Sonó el despertador. Ashley se agitó bajo la cama, sacando la mano de debajo del edredón para apagarlo. No necesitaba mirarlo para saber que eran las siete de la mañana. Siempre eran las siete de la mañana. Se planteó quedarse un rato más en la cama, una cantidad que podía ser desde los clásicos "cinco minutos más" a la eternidad. Sabía bien la rutina que le esperaba. Levantarse, lavarse los dientes, vestirse, desayunar. Pero esta vez no se cruzaría con nadie en el pasillo ni en la cocina. El silencio de la casa se lo dejaba bien claro.
Con la mirada perdida en la pared, levantarse parecía una tarea titánica. Pero tenía un trabajo que entregar a primera hora, y llegaría tarde si no se ponía ya en marcha. De hecho tenía el tiempo justo para hacerse el desayuno. Claro que cuando vio los armarios casi vacíos, el poco apetito que tenía terminó de desaparecer. Así que agarró una manzana, solo por tener algo a mano que comer cuando se le volviera a abrir el estómago.
Subió de nuevo las escaleras, y casi le dio un vuelco al corazón cuando vio una silueta sentada delante del ordenador en el cuarto de su padre. No podía ser-- No-- La ilusión solo duró unos segundos. Con la luz encendida, la silueta resultó ser un montón de ropa y otra cosas que su padre había dejado en la silla y que Ashley nunca había llegado a recoger. Ashley permaneció en el umbral, una mezcla de tristeza, ira y cansancio hirviendo dentro de ella. Esta puerta siempre permanecía cerrada. Por razones obvias.
-¿Qué pretendes?-preguntó en voz alta, intentando ver más allá del techo, desde dónde sabía que la escuchaban y veían. Pero los segundos pasaron y nadie respondió.
Ashley apagó la luz y cerró la puerta.
El resto del día pasó sin sobresaltos. Las clases se sucedieron unas a otras, con alguna que otra condolencia o comentario de apoyo. El profesor Preston le hizo saber que tenía días extra para entregar los siguientes trabajos. Por otro lado, no se encontró con Zac, Kyle, tampoco con Dylan. Los tres estaban haciendo pellas, ocupados o simplemente desaparecidos por el momento.
Al principio había agradecido tener un día para ella sola, sin líos de corazón ni de marihuana. Pero ahora que se arrastraba a la parada de bus, se daba cuenta de que no quería volver a casa. ¿De verdad no podía drogarse con Zac, o distraerse con Kyle, aunque fuera un rato? Un reflejo le llamó la atención. Justo al otro lado de la calle, directamente enfrente de la marquesina, una cámara de fotos descansaba en el escaparate de una tienda.
-Esto también es cosa tuya, ¿verdad?-rechinó entre dientes, comprobando que de nuevo, no obtenía respuesta.
Ashley dejó pasar el bus.
La facultad de fotografía no estaba muy lejos de allí, pero a pie todavía era un paseo. Era uno de esos días invernales de aire frío, pero con un sol brillante que calentaba las mejillas enrojecidas de Ashley. Un músico tocaba en un quiosco, y un grupo de padres conversaban sin perder de vista a sus hijos que corrían alrededor. La joven no se detuvo.
Un cartel anunciaba una exposición en los pasillos del edificio principal, pero lo que más le llamó la atención fue la imagen que habían usado. No tardó mucho en encontrar la copia original entre el resto de fotografías. No solo estaba en el lugar central, sino que la impresión era casi tan alta como ella.
-¿Te gusta esta fotografía?-interrumpió una chica rubia la contemplación de Ashley. El tono que usó le hizo sospechar que a la rubia no.
-¿A ti no?
-La odio. Se suponía que era una exposición para los alumnos del campus, pero lo he mirado y quien lo ha hecho no aparece en la lista de alumnos. Pero de repente cuelgan su foto en el mejor lugar y hasta la usan para el cartel. Es injusto.-la chica rubia se cruzó de brazos.-Hay gente que se ha quedado fuera por su culpa. ¡Y mira que título le ha puesto, no tiene sentido--
Mientras la chica se quejaba, Ashley reconoció al fin con quien estaba hablando. Olivia. Le había hecho creer a Noinex que era su compañera de clase y mejor amiga, pero en realidad solo la había conocido el mismo tiempo que ella.
-¿Tú conseguiste entrar?-preguntó reticente Ashley. Olivia respondió señalándole unas pequeñas fotografías colgadas unos metros más allá. Ashley les echó un vistazo largo.
-Es una pena que estén tan pequeños, son muy bonitos.
-¿A que sí?-Olivia sonrió, el pecho henchido de orgullo.-¿Tú también eres fotógrafa?
-En realidad estoy estudiando filología.-no quería entrar en detalles ni historias sobre sus vidas en otros mundos alternativos que Olivia no fuera a entender. Pero la animó ver como su cumplido la alegraba tanto.-Pero no me importaría aprender.
-¿Quieres venir conmigo y unos amigos? Solemos quedar para dar paseos y tomar fotos.
Ashley acabó aceptando. No sabía hasta que punto entendía las intenciones de Noinex, adonde la quería llevar con este día, pero intuía que esto era lo que quería que hiciera. Que siguiera adelante, poco a poco, aunque costara. Llevaba semanas evitando entrar al cuarto de su padre, pero esa mañana lo había hecho, y no había sido tan duro como se lo había imaginado. El vacío y el dolor seguían ahí, pero hablar con Olivia lo había mitigado un poco. Y ahora tenía un plan para despejarse al aire libre, con potenciales amigos y un hobby nuevo. Un plan que no había vivido en sus aventuras interdimensionales.
"Ahora es cosa suya seguir. Ha sido un placer conocerte, Ashley", por fin se dignó a hacer acto de presencia su "dueña", aunque fuera solo para liberarse de esta etiqueta y darle a Ashley las riendas.
Antes de marchar con Olivia, Ashley miró por última vez aquel cuadro, y el recuadro que lo acompañaba:
"Las ramas todavía por explorar"
1.5x1.17m
Lily Shehal