El beso es corto, tierno, y me deja con ganas de más. Diana se aparta y se quita las gafas, dejándolas sobre la mesa y regresando frente a mí subida al sofá, de rodillas. Yo, sentado, levanto la pierna que tenía sobre el sofá para situarla entre Diana y el respaldo, con la otra aún colgando y posada en el suelo. Sujeta mis manos, y vuelve a acercarse a mí. Nuestros labios se encuentran de nuevo. Entrecierro los ojos, y compartimos ternura y humedad, el calor de nuestros labios unidos, acariciándose.
Tan igual y tan distinto a todo lo anterior...
Tras unos largos instantes en que disfrutamos el uno del otro, nuestros labios se separan un momento. Abro los ojos, sonriendo de alegría, y entonces me acuerdo de algo.
Ah, por cierto... Tengo que advertirte de algo... -Le digo manteniendo el misterio, divertido, pero finalmente se lo tengo que decir- Si no se lo cuento a Remy vas a tener una conversación muy interesante con él, jeje...
Y es que no me olvido de su amenaza... Y Remy siempre las cumple.
Lo último que vi fueron sus ojos entrecerrándose. Yo también cerré los míos, y dejé que fueran mis labios los que me guiaran, los que captaran toda aquella inmensidad de sensaciones. Disfruté de aquel momento en el que nuestras bocas jugaban la una con la otra, hasta que volvimos a separarnos y abrí mis ojos.
No podía dejar de sonreír viendo que él también lo hacía, pero al comenzar a hablar mi gesto se tornó serio.
¿Advertirme? ¿Sabe lo de Sam?
Pero no se trataba de eso, sino de otra de sus bromas, aclarando finalmente que de mantener el secreto me esperaba una “interesante” conversación con Remy.
-¿In… Interesante? – pregunté, temiéndome lo peor. – Eso de quedar después de clase... ¿Iba con otras intenciones, o qué? – pregunté nerviosa, acomodándome sentada sobre mis rodillas.
Es una situación un poco embarazosa, pero no la veo como algo problemático en realidad. Tan sólo algo incómodo, al no comprender del todo lo que está pasando, el por qué lo nuestro debe ser un secreto.
Nah, tranquila... -Trato de calmarla, poniendo mis manos en sus piernas, cerca de las rodillas, mirándola a los ojos- Lo de quedar después de clase te lo dijo para provocarme, en realidad. Se olió algo desde el primer momento, el muy capullo, jaja. -Río nervioso, tratando de suavizar el tema- Luego estuvimos hablando, en mi casa, y le conté lo que sentía por ti, y eso... Y, bueno, ya ves cómo es él o, en fin, ya le irás conociendo... -Casi se me olvida que hace tan poco que Diana ha entrado en mi vida, es como si la conociera de hace tanto... Y al mismo tiempo me queda tanto por descubrir...- Total, que me dijo que, o hablaba contigo y te decía lo que sentía, cosa que ya pensaba hacer... -Confieso algo avergonzado, para que no crea que lo he hecho por eso únicamente- ...o te lo diría él mismo.
Me acerco un poco más a Diana, apartando un mechón de pelo de su rostro y volviendo a poner la mano sobre su muslo, acariciándolo.
Así que, a eso me refería. O le digo algo, o irá a hablar contigo para revelarte el "gran secreto": -Hago el gesto de las comillas- Que me tienes loco.
Me dijo que estuviera tranquila, pero lejos de calmarme me puso más nerviosa, ya que el que pusiera sus manos en mis piernas no era precisamente tranquilizador. Miré un instante sus manos, pero rápidamente volví a sus ojos, mientras me explicaba que Remy sólo trataba de picarle, y cómo este le había presionado para que me contara lo que sentía.
Así que todo esto… ¿Se debe en parte a Remy? Jayden pensaba hacerlo igualmente, pero está claro que su amigo lo precipitó.
Casi sin darme cuenta lo encontré más cerca de mí, apartando con delicadeza un mechón de pelo de mi cara y volviendo a tocar mi pierna, esta vez acariciándola. Empezaba a sentir un nuevo cosquilleo en mi estómago cuando me concretó a qué se había referido, siendo tremendamente contundente al definir lo que sentía por mí.
Me sonrojé y miré hacia abajo, antes de volver a mirarle, sonriendo.
-Tengo una idea. – le dije, volviéndose pícara mi sonrisa. – No le digas nada, vamos a darle de su propia medicina. – reí, antes de estirar mi mano para recolocarle el flequillo.
Sonrío extrañado cuando dice de repente que tiene una idea, contemplando su sonrisa juguetona. Me habla de darle a Remy su propia medicina... ¿Qué medicina es esa?
No me da tiempo a preguntar, cuando acerca su mano y acaricia mi flequillo, colocándome el pelo. El gesto me descoloca un poco, pero no de forma negativa, más bien al contrario. Sentir sus dedos en mi pelo me proporciona una agradable sensación.
¿Su medicina? -Pregunto curioso- ¿A qué te refieres? ¿Qué pretendes hacer?
Me eché a reír cuando Jayden me preguntó, al pensar en la posible reacción de Remy.
-¿Y si…? Cuando me diga que te gusto, ¿Le digo que tu a mi no? – le saqué la lengua. -¿...qué quién me gusta es él? Su cara puede ser un poema… - volví a reír.
Me levanté ligeramente y metí el reposapiernas, sentándome otra vez en el sofá con las piernas juntas, algo girada para mirar a Jayden; no sin antes volver a ponerme las gafas.
-Ya queda menos… - dije algo decaída, al comprobar la hora. - ¿Quieres que vayamos ya? ¿O esperamos un poco? – le pregunté, ya que no sabía si necesitaba llegar antes.
Me echo a reír cuando me cuenta su plan. Me doy cuenta de hasta qué punto es divertida esta chica, algo que ya sabía pero que aún así me sigue sorprendiendo. Me imagino la escena, la cara de Remy, su reacción...
¿Su reacción?
De repente ya no me hace tanta gracia. No me pongo serio del todo, tampoco es eso, pero desde luego pierdo las ganas de reír.
Pues te advierto que Remy es muy impulsivo... -Le digo mientras guarda el reposapiernas del sofá, momento que aprovecho para recoger la pierna que tenía sobre el mismo antes de que Diana se recueste de nuevo- Si le dices eso es perfectamente capaz de plantarte un beso así de primeras... -Me pongo en pie, situándome frente a ella y ofreciéndole mis manos para ayudarla a levantarse- Y una cosa es mantener lo nuestro en secreto y otra tener que compartirte... -Le digo cuando se pone en pie, acercando mi rostro al suyo, sonriendo de modo sugerente- Todo lo comparto menos a ti...
El plan me había parecido gracioso, divertido, y pensé que a Jayden también; hasta que este dejó de reír. No entendía nada cuando empezó a advertirme de su impulsividad, pero sus siguientes palabras lo dejaron claro.
Se levantó del sofá y agarró mis manos para ayudarme a hacer lo mismo, confesando que compartirme no era algo a lo que estuviera dispuesto. Y al ponerme de pie y quedar el uno frente al otro, acercó aún más su rostro y me mostró su pícara sonrisa.
Menos a mí…
Sonreí, notando algo de calor en mi cara y le di un suave beso en la mejilla.
-No me arriesgaré a eso entonces. – dije con seriedad y solté sus manos, para acercarme al sofá nuevamente y ponerme la bandolera y coger mi chaqueta. – Pero de esta no se libra, algo se me ocurrirá. – sonreí y volví a acercarme a él. - ¿Vamos entonces?
Su respuesta es clara y contundente, tanto como lo que yo le he dicho. Puede que no le hayamos puesto nombre a esto, pero el acuerdo que firmamos ahora deja claro un aspecto de nuestra relación. Y es que, si estamos juntos, no estamos con nadie más.
Claro, vamos... -Le digo cuando se me acerca de nuevo, tras coger la bandolera y la chaqueta- Pero antes... -Aprovecho su cercanía para robarle un beso en los labios- No se hasta cuando me vas a tener a pan y agua. -Aclaro, sonriendo con picardía, mientras le abro paso hacia la puerta de casa, sacando el móvil para llamar a un taxi- ¿Sabes? Dile a Remy que no te gusto y que no sabes cómo decírmelo, seguro que se presta a hacerlo él... Y nos vamos pasando la pelota el uno al otro, jajaja.
Me robó un beso alegando que no sabía hasta cuando podríamos volver a estar así, y no pude evitar reírme con la expresión.
Me dirigí ala puerta mientras me contaba su plan alternativo y tomaba el móvil para llamar a un taxi.
-Es buena idea, jaja, pero pobrecito… ¿No será alargar mucho la agonía?
Dejé que llamara, esperando en la entrada, sujetando con ambas manos mi bandolera. Aún tenía algunas dudas sobre todo esto, como si era solo cosa de algunas semanas o si por su parte tampoco vería a otras chicas, pero al menos sabía que le volvía loco, como el mismo había dicho, lo cual no era poco; es más, era más de lo que nunca había tenido.
Entro en casa y, sin molestarme en comprobar si mi madre ha decidido venir hoy, me dirijo directamente a mi cuarto y me echo en la cama.
Abro los ojos de repente, sobresaltado sin saber de qué. Estoy sobre mi cama, cubierto con el nórdico y con tan sólo los bóxer y la camiseta del equipo puesto. Ya ha amanecido, pero no suena el despertador. No es la hora, de hecho sólo tengo clase a ultima hora. Pero mi móvil esta vibrando sobre la mesita de noche.
Lo cojo desde la cama y vuelvo a taparme, comprobando con una sonrisa que es Diana dándome los buenos días por whatsapp. Me cubro con el edredón hasta arriba y empiezo a whatsappear.
Me pongo en pie, pasando por el baño a asearme rápidamente y peinarme, cogiendo al salir la ropa sucia y echándola al cesto. Abro el armario y cojo ropa informal, pero también un bañador y una toalla que meto en una bolsa de playa ligera. Cojo las llaves del coche y salgo por la puerta como alma que lleva el diablo.
Un diablo feliz e ilusionado.