En un rápido intercambio de información con el puente, un informe preliminar de sensores de corta distancia revela que cerca, muy cerca de la anomalía un combate se libra entre dos naves Romulanas y una nave de la Flota Estelar de la Tierra Unida.
Una nave clase NX se bate a un duelo desigual. ¿Quienes son los valientes, casi suicidas, que dan batalla a dos Aves de presa? Aparte de la Excalibur solo resta en servicio el Enterprise, el Constellation, el Lexinton y el Endeavour. Ninguno de ellos tiene misión activa por el sector actual.
La súbita aparición del inexplicable evento astronómico trae consecuencias sobre los sistemas de comunicación y sensores, dejando a ciegas a la Excalibur y a cualquier nave en años luz a la redonda. Lo peor de todo esto es que bajo el curso y velocidad actual la anomalía pasará por el sistema Sol en muy poco tiempo.
La moral cae en picada por la inesperada acción de combate, y mas aun por el coloso gravitacional que viaja hacia la Tierra a velocidad luz.
Por desgracia es necesario meter las narices dentro del combate y del horizonte de sucesos para tener una idea de lo que sucede.
Aakesh se encontraba aturdido, ya no por el efecto del alcohol, sino por la amalgama de sensaciones y recuerdos, o más bien falsos recuerdos, que le venían a la mente
Esto no debería estar pasando...
Como el recuerdo de un sueño, le venían a la mente escenas de un pasado no vivido. Dos naves romulanas acechando a la Excalibur, una nave klingon que esperaba la resolución del combate, un monstruoso ente con forma de pulpo....Lo peor fue el recuerdo que le vino de nuevo, de como Birikov le disparaba en ingeniería.
Aakesh, sudoroso, se tuvo que sentar. Incluso el dolor del puñetazo de Lightman le había desaparecido a consecuencia de la impresión.
Todo esto es terriblemente familiar pero....no ha sucedido nunca....
Cogió aire e intentó ponerse en pie.
-Camarero, prepare un resucitador, bien fuerte y cargado....¡YA!
Lo iba a necesitar para despejarse
-Capitán, sugiero volver a la Excalibur cuanto antes e intentar averiguar que está pasando.
En cuanto el resucitador estuvo preparado Aakesh se lo tomó de un solo trago. Durante unos segundos puso un gesto de asco e intentó no vomitar. Siempre le pasaba igual cada vez que tomaba uno para eliminar cuanto antes los efectos del alcohol. Otra cosa es que surtiese efecto
Tampoco he bebido tanto para que no me haga efecto
No incluyo a Sirril porque se encuentra en la Excalibur
Por supuesto, tras parar la pelea, como era protocolo, los MACO habían metido, tras neutralizarlos con nula sutileza, en un calabozo, y por separado por bandos.
El Gigante Verde se dio cuenta pronto de la alerta. No la esperaba, pero ... tampoco le extrañaba.
- Capitán. LLamó la atención de la jefa: - Queda en sus manos, pero si son necesarios, puedo excarcelar a los maleantes para ponerlos en servicio, bajo arresto de servicio.
O sea, hacen sus periodos de guardias y trabajos, pero en sus tiempos libres tienen que estar localizados permanentemente, y dar novedad al oficial de guardia, en cada momento que se solicite, y si no, periódicamente (lo que se le ordene, pero entre un cuarto de hora y una hora) dar novedad de donde está.
Se suele ubicar un espacio específico para ello. Por ejemplo, sin estar en una celda, si en la sala donde están los despachos de contención. A los oficiales normalmente se les suele "encerrar" en sus camarotes. (salen a las guardias y todo eso)
No están cerrados con llave ni nada. No están presos, pero no tienen libertad para moverse, y siempre que no estén de servicio (que entonces estarán currando donde corresponda) permanecerán en su "celda". No encerrados, pero si localizados.
El disparo de Cristina a Lightman fue certero... no podía ser de otra manera puesto que había aprovechado la confusión del momento para situarse a su espalda y una distancia suficiente para no errar, una estrategia poco honorable para algunos pero eficiente para sus propósitos que no eran otros que recuperar la tranquilidad...
Una tranquilidad que no sólo no llegó, sino que se hizo añicos en cuanto las rodillas del timonel besaron el suelo como efecto del rayo aturdidor de De Alba. Entonces al escuchar la alerta roja, el dolor de cabeza de De Alba se intensificó, hasta el punto que necesitó unos segundos para recomponerse tocándose las sienes... y fue cuando lo comprendió, aunque no sabía si había comprendido algo, sólo que aquel deja vú era algo compartido con el resto de oficiales y que la batalla con los romulanos había sido real y... que un peligro aún mayor estaba por ocurrir... o había ocurrido, fuere como fuere todos tenían que volver a sus puestos... incluido Johnny.
- Sí, hay que volver al puente- acordó con el primer oficial- Que todos vuelvan a sus puestos, vamos a entrar en combate. Señor Urmoz- le dijo al orionita- necesito al señor Lightman en el puente al igual que a todos mis oficiales. Una vez que me lo haya llevado proteja la Excalibur con el procedimiento estándar, pero especialmente ingeniería- dijo refiriéndose a Mukherjee, Jankowsky, y McCall- señora Schmidt, señora Shirrazz y señora Walker, me gustaría que ustedes también nos acompañaran- miró a la doctora- voy a necesitar que asista al señor Lightman para que pueda hacerse con el control del timón, es mi mejor piloto, señor Soong, quiero que vigile ingeniería, concretamente al señor Birikov vaya con el gato si quiere, puede que necesitemos su ayuda.
Tras dar las órdenes Cristina comenzó a recogerse el cabello mientras se dirigía con paso ligero al puente de mando.
Unger, Johnny no ha podido ir a ningún lado, no ha podido dar tiempo. La cosa está que cuando Cristina dispara, el timonel cae al suelo inconsciente. Lo que te acabo de pedir es que me lo lleves al puente ;)
Lo hago, pero que sepas que los había "inutilizado" yo antes.
A mi no me leen.
Jankowsky soltó a Lighman quien cayó como un trapo fruto del disparo aturdidor de la capitana. Cuando saltó la alarma las ordenes de Cristina fueron claras, Jankowsky se cuadró y obedeció.
Se acercó al orionita y le hizo una observación que solo él oyó.
Ya no pensaba en el baile y el beso quizá fuera un recuerdo con el que se podría recrear en el futuro, ahora el comandante no podía sacar de su cabeza una idea descabellada. Los tentáculos de una especie de calamar gigante, asomándose por el horizonte de sucesos de aquella mole.
Me voy al puente directo.
-Ese Birikov me da mala espina, y como ves no solo a mi, la capitana también desconfía de él. Tampoco me puedo fiar mucho de Gaheris, mandaré a algunos de mis hombres como refuerzo extra a ingeniería. Ándate con ojo.
El orionita era bueno en su trabajo, Jankowsky consideró que no necesitaba darle más explicaciones.
Oh, no, otra vez no...
Es lo último que pienso antes de caer desmayado por el efecto aturdidor del phaser. Justo antes de este disparo, me doy cuenta que en lugar de darle al malnacido de Paul, mi puño aterriza en el rostro de Muk.
¡Eso le pasa por ponerse tan cerca de mi a susurrarme!
Pero todo es muy raro. ¿Qué hago peleándome con un muerto? ¿Porque me altera tanto la reacción de Blake, si evidentemente no es Blake? O al menos no la Blake que yo conozco. Y ese dolor de cabeza que va en aumento...
Y todo eso que dicen de mi... Sí, puedo ser un marrullero, pero nunca pegaría a una mujer. Ese que dicen no soy yo. Pero si no soy yo... es que tiene que haber otro Johnny. Si hay otra Blake, hay otro Johnny que es como dicen ellos. Pero sé que ese Johnny no soy yo.
Luego todo se vuelve oscuro...
Dameon siempre se había considerado un pacifista. Las peleas, las demostraciones de fuerza y los golpes en el pecho le hastiaban, le hacían ver lo peor del ser humano, lo que debían superar. Entendía bien la necesidad marcial de la Flota, aunque desde que se unió a la Academia siempre había apreciado más su función de exploradores y diplomáticos y, esperaba que en esa dirección se dirigiese la organización. Es por eso que había elegido una de las carreras menos agresivas que podían seguirse como parte de los mandos intermedios de una nave estelar: implicaba conocimientos, flexibilidad, una mente ágil, mano izquierda y mucha labia; cosas de las que se preciaba poseer, pero salvo con los klingon, casi nunca tenía que hacer nada agresivo. Por las nieves del Kilimanjaro, hasta las artes marciales que conocía eran más un ejercicio de respiración y defensa que un "arte marcial". Fue por eso que se sorprendió sobremanera cuando una rabia súbita le invadió al ver el puño de Lightman chocar contra el rostro de Mukherjee. Se asustó a si mismo al saber, que si no hubiese sido por al abrupto fin de la situación vía phaser, se le hubiese ido de las manos. Más bien hubiese llegado a las manos. Él, el pacifísta comeflores.
Para bien o para mal, la decisión de la capitana le dejó con un "saco de patatas" en brazos (y en los de Jankowsky) y la alerta roja tiñendo de carmesí la nave.
- ¿Qué oc...?.- comenzó a decir, cuando las visiones o recuerdos confusos invadieron su mente como una avalancha. La sonda, la anomalía, las naves romulanas. Daños y más daños, gente muerta, la traición de Birikov. Y el pulpo. Soltó a Lightman y dio un traspiés, sobrepasado por la intensidad de lo empezaba a arrasar su mente. Sabía que era cierto y, a la vez, sabía que era imposible que esos dos juegos de recuerdos antagónicos fueran ciertos al mismo tiempo. Pero lo eran.
Por suerte de Alba empezó a poner orden, ejerciendo magnificamente su puesto y organizando aquel desmadre. Así que McCall hizo lo único que podía hacer mientras intentaba poner orden a su cerebro: Obedeció. Su trote hacia el puente de mando se convirtió en una carrera desmañada rapidamente. era el momento de actuar, no de pensar, porque si seguía pensando, la cabeza volvería a darle vueltas.
Y todo vuelve al inicio, a la eterna agonía de un destino que termina siendo una condena, aquel lugar en donde Erika sostiene su cello mientras la situación se deshace para volver a un punto en el que todo es demasiado familiar. ¿Por qué ese intenso dolor de cabeza? ¿Aquellos recuerdos con Sirril son reales? ¿Era una traición?
Muchas dudas, pero el alerta puede más con ello que la incesante agonía de la duda. Así que tras abandonar la sala, se dirige hacia su Camarote para conservar su instrumento sin que sufra daños, al margen de asentir conforme a la Capitán cuando hizo la sugerencia de que la acompañe.
Unos minutos de total silencio le sirven para comprender que las cosas realmente son así, algo que le remuerde la conciencia y en parte se siente... ¿Traicionada? Un rescate que resulta su propia condena, un error, el exceso de confianza y su mente en la eterna agonía. Maldito deja vú.
-Era demasiado bonito para ser verdad...- La mirada de Diane se dirigió hacia los intercomunicadores en cuanto escuchó el sonido de las alarmas. Una opresión terrible le atenazaba el pecho y la cabeza le dolía de un modo que parecía que le iba a estallar. Recordaba... ¿estar atrapada en la enfermería? Sí, eso era cierto, había quedado abandonada a la deriva del espacio una vez, durante su primera destinación como Oficial Médico. Pero no eran esas memorias las que ahora le volvían a la mente. Eran otras mucho más terribles, que ni terminaba de comprender completo, ni entendía en qué momento del tiempo podían haber pasado.
-A sus órdenes, capitana.- Pudo responder únicamente a De Alba, incapaz de conservar su ingenio o su sarcasmo ante lo que estaba sucediendo. Volviéndose a sus subordinadas, ordenó sin más miramientos (especialmente a la primera). -Señora Blake, señora Rochard, vuelvan inmediatamente a sus puestos y prepárense para cualquier eventualidad. No quiero distracciones. Ya.
Dicho esto, se dirigió rápidamente a uno de los botiquines de emergencia de la sala de fiestas, para colocarle al piloto una inyección reanimadora. En cualquier otra situación se habría negado a realizar un procedimiento semejante, que producía un efecto sobre-excitante en el cerebro justo después de haber recibido uno depresivo, pero realmente no les quedaban muchas más opciones.
-Todo suyo, señor Urmoz.- Le informó al orionita, una vez que comprobó como el señor Lightman estaba despertando.
Tras estas palabras, Diane salió hacia el puente de mando... desviándose solo el tiempo necesario para pasar por su camarote para tomarse ella misma una importante dosis de medicamentos que le permitieran lidiar contra la jaqueca durante las siguientes horas. Tenía que estar en condiciones óptimas si quería tener una oportunidad ante lo que se avecinaba.
Viendo las instrucciones que tenía, de trasladar a este al puente para que "trabajara" y que le habían puesto un "chute" de emergencia, sabía que estaría como una moto. - Joer, va a estar como borracho, pero con equilibrio.
Lo pilló de ambas manos, se lo hechó al hombro como un fardo y empezó a correr hacia el puente para dejarlo allí.
Mientras lo portaba le susurró: - Como me muerdas te regalo a cambio un bocado de los míos. Sabía que no podría soltarse de su zafa de las muñecas, y que patalearía como una nena, pero también podría estrellarse él contra una puerta a medio abrir, contra un esquina o contra lo que fuera, y el golpe se lo comería ... "el fardo.". - Así que pórtate bien.
Mis memorias de ese mundo paralelo ... -la embajadora apuntó a la anomalía, no sabía porqué Gaheris y Unger no lo habían referido ya- incluyen un encuentro con los ocupantes originales de la nave, la esfera, donde está encerrados mis hermanos aënar, y con la que se trae al ser creador y destructor de vida llamado X'agroron.
Los ocupantes originales fueron despertados por nuestro contacto psíquico, los En'Ar, se llaman. Nos plantearon un acertijo. Lo resolvimos. La respuesta era "el tiempo". Estábamos comenzando las negociaciones con ellos cuando vino la destrucción.
Si mi gente está allá, siendo torturada, aunque desconectarlos no los rescate, al menos acabaré con el insondable sufrimiento al que están siendo sometidos.
Además, ya sabemos en donde están localizados.
Sirril, ¿que es lo que, según usted, está en juego aquí?
Si es apropiado este re-memoria, ¿ lo posteas? Si no, sólo bórralo y pongo algo más.
Me parece bien, aunque lo copiaré para dejarlo en el puente, que es donde se encuentra Sirril. ;)
Al ver como la capitán deja fuera de combate al tripulante y empieza a dar ordenes, incluido a mi, le respondo:
- Si capitán, marchando para ingeniería. ¡Vamos, Dientes de Sable!. - Mientras yo y mi amigo nos dirigíamos a nuestro puesto asignado, pensaba. - ¡Jo, como me ponen las mujeres con carácter!. Una pena que la capi esté por otro, porque ahora mismo me a puesto a cien...