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Moncada recibió el informe de boca del mismo Pablo Velasco que describió con total lujo de detalles todos los sucesos acaecidos en el monasterio y las palabras de su chiquillo, Saúl Montague. El arzobispo presto atención especialmente a las últimas palabras del infernalista.

El Sabbat no es mucho mejor que la Camarilla, dos organizaciones con un mismo fin, servir a los Antiguos. ¡TODOS ESTAMOS CONDENADOS A SER EL ALIMENTO DE LOS ANTIGUOS!

¿Era simplemente el delirio de un moribundo o una verdad condenada a hacer tambalear los cimientos del Sabbat? Fuera una cosa u otra, Moncada ordeno guardar silencio sobre el suceso. A Guy le desagrado esta solución, él era partidario de seguir sacudiendo el árbol hasta que cayeran todas las manzanas podridas. Según la opinión del inquisidor, Saúl era la punta del iceberg, tenía que haber más infernalistas en la ciudad. Pero el arzobispo había hablado y su determinación era firme, no se continuaría con la investigación había sucesos que requerían mucha más atención.

También hubo felicitaciones, Monacada estaba muy contento con la primera misión de la manda y aseguro que tendría preferencia sobre otras manadas a la hora de escoger misiones, lo cual era todo un honor.