Partida Rol por web

Pokémon y el misterioso meteorito

Prólogo: La Caída del meteorito

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18/03/2020, 17:19
Alina Joy
Sólo para el director

- No Daisy, no hace falta ya me encuentro mejor, gracias -dijo para rechazar el huevo que la Chansey le ofrecía, le sonrió amablemente mientras se limpiaba las lagrimillas con un pañuelo bordado.

Aquel día le habían dado las notas de un examen de la academia y no habían llegado a ser del todo satisfactorias para ella, lo que le provocó un disgusto mayúsculo. Se había pasado toda la tarde remoloneando en el sofá revolcándose en la miseria y alimentándose de chocolate, así que su madre a última hora la invitó amablemente a que se diese un paseo para despejar las ideas.

 El paseo por el camino del parque agarrada de la manita de Daisy le había sentado bien y empezaba a sentirse de nuevo optimista. 

Claro, el próximo saldrá mejor, seguro -contestó al pequeño sonido que emitió la chansey-. Solo tengo que relajarme y centrarme, ya me lo dijo la abuela. 

Miró al cielo suspirando, vislumbraba ya algo de esperanza en un pequeño claro de aquel cielo encapotado, tal vez no era esperanza sino algo muy brillante.

Oh, mira Daisy, una estrella fugaz. ¡Vamos a pedir un deseo!

Pero la estrella fugaz estaba como cayendo muy hacia abajo y aproximándose peligrosamente, definitivamente no debía ser tal cosa. Aquello, fuese lo que fuese se estrelló con un gran estruendo unos cuantos metros más adelante, causando una gran polvareda. Alina se lanzó contra Chansey para protegerla y cuando se comenzó a disipar la neblina salió corriendo en dirección a la pequeña columna de humo que subía hacia el cielo, su curiosidad era mayor que la sorpresa que sentía por aquella situación.

¡Daisy corre, tenemos que ver qué es!

Al llegar a la altura del cráter se asomó y vio una especie de pelota de roca. Se acercó y la tocó primero con un dedo para comprobar si estaba frío, ignorando los grititos de Chansey.

Qué roca más fea, ¿de qué será? -se preguntó más a si misma que a nadie en concreto, a pesar de que la gente empezó a formar un cerco alrededor.

Repasando mentalmente los tipos de roca y composiciones que conocía, se acercó más. Y sacando unos guantes de su bolsito, que se puso de inmediato, estiró los brazos y tomó la roca con sus manos con intención de levantarla y observarla detenidamente.

 

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24/03/2020, 12:53
- Director -

Johto, Ciudad Trigal
Clima: Nublado
Terreno: Normal, un camino de tierra
Sin modificadores a los STATS

Notas de juego

El primer post como prólogo correrá por tu parte. Eres libre de postear lo que tú quieras, teniendo en cuenta un poco lo que acabo de indicar.

Tu post debe terminar tomando el meteorito entre tus manos por el motivo que sea, lo que quieras. El meteorito tiene el tamaño de una pelota de fútbol aproximadamente y dado que estás en una ciudad, otros curiosos se acercan a verlo también, pero tú eres la primera en hacerte con él.

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24/03/2020, 23:28
Miki Azuma

Miki salió de la tienda de alimentos con una bolsa de papel. Iba con el uniforme policial, así que estaba de servicio. Nada más salir se dirigió al coche patrulla, que estaba aparcado cerca de allí, y entró por la puerta del conductor.

-No tenían ramen de marisco, así que te he traído uno de ternera -le dijo a su copiloto mientras rebuscaba en la bolsa. 

Sentada a su lado estaba Sada, la croconaw, que nada más coger el bol metió su hocico dentro para devorar los fideos. A veces gruñía por lo caliente que estaba el caldo, pero le daba igual; siempre tenía mucha hambre.

Miki abrió una bolsita que se había comprado para ella y comenzó a comer unas varitas de maíz. Si bien no estaban mal de sabor, su cara sólo reflejaba el profundo aburrimiento que estaba arrastrando desde aquella mañana. Aquella semana se la había pasado vigilando la zona sur de la ciudad, y salvo por un meowth que se quedó atrapado en la copa de un árbol y un carterista que fue pillado in fraganti, no había ocurrido absolutamente nada. 

-Estás tan aburrida como yo, ¿verdad Sada? -le preguntó a su compañera.

Sada no respondió; sólo comía.

-Podrían enviarnos a alguna zona más interesante. Aquí sólo hay abuelos quejándose del tiempo.

Cuando acabaron las dos de almorzar, Miki encendió el coche y continuaron su patrulla por la zona. Si bien todo resultaba extremadamente monótono, al menos la zona era tranquila y no tenía que preocuparse por atascos y locos al volante. Sin embargo, no todo iba a ser tan aburrido como pensaba.

De pronto, una luz cegadora destelleó en el cielo. Al principio pensó que sería el Sol al darles de cara, pero enseguida se dio cuenta de que era otra cosa. Impresionada, paró el coche y se asomó por la ventana. 

-¡Sada mira, un meteorito! -exclamó emocionada-, o un cometa.

Sintió una punzada de miedo al ver que estaba cayendo peligrosamente cerca y volvió a meter la cabeza en el coche, pero enseguida la luz tocó tierra y al cabo de unos segundos notaron el impacto de la onda expansiva. Por suerte los cristales del vehículo eran resistentes.

-¡Vamos Sada, quizás es la oportunidad que estábamos esperando!

Pisó el acelerador y condujo a toda velocidad a la zona del impacto, aunque sin exceder los límites de circulación. Al llegar allí, ya había un grupo de curiosos rodeando el cráter.

-Atención policía -dijo con voz autoritaria-. Tengan cuidado, podría ser peligroso.

Sintió una punzada de vergüenza, pues era la primera vez que le hablaba a tanta gente estando de servicio.

Se acercó al meteorito con cuidado, acompañada de Sada, que gruñía nerviosa. Parecía que había comenzado a enfriarse, pero todavía podría provocar quemaduras. Pensó en decirle a Sada que le tirase agua, pero quizás eso lo estropeaba. Frustrada, se cruzó de brazos pensando en qué hacer, pero en ese momento tuvo que reaccionar con rapidez al ver como uno de los niños se había acercado corriendo para tocarlo.

-¡No niño que te matas!

Lo más razonable habría sido coger al niño y apartarlo, pero su mente se bloqueó y en su lugar acabó cogiendo el meteorito y alzándolo para evitar que el niño llegase hasta él. Preguntarse si aquella roca espacial le iba a quemar o no era irrelevante, porque ya la tenía entre las manos.