Mis ojos apenas pueden dar crédito de la escena que se sucede delante mio. Como si de adolescentes alocados se tratase, se han puesto todos a beber chupitos como posesos.

La capitana, la que había superado una ardua misión de pronto se encuentra vomitando sobre el primer oficial, que alegremente lo filma con su dispositivo móvil. La pelirroja no hace más que lanzar comentarios irónicos y punzantes. El único que se mantiene impasible es Jan, que logra rescatar a la capitana de semejante bochornosa situación.

- En fin... - digo mirando a Blake y sus amigos - para algunos la noche aun es joven, y tenemos un montón de canciones y un público expectante. Te veo luego, Blake. - me despido momentáneamente con un guiño de ojo y me dirijo de vuelta al escenario para terminar el concierto.

La interrupción de la mujer pelirroja decididamente desconcertó a Diane, por no decir que la disgustó tanto por su brusca intromisión en una conversación que decididamente no iba con ella, como por el modo en qué acaparó la atención y desechó su sugerencia del póker como si acaso tuviera algún tipo de autoridad como para decidir de qué modo deberían invertir la noche.

-Ego, sarcasmo y falta de tacto... negro, le dijo el cuervo al grajo.- Pensó, un poco disgustada y sin saber muy bien de si se trataba de una crítica o un halago. Y lo que era más importante, sin importarle en absoluto. Le parecía exactamente el tipo de mujer hipócrita capaz de tener a todo el mundo bailándole el agua con un par de sonrisas... toda una dama, por otra parte, pero ella tenía poca paciencia para esas cosas. O, tal vez, simplemente se sentía un poco ofendida. -¿Se ha dejado los galones? Y yo que pensaba que la Flota Estelar ya no podía ir a peor... y que nadie tenía peores gustos sentimentales que las enfermeras. Para que aprenda que nadie supera a los Primeros Oficiales...

Afortunadamente, ya era un poco tarde para solicitar un puesto ni en la cocina ni en ningún otro lugar de la Excalibur, aunque se ofreciera a limpiar los cadáveres Gorn de las neveras. Sin embargo, al igual que no deseaba buscar amistades, tampoco había acudido allí precisamente en busca de enemigos. Las relaciones cuanto más impersonales, mejor. Por ello, viendo además como la gente comenzaba a concentrarse, se despidió de los presentes con un simple -Me temo que decidir cuánto tiempo pueden esperar las cartas entra bajo mi responsabilidad y no la suya. Buenas noches.

No había pasado mucho tiempo cuando Diane abandonó el club, prácticamente con la misma cantidad de dinero con la que entró en un principio. De poco servía la habilidad cuando la suerte no acompañaba y, decididamente, aquella parecía una de esas noches en las que por una razón u otra todo acababa por torcerse. Sin embargo, no podía imaginarse hasta que punto era así hasta que encontró a Jankowski en la puerta llamando a un taxi para una capitana que parecía más una muñeca rota que cualquier otra cosa.

-¿Se puede saber qué ha pasado aquí?- No pudo evitar preguntar mientras se acercaba con las cejas tan fruncidas que parecían haber formado una única línea. No espero a que ninguno le contestara antes de añadir -No, no me lo digan, estoy segura de que lo adivino.

No se molestó en contener una mueca de asco al acercarse a la capitana y percibir el hedor a vómito y alcohol. Sin embargo, para bien o para mal, era una profesional y la doctora que llevaba dentro se hizo cargo de la situación por encima de sus reticencias personales. -Ya ni tan siquiera cuando estoy de permiso puedo escapar del trabajo.- Pensó, apresurándose a sostenerla asegurándose tanto de que no se cayera como de que, en caso de que tuviera que echar algo más, ninguna de sus ropas saliera especialmente perjudicada.

-Arriesgarse a sufrir un coma etílico el día antes de embarcar y delante de todos sus subordinados... debería darle vergüenza.- Refunfuñó, sintiéndose responsable de su estado como médico pero sin ningún deseo de tener que cuidar de nadie y mucho menos de hacerse cargo de una borrachera. No lo había hecho ni en sus tiempos de la universidad y le parecía un poco tarde para empezar entonces. -¿En qué estaba pensando? ¿En demostrarle al señor Mukherjee que está en lo cierto al pensar que no es adecuada para el cargo?

Sacudió la cabeza, profundamente frustrada y sin llegar a tener muy claro si la mujer la estaba escuchando o estaba demasiado ofuscada incluso para comprender quién era o dónde se encontraba. Por lo menos, no daba síntomas de ir a desmayarse, al menos no por el momento. En caso contrario, se vería obligada a tener que inyectarle un estimulante. -Tsk... no está en condiciones de quedarse sola.

Lo ideal habría sido avisar a algún familiar o conocido, pero no sabía nada acerca de la vida privada de de Alba como para ponerse en contacto con nadie y tampoco le parecía lo más adecuado dejar que el Oficial Táctico se encargara de aquello. Suspiró, molesta, antes de decidir al ver acercarse finalmente al taxi -Muchas gracias, señor Jankowski, pero ya me encargaré yo desde aquí: no hace falta que nos acompañe a casa.- Ella misma comprendió que el tono tal vez había sido excesivamente brusco, especialmente teniendo en cuenta que parecía ser el único que se había preocupado del estado de su superiora, pero ni sabía hablar de otra manera, ni estaba de humor para intentarlo. Sin embargo, añadió un poco a regañadientes -Mañana empieza el trabajo, así que traté de descansar algo esta noche. Si está es la tónica general de la nueva misión vamos a necesitar de sus habilidades y yo ya tengo bastante con un solo paciente por vez, si es tan amable.

De alguna forma, se las apañó para lograr introducir a la capitana en el taxi y, ante la imposibilidad de pensar en una solución mejor, dio la dirección de su propio piso. Nunca se había alegrado tanto en aquellos meses de haber abandonado la residencia de sus padres... o su padre, hablando técnicamente. -Puede darse por satisfecha, en lugar de una celda de confinamiento por beber durante el servicio va a poder contar al menos con un sofá y un surtido completo de medicinas. Pero le advierto que como vomite en mi casa va a limpiarlo por la mañana antes de acudir a los Cuarteles de la Flota Estelar.

¿A quién pretendía engañar? Lo cierto es que prácticamente le iba a tocar hacer guardia esa noche. Otras cosas no, pero su deber como Oficial Médico de la Excalibur lo tenía muy claro. Y, si quería mantener al "malo conocido", más le valía preparar algún tipo de antídoto para que al día siguiente de Alba estuviera mínimamente presentable.

Previamente en...

Rápidamente el horario de cierre del club llegó, entre música, risas y concursos de tequila, dejando a más de un cliente en el suelo.

El ganador fue el tripulante de la Enterprise, Rostov de Ingeniería, y el segundo en la posición fue el primer oficial de la Excalibur. Ambos ganaron una ronda de tragos a elección la próxima vez que visiten el Club 602.

Lightman se llevó los laureles por el espectáculo, aparte de los guiños desperdiciados de muchas espectadoras, siendo Blake la única en recibir la atención de Jhonny al finalizar su concierto. Ademas él debió acompañar a la auxiliar de enfermería a sus aposentos porque la bebida de había afectado al igual que Erika y otras. Después de todo son “viejos amigos”.

Cristina y Elizabeth tuvieron un final abrupto en su carrera alcohólica, al punto de necesitar escolta hasta la mismísima cama, o en su defecto bañera y cafetera.

Cuttler pasó el día siguiente en la enfermería del complejo y De Alba se recupero en las horas siguientes gracias al cóctel de tratamientos médicos de ultimo momento de Walker, quien acompañó a la capitana en el taxi luego que Eduard las escoltara hasta la acera. Aunque la resaca y el mal sabor no se iría hasta la noche siguiente.

La comodoro, el primer oficial y los demás concursantes abandonaron el establecimiento poco antes de finalizar el show del aclamado guitarrista, porque después de todo el día siguiente seria muy interesante para muchos de los presentes.