AGOSTO DE 2098:
- Escena estrictamente narrativa de la Viñeta de Agosto de 2098.
AGOSTO 2098:
Del viernes, día uno de agosto, al domingo, día tres, el mes de agosto comenzó con la semana de Ley Marcial decretada en los últimos días de julio por el Gobernador Madrigal, que parecía estar muy preocupado por su reelección en las Elecciones Estatales y de Mitad de Mandato del próximo cuatro de noviembre.
El viernes, día uno de agosto, fueron intervenidos en el Hospital General de Baton Rouge: Matt Afrikanen, que recibió el trasplante de un hígado bio-sintético. Jack Woods, a quien le fueron trasplantados unos pulmones cibernéticos avanzados. Nigel Young, que recibió el trasplante de un corazón bio-sintético. Y Dorgan Mitch, quien recibió el trasplante de un estómago y de unos intestinos bio-sintéticos. Todas las operaciones fueron exitosas y se estableció un dispositivo especial de seguridad.
El Gobernador Madrigal intervino para conseguir que la intervención fuera rápida, realizada por los mejores cyber-cirujanos y que se emplearan implantes de bio-sistemas de gran calidad. Todos los costes serían sufragados directamente por el Cuartel General de la NEMA en Atlanta, el Capitán Neville se ocuparó personalmente de ello. El Sheriff Logrie se encargó de reforzar la seguridad del hospital con varios coches patrulla los días uno a seis de agosto.
Los cuatro pacientes fueron ingresados el día uno de agosto por la mañana temprano, fueron intervenidos ese mismo día a mediodía, y permanecieron ingresados convalecientes hasta el día seis de agosto.
El seis de agosto a mediodía los pacientes serían recogidos por el APC del Equipo Bravo, a quienes acompañaría Denver con camillas medicalizadas y equipo médico completo.
Los pacientes serían entonces trasladados de regreso a la Base, donde permanecerían ingresados en la Enfermería bajo el cuidado de Denver hasta el once de agosto, momento en que, si todo estuviese bien, recibirían el alta médica finalmente, regresando al servicio activo.
Los días uno a seis de agosto habría un refuerzo especial de vigilancia en el Hospital General de Baton Rouge, en el pasillo de las dos habitaciones donde permanecerían ingresados los pacientes de la NEMA. Se establecerían tres turnos de ocho horas de vigilancia. Los Agentes llevarían armadura completa y se equiparían con neo-armas portátiles, aunque no podrían dispararlas, tan sólo utilizar vibro-armas cuerpo a cuerpo si no hubiese más remedio. También habría un Equipo listo para salir en cualquier momento en la Plataforma Charlie, para reforzar el Hospital si fuera atacado por enemigos.
Se establecerían tres turnos de guardia. Por las mañanas desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde estarían de vigilancia C10 Moro y D04 Jerusalem. Por las tardes, desde las cuatro de la tarde hasta las doce de la noche, estarían D12 Parker y D14 Vanderbilt. Por las noches, desde las doce de la noche hasta las ocho de la mañana, estarían C06 Mercio y D10 Lavant.
El propio Director Branaghan reforzaría personalmente los turnos de guardia a intervalos irregulares de manera no oficial, estando en todo momento disponible a través de su comunicador personal.
El lunes, cuatro de agosto, finalizó la Ley Marcial. Comenzó entonces una ola de calor. La población comenzó a estar más pendiente de las vacaciones, o de ir a la playa, parques temáticos, y discotecas con aire acondicionado, que en continuar con las manifestaciones y protestas.
Por parte del Gobierno Federal dimitieron algunos Secretarios de Estado y otros altos cargos, la prensa generalista fue sobornada con publicidad institucional para cambiar los temas en el candelero, y a todo el mundo en general le dio la sensación de que habían sido sacrificados unos cuantos chivos expiatorios.
En cuanto a los turnos de permiso para vacaciones de verano, Bravo y Charlie se irían de vacaciones del quince de agosto al quince de septiembre. Alfa y Delta se irían de vacaciones del quince de septiembre al quince de octubre. Algunos tendrían la opción de acortar unos días sus vacaciones para tener días libres en navidades.
Desde el martes, día cinco, al viernes, día ocho, se fue restableciendo una cierta normalidad. En algunos sitios, algunos animales mutantes humanoides e inteligentes fueron liberados, se les otorgó derechos e incluso concedían entrevistas.
El miércoles, día seis de agosto, regresaron a la Base los Agentes que habían sido intervenidos quirúrgicamente en el Hospital General de Baton Rouge y también los Agentes que los estuvieron protegiendo durante esos seis días ingresados.
Los días nueve y diez, sábado y domingo, fue un fin de semana de sol y playa.
El lunes, día once, un envío especial de material para la NEMA de Luisiana desde Colorado fue cancelado. Al parecer había una amenaza terrorista creíble contra la NEMA por parte de una organización criminal desconocida.
El mismo día, George Dwayne Denver daba de alta en la Enfermería a Afrikanen, Woods, Mitch y a Young.
Desde el martes, día doce, al jueves, día catorce, los miembros de Bravo y Charlie realizaron sus preparativos para las vacaciones, incluyendo billetes de avión, reservas de hoteles, y preparar las maletas. Había entrenamientos y prácticas normales.
El viernes, día quince, comenzaron las vacaciones de los miembros de los Equipos Bravo y Charlie. Alfa se ocuparía de garantizar la seguridad interior con ayuda de los drones. Delta intensificaría la vigilancia exterior.
El sábado, día dieciséis, y el domingo, día diecisiete, fue el primer fin de semana del primer turno de vacaciones. Los miembros de Alfa y Delta tenían los permisos restringidos y más turnos de guardia de lo normal.
El domingo, dieciocho de agosto, a primera hora, llegó una petición especial para la NEMA de Luisiana por parte de la Casa Blanca. El Director Interino, junto con un pequeño contingente de agentes especialmente escogidos, en número total no superior a siete, incluyéndole, debían de tomar el primer vuelo a Washington, D.C., para una misión encargada por el propio POTUS. El Director Douglas Romeo Branaghan eligió a Eduardo Buendía Baroja, como su mano derecha. A Matt Afrikanen, por lo mucho que había destacado en las últimas misiones. A Spider Jerusalem, porque pese a lo conflictivo que resultaba habitualmente, seguía siendo un ex-agente de la CIA. A Nigel Young, por si se necesitaba que pilotase algo. Y, finalmente, a Dorgan Mitch y a Henry William Vanderbilt, al primero porque, tras los sucesos del último mes, quería demostrar que seguía siendo un agente útil para la NEMA, y el Director quería darle una oportunidad. Y al segundo por ser el agente más novato de la Base, que aún tenía que foguearse.
De los días lunes diciocho, a viernes veintidós, fue una semana de ola de calor. Se produjo un aumento de los delitos, en particular espontáneos. Se ocupó la policía local. Mientras, eran días de playa y vacacionales para buena parte de la población.
Los participantes en la misión secreta en Washington regresaron. Por ahora la misión era secreta hasta que se desclasificase, y los agentes no podían hablar de ello, pero sus participantes debían de escribir informes detallados para el Director, que a su vez los haría llegar al Cuartel General de la NEMA.
Del sábado veintitrés, al domingo veinticuatro, fue el segundo fin de semana del primer turno de vacaciones para el personal de la NEMA. Todo parecía rutinario.
Lunes, día veinticinco de agosto: Gran parte de Sudamérica había tenido un espectacular desarrollo económico y tecnológico durante la pasada Edad de Oro, pero desde que finalizó, el subcontinente había atravesado una larga época de dificultades económicas y desórdenes civiles.
La mayor parte de las naciones sudamericanas estaban atravesando esta larga crisis de forma pacífica, pero otras se habían vuelto violentas e inestables. Venezuela y Colombia habían chocado repetidamente, teniendo una larga serie de conflictos fronterizos, maniobras amenazadoras, ataques terroristas, e incluso tiroteos a pequeña escala. Algo similar había ocurrido repetidas veces entre Argentina y Uruguay.
EEUU había apoyado una y otra vez a sus principales aliados en estos conflictos, Argentina y Colombia; mientras que la Nueva Unión Soviética y la República Popular de China daban apoyo soterrado a Uruguay y Venezuela, entre otros países que se habían mostrado crecientemente agresivos tanto internamente como en sus relaciones internacionales y con sus vecinos.
La mañana del día veinticinco de agosto, el mundo se desayunó con la noticia del inicio de una guerra convencional a gran escala entre Argentina y Uruguay. Se creía que ambos contaban con un pequeño arsenal nuclear, que de momento parecían remisos a utilizar, aunque para el resto del mundo resultaba causa de considerable preocupación. Según los tratados de alianza militar, en estos momentos USA (y, por extensión, la Alianza Norteamericana) deberían de estar prestando apoyo a Argentina, pero había reporteros en la frontera uruguaya retransmitiendo en directo el uso masivo por parte de Argentina de animales mutantes humanoides como tropas de choque.
Ante esta situación, el Presidente Wilson, probablemente temiendo revueltas y una debacle en las elecciones de Mitad de Mandato del 4 de noviembre, no dió la orden de enviar a la Cuarta Flota, pese a las reiteradas peticiones de Argentina, que se estaba enfrentando a milicias uruguayas equipadas con armas láser ligeras montadas sobre camionetas.
Desde el martes, día veintiséis, al sábado, día treinta, la Guerra Argentina-Uruguay estaba siendo televisada. La situación era caótica y confusa. La Alianza Nortamericana seguía sin mover ficha para apoyar a su aliado. Las fuerzas de la Alianza Norteamericana estaban en alerta.
Las vacaciones NEMA no se suspendieron, pero se alertó a todo el personal para estar permanentemente comunicado y listo para viajar en cualquier momento al aeropuerto más cercano para regresar de inmediato a sus bases.
El domingo, día treinta y uno, el Presidente de Argentina, Anatolio Perón, en un durísimo comunicado de prensa, acusó a los Estados Unidos abiertamente de traición. El comunicado tuvo una enorme repercusión, con casi mil millones de visualizaciones por todo el mundo. En el vídeo, Anatolio Perón tenía un fiero carisma. Su mirada se dirigía directamente al espectador, y sus ojos tenían una cualidad casi hipnótica.
Maldito calor. En ocasiones lo cierto es que se hace insoportable. Y lo peor es que el calor también anuncia la temporada de huracanes. Una temporada que, si los meses anteriores han sido calurosos, puede ser realmente intensa.
En cualquier caso es lo que nos toca vivir. Solo espero que no se nos acerque algún huracán fuerte y lo complique todo todavía más. Ahora que hemos conseguido un poco de paz solo nos faltaba eso.
La mitad del mes la hemos pasado más o menos tranquila, con visitas habituales a los operados y poco más aparte de entrenar con las armas energéticas y con el Bull Dog. Por tanto he aprovechado varios días para salir con Sarah, siempre que tuviéramos pase verde, e incluso acercarnos a la playa.
Sin embargo el día quince se irá de vacaciones. Ya me ha anticipado que probablemente vaya a ver a su familia y solucionar algunos problemas en su casa. Por mi parte le he pedido que acorte sus vacaciones un poco y yo haré lo mismo de cara a que, en Navidades, pudiéramos tener unos días libres para nosotros solos.
Así pues el resto del mes lo pasé más o menos aburrido, aprovechando mi conocimiento del Bull Dog para patrullar en superficie a menos que reciba autorización para hacerlo directamente con el Big Dog.
El tiempo que no estoy de guardia o patrulla lo dedico a mantener mi forma física, a practicar con las armas especialmente con las energéticas ahora que las tenemos y a pilotar el robot y practicar con otros modelos. Así pues admito que no me he podido enterar mucho de las noticias, pero al final salió en todas partes.
El estallido de la guerra entre Argentina y Uruguay me pone pálido. Sin embargo el gobierno parece reacio a entrar en el conflicto. De algún modo me recuerda lo que leí sobre la Guerra Civil Española, cuando los que luego fueron los Aliados se negaron a apoyar a la República mientras los que luego fueron el Eje apoyaron con toda su fuerza a los sublevados haciendo que ganaran la guerra. Y parece que la cosa va en ese sentido si no entramos en acción ya.
Incluso aunque no suelo prestar mucha atención a noticias extranjeras incluso yo escucho el discurso del presidente de Argentina que en cierto modo me parece normal. Tenemos un tratado con ellos y lo estamos incumpliendo, no hay más que decir. Puedo comprender los motivos que tenga el gobierno para hacerlo, pero no dejan de ser nuestros aliados y estamos incumpliendo nuestros compromisos internacionales. ¿Qué significa eso para el resto de nuestros aliados? Sinceramente espero que el gobierno intervenga, aunque el mismo tiempo cabe la posibilidad de que todo estalle y se declare la tercera guerra mundial. Una que pocas veces hemos tenido tan cerca.
Llega el mes de Agosto y se acercan las vacaciones. Reconozco que ya tengo ganas de volver a mi pueblo para ver a mis abuelos. Quizá también me haga alguna escapada a Hawaii o a California, pero en principio mi deseo iniciar es poder volver a ver tanto a mis abuelos como a mis amigos indios.
Por suerte tras la ley marcial la cosa parece que se calma un poco. Cuando tienes que estar más preocupado por no deshidratarte es normal que no te preocupes tanto por manifestaciones y demás. Eso permite que finalmente nuestros compañeros sean operados sin el más mínimo inconveniente. Dado lo poco que tengo que hacer normalmente suelo pasar a visitarles y comprobar que todo está bien. Especialmente cuando regresan a la base.
Me parece increíble lo rápido que nos permiten recuperarnos las nuevas tecnologías. A principios del siglo se podrían necesitar varios meses para recuperarse de algo como esa operación, y sin embargo el día once ya están por ahí probando sus nuevos órganos.
Reconozco que en alguna ocasión me he pensado si a mí me gustaría probar a ponerme algún miembro cibernético, algo que me hiciera más efectivo si tenemos que entrar en combate o rescatar a alguien, pero todavía no me decido.
En cualquier caso hasta el día quince no hay problemas así que vuelo a Olympia y de allí en autobús hasta Quinault.
Desde luego es increíble que parece que nada ha cambiado aquí. El lago sigue siendo tan hermoso como siempre, rodeado de bosques y naturaleza. Inspiro profundamente sintiendo como el aire puro penetra en mis pulmones recordándome cuando era más pequeño y venía a jugar por esta zona.
El encuentro con mis abuelos es como cabría esperar. Aunque no puedo evitar preocuparme mucho porque noto a mi abuelo especialmente bastante desmejorado. Hay una mujer en el mismo pueblo que les cuida y me ha dicho que efectivamente ya se les van notando los años.
Así pues al final paso la mayor parte del tiempo junto a ellos, bañándome en el lago y recuperando antiguas amistades. Eso es hasta que el día 25 estalla la guerra entre Argentina y Uruguay. De inmediato llamo a la base y me dicen que las vacaciones no se cancelarán pero que estemos atentos al teléfono.
Desde ese momento permanezco muy atento a las noticias y al mismo tiempo al teléfono. Y con lo que se oye de las noticias espero que el presidente no se meta ahora en una guerra como esta. Esta difícil que lo haga porque perdería probablemente la presidencia, pero es que incluso la falta de ética de los argentinos sería motivo más que suficiente para que rompiéramos relaciones con ellos. Desde luego lo que están haciendo me parece un auténtico insulto. El problema es que yo no tengo poder real para gobernar, tan solo puedo aceptar lo que me ordenen. Así pues tendré que seguir atento al teléfono mientras paso todo el tiempo que pueda con mis abuelos.
AGOSTO 2098.
El mes de agosto había sido sorprendentemente tranquilo.
Había comenzado con las guardias en el hospital, donde Moro había estado más en contacto que nunca con Jerusalem. Sorprendentemente, a pesar de todas las reticencias, parecía que el agente y el fusilero habían conseguido llevarse mejor.
Los últimos días de trabajo en la base fueron para practicar tiro y maniobras defensivas, sin mucho que hacer bajo aquel calor sofocante.
Y, finalmente, llegaron las vacaciones.
Walter aprovechó para disfrutar con su familia. Habían reservado un pequeño hotel en las playas de Florida, no demasiado lejos. Al fin y al cabo, tampoco era necesario alejarse demasiado para desconectar.
Últimamente se sentía cada vez más cercano con su hermana y los críos, e incluso últimamente parecía que una de las compañeras de trabajo de su hermana se había acercado un par de veces.
Sin embargo, el fusilero no parecía de los que se enterasen rápidamente de las cosas, por eso le sorprendió cuando su hermana le organizó una cita con ella. De verdad, ¿tan ciego estaba?
Eso parecía...
- Y bien, Claire, entonces... ¿Dices que mi hermana ha organizado todo esto? -
Walter estaba ligeramente nervioso. Hacía ya algunos años que no se dedicaba a su vida social, y creía que con el trabajo en la NEMA iba a ser difícil, especialmente con la opinión pública en su contra.
Y, sin embargo, allí estaba, cenando en un restaurante de la playa con aquella chica, un par de años menor que el.
Estaban en un pequeño restaurante de la zona, con poca clientela y comida asiática.
- Bueno, digamos... que ha sido a medias. Al fin y al cabo, tenía ganas de que me invitases a cenar. - Parecía que ella era más lanzada que el.
- ¿Y, entonces, tu decías que eras analista contable? - Algo de charla normal y corriente sería buena para sacar la conversación adelante. Walter no quería reconocer su nerviosismo en esta situación. Casi prefería que le disparasen...
- Si, básicamente me dedico a todo lo relacionado con los números de la empresa. No es una vida muy apasionante... no como ser un agente de la NEMA, al menos. La verdad, me parece que hacéis un trabajo excelente con la ciudad... digan lo que digan las televisiones. -
Era reconfortante escuchar palabras amables sobre su trabajo. Últimamente la opinión pública no iba excesivamente bien, pero con su familia y amigos siempre se sentía bien. Nadie le juzgaba, y habitualmente le ayudaban a liberar una parte de la presión.
La cena estaba bastante bien, y la conversación continuó una hora más. Los postres llegaron, y alguna cerveza... y vuelta al hotel.
Había sido una buena primera cita.
Quizás hubiese alguna más en el futuro, pero no quería ir demasiado deprisa. Más adelante, tal vez...
AGOSTO 2098:
Otro mes más y se acercaba la recta final del año. Por lo menos este mes habían empezado con buen pie. La idea de intervenir a los agentes que necesitaban operaciones en un hospital de verdad como el General de Baton Rouge fue todo un éxito. Lo cierto era que la policía se había comportado de manera impecable y gracias al Gobernador Madrigal los mejores profesionales se dedicaron a operar a los agentes de la NEMA.
Pese a haber tenido que utilizar a miembros de Charlie y Delta para establecer guardias y vigilancia, todo había merecido la pena. Los pacientes estaban de vuelta en la base, sanos y salvos y no solo eso, sino que mejor que nunca para regresar al servicio activo.
Esos días había dormido menos que de costumbre, pero dada su avanzada edad, Branaghan se estaba habituando a dormir cada vez menos.
La ola de calor, manifestaciones, protestas... nada aguó el ánimo del Director de la Base de la NEMA en Louisiana.
Solo la amenaza terrorista contra la NEMA que hizo que cancelaran uno de los envíos fue lo único que agrió el ánimo de Branaghan en todo el mes.
La misión que les encargó el POTUS no hizo más que refrendar la teoría de Branaghan de que el hombre contaba con la NEMA. Confiaba en ella, y les iba a ir dando cada vez más peso. Eso era bueno para todos ellos. Necesitaban tener de su parte a alguien poderoso o el dinero empezaría a fluir a otros departamentos.
Y entonces, cuando parecía que iba a finalizar el mes... todo estalló. La guerra entre Argentina y Uruguay copó las noticias alrededor del mundo. Branaghan entendió, en parte, por qué Wilson no había dado la orden para apoyar a su aliado Argentina. Pero también sabía que habría consecuencias por ello.
Y así fue. Apenas una semana más tarde, Argentina, o más bien su presidente, parecía declarar la guerra a los Estados Unidos.
Se avecinaba un fin de año movidito. Aunque Branaghan creía que la opción del diálogo y apoyar a sus aliados todavía era posible. Pero él no estaba metido en política. No conocía a los asesores de Wilson ni sabía por qué el POTUS había tomado semejante decisión. Él y los agentes de la NEMA iban a tener que vivir con las decisiones de Wilson.
Y aun tenían mucho que entrenarse para frenar todo lo que se avecinaba.
Agosto llegó quizá en el mejor momento, un punto de inflexión en el calendario y un respiro del día a día que podía venir muy bien a la NEMA para replantearse su futuro cercano. El cansancio acumulado en los agentes era notable, quizá no tanto físicamente hablando pero sin duda mentalmente el que más y el que menos andaban tocados.
Los primeros días de agosto pasaron sin pena ni gloria, una tensa calma que daba paso a una merecidas vacaciones. Un par de semanas de permiso sabían a gloria en aquel momento, Mercio no tenía grandes planes para esas fechas pero tampoco los necesitaba, le bastaba con cambiar su rutina en la base por una rutina de tranquilidad.
Cuando llegó su día, Robert cogió el petate y salió de la base, su destino era california, un poco de sol y playa le permitirían cargar las pilas lejos del día a día de la base. Aunque estuviera de vacaciones le seguía gustando madrugar, salir a correr temprano por la playa le llenaba de vitalidad y le hacía sentir vivo, así pasaron los días entre sol y arena un poco de surf con más ganas que acierto hasta que llegará el día de volver.
AGOSTO DE 2098:
Llegaron noticias sobre la operación de Afrikanen y su nuevo hígado para suplir el que le volaron en la misión de Julio. La gente empezaba a tomarse las merecidas vacaciones y poco a poco todos iban preparando sus equipajes y se dirigían a sus lugares de destino. A Spider le correspondía el segundo turno, así que tendría que esperar para ir a ver a su hermana, que es lo que tenía planeado.
Durante las guardias, entabló conversación con Moro. Quizás había cruzado más palabras en esos días de Agosto hasta que Moro tomó sus vacaciones que en todos los días anteriores en el pelotón con el grupo Charlie. Él sabía por qué no intimaba demasiado con la gente, pero esa charla más personal con Moro le había servido para él mismo explicar detalles de su vida privada que difícilmente solía compartir.
No es que la charla le hubiera acercado más a él, pero seguramente sirviera para que mejoraran la imagen que tenían de él. en un alarde de sociabilidad inusitada en él, incluso se despidió de Moro personalmente cuando este marchó a sus vacaciones.
El resto del mes lo pasó entrenando en el gimnasio. A pesar de que no era su principal virtud, tener un cuerpo en forma era bastante primordial. No quería muscularse, sino mantener ese nivel de fibra que le gustaba que presentara su cuerpo.
Hizo un parón en su entrenamiento para una misión de escolta en Uzbekistán. El Presidente iba a mediar entre las potencias para evitar que la Guerra se avanzara más de lo que ya estaba. Volvió de una pieza con el resto sin más daños que un espantoso Jet-Lag
Sudamérica convulsionaba y se unía a esa sensación en el aire de que una Gran Guerra se avecinaba de nuevo sobre el mundo. Todo estaba patas arriba y Argentina y Uruguay no ayudaban a calmar las cosas en el mundo y todo se torcía y retorcía acercándonos más a ese final que se palpaba en el aire, que todos parecían esperar.
Jack observó el campo tras la granja, la pequeña plantación, el granero y las montañas detras de este. Después de los dolores de los últimos meses realmente era de agradecer aquellos pocos instantes de paz, entre comillas, que podía disfrutar en la granja de su madre. Si bien algo sabía de lo que estaba pasando en el mundo, Ignoraba concientemente el acontecer internacional tratando de no prestar atención a los animales modificados que comenzaban a salir de todas partes, las amenazas terroristas y a la sombra de una tercera guerra mundial que flotaba en el aire. Jack era de los que prefería centrarse en el aquí y en el ahora y no sufrir por lo que podría o no podría ser en el futuro.
Aún cuando en esos momentos había cierto futuro que estaba guiñándole el ojo insistentemente para que se preocupase por él.
Su mirada bajó de las montañas para posarse en la dulce imagen que hacían Mary y su madre paseando por un costado de la granja. Ni siquiera imaginaba de qué estarían conversando, claro que podría haberse enterado si se hubiera esforzado, el implante haría el trabajo fácilmente, pero por alguna razón prefería no saberlo, aún cuando la sonrisa traviesa de su novia no auguraba nada bueno. Ojalá no fuese de él y de su fea costumbre de comerse los gusanos cuando era un niño o cualquiera de los otros múltiples episodios vergonzosos de los que su madre guardaba celoso registro en su memoria.
Sonrió con nostalgia mientras se apoyaba en la baranda de la casa. Al final todo había salido mucho mejor de lo que había esperado. La barbacoa y la posterior cena habían sido tranquilas —a excepción del esperado exabrupto de Jonah quien, obviamente, no iba a dejar pasar un momento en el que pudiese moralizar la conversación— y las cosas seguían en calma hasta ese momento. Debía reconocer que en gran parte se lo debía a Hatchetman. Su presencia ahí había logrado que Jonah no se sintiese tan en confianza como para que cualquier discusión se saliera de control. Ya tendría que buscar una manera de agradecérselo cuando volviese a la base, pensó a la vez que —mirando rápidamente en derredor— se preguntaba dónde se habría metido su compañero.
Y la verdad es que sí tenía muchas razones para agradecérselo. Recordó cómo, el día antes que llegara Mary, se había largado de vuelta a la base en mitad de sus vacaciones abrumado por la situación con su hermano usando la eterna excusa de que lo habían llamado para firmar unos informes, documentos o algo así.
Había tenido tiempo para pensar en el camino a la NEMA y por poco se queda allá. Gracias a Dios se había encontrado con Hatchetman en la sala de entrenamientos, ya que eso le había ayudado bastante a decidir volver. A buena hora se le había ocurrido preguntarle qué hacía ahí en vacaciones, si tenía planes y si le gustaría acompañarlo a la barbacoa. Y menos mal que lo había hecho, no solo porque llevar a Tobías de copiloto había sido una experiencia totalmente distinta con este criticando cada virar del volante y sugiriendo nuevas rutas y maniobras para mejorar su viaje —casi estaba seguro que si hubiese sido por el le habría quitado el manejo del Jeep de su hermano en ese mismo lugar— sino porque no estaba seguro de haber podido pasar por todo eso con su cordura intacta sin el apoyo y la energía que desprendía su compañero.
Es que era la primera vez que Mary compartía con su familia en totalidad en un ambiente más familiar. Claro que había viajado varias veces a ver a su madre juntos o se habían cruzado con sus hermanos en más de una ocasión, pero sí era cierto que no la consideraban aún su pareja como tal pues la verdad nunca había participado en alguna de las tradiciones familiares. "Presentarla a la familia" seguía llamándolo Jonathan, su hermano mayor. Pero al fin estaba hecho, tras esto deberían entender que Mary y él iban a seguir juntos mucho tiempo y, si la suerte les sonreía…
Soltó un suspiro. Su mano subió hasta su pecho aún antes que se diese cuenta que ya no era necesario. El dolor de pulmones simplemente ya no estaba ahí, las heridas que le habían dejado los esbirros del Joker eran ya cosa del pasado y de aquello solo quedaba aquel gesto instintivo que aún no terminaba de dejarle.
La verdad es que aún no se acostumbraba a la idea de tener esas cosas biomecánicas dentro suyo, pero no podía negar que se sentía mejor que antes. La operación, la suya y la de los otros compañeros que se habían operado también en el hospital, fueron mucho más rápidas de lo que esperaba. Claro, se había ganado el apodo por parte de de Mr.Gadget, pero si esto le permitía seguir ayudando a la gente, lo aceptaría con gusto.
Mary y su madre se detuvieron a ver las rosas que habían plantado cuando la habían mudado ahí y aprovecharon de saludarlo desde la distancia, Mary hizo bocina con las manos y algo le gritó desde la distancia. Jack devolvió el saludo y volvió a levantar la mirada a la vez que cerraba los ojos. Dejó que la audición mejorada asentará los ruidos y pudo escuchar lo que Mary le decía desde lejos y negó divertido mientras al mismo tiempo oía a Jonah despotricando en el comedor acerca de los animales mutados, a Jonathan hablando por teléfono con su partido y los pasos de Tobias cerca.
—Oh, así que ahí estabas… —dijo y abrió los ojos. Mary tenía para un rato más con su madre, quizás podría encestar unas canastas con él antes de partir.
AGOSTO DE 2098:
Un pegote de ketchup con un trozo de pepinillo le cayó en el pantalón del uniforme kaki mientras miraba absorto la tele. Pues ya estaba todo liado. La guerra Argentina-Uruguay había sido el detonante de lo que iba a venir, de eso Parker estaba seguro. Todo se iba al garete y no se podía hacer nada, y eso le daba una ansiedad terrible. Tanto que no podía ni dejar de tragar las noticias ni esa comida basura ultra-procesada que tanto abundaba en la base. Ya muchas veces le pasaba que ni siquiera comprobaba el análisis nutricional virtual de lo que iba a comer, y acababa optando por alimentos insanos. Y eso era lo peor de todo lo que le estaba pasando, que necesitaba la sensación de recompensa que le daban esas bombas de calorías y saborizantes con forma de hamburguesa y refrescos hiper-azucarados.
Se había convertido en aquello que tanto odiaba.
Pero es que todo era demasiado. A parte de la guerra, las amenazas terroristas interrumpían las entregas de ¿más armas? Dios mío, es que aquello no hacía más que escalar. Le dio un nuevo bocado ansioso a la hamburguesa y el queso chorreó por sus dedos. Los chupeteó.
¡Maldita sea, ¿por qué es tan cremoso?! — maldijo con amargura.
Días antes, Parker había aprovechado los días de permiso para pasarlos con su familia de nuevo. Siempre había sido muy despegado de su gente, pero la angustia del próximo apocalipsis le empujaba a aprovechar los escasos días libres para montarse en el autobús que llevaba a Lafayette. Al menos cuando no interrumpían el servicio por las manifestaciones. Cada vez que salía lo hacía con mil ojos, saliendo disimuladamente de la base con una gorra bien calada en la cabeza y gafas de sol oscuras. Miraba a todas partes por si veía algún francotirador apuntándole. Obviamente no lo vería jamás, especialmente el día que le volasen la cabeza. Pero con todo, él salía en cada vez que podía y respiraba aliviado cada vez que llegaba a su destino, intentando que no le notasen lo asustado que estaba.
Y a la vuelta siempre pasaba por el grasiento McKing Donald's Burguers y compraba en persona un par de menús XL que devoraba con ansiedad frente a la tele de la base. Después miraba los envases de cartón con culpabilidad y se consolaba pensando que, bueno, aquello era algo temporal y luego lo quemaría en el gimnasio.
Por desgracia para él, la grasa abdominal que empezaba a cubrir su bien torneado six-pack opinaba lo contrario.
AGOSTO 2098:
Empezaron tocándome las tripas, si. En los higadillos. Dije que lo quería encebollado. El hígado. El médico, joder, ni media sonrisa, ni un poquito de sentido del humor. Claro que igual quería ir a surfear a nosedonde y el toque de queda... O lo que fuera. La verdad es que todo el mundo estaba muy tenso. Mi amorcito me había preparado bien, a base de ver Robocop una y otra vez, y ya estaba ilusionado con mi hígado nuevo robótico y todo.
El chérif si pilló la gracia, y nos trajo unas buenas tapas de casquería de la buena en cuanto pudo. Comida cajún para llevar, rápida y sucia, hohohohoho. Rico.
De pronto, con lo fesquitos que estábamos, de la calle no llega ni el ruido de una mosca. ¿Por qué? Por el calor que nos abofeteó en cuanto siquiera olimos el exterior. Dios Misericordioso, qué calor. A la gente le hizo bien el calor. Se metió en todas las deliberaciones de los criminales, supongo, y dijeron: ¡a tomar por culo! ¡A criminalizar cuando pase la ola de calor!
Pero es que, cuando llegué a la base, era un cementerio. Nadie pero nadie. Los estiradillos de Alfa y Delta y ya. Y los pringaos que no tenemos casa, claro. Por eso me pillaron para el viajecito con el monigote. Que si, que es alto secreto. Ya el viejo nos lo ha remachado en el cuero cabelludo con esa cara de palo de escoba que se le pone. Pero mi pensamiento es (todavía) más o menos mío. ¿Cuándo vendrá el Meme? Hace ilusión recibir un paquete por correo.
El viajecito... El viajecito. Estos no saben que chano de historia más que casi todos, y por eso me miran tal que así cuando les digo que esa especie de nave espacial de cartón piedra era pura filfa.
Cuando llegamos el mundo del crimen seguía de vacaciones. Peleas de bar, y asesinatos pasionales y tal.
De pronto: la guerra. Ya comienza. Ruego a Dios que sea Misericordioso. Pero que sea Tu voluntad, y no la mía. Iré a la batalla con alegría.
Voy a volver con los entrenamientos.
AGOSTO 2098:
Sarah apagó el televisor con un suspiro de preocupación. El tema entre Argentina y Uruguay, además de las palabras del presidente del primero hacia el POTUS solo podían ser el inicio de una época bélica. No entendía que había llevado al Presidente Wilson a no mostrar su apoyo hacia el país aliado, haciendo de ese modo que la opinión pública comenzara a mostrarse en contra de aquel hombre, y por ende del país. ¿Quien querría ser aliado de un país que no apoya cuando se le pide?
Las maletas de la mecánica tenían ya varios días hechas, pero aún le quedaban cinco días más antes de regresar. Había acortado diez días su vacaciones, regresando el 5 de Septiembre en vez del 15. En casa las cosas habían ido más o menos como lo había esperado. Walter había hecho lo que le había salido del culo, y cuando Sarah llegó a la compañía se encontró con una sección nueva de armas y armaduras prototipos de neomateriales. Su ex-marido había pasado sobre ella y había llevado la propuesta a su padre, quien aún cuando ya no era el presidente de la empresa seguía ejerciendo poder. Sarah los había confrontado a ambos, y al final había hecho lo que debería haber hecho hacia mucho tiempo: despedir a Walter. Su padre por supuesto se mostró en desacuerdo, diciéndole que con esa acción estaba poniendo en riesgo la empresa, ya que su ex tenía conocimientos amplios de muchas de las cosas que allí se hacían, además que llevaría sus ideas hacia la empresa con mejor postor. Pero la mecánica no escuchó a su progenitor. Ya estaba cansada de que intentaran pasar por encima de ella.
Miró el mensaje que acababa de llegarle, y sonrió. Allí estaba Jesse, recordándole que estaba esperándola. Jamás había sentido que estar tantos días separada de alguien podía dolerle en los huesos, en la piel. De nuevo pensó en la conversación que habían tenido. Si casarse significaba estar apartados... Prefería no hacerlo. Prefería seguir así, tal como estaban.
Cinco días. Solo cinco días más, y volvería a su verdadero hogar.
AGOSTO 2098
El mes de agosto se inicia con la intervención a sus compañeros en el Hospital General de Baton Rouge. Sandra lleva ya muchos días entrenando en la base y se presenta voluntaria para hacer guardias a sus compañeros, pero una vez más no se hace caso a su ofrecimiento.
Con la llegada de las vacaciones parece que todo el mundo se olvida de la situación de emergencia que estamos viviendo en la ciudad. La muchacha sigue los canales de noticias pero no encuentra nada interesante. Se decretan la vacaciones para los grupos y a ella le toca del 16 de septiembre al 15 de octubre.
No está mal, al menos piensa que va a tener algo de acción durante el mes de agosto.
Playa, vacaciones... Sandra está cada vez más harta de su inacción. La gente solo se preocupa del verano, la playa y qué hacer con el tiempo libre mientras la muchacha se machaca literalmente en entrenamientos y la imagen de sus compañeros asesinados, del coronel, del sensei siguen fijadas en su mente.
Por fin el día dieciocho llega una orden de la Casa Blanca para formar un equipo. Sandra no duda que con sus capacidades y el entrenamiento brutal que ha tenido será una de las elegidas para el equipo.
Pero el Director Branaghan no cuenta con ella para absolutamente nada. Mientras era el jefe de Delta ya pasaba que no la tenía en cuenta, pero ahora la situación es mucho peor. Sandra, por supuesto, no dice nada al respecto pero el nivel de frustación y desagrado con la NEMA va en aumento. Se siente ninguneada sin motivos.
Hay pequeños delitos y movimientos en Baton Rouge, pero la policía se ocupa de ello. La sensación de inutilidad de Sandra va en aumento, aunque sigue entrenando al ritmo habitual.
Estalla la guerra en Sudamérica, Argentina contra Uruguay. Aunque la NEMA no es realmente parte del ejército, Sandra sigue las noticias esperando algún tipo de movimiento por parte de Estados Unidos.
Pero asiste boquiabierta a como Estados Unidos mira hacia otro lado hasta llegar al punto en el que Argentina acusa a su país de adopción de traición.
Sandra está confusa. Según va pasando el tiempo se va cada día aislando más y más de sus compañeros. Según pasa el tiempo cada vez se siente peor en la NEMA. Según pasa el tiempo cada vez se siente menos ligada a su país de adopción. Tiene que preparar sus vacaciones pero le da verdaderamente miedo las ideas que fluyen por su cabeza.
AGOSTO 2098
Aquel día Jean Pierre regresó más temprano al hogar donde vivía con su esposa y sus dos gemelos. A través de la ventana del living pudo ver a su esposa Kelly sonriendo mientras aquella usaba su terminal de mano. ¿Qué estará mirando tan divertida? Se preguntó el pacificador pesado mientras la contemplaba por unos momentos. La amaba, la amaba mucho... ¿En qué momento la relación entre ambos se había congelado tanto? Las cosas no estaban bien en casa de los Dumont y Jean Pierre admitía tener toda la responsabilidad, había estado muy ausente durante los últimos meses, el Delta se había dedicado mucho a su trabajo y los había descuidado, pero era precisamente porque los amaba con la vida que debía concentrarse en su trabajo, ¿Cómo podía estar tranquilo si había tantos criminales sueltos y atentados ocurriendo cada muy poco tiempo? Pero Jean Pierre no era tonto, no lo quería ver, pero sabía que el punto de inflexión había sido en realidad durante el episodio del atentado de "Catman", donde él mismo fue objeto de un fuerte hostigamiento mediático por hacer bien su trabajo, una situación tan injusta por la cuál fue, en términos prácticos, confinado a no poder abandonar la base durante un mes entero, como si fuera un prisionero criminal.
He estado tan ausente para ella... Para los niños... Dumont soltó un suspiro e ingresó para saludar. -Bonjour mon chéri.- Intentó ser cariñoso abrazándola por atrás.
Kelly dio un respingo por el susto. -¡Oh! Ay... Jean... qué susto.- Se llevó la mano al pecho. -¿No cenarías en la base hoy? No he preparado comida para cuatro y los niños ya están en la mesa.-
-No te preocupes, Cielo. Solo... los extrañaba y vine antes.-
Sus dos hijos, Edward y Oswald, eran gemelos y tenían ya ocho años. Ambos corrieron para saludarle, saltando sobre su cuello para quedar colgados encima suya. Le sacaron una gran sonrisa al hombretón. Los niños eran dos gotas de agua, con la única salvedad de que Edward usaba gafas.
Edward era el inteligente, demasiado, recurrentemente le preguntaba cuándo podría acompañarlo a conocer al Doctor Gosken Sidelis, se leía todos sus artículos científicos como si fueran cómics. Dumont se preguntaba si realmente podía entender lo que aquellos artículos de investigación decían, porque definitivamente él no lo hacía.
Por el otro lado, Oswald se la pasaba con los videojuegos. También decía querer acompañarlo al trabajo para poder hablar con su antiguo jefe de escuadrón, Branaghan, le quería convencer de crear un programa en el que pueda pilotar remotamente algún dron de combate "para acompañar a su padre en el combate contra el mal". Se sentía muy seguro al respecto, su mejor argumento para lograr convencer al antiguo oficial de la USNavy era que había alcanzado a ser Rank 1 en algún juego shooter online durante algunas horas.
Eran buenos niños.
La comida continuó mientras oían las noticias. Al parecer los sucesos de la guerra entre Argentina y Uruguay había generado un duro golpe geopolitíco para la propia Unión y los Estados Unidos, pero más que eso, a Jean Pierre le hizo reflexionar en cómo dos países tan históricamente hermanados podían llegar a terminar en un conflicto bélico. Me pregunto si ese loco de Moriarty no terminará teniendo la razón respecto a México y Canadá en un futuro lejano.
-¿Saben?- Jean quiso cambiar de tema. -Falta muy poco para que me den mis días de vacaciones... ¿Qué tal si vamos todos en familia a Disney?- A los niños se les iluminó la cara, sonrieron de punta a punta. -Le diré a mi hermano Henry también, hace tiempo no viajamos todos juntos.- A los niños pareció no gustarles tanto la idea, se miraron entre sí y luego volvieron sobre su padre.
-No nos gusta el tío Henry.- Dijeron al unísono. -Es un vago.- Dijo Edward. -Y hace trampa en todos los juegos.- Añadió Oswald.
Henry, su hermano, siempre había sido la oveja descarriada de la familia. Se fue de casa al cumplir los dieciocho años y su vida ha sido una seguidilla de malas decisiones: mala junta, drogas, apuestas, peleas callejeras, delitos menores, etc., y aunque siempre se las arreglaba para meterse en problemas, Henry no era alguien realmente malo en el fondo, por lo que siempre era Jean quien acababa teniendo que ayudarle, después de todo, era su hermano y le amaba.
Lógicamente, le invitaría al viaje. Habían pasado varios meses sin charlar demasiado y sería una buena forma de ponerse al día, además, Henry nunca rechazaría un viaje gratuito.
Dumont pasó a visitar a su hermano al día siguiente por la casa que alguna vez fue de sus abuelos. Nadie respondió al llamado y decidió utilizar la llave que siempre ocultaron bajo la misma maceta del jardín. Esperó durante unos largos momentos hasta que el aburrimiento hizo que comenzase a pasear por la casa, observando los cuadros y recovecos del lugar con nostalgia. Hasta que...
¿Qué demonios?
Encontró una máscara de payaso como las que usaban los terroristas del Joker, y estaba manchada de sangre.
No me jodas, Henry... Tú no... Jean Pierre se llevó la mano a la cabeza. El perfil encajaba, el Joker reclutaba marginados de la sociedad que eran fácilmente manipulables, personas como su hermano. ¡Merde! ¡Merde! ¡Merde! Cada vez lo veía mas claro.
-¡¿HENRY?!- Le llamó a su terminal pero su hermano no le atendía, por lo que decidió dejarle un mensaje de voz. -¡TE ESTOY LLAMANDO HENRY! ¡RESPONDEME! Maldita sea... voy a matarte, te juro que voy a matarte. ¡Los viejos no nos educaron de esta forma! ¿Cómo pudiste? Estoy en tu casa ahora, te esperaré hasta que regreses y ya verás la que te espera. ¡Salaud bête!-
Dumont esperó toda la noche despierto, Henry nunca apareció.
AGOSTO 2098
Agosto, ese mes. Ese agostador mes, pese a que no haga calor en según qué hemisferio. Ese pesado mes en el cual, normalmente, la falta de trabajo y las vacaciones te hacen sentir un inútil más, un pequeño engranaje de una máquina que puede funcionar perfectamente sin ti, por mucho que te traten de hacer creer lo contrario.
Este agosto, para Tobías, no fue tan especialmente malo, sobre todo teniendo en cuenta las experiencias de los pasados meses. Pensar en las vacaciones que se habían tomado sus compañeros desde hacía un par de meses todavía le dolía y, seguramente, nunca dejaría de dolerle ya que, al fin y al cabo, se fueron por su culpa y no tenía manera de hacer que regresaran.
Fue un mes que pasó rapidísimo para Hatchet. No tenía pensado irse de vacaciones a ninguna parte y, la verdad, fue un soplo de aire fresco el poder compartir esos momentos con Jack y con su familia, estaba ya tan acostumbrado a la rancia comida de la base que probar uno de esos chuletones casi le hace romper en un llanto lleno de agradecimiento a quien había realizado esos manjares dignos de cualquier tipo de deidad mitológica. Los viajes de ida y vuelta, sin embargo, sí que estuvieron bastante reñidos, aunque Tobías no podía evitar reír de vez en cuando al ver la cara de Jack y su mal escondida vergüenza ante sus comentarios como copiloto.
Por eso los hacía, en realidad. Ambos merecían un descanso después de toda esa intensidad que habían significado esos meses anteriores.
Un descanso que empezó como un intercambio de hostias en el cuadrilátero del gimnasio, en el cual Tobías no pretendía ponérselo fácil a su mando pero acabó probando el sabor del suelo de ese ring. Fue catártico recibir una paliza, después de la patrocinada por el Furibundo, esta vez por parte de uno de sus buenos compañeros. Para repetir, sin ironías por parte del chófer del equipo.
Mas después de esa barbacoa y al volver a la base, Tobías se mantuvo más bien pensativo durante la mayor parte del tiempo. Seguía perdido en los recuerdos de otros tiempos y, durante ese tiempo que tenía libre, aprovechó para coger el coche que le permitieran para recorrer todas esas calles con tranquilidad, sin prisas, porque las prisas son enemigas del buen hacer. Las recorrió rememorando paquetes, tanto en el maletero como en el asiento trasero o el de copiloto. Echó un vistazo a todos esos lugares en los que esperaba... y en los que descargaba. No llegó a ver ninguna cara conocida, después de tanto tiempo, en aquellos lugares que antes frecuentaba excepto, quizá, algún camarero que había envejecido bastante más rápido que él.
Y cuando llegó el momento de que acabara el mes, esa última mañana, el pacificador estaba tumbado, recién despierto, observando a contraluz una de esas pastillas que desde aquella misión tenía que tomar día a día. Poco a poco había ido dejando de sentir, algo de lo que se daba cuenta conscientemente. Poco a poco habían ido dejando de importarle las cosas más relevantes... pero también las más sencillas. No pudo evitar pensar en que Gohls no le dijo, en ningún momento, cuánto tiempo debía estar tomándolas.
Pero él continuaba haciéndolo. Por sus compañeros y por poder asegurarse de que cada uno de ellos siguiera queriendo quedarse a su lado, que no volviera a pasar lo mismo que aquel día. Porque no quería que se fueran, aunque tuviera que realizar ese esfuerzo de forma consciente para asegurarse de no olvidarlo.
Porque, pese a que no le importaba en absoluto, no quería quedarse solo... y tampoco tenía a dónde ir.
Agosto significó, para Buendía, una sola cosa. Y era una cosa aterradora. Su país de adopción se mostraba extrañamente remiso a apoyar, tal como venía obligado, a Argentina. Ciertamente, tal cosa había pasado al final del mes y, ciertamente también, los heridos primero, y luego la misión, y más tarde la necesidad de pasar tiempo con su familia habían borrado cualquier otra cosa.
Pero, ¿una guerra en América y no estaban participando? ¿Y hasta qué punto no era esta guerra y el armamento que usaban las tropas de Uruguay una respuesta a la propia actuación que ellos habían protagonizado en la misión?
Y luego estaba el otro tema: Petrov. Había odiado ver a su antiguo amigo. Y todavía era incapaz de lidiar bien con lo que eso significaba.