Partida Rol por web

Pietro había salido para dar una vuelta antes de meterse en la cama a esperar que fuera un nuevo día. Sólo había cogido la pokéball de su mejor amigo, Scizor, no creía que necesitara mucho más para el poco tiempo que iba a estar en la calle.

Era una noche agradable. Hoy no iba a ir a apostar a la ciudad, estaba intentando quitarse los vicios en la medida de lo posible. Desde su divorcio llevaba muchos meses pasando por un momento anímico complicado y se había puesto la frontera mental de empezar a remontar. Perder el gimnasio le había pasado también factura y si quería tener ilusiones por las que vivir iba a tener que ponerse manos a la obra. Tenía que dejar de apostar y tenía que dejar de beber. No sería fácil pero lo iba a intentar.

Cuando paseaba por el pueblo, poco concurrido a esas horas, algo llamó su atención. Un resplandor en el cielo y pocos segundos después un impacto cerca de donde estaba. Algo había caído cerca de la casa de César, el hacedor de pokébals. La curiosidad recorrió su cuerpo, hacía muchos días que no sentía la adrenalina de algo nuevo.

Se acercó corriendo y vio que había algo en el suelo, era un extracto de algo raro, misterioso. Se agachó y lo cogió en sus manos.

Pietro había sentido un extraño dejavu, tenía ese meteorito entre las manos pero no entendía nada de lo que acababa de pasar. La piedra se le había caído al suelo y Scizor le miraba tan desconcertado como él. ¿Todo había sido un sueño o estaban soñando ahora mismo?

Pietro apretó el meteorito en sus manos. Lo hizo con tanta fuerza que se le quedó una marca en las palmas de las manos. De pronto había vuelto de aquella región. Y la piedra estaba en el suelo. 

No entendía nada. Estaba en aquella cueva y luego no estaba. ¿Se había ido realmente? En un primer momento, instintivamente Pietro buscó a Pittien y a Miki. No había rastro de ellos, de nada. Parecía que lo había soñado todo, pero se había sentido tan real que le costaba mucho renunciar a aquello. 

- Vamos Scizor - le dijo a su pokémon con la intención de volver a casa. - ¿Tú recuerdas la cueva? - preguntó a su compañero - Vamos yendo para casa. Se ha hecho tarde.

Pietro cogió el meteorito en sus manos, se lo guardó en el bolsillo y se dispuso a caminar hacia su casa con todos los pensamientos dándole vueltas. Sin duda tenía que dejar de beber y tenía que dejar de apostar, debía empezar una nueva vida, todo aquello que había vivido le había hecho recobrar las ganas por ser mejor persona.

No conseguía pensar en otra cosa que aquel extraño viaje. Había tocado el meteorito y se había transportado a otro mundo con gente muy agradable. Quería volver, quería volver ahí... nada le quedaba ya en Johto. Apretó las manos algo enfadado por haber despertado... o haber vuelto. Pero entonces cayó en la cuenta de algo,  Pietro recordaba que le habían dicho sus compañeros en aquel mundo extraño de dónde eran. Se pasaría en los próximos días a buscarles.