Partida Rol por web

Pietro: Yo soy Pietro, hace años era el líder del Gimnnasio de pueblo Azalea, ahora... ahora no soy nada.

 Aquello captó la atención de Miki. Le miró unos segundos de reojo antes de comenzar a hablar.

¿Debería decir algo? el pobre parece algo triste, aunque quizás le anima saber que está con una posible vecina... va, sí.

-Yo también soy de pueblo Azalea. Bueno, era; antes de que me hiciera policía y me mudara a Ciudad Trigal.

Pero ha dicho que ya no es nada, quizás ya no vive en el pueblo y hablar de él le trae malos recuerdos. Ai, ya verás como al final lo arruinas todo.

Alabaster: ¿No les parece extraño o al menos peculiar que provenimos de ciudades contiguas

 -Sí, yo estaba de patrulla en Ciudad Trigal cuando vi caer una especie de meteorito. ¿Vosotros lo visteis también?

Repasando cómo había llegado hasta allí, y descartando totalmente que aquello fuese una especie de alucinación colectiva, quizás aquello pudiese explicar vagamente por qué estaban allí. A fin de cuentas, apareció justo en aquel lugar cuando lo había cogido entre las manos.

Puede que hubiesen tocado otros fragmentos del meteorito o que lo hubiesen tocado en momentos distintos.

Mirando a su alrededor, notó que el prado en el que estaban era de color naranja. No era precisamente bióloga, y sus conocimientos en botánica se limitaban a las bayas que cultivaba con sus padres, pero sabía que aquello no era nada normal. No muy lejos de allí, había un río con tres personas y sus pokémon.

-¿Nos acercamos? Quizás saben qué es lo que ha pasado.

No parecían una amenaza, y menos con un chansey cerca, aunque Miki no tenía la menor idea de cual era el cuarto pokémon que había allí.

Será de Kalos o por ahí. ¡Oh, quizás estamos en Kalos!, bueno no, que hay un planeta azul sobre nosotros.

- ¡Qué extraño! -exclamó Alina entre susurros al ver que nada de lo que hicieron los pokémon de sus compañeros parecía funcionar -Al menos Flubbi debería poder transformarse en él.

Se encogió de hombros ante la pregunta de Pittien. Nunca había visto nada igual, y vale que ella no era "la mejor" estudiante de la academia, pero algo de pokebiología sabía y aquello era sencillamente imposible. Pensó en mandarle a Chansey que lo durmiese para examinarlo un poco mejor, pero entonces sus compañeros plantearon la opción de volver río arriba y continuar buscando refugio.

- Oh, iba a proponer dormir al pequeñín para examinarlo, pero es posible que tengáis razón. Necesitamos descansar ¿qué hora era en vuestras regiones antes de venir aquí? Yo todavía no había cenado... me parece bien volver río arriba si es lo que queréis.

-Si no funciona, estará más furioso- puntualizó Ashley, mirando al extraño ser con curiosidad para después volver a mirar a la más joven del grupo. -Pero lo que quieras. Quizás no es más que un animal de la zona...- nunca había conocido nada parecido, pero todo en aquel lugar todo parecía estar del revés, así que prefería no pensar demasiado en el tema.

-Era noche cerrada- si no mal recordaba -, sé que ya llevaba un rato durmiendo cuando ocurrió.

-Efectivamente, me parece sumamente curioso, que no se pueda transformar en él. Este Ditto lleva años con mi familia y se transforma en un montón de cosas, incluso en un montón de herramientas si hace falta, así que no poder transformarse en este pokémon, o ser, o lo que sea, me parece extraño. 

Pittien respondía así a las dos chicas, indicando que verdaderamente estaba estupefacto. Flubber no combatía, normalmente, pero si podía transformarse en diversos pokémon, y lo había hecho. Hasta ahora, no había fallado nunca en hacerlo, así que o ese ser era muy diferente, o era el lugar el que lo era. - De hecho, si FLubber no ha podido transformarse en él, ¿quién nos dice que se podrá quedar dormido con Chansey? Quizás lo vea como un acto hostil. -Pitt no deseaba combatir, y ahora mismo, no le apetecía, sin saber más de aquel lugar, provocar una situación tensa-

-¿Qué hora era? Pues Flubber y yo habíamos salido a dormir fuera de Arrecípolis. La hora exacta no sabría decirla. - Tomó aire, y suspiró. - Yo pensé que aquí en el mar habría gente... volvamos al norte, entonces... 

Alina se llevó una mano a la barbilla pensativa.

- Sí... creo que tenéis razón.

Echó un último vistazo al ser, apenada, le hubiese gustado mucho examinar qué tipo de glándulas poseía aquel ser que parecía de fuego y agua a la vez. Pero como le habían dicho, no era prudente, quizá se tomaba el canto de Daisy como una amenaza, o un intento de apareamiento, que también ponía a veces un poquito agresivos a según qué bichitos y no sabían nada en concreto de ese.

- ¡Vale! Pues sigamos río arriba -dijo en un tono afable-. No estamos como para desperdiciar medicinas si algo pasa. Vamos, vamos.

Los azuzó, se levantó con cuidado y dando la espalda a aquel bicho raro, echó a andar en dirección contraria.

- No sé qué diferencia horaria hay entre vuestras regiones y la mía. Estaba pensando en que nos hemos trasladado a la vez, pero con lo extraño que es todo, no me extrañaría que incluso haya sido en momentos diferentes. 

El escenario maravilló a Alabaster quedando perplejo frente a la singular belleza de este paraje. De cierta manera le reconfortaba lo que observaba, le recordaba una pintura que había visto cuando pequeño.

La atmósfera de este lugar le trasmitió calma y de no ser por lo que dijo Miki, este seguiría embobado con la belleza del lugar. 

-Sí, yo estaba de patrulla en Ciudad Trigal cuando vi caer una especie de meteorito. ¿Vosotros lo visteis también?-

La mirada del Monje se perdió en el horizonte, contemplando la nada, mientras comenzaba a sumergirse en sus pensamientos. ¡Por supuesto! Yo también vi un meteorito y lo cogí entre mis manos. Eso fue lo que me trajo acá.

Atónito, comenzó a recordar lo que había ocurrido antes de despertar en la Playa. No daba crédito a lo que había sucedido, ya que calzaba exactamente con la descripción de su compañera.

Con un gesto de sorpresa Alabaster parpadeó un par de veces antes de mirar a la Oficial de Policía. -Pietro-san, Azuna-san, acaso ustedes también vieron ese Meteorito.- Todas estas coincidencias parecían cada vez más raras.

Si todo esto es verdad, lo más probable es que un gran meteorito se fragmentó al hacer contacto con la atmósfera y de alguna forma las personas que lo vieron o tocaron fueron traídos acá. Concluía para si mismo.

-¿Nos acercamos? Quizás saben qué es lo que ha pasado.

Recién, tras las palabras de Miki, Alabaster se dio cuenta que había otro grupo a lo lejos en la Pradera. Al parecer se trataba de 2 chicas junto a un chico, a los cuales les acompañaban sus Pokémon. Una clara señal de que era probable que se encontraran en la misma situación que el grupo que acababa de arribar aquí.

Al ver a un Bagon un tanto amenzante, Alabaster se agachó y abrió un poco su Kimono. -Eon ven acá, ese Tatsubay no se ve muy amigable.- Señaló, mientras tomaba a su pequeño compañero.

Las otras tres personas que estaban allí no tuvieron mucho interés en acercarse y se marcharon en dirección norte.

- Sí. Fue ese meteorito lo que me trajo aquí - explicó - Cuando lo vi no podía dejar de pensar en que quería tocarlo. Ahora, aquí, en este mundo extraño... por lo menos me acompaña mi buen compañero Scizor. - les dijo. 

Se ahorró el hecho de que no terminaba de disgustarle esa nueva aventura. Había perdido todo en su casa, en Pueblo Azalea y aquel nuevo reto, si bien le inquietaba, no terminaba de echarle para atrás. 

Avanzaron hacia los tres que veían pero se alejaron de ellos. Pietro estaba extrañado, no entendía nada. 

- Sigámosles, quien sabe, tal vez sepan a dónde van y nos lleven a algún lugar en el que hay más gente... - propuso a su pequeño grupo. 

Pietro se puso a camina hacia el norte y cuando sus compañeros no miraban o él no creía que miraran.. sonrió. Estaba junto a dos personas amables que además vivían cerca de su pueblo. Quizá se hicieran amigos... quizá al volver podrían continuar con cierta amistad... claro, si volvían.

Alabaster: Pietro-san, Azuna-san, acaso ustedes también vieron ese Meteorito.

Pietro: Así. Fue ese meteorito lo que me trajo aquí. Cuando lo vi no podía dejar de pensar en que quería tocarlo. Ahora, aquí, en este mundo extraño... por lo menos me acompaña mi buen compañero Scizora.

-Si, yo también toqué el meteorito, por accidente, y de pronto aparecí aquí. 

Apartó la vista del grupo y miró a Sada. 

-¿Supongo que tú también lo tocaste no? -se acercó para acariciarla un poco-. Bueno, mejor que estés aquí que desorientada y rodeada de desconocidos raros... espero. 

Miki hablaba con total naturalidad con su croconaw, si bien el pokémon apenas emitía algún sonido durante aquella "conversación". 

Alabaster: Eon ven acá, ese Tatsubay no se ve muy amigable.

Al oír aquello Miki lo miró de reojo y volvió a dirigirse a su croconaw. 

-Ya lo has oído. Tú tampoco te acerques. Prácticamente no sabemos nada de este sitio. 

Cuando dirigió la vista hacia el otro grupo para emprender la marcha, se fijó en que se estaban marchando. 

Ui, ¿se marchan? No nos habrán visto, espero. ¿Debería llamarles o algo? Soy una agente de la ley, pero aquí no tengo ni idea de si tengo algún tipo de autoridad. Bueno, será mejor que haga algo. 

-Ehm, ¡disculpen, esperen un momento! -gritó al grupo de desconocidos con un tono inseguro. 

Alabaster se quedó parado observando como las otras tres personas comenzaban a caminar siguiendo el cauce del cristalino río.

-Creo que no nos vieron.- Señaló de inmediato, sonando como una excusa al comportamiento de aquellos extraños. 

Cuando comenzó a pensar si era buena idea o no seguirlos, sus compañeros tomaron la decisión por él y este no se iba a negar a una decisión grupal. El monje siguió los pasos de sus compañeros, con la ilusión que las palabras de Pietro fuesen ciertas y esos extraños sepan algo más que nosotros sobre este lugar. 

Por otro lado, Eon parecía bastante cómodo dentro del kimono. Sólo su cabeza se podía observar saliendo de este y estaba atento a todo lo que ocurría en sus alrededores. Se le veía feliz al pequeño Eevee pese a estar en un lugar completamente desconocido.

Un tanto incómodo por la situación que se veía venir, Alabaster decidió intervenir: -Si queremos seguir el mismo camino que el otro grupo debemos ser cuidadosos, al menos con ese Tatsubay.- Dijo Alabaster, mientras apuntaba al hostil Bagon que se encontraba junto al río.

Apartó la mirada del Pokémon y comenzó a ver en todas direcciones para dar respuesta al: ¿por qué este Pokémon está en un lugar como este? -Es bastante raro que esta especie de Pokémon se encuentre tan lejos de su hábitat, no diviso alguna montaña en las cercanías, mucho menos lugares donde usualmente tiene su morada.- Guardó silencio por unos segundos, para luego concluir: -Así que debemos asumir que vino a un lugar como este sólo a cazar. Mientras no hagamos nada estúpido ni nos interpongamos entre él y su presa, no debiese ocurrir nada.- O al menos eso espero.