Partida Rol por web

Cuando tomaste los papeles, el pequeño Drake asintió. -Venga, ¿en serio no luzco adorable? -Se señaló a sí mismo, a pesar del hecho de que un niño extremadamente pálido, cansado y con ojeras, no era la apariencia más presentable-. Creo que eso será imposible, por lo menos por ahora, pero me está ayudando, y le enseño algo de medicina. Con algo de suerte, pueda controlar mejor sus habilidades y devolverme a mí y a Ladovia a nuestra verdadera forma, en algunos días más -Tras decir esto, se retiró hacia el cuarto donde Daiki descansaba.

Rufa miró confundida como regresabas a su cuarto y ponías esos papeles ante ella. Sin embargo, en cuanto escuchó de lo que se trataba todo eso, bajó la cabeza con pesar.
-Supongo que fui muy ingenua al pensar que era algo que podía mantener en secreto -dijo como hablando consigo misma, para después tomarse de los brazos-. No necesito verlos para saber que es -Se abrazó a ella misma, sus manos alcanzando un extremo de su espalda-. Shire, ¿alguna vez has tenido un secreto de verdad? -Se volteó hacia ti con mirada triste-. No un secreto común, nada de he dicho montones de mentiras, o tuve que robar para comer, no, un secreto de verdad. Uno que podría destruir tu vida -Bajó su mirada nuevamente, abrazándose a ella misma con más fuerza-. Uno del que no puedes escapar, y con el que tienes que lidiar todos los días.

Rufa parecía realmente dolida con lo que escondían esos papeles, no supe como tratar la situación y tardé unos segundos hasta recomponerme y responder a su pregunta. - Llevo tres años bajo una identidad falsa, que aunque me siento más cómoda con ella que con la real, me ha llevado a aislarme del mundo y a cambiar de lugar constantemente y si alguien se enterara acabaría ejecutada o en el mejor de los casos encerrada de por vida. Pero no puedo decir que es algo que me atormente cada día.- Quería hablar sobre algo para rebajar un poco la tensión del ambiente, Rufa se veía realmente frágil y estaba sufriendo por ella. - Sea lo que sea te voy a apoyar.- Acerqué más la silla a la cama y me senté posando mis manos sobre las suyas, mostrándole que no estaba sola. 

Rufa realmente se vio impactada con lo que le dijiste. Sus ojos empezaron a ponerse vidriosos, pero ella misma enjuagó sus lágrimas. -¿Porque siempre me pasa? -dijo como si se reclamara a sí misma. Y cuando pusiste tus manos sobre las suya, Rufa bajó la cabeza con expresión insegura, su labio temblaba mientras cerraba los ojos con fuerza.

-Shire, esa isla de las leyendas, Skypiea. No solo es posible que exista... Yo sé que es real -Se sentó del otro lado de la cama dándote la espalda. Tras esto, levantó una parte de su bata para dejar su espalda al descubierto. Su piel estaba llena de cicatrices, pero las que más destacaban era dos grandes cicatrices de quemaduras en los omoplatos-. Yo... solía tener alas -Admitió, justo como la ilustraciones de los libros de leyendas, de la supuesta población alada de las islas en el cielo-. Mi madre las tenía, pero lo malo es que llamábamos mucho la atención y... terminaron separándonos -Se cubrió con la bata otra vez, pero permaneció de espalda a ti, sus manos apoyadas en la cama-. Fui la propiedad de personas malas, muy malas y poderosas -Con su mano apretó con fuerza su propio hombro, el que tenía el tatuaje de la calavera con alas-. Pude escapar, pero tuve que hacer algo para evitar que me reconocieran -Aunque no podías ver su rostro, podías escuchar que empezaba a gimotear y como sus brazos temblaban.

Apreté un poco más mis manos sobre las suyas cuando bajó la cabeza conteniendo las lágrimas, intenté detenerla en un primer momento cuando me dio la espalda en el otro lado de la cama pero comprendí que quería mostrarme algo. Tanto mis ojos como mi boca se abrieron ante tal revelación, tal vez hace no mucho lo primero que habrá pasado por mi cabeza es el gran descubrimiento que eso suponía, pero los vínculos que ahora nos unían y sobre todo saber que estaba sufriendo me impedían pensar en eso.

Di la vuelta a la cama para volver a quedar frente a ella y me agaché un poco para quedar a su altura. - Ha debido de ser muy duro pasar por todo eso tu sola.- Dije casi susurrando. - Pero ahora nos tienes a nosotros, no dejaré que una mala persona vuelva a acercarse a ti. Así que no te avergüences de tus cicatrices y deja que sirvan de base para tu nueva vida, sé que es una tarea difícil pero te estamos apoyando.- Me agaché aún más hasta ponerme casi de cuclillas para ver su cara que miraba al suelo. - Además, tienes una espalda preciosa.- Con una pequeña sonrisa me levanté y llevé mi mano suavemente a su barbilla para que alzase la cabeza.

Cuando diste vuelta a la cama pudiste ver a Rufa sollozando con los ojos cerrados con fuerza. Sus brazos temblaban con lo que solo podía ser pavor. Sin embargo cuando le aseguraste que ahora podía contar con la tripulación y contigo, ella abrió los ojos tímidamente, todavía lágrimas resbalando de su rostro, y te miró apenas.

Subió la cabeza y empezó a tranquilizarse un poco cuando escuchó ese comentario sobre su espalda, algo que juzgando por la risa espontanea que salió de ella, era algo que la tomó totalmente por sorpresa.
-Je, ay, dios, entre tú ahora, el Dra-kid pareciendo un niño de pesadilla, y Alvert siendo... Alvert, van a acabar conmigo, lo juro -Otra vez limpió sus lágrimas, y aunque no se veía repuesta del todo, si parecía estar mucho mejor-. Nunca le había dicho esto nadie, yo solo, no quería que me vieran como "ellos" me veía. Gracias por esto, Shire -Rufa dio un gran bostezo, sin duda todo esto sumado al recuperarse de sus heridas, la estaba agotando-. Y te juro que tu secreto está ha salvo conmigo -Te sonrió, aunque en ese momento era obvio que se esforzaba por mantener los ojos abiertos.

Mi comentario surtió efecto y pude cambiar un poco la expresión de Rufa. - Hay que admitir que en esta tripulación no somos muy normales.

Devolví la silla en la que me había sentado a su lugar cuando la vi bostezar. - Descansa, que tengo muchas preguntas sobre Skypiea para cuando te recuperes. Si te parece bien.- Salí de la habitación cerrando la puerta tras de mi con el corazón latiendo más deprisa de lo normal, no estaba acostumbrada a esas situaciones

Rufa extendió una media sonrisa. -Sí, supongo que es lo que me gusta de esta tripulación -Cuando te vio reacomodar la silla y hacer tu camino hacia la puerta, la ladrona hizo de su parte para seguir descansando, volviendo a la posición horizontal en su cama. Asintió a sobre lo de hablar sobre sus orígenes en otro momento, pero ciertamente lo que más ocupaba su mente de momento era la ciudad de los sueños.