Partida Rol por web

6 de Diciembre de 1997

Los últimos meses en la villa de Madrid han sido un auténtico caos, varios intento de asalto sobre la península por parte de la Camarilla han obligado que las Cofradías de Madrid a desplazarse a otros puntos de la geografía ibérica. Todo comenzó con la traición de Giangolenzzo, arzobispo de Milán, que se pasó a la Camarilla y aniquilo a la totalidad de los cainitas de la ciudad italiana. Aprovechando la confusión que precedió a la traición la Torre de marfil ataco Italia y España, los tradicionales feudos del Sabbat en Europa.

La manada de la que formas parte fue enviada a Sabadell. La acometida contra esta pequeña ciudad fue especialmente fuerte  debido a su proximidad a Barcelona, plaza fuerte de la Camarilla, aunque la lucha fue encarnizada, Sabadell término cayendo. Durante la batalla casi la totalidad de la Cofradía termino masacrada, solo sobreviviste tú y otro de los miembros, un sacerdote. Frenada la acometida de la Camarilla fuisteis requeridos de nuevo en la capital, Moncada deseaba reorganizar las escasas fuerzas que habían sobrevivido y planear un contraataque.

En coche, un BMW de color azul oscuro, rugía por la autopista del noroeste dirección a Madrid. Resser, el único superviviente de la Cofradía, conducía. Si solo tuvieras que utilizar una palabra para definir a Resser era vigorexico, el tipo se parecía Arnold Schwarzenegger con un par de kilos más de anabolizantes. Pero a pesar de su gran tamaño, Resser tenía la personalidad de un niño pequeño, era como un cacho de pan, hasta que se cabreaba entonces todo cambiaba. 

Tirado en el asiento de atrás, mirando pasar las estrellas mientras los kilómetros desaparecen por debajo de las ruedas veo pasar el tiempo. Vamos a más de 160km/h, lo cual no es muy inteligente, pero mi compañero de viaje en seguida se engorila y empieza a pisar demasiado el pedal del acelerador.

Resser- le recuerdo- no tengo el mayor problema en lanzarme por la autopista a toda velocidad, a fin de cuentas no nos rompemos por muy duro que sea el accidente, pero preferiría que no nos parara la policía para tomarnos los datos. Las cosas se podrían poner algo tensas si nos piden que soplemos.

Resse gruñe y levanta un poco el pie del acelerador. Lo siento, aún estoy cabreado. Era gracioso ver pedir perdón a una mole de músculos de casi dos metros que podría haberle arrancado la cabeza de cuajo a cualquiera. Aún estoy cabreado por lo que paso, todos han muerto, incluso el ductus. Al pronunciar las palabras golpeo con fuerza el volante haciendo sonar el claxon. ¿Qué crees que dirán en Madrid? ¡La misión ha sido un fracaso! Todo ha sido una mierda. 

No estoy de acuerdo.

La batalla había sido dura y nuestras bajas más que extensas, pero yo no creo que sea un fracaso. Estábamos en clara desventaja, nos atacaron con todo y les logramos rechazar. Fue una victoria pírrica, eso no se puede negar, pero una gran victoria. Mandaron más de cien vampiros. Nosotros éramos cincuenta y tres. Nos superaban ampliamente en número y les rechazamos. Nos mandaron a lo mejor de los mejor en tropas de asalto y les hicimos pagar con sangre cada palmo de terreno y cada edificio hasta que volvieron a casa menos de diez vampiros. Muchos coches no volvieron a la capital, no había gente para conducirlos. Perdimos a muchos, de hecho a casi todos, pero ellos perdieron mucho más.

Fue una noche sangrienta.

Entre los muertos estaban Sonia, la Assamita con la que durante la batalla destruyó a, que yo presenciase, ocho vampiros. En esa batalla también cayó Oscar, un Gangrel que nos permitió con su sacrificio escapar de una de nuestras guaridas y que activó la bomba que se llevó por delante a cuatro de ellos. Estaba James, que vino hace menos de un año a la ciudad a apoyarnos desde el otro lado del atlántico y que fue el último en caer en las alcantarillas, protegiendo a nuestros Nosferatu para que pudieran sacar toda la información que pudieron de sus archivos antes de quemar el resto. Un Toreador de verdad. Y, lo más triste de todo, perdimos a Daniela, nuestra líder. Pudo huir y salvarse, pero se quedó. Luchó a nuestro lado y ahora mismo es posible que yo no estuviera aquí si no es por ella. Muchos son los vampiros que deberían aprender de esa pequeña LaSombra.

El viaje será largo hasta la capital, pero llegaremos y tarde o temprano volveremos.

Me dejo llevar. No tengo ganas de estar toda la noche recordando a mi compañero que reduzca la velocidad. Si nos paran tendremos cena a domicilio.

Ojala sea una mujer.

Resse redujo la velocidad hasta llegar al límite legal. Aunque el 99% de la cabeza de Resse era musculo aún quedaba un 1% de cerebro que le permitía acatar ordenes lógicas no complejas. La verdad, el vigorexico también tenía razones para estar cabreado durante la batalla había muerto su discípula y amante, Rosa.

El viaje se hizo mucho más rápido de lo que pensabas, y cuando el coche empezó a tomar el laberinto de carreteras de circunvalaciones de Madrid. El teléfono móvil comenzó a sonar, el número era oculto. Cógelo tú, yo estoy conduciendo. Dijo Resse a modo de disculpa para evitar tener que contestar él.

Al descolgar escuchaste al otro lado de la línea una voz seca y firme, era Alfonso Iradiel, líder de la Lanza Sagrada, la guardia personal del Arzobispo. ¿Ya estáis en Madrid? Si es así, dirigiros directamente a la catedral, hoy pasareis el día aquí.

Bueno, al menos tienen las fronteras vigiladas.

Tenemos que ir a La Catedral- le anuncio a mi chofer-. Sin escalas.

Me incorporo y miro las luces de la ciudad que ya se dibujan a pocos kilómetros.

Es una pena- comento-. Me apetecía un poco de sangre de virgen antes de ponernos a trabajar.

A nadie le amarga un dulce.

Resser se pone algo nervioso al oír las nuevas ordenes. Nuca le ha gustado la autoridad ni los sitios importantes, teme que con su falta de seso la pueda pifiar, y razón no le falta. Pero no rechista, como un soldado bien entrenado Resser dirige el coche hacia la catedral.