Partida Rol por web

- No. 

La suavidad de la palabra de Buta se deslizó entre sus labios.

- No huiremos. No deshornaremos a nuestros antepasados o a los creadores de estas relíquias. Hemos sido convocados aquí por algún motivo, hemos sido destinados aquí por algún motivo. Taduchi-sama - por desgracia, pensó, seguia siendo un samurai y debía darle el adecuado respeto - podría encontrar otra manera, o quizá no necesitarlas.

Su mirada era de voluntad ferrea.

- Creo que realmente estos objetos no forman parte de su ritual, pero podrían destruirle. Y esa es la razón de que las necesite. Creo que debemos combatirle con ellas, pues ya he visto a un engendro de oscuridad desintegrarse gracias a la luz de mi objeto, y era un secuaz de nuestro enemigo. 

Luego su cara hizo un gesto de comprensión y miró a la samurai directamente.

- Pero comprendo porqué has sugerido algo así y fingiré que no ha pasado. Sigamos.

tras escuchar a Yogo-san, Ienari pensó que las palabras de la escorpión eran sabias, mas no por eso dejaba de causar un tanto de escozor lo que sucedería después, pues quería luchar con todo su ser pero mas que eso, quería ganar-

Con una venia hacia Damaru-san y a Yogo-san, la joven dragona se resolvió: Entonces no demos mas largas al asunto.

Mirumoto Ienari sacó el espejo de su bolsa, lo tomó con seguridad y decisión dio media vuelta, miró a sus compañeros y compañeras, alzo el espejo y con firmeza dijo:

Propongo que entremos atacando a distancia con las flechas, así daremos oportunidad a aquellos que son mas diestros con la espada para que puedan ganar terreno y alcanzar a los enemigos que nos estén esperando. Dicho esto se acercó a la muesca en donde iba el espejo dispuesta a terminar con la espera, ya había escuchado a Yogo-san y  a Damaru-san, no era momento de dudas, de huir ni de esperar a caer victimas de la maldad de unos pocos; todos los presentes habían sido entrenados y destinados por sus familias a defender el reino y era el momento de luchar con honor y vencer.

Damaru coge la saya y la coloca en la ranura correspondiente. A pesar de no estar la reliquia al completo espera que sirva de algo.

- Debemos detener el mal justo aquí, no podemos permitir que el imperio se suma en el caos.

Suspiro quedamente. Solo faltaba un sello... Con languidez desenfundo la katana, apuntandola hacia el frente y probando el nuevo balance. Relajo los hombros hacia atras y delante, equilirando la secuestrada armadura Seppun que vestía. No confiaba en que sirviera de mucho contra aquellos que iban a enfrentar, pero toda minima ayuda era buena. Ya habia sufrido esa desventaja con anterioridad. Su origen humilde no le habia permitido mucho mas...

Su origen... Tetsu se mordio el labio, mirando el lomo de su espada, hasta la punta, y mas alla. Un maldito ronin. Ahora tendria la oportunidad de lucirse como un Dragon, si salia con vida. Tener un nombre, una familia, un futuro... Pero estaba tambien aquello que venia a hacer, aquello que lo habia empujado desde Tsuma. Una persona, la unica a la que queria matar mas que a nadie en todo el mundo. Si eso le costaba todo, que asi fuera. Le acompañaria todo el camino hasta el Jigoku de ser necesario, pero no podia tolerar que continuara existiendo. 

En su mente, las paredes poco a poco se fueron alzando, formando el tunel que lo llevaria hasta su unico objetivo real y concreto en todo Rokugan, uno que esperaba tras la puerta...

Miro a Isawa Damaru y a Sha'ir y asiento a ambos con la cabeza tras lo cual agarro firmemente el Tetsubo preparado para ponerlo en acción en cuanto sea necesario.

- Adelante. - digo.

- Venid a morir malditos. - pienso.

Miro a Tetsu, noto su nerviosismo.

- Relájate Tetsu-san o de lo contrario no podrás demostrar tu valía en el Combate. - le comento al oido. Si vas así de tenso no conseguirás tu objetivo.

-Vayamos hacia delante siempre ,hacia la victoria.

Uno a uno las reliquias se fueron colocando en las ranuras. Inicialmente la saya parecía no amoldarse al hueco debido a la ausencia de la larga empuñadura, pero fue suficiente la presencia real de los dos artefactos para que la silueta de la puerta vibrase. Poco a poco, una línea dorada surgió de los laterales de la habitación, creciendo conforme se acercaban a los artefactos, conformando ríos que se unían para formar aun mayores hasta llegar al centro de la apertura que poco a poco se quejó y fue abriéndose.
Las paredes de roca se separaron del muro y se adelantaron dejando un paso hacia el interior de la tierra. Como de la nada, las antorchas se iluminaron mostrando un pasillo alargado que se internaba aun más en la tierra. El aire estaba cargado de una extraña fuerza y energía que todos podían percibir con facilidad. Para Damaru aquél aire era aun más intenso, y sentía el poder de los kami alborotados a su alrededor. Solo quedaba una opción y era adelantarse hacia el interior.

Conforme se adelantaba el grupo, el aire se hacía más y más extraño. Finalmente llegaron a una gran cámara.

 Hiko se levanto acomodando sus cosas luego de la caída, maldita sea la roca resbaladiza pero guardo los improperios para su propia persona; Yue y Taka no podrían bajar aquí así que estaba *solo* por así decirlo. Busco rápidamente a Damaru y se coloco a su lado – Se encuentra bien Damaru-San – Pregunto agachando su cabeza cual perro de guardia ante la instrucción de un amo. Escucho las palabras formuladas en aquel sitio y asintió a cada uno de ellas, espero que el resto comenzara a moverse para hacérselo y quizás tomaría la delantera con el cangrejo.

Uno a uno las reliquias se fueron colocando en las ranuras. Inicialmente la saya parecía no amoldarse al hueco debido a la ausencia de la larga empuñadura, pero fue suficiente la presencia real de los dos artefactos para que la silueta de la puerta vibrase. Poco a poco, una línea dorada surgió de los laterales de la habitación, creciendo conforme se acercaban a los artefactos, conformando ríos que se unían para formar aun mayores hasta llegar al centro de la apertura que poco a poco se quejó y fue abriéndose.
Las paredes de roca se separaron del muro y se adelantaron dejando un paso hacia el interior de la tierra. Como de la nada, las antorchas se iluminaron mostrando un pasillo alargado que se internaba aun más en la tierra. El aire estaba cargado de una extraña fuerza y energía que todos podían percibir con facilidad. Para Damaru aquél aire era aun más intenso, y sentía el poder de los kami alborotados a su alrededor. Solo quedaba una opción y era adelantarse hacia el interior.

Conforme se adelantaba el grupo, el aire se hacía más y más extraño. Finalmente llegaron a una gran cámara.