voces en la habitación de Ralph.
Podéis proseguir con lo que fuerais a hacer.
-Parece que se han hecho muy amigos. -Jane señaló con un ligero gesto de su cabeza hacia la puerta de la habitación en la que se habían metido los dos caballeros -Muchas gracias por preocuparse por mi, monsieur Drake. Me temo que me disponía a descansar un poco antes de la cena. Creo que tengo algunas costillas rotas y el cuerpo me pide horizontalidad.
La joven titubeó por un instante, dudaba si entrar en detalles sobre sus intuiciones y sensaciones. Estaba acostumbrada a que la tomaran por loca y había aprendido a no hablar de determinadas cosas con aquellos que no las entenderían. Por otra parte, el muchacho había enunciado unas sensaciones similares a las que la asediaban.
Haciendo caso de su impulso, bajando la voz, decidió sincerarse con John. -La verdad es que no me estaba siendo facil descansar. Hay algo en esta casa que me asusta, monsieur Drake, y no sé qué es. Como una presencia asfixiante que me vigilara. -Hizo una pausa, como eligiendo cuidadosamente lo que iba a decir. - No quiero que piense en mi como una damisela asustadiza. Desde muy pequeña he vivido cosas que muchos consideran no aptas para señoritas y tratado con los aspectos más crueles de esta orilla... y de la otra. Sin embargo nunca me había sentido así de ... vulnerable.
Escucho a la señorita con especial atención, normalmente la gente me parecía aburrida, pero la señorita Vermillion me parecía la mar de interesante, así que decidí ser todo lo cortés y amable que pueda.
Si lo desea y no le parece indecoroso podríamos entrar en su habitación para poder charlar de una forma mas amena mientras usted está en una posición mas cómoda digo de manera afable
Entiendo que se hayan llevado una incorrecta impresión de mi dado mi descuidado aspecto, pero la verdad es que dado mi trabajo y mi carácter no le doy el debido cuidado a mi aspecto le comento con un leve encogimiento de hombros
Con respecto a sus inquietudes... Me paro a escoger las palabras adecuadas, no deseaba que me tomara por un loco ni alterarla Bueno, prefiriría discutirlas en un entorno mas protegido ante oídos ajenos
La sonrisa de Jane se acentuó y tomó un caríz más pícaro si cabía tras escuchar la proposición de Drake. -Me temo mon ami que no sería decoroso que un hombre joven y soltero entrara en la habitación de una muchacha desvalida mientras ésta se encuentra en ropa de dormir. -Algo en su tono hacía pensar al policía que no era la primera vez que la srta se encontraba en tal situación.
- No obstante, si me permite unos segundos, me pondré algo más decente. Al fin y al cabo dudo que pudiera descansar algo antes de que nuestro anfitrión nos llame para la cena.
Dicho esto, Jane se introdujo de nuevo en la alcoba mientras cerraba la puerta frente al policia. Una vez dentro, volvió a escudriñar entre las anticuadas ropas del armario en busca de algo que ponerse para las horas venideras, antes de poder por fin sumirse en las profundidades de la mullida cama.
Por fin eligió un vestido blanco, de un estilo que tal vez hubiera sido la última moda a finales del siglo pasado pero que al menos no llevaba todos aquellos armazones incomodos que solían llevar las mujeres por aquella época. Se echó un rápido vistazo ante el espejo comprobando el efecto general y abrió de nuevo la puerta tras la que había dejado a John.
Me parecía lo mas normal, la decisión de la señorita, lo sorprendente era que no se escandalizara en lo mas mínimo, cuando apareció ahora vestida con algo mas decoroso.
Le lanzo una sonrisa a la señorita Es usted sorprendente, otra señorita no habría podido manejar estas situaciones tan... exigentes, pero usted es una mujer dura y tenaz, me gusta.
Desearía que habláramos en su habitación o prefiere dar una vuelta, me preocupa su delicado estado digo con un deje de preocupación
Necesitaría saber dónde vais a estar, si en el cuarto o deambulando por ahí, para postearos acorde.
Edito: no hace falta ni que pongáis post, solo que me indiquéis por dónde vais a estar.
Haciendose ligeramente a un lado, Jane franqueó el paso a Drake hacia el interior de la habitación. -Espero que comprenda que no me encuentro en el mejor de los momentos para deambular por este caserón. - Pese a ser cierto, no había nada que fuese más contra la naturaleza inquisitiva y aventurera de la muchacha y eso la mortificaba. Toda una misteriosa casa que investigar y sobre la que todos sus sentidos le decían que era peligrosa. El miedo era un gran acicate para Vermilion y su actual estado la mortificaba, puesto que la recluía entre aquellas paredes. Ademas, la medicación que le había suministrado Zoltan comenzaba a hacer su efecto y la estaba dejando sin fuerzas.
-De todas formas dejaré entornada la puerta para evitar malas interpretaciones y cuchicheos.
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La habitación es oscura y está absurdamente recargada. Hay un ventanal al fondo, y otro más en la misma pared de la cama. Ambas cristaleras están cubiertas por tupidas cortinas rojizas que ocultan el exterior a vuestros ojos (tampoco es que la oscuridad reinante en el exterior, teniendo en cuenta que en los alrededores no hay ningún tipo de iluminación artificial, os permitieran ver nada de cuanto os rodea).
Hay un cuadro en la pared, sobre la chimenea. En él puedes ver el retrato de una dama de la alta sociedad. Es bien parecida: rubia, de fino talle y facciones delicadas.
Hay una cómoda tapando la ventana junto a la recargada cama, así como un butacón con varios cojines, como si la cama no tuviera bastantes ya de por sí.
Por otra parte, llamativamente, hay una especie de carricoche exquisitamente elaborado.
Pongo primero la descripción de la sala para que Drake sepa cómo es.
Sientes sigilosos pasos en el piso de arriba. De entrada te resulta curioso, pero luego te percatas de que no os habían dado permiso en la nota para visitar la tercera planta de la mansión, por lo que no es muy difícil percatarse de que posiblemente el amo de la casa tenga sus aposentos en el siguiente piso.
Por otro lado, la presencia de Drake en tu cuarto te resulta harto inquietante...
No, no es el policía lo que te altera, pero no sabrías decir de qué se trata con exactitud. La sensación de que estáis siendo observados te persigue pese a no estar a solas. Elevas la mirada al techo, como pensando si a lo mejor el dueño de la vivienda os pudiese estar observando a través de un agujero del techo, pero desdeñas tal pensamiento por absurdo tras comprobar que está completamente inmaculado, sin atisbo de agujero posible.
De entrada, te alegra saber que en aquel cuarto no hay mecedora como en el tuyo. Desconoces qué es lo que inquieta a Jane, pero por más vueltas que le das, no hay nada en aquel cuarto que te resulte sospechoso. Nada logra alterarte, no más que el mero hecho de ver la habitación excesivamente abarrotada de muebles acorde a tus propios gustos personales. Exceptuando tal detalle, no hay nada que logre cautivar tu atención especialmente.
Bueno, quizás el carricoche del medio de la estancia resulte extraño, como fuera de lugar. Pero tiene pinta de haber sido un objeto de excelente acabado y elevado precio, por lo que posiblemente fuera un mero adorno en el dormitorio de una señorita.
Tras observar la estancia con detalle, me relajo al saber que no hay una mecedora Dios.... ¿voy a tenerle miedo a las mecedoras a partir de ahora? pienso con una mezcla de humor e inquietud
¿Hay algo que le inquiete en esta habitación señorita? tal vez mis suposiciones estén basadas en una mala experiencia y la fatiga pero hay algo en esta casa... (busco las palabras adecuadas) que me inquieta, al saber que no soy el único empiezo a barajar posibles amenazas, y la misteriosa identidad de nuestro húesped, el cual parece ser un fantasma ya que no lo he oído, supongo que lo conoceremos en la cena.
Jane echa una mirada a su alrededor y se dirige hacia la butaca llena de cojines. Aparta los suficientes para poder sentarse y se encara con el joven policia.
-No es algo concreto. Es una sensación permanente que me rodea como una neblina y que me convierte en una muchacha asustadiza. Cosa que no soy. - La sonrisa había desaparecido de sus labios, estaba seria, pensativa, intentando buscar las palabras adecuadas para explicarse. - Una simple muñeca en esta habitación me puso lo suficientemente nerviosa para que tuviera que encerrarla en un armario. Como si un simple juguete pudiera juzgarme.
Su mirada se dirigió brevemente hacia el armario, como para asegurarse de que la puerta seguía cerrada. - Noto la muerte mucho más cerca en ésta casa de lo que la he sentido nunca en mi vida. Ni siquiera en el fondo del barranco, entre el barro, el hierro y los muertos. Es como si el velo fuera muy ténue, como si no solo se pudiera hablar con los muertos, sino pasearse entre ellos...
Vermilion agitó bruscamente su cabeza para despejar sus ensoñaciones y la sonrisa volvió de nuevo a sus labios iluminando su rostro. Desde luego no era una belleza, pero aquella sonrisa torcida y aquellos ojos llenos de diversión podían encandilar a cualquier hombre. - Lamento mi diatriba, monsieur Drake. Qué imagen se habrá formado de mi? No me haga caso. Ni se preocupe por nuestro misterioso benefactor. Estoy segura de que reside en el piso de arriba y por eso aún no le hemos visto. Seguro que en la cena todo quedará explicado.
No se preocupe por lo que la gente opine de usted, lo único que importa es lo que usted opine de si misma (digo con una sonrisa franca) Yo no diría que es asustadiza, mas bien... precavida, hay algo mal en esta casa, y ahora se que no son imaginaciones mias, solo espero que no no veamos metidos en mas problemas (me quedo pensativo) A la hora de la cena se nos desvelaran ciertas incognitas pero si, esta casa tiene elementos... sumamente desconcertantes para nuestras mentes, yo he tenido que tumbar a una mecedora que no me dejaba dormir
El reloj de una de las mesillas comienza a sonar. Vuestra mirada torna hacia él y os dais cuenta de que lleváis casi una hora deambulando por la casa, entre vuestros respectivos pasos por el baño, los infructuosos intentos de siesta, el encuentro con los otros en el pasillo y vuestra actual charla.
Tras unas palabras de disculpa, os ponéis de acuerdo para separaros y, en vuestros respectivos cuartos, terminar de acicalaros para la cena. Sentís el grifo de la bañera del baño repetidas veces, síntoma inequívoco de que tanto Berckley como Ralph han pasado a ducharse y cambiarse los andrajosos atuendos por ropas de buen corte, pasadas de moda y con el inconfundible aroma a naftalina que emana de toda ropa que lleva demasiado tiempo colgada en un armario sin airear.
Al cabo de unos minutos, en el piso inferior suena un gong anunciando la hora de la cena. Os reunís en el pasillo los cuatro y bajáis a la vez, ayudando a la señorita Vermillion en el trayecto escaleras abajo.
Fin de escena.