Partida Rol por web

Foto y Secreto, mmm...

Pared siniestra.

Me despierto gritando. Esta vez han sido perros del  infierno, persiguiéndome para arrastrarme con ellos a las ardientes entrañas del Inframundo. Lo he intentado. Juro que lo he intentado pero por más que sigo las instrucciones de la vieja, todo lo que he conseguido ha sido alzar una solitaria piedra. Bien es cierto que ninguno de los dos sabuesos se ha acercado a menos de dos metros de ella, pero con una sola piedra no hago nada.  

Me levanto de la cama y me dirijo al baño para eliminar los sudores de aquella pesadilla. Casi no reconozco mi cara en el espejo. Aquellos agujeros negros en los que están sumergidos mis ojos, la extrema palidez de mi rostro de aspecto enfermizo, las canas que adornan mi melena que siempre había sido de un negro impoluto... Y es que no han sido uno o dos días. Ni siquiera unas pocas semanas. Han pasado ya varios meses desde que empezaron las pesadillas. Varios meses de despertares agitados y sueños poco o nada reparadores.

Algo estoy haciendo mal. Las palabras de la afamada bruja resuenan en mi cabeza. Me la habían recomendado alegando que la mujer hacía milagros, que no había ningún mal que no pudiera curar. «Cuando los malos sueños comiencen, tienes que levantar una pared siniestra…» Mi cara en el momento en el que me dijo aquello era todo un cuadro. Mis sueños ya eran lo suficientemente tenebrosos como para añadirles una pared siniestra. La mujer debió darse cuenta de mi inquietud, pues dejó escapar unas carcajadas antes de continuar.  «…se trata de una pared que tiene el poder de contener las pesadillas, de evitar que te hagan daño… » Mi rostro seguía siendo la viva imagen de la incredulidad, pero me había prometido a mi misma que escucharía hasta el final. «…cada ladrillo se construye con un pensamiento positivo. Veinte ladrillos deberían bastar.  Al principio cuesta un poco pero  una vez que hayas conseguido construirla una vez, las demás te resultará cien veces más sencillo…» Lo que no sabía es que no iba a ser solo un poco difícil sino prácticamente imposible.

Bostezo. Volviendo a la habitación, le echo un vistazo al reloj de la mesilla de noche. Son solo las tres de la madrugada. Al lado del reloj, un colgante consistente en una cuerda de la que pende una única piedra, del aspecto del ámbar, me observa pidiéndome que lo coja. «…ponte este colgante. Te ayudará a concentrar la energía.» Suspiro e introduzco la cabeza por el cordel. Me pongo cómoda y cierro los ojos. Ya solo me quedan diecinueve piedras. 

El Vaso Desafinado

Era un día lluvioso en la ciudad, una toma fotográfica se ve interrumpida por el constante aguacero, mas todas las preparaciones se mantuvieron en el lugar.

Un vaso, común y corriente, sin ningún tipo de relevancia más que para ser usado y desechado, queda en una mesa llena de bebidas y refrigerios, observando con envidia y ansias aquellas copas dispuestas para la toma fotográfica, las que, con cada golpeteo de la lluvia, sacaban hermosas melodías y sonidos angelicales. En su caso, el golpeteo de las gotas solo hacia ruidos secos y rústicos. Su base gruesa y sin forma grácil impedía le impedía cantar igual que el resto de sus pares de cristal. 

Tal vez por eso es que se salvó, el agua no dejaba de caer, y las copas cantoras comenzaron a ceder ante el extremo peso del agua que las golpeaba permanentemente, a cada nueva gota se ahogaban en sus propias melodías, quebrando sus finos tallos y su base enclenque. Una a una fue cayendo, para el beneplácito de aquel vaso desafinado, sabiendo que aquellas copas jamás podrían cantar afinadamente, volviéndose tan inútiles y desafinadas como él. Al fin y al cabo todos tienen sus pros y contras, a él lo usarían de nuevo al menos, ellas, terminarían en la basura. 

Laúd Roto

Como todos los días, Sigrid se dirigió hacia el parque para despejar su mente y evadirse de su estresante rutina. Caminar entre los árboles, pasearse a lo largo del río, tumbarse en el campo y juguetear con la hierba fresca le devolvía las energías que tanto necesitaba para proseguir con su día a día. Normalmente, acudía a una hora en la que apenas había gente. Quería olvidarse de la humanidad y entrar en contacto pleno con la naturaleza. No obstante, esa tarde sucedió algo que provocó que su realidad se tambaleara. Comenzó a escuchar una melodía desconocida de un instrumento que le resultaba familiar, en la lejanía. Aceleró el paso para aproximarse a quienquiera que estuviese tocándolo y poder confirmar su hipótesis.  La canción resonaba con más nitidez a medida que se iba acercando a su destino, y eso provocaba que su corazón palpitase desbocado, como si se le fuese a salir del pecho. Cuando llegó al punto de llegada, vio a un hombre de pelos canos y apariencia tranquila tocando un laúd bajo un sauce. Recuerdos de su infancia comenzaron a invadir su mente: las clases de música en la compañía de sus amigas y la emoción que sentía al aprender una nueva pieza. Todas esas sensaciones se desvanecieron el día en el que rompió su preciado tesoro. Los reiterados comentarios de su profesor acerca de su estancamiento musical (¿quién no ha pasado nunca por una mala racha?) habían calado hondo en ella, y se convenció de que no estaba preparada para evolucionar y seguir aprendiendo.

Había olvidado cuánto añoraba mecer su laúd entre sus manos, acariciar sus cuerdas y componer melodías que reconfortaban los corazones de las personas que las escuchaban.  Decidió que ya era hora de tomar las riendas de su vida, de recomponerse y, sobre todo, de ser feliz. 

RUIDO ROTO

Suena el despertador, apenas lo oigo. En cuanto me doy cuenta lo apago, lentamente. Sacudo la cabeza intentando despejarla, no de sueño si no del incesante ruido que habita en su interior. Es un ruido sordo, lento, constante, que martillea mis sienes e impide que pueda concentrarme. Es un ruido estridente, discordante, penetrante, que agujerea mis pensamientos e inunda mi vida de sinsabores.

No puedo trabajar en nada, soy incapaz de hacer ni la más repetitiva de las tareas. No puedo tener una conversación con nadie, siempre perdido entre la voz del interlocutor y el mar de cacofonías de mi cabeza. No puedo ni dormir pues es en la noche cuando el ruido ataca con más fuerza, sabiendo que el mundo a mi alrededor duerme, se eleva y se contorsiona ejecutando una danza macabra en mi cerebro. 

Ya no puedo más. Miro mis manos y noto un leve temblor en ellas, pero una nueva cascada de atronadores acordes hace que apriete los puños con decisión. Elevo la diestra hasta la sien y el pulso ya no me tiembla, cualquier cosa será mejor que este sinvivir. Un pequeño gesto del dedo índice y el ruido definitivo, atronador y eficaz, irrumpe en escena para acabar con todos los anteriores y dar paz a mi alma atormentada.

Por fin nada. 

Ruido roto por el silencio definitivo...

ROCA DURA

-Hemos dado con la roca madre - le confirmó Jimmy preocupado.

Hank suspiró. No sabía qué decirle al joven ayudante que devoraba todo lo que enseñaba como si le fuera la vida en ello. No había palabras de consolación. En ese momento no. Habían compartido caravana durante los tres meses de la excavación. Era el tiempo del que disponían para aprovechar el corto verano de la tundra ártica. Habían trabajado sin descanso con todo el equipo, incluso cuando los inversores habían abandonado el proyecto y los periodistas se habían marchado no sin antes ridiculizarlos. Pero ellos habían seguido adelante.

-Dame un minuto – le contestó finalmente haciendo un gesto con la mano para que le dejara solo junto a su mesita. Miró el tablón en la pared de la caravana, y apretó con fuerza los puños. Había saboreado antes el amargo sabor de la derrota. Muchas veces. Había dedicado su vida a explorar los yacimientos enterrados bajo profundas capas de tierra. Buscaba respuestas debajo de la superficie, entre lo aparente y lo profundo e inamovible. En ocasiones, había logrado un impacto global como se podía ver Muestra de ello tenía los recortes de los periódicos y artículos publicados. Esta vez no iba a ver entrevistas ni ruedas de prensa. No abriría los telediarios.

Subió la voz a la música de su portátil mientras cerraba uno a uno los programas, las hojas de cálculo y los mapas. Meses y años de trabajo que se había chocado con la dureza de la roca base de esta fría e inhóspita tierra. Sueños que se habían hecho añicos.

When I find out all the reasons
Maybe I'll find another way
Find another day
With all the changing seasons of my life
Maybe I'll get it right next time
And now that you've been broken down
Got your head out of the clouds
You're back down on the ground

Empezó a recoger los recortes del tablón de corcho, mientras dejaba que los acordes de la música rock le calmaran los ánimos. Volvería a levantarse después de este revés. En otro lugar del mundo, en otro proyecto. Con Jimmy o sin él. Siempre regresaba. Por último, cogió la portada de la revista Times. Salía él, hace ya unas décadas. Con más pelo, con menos arrugas, y vestido de traje. La periodista había utilizado el apodo de Hank como título para el reportaje: Hard Rock. Había sido el hombre del momento, el que había encontrado el yacimiento que obligó a replantearlo todo. Luego fue refutado por otros científicos más conservadores. Pero Hank había seguido buscando respuestas sobre el pasado, sobre nosotros mismos. Sobre él mismo. El hombre que le devolvía la mirada desde la foto estaba convencido de que entre la superficie y la roca madre se hallaban las respuestas. El hombre que ahora recogía sus cosas en la caravana había perdido esa fe a base de golpes contra la fría roca, y una parte de él acusaba al joven soñador apodado Hard Rock por haberle obligado a dedicar su vida a esta búsqueda. El de la foto le devolvía la mirada desafiante, retándole a seguir adelante a pesar de todo. Por todos los que querían rendirse cuando se topaban con la dura realidad de la roca madre. Por los que seguían soñando. Por los Jimmys del mundo. Porque el tiempo y la constancia erosionaban  la roca más dura. Porque incluso los sueños imposibles había que perseguirlos. Tras unos minutos de desafío acompañado por la música, Hank guardó el recorte en la caja con el resto de las cosas.