Después de tanto tiempo, Banes. - comentó la chica, mientras daba un paso al frente, sonriendo. - Solo puedo darte las gracias, por todo lo que me has enseñado, por todo lo que has hecho por mí. - apretó el puño y suspiró. - Por enseñarme que puedo volver a sonreír.
Su rostro entonces se tornó un poco más serio. - Aunque sigo sin entender ¿por qué yo? ¿Por qué de todas las personas que existen me escogiste a mí?
Tú... - sopesó, parecía que le costaba un poco hablar. - Porque he sido yo quien te he quitado aquello que tanto querías. Bueno nosotros más bien. - se cruzó de brazos y apartó la mirada. - Me sentía mal, al principio todo parecía por azar, pero nunca lo fue, todo estaba ya escrito. - admitió. - Por ello me acerqué a ti, por ello te enseñé el libro.
Volvió la mirada a Ashley. - Quería que entendieras que hay cosas que escapan a nuestro control, a la lógica, pero... - extendió el brazo y con él, la mano. - Has llegado demasiado lejos Ashley, aún puedes hacer lo correcto y devolverme el libro, no tiene por qué sufrir más gente.
Ashley parecía mucho más enfadada, de hecho incluso le dio una palmada a la mano de Vincent Banes. - ¡¿Por qué siempre eres así!? - negó con la cabeza y dio un paso atrás. - Pensaba que todo lo que me habías visto hacer ahora con tu libro hasta ahora te había permitido ver que podemos oponernos a él, que por fin podrías tener libre albedrío.
Suspiró, con gran pesadez y una pequeña lágrima en su ojo diestro. - ¿Por qué le guardas tanta devoción? Solo eres su títere, yo quiero salvarnos, yo quiero que seamos libres, quiero recuperar todo lo que nos ha arrebatado ¡y que tengamos todo lo que queramos! - se alejó aún más y le dio la espalda. - Ya verás Banes, usaré el libro para que seamos libres, tú y yo.
¡No! - gritó, enfadado. - ¡No lo entiendes! Yo ya intenté librarme de Él, intenté ir a otro universo hace milenios y convencerles de que no debían seguir a ningún tipo de divinidad ¡que debían ser libres! - apretó los puños. - Y lo único que logré fue que empezaran a matarse unos a otros, dejando de lado toda moralidad ¡empezando a vivir con la ley del más fuere!
Suspiró y miró hacia al suelo, como arrepentido. - También intenté ser yo quien fuera Él... Pero me malinterpretaron, tomaron mis palabras como leyes que poco a poco se fueron deformando y transformando en motivos de guerras y discusiones, a pesar de que yo solo quería crear un mundo donde no ocurrieran las mierdas que nos pasan a todos.
Agarró entonces del hombro a Ashley. - Entiéndelo. Tú, yo, el libro. - parecía trasmitir cierta tranquilidad mientras decía aquello, cierto fanatismo incluso. - ¡Todos somos sus obras! ¡Hagamos lo que hagamos, no será tan perfecto como lo que Él decida! Se encarga de equilibrar las cosas, de generar muerte para que otros se desarrollen, porque sin tristeza no puede haber alegría, sin dificultades no hay satisfacción ¡y eso está bien, aunque el motivo final sea para entretenerle!