Bueno, si Ollander no había tenido razones para estar en la enfermería antes de aquello, verdaderamente iba a tenerlas muy pronto si la pelea continuaba de esa forma. La doctora no podía dar crédito a lo que veía. En apenas unos instantes, aquello parecía haberse convertido en una refriega de bar... y la cabeza le seguía doliendo horrores.
Sin poder ocultar una mueca de desagrado, se retiró a una distancia prudencial del corro de contendientes, si bien no se alejó lo suficiente como para no poder acudir a tiempo en caso de que se diera una emergencia. Porque, a fin de cuentas, era a ella a la que acabaría tocándole en última instancia arreglar aquel desastre de narices y dedos rotos. Por mucho que odiara admitirlo, en aquella ocasión la Comodoro se encontraba en lo cierto: montar semejante alboroto por una mujer a esas alturas era un espectáculo absolutamente lamentable. Y ver como la Capitana y el Primer Oficial tenían que acabar recurriendo igualmente a la violencia para poner fin a aquello en lugar de imponerse con su autoridad era simplemente patético. No había otra palabra para definir lo que estaba ocurriendo aquella noche.
Y, sin embargo, había algo que le escamaba mucho. Había estado convencida de que el Oficial de Ingeniería se encontraba en un estado grave cuando era obvio que no era así, pero no podía quitarse de encima la sensación de que no se había equivocado. Y Lightman nunca había contado con sus simpatías, pero estaba dispuesta a poner la mano en el fuego por que no era un acosador: las fichas médicas de sus compañeros contaban con perfiles psicológicos después de todo. Y estaba convencida de haber reñido a Blake en alguna ocasión por pasar demasiado tiempo con él, y no parecía estar haciéndolo contra su voluntad. Aunque, claro, lo cierto era que acababa de intentar golpear a Jankowski como si fuera un animal enfurecido... Decididamente, allí estaba pasando algo muy raro.
-¡Señora Rochard!- La llamó, tratando de hacerse oír por encima del griterío y haciéndose gestos para que se acercase. -Espero que no haya bebido mucho porque me parece que vamos a tener que amputar algunas uñas rotas. Prepárase para atender a los "heridos".
Uñas rotas era un eufemismo para no decir claramente que pensaba que a algunos de los participantes directamente habría que extirparles los genitales para reducir su nivel hormonal, pero ya estaba bastante tenso el asunto como para añadir nada. Adicionalmente, aprovechó para dirigir una mirada a Naomi, quién se encontraba junto a su ayudante. Con todo lo que estaba ocurriendo, quería comprobar que la joven Shiraoka seguía siendo tal y como la recordaba.
No postear. Director actualizando.
Todo pasa a segundo plano cuando es declarada la alerta general en toda la nave, llamando a cada tripulante a su puesto de combate.
La trifulca, la música, las luces de neón, los chupitos y cada situación personal es dejada de lado a favor del bien común una vez más. Lo que deja en confusión y temor a todos cuando la guerra ha llegado a su fin.
Pronto el salón comedor deja de ser un espacio festivo para convertirse en un despojo de sillas y mesas desparramadas, canapés y bebidas a medio consumir. También algunos tripulantes, los oficiales y los invitados permanecen allí. Incluso el aturdido Lightman que poco antes perdió la razón por amor.
La razón del insignificante retraso y permanencia en el salón es debido a sus enormes ventanales y al inusual espectáculo que los presentes descubren con cierto horror.
Es una imagen que proviene de algún recuerdo poco preciso. De algo que jamas sucedió pero que en el fondo cuenta como desagradable experiencia. Una experiencia de muerte, grabada a fuego en las memorias de los observadores.
La simple visión trae recuerdos muy diferentes a los acontecidos en las ultimas veinticuatro horas, con un desenlace abrupto y terrible para los presentes. Incluso deja entrever la posibilidad que sus actuales vidas sean algo efímero, un simple préstamo bajo la gracia de una ecuación imposible. O el designio de una divinidad.
Una anomalía, viajando a velocidad luz, se encuentra en camino de intersección de la Excalibur. El evento astronómico de imposible calculo presenta una esfera de sub espacio, con elementos en su interior, posiblemente naves y objetos de similar tamaño.
El destino se repite otra vez, posiblemente en infinitos bucles.