Tomando como referencia una propuesta de Atreides:
Cualquier detalle de la realidad puede servirnos de punto de partida para escribir nuestros textos. Un ejemplo de ello son los titulares que encontramos en los periódicos. A continuación escribo dos titulares que aparecieron en la prensa del 13 de enero de 2010. Por favor, elige uno de ellos y escribe un relato basándote en él. La extensión debe ser de entre 200 y 500 palabras.
Los titulares escogidos:
Fecha de inicio: 14/11/2016
Fecha de fin: 28/11/2016
13 de enero de 2010
En Catemaco, ciudad ubicada en el estado de Veracruz (México), se produjeron violentos disturbios en el día de ayer. Los ciudadanos de la reserva natural de Nanciyaga, aún considerados indígenas según el resto de habitantes de la ciudad, entraron en furia ante la misteriosa desaparición de un emigrado sacerdote de la fe cristiana. Este cura, un gallego llamado Guillermo Pérez, emigró al país hace dos años, siendo muy querido en la comunidad. Tras varios días en paradero desconocido, y la ineficacia de los medios policiales para localizarlo, los fieles decidieron salir a la calle para exigir a las autoridades que lo investigaran. Se desconocen los motivos que acabaron haciendo que la horda se volviera violenta y procediera a provocar daños en la zona turista de la ciudad.
Los miembros de otras religiones en la ciudad tuvieron que esconderse para evitar altercados. Estas han han crecido mucho en los últimos años: Testigos de Jehova, Adventistas, Mormones, Chaministas, Evangélicos, Pentecostales, Satanistas y otros.
La policía local tuvo que recurrir a la violencia para reducir a los manifestantes. Empleando daño no letal como mangueras de agua, bolas de plástico, escudos anti-manifestación, y el blindaje habitual. El balance final fue de tres policías heridos y doscientos tres ciudadanos heridos, además de daños físicos en negocios y mobiliario urbano estimados en 300,000 pesos.
Lo curioso del caso es que esa misma noche apareció el sacerdote. Según indican los investigadores del caso resulta que tras haber recibido un envío desde su país natal, una caja de botellas de vino tipo Ribeiro, acabo borracho y perdido durante varios días en la región salvaje de Los Tuxtlas. Tras varios días en la jungla consiguió volver a la iglesia, con una resaca tremenda.
Cuanto cabrón :)
Cuando le tocó al cura fue la última. La gota que colmó el vaso.
El loco era el único que se atrevía ya a señalar a esos hijos de puta. Se creía un santo. Quisieron enseñarle que sólo era uno más de nosotros. Otro mierda al que podían hacer lo que quisieran porque sí.
Aquí secuestrar o matar a alguien es casi como dar los buenos días.
Por eso se lo llevaron y vinieron haciendo bromas sobre si se había ido de putas. Y eso no sentó bien al personal.
Aquí no nos quiere nadie. Nadie. Y nacemos hartos de vivir. Pero cuando se llevaron al cura se nos cruzaron los cables.
Al que tuvo huevos de sonreír le partimos la boca. Al que amenazaba le quemamos la casa. Era tanta la rabia que cualquiera diría que el demonio se había pasado por el pueblo.
Así fue unos pocos días.
Bailábamos como los indios de las películas alrededor de las hogueras. Llegó el ejército pero no sacaron las armas. Ni salieron de sus carros ni de sus tanquetas.
Cuando nos dimos cuenta habíamos quemado hasta nuestras propias casas.
Lo encontraron vivo, sangrando por muchos agujeros pero con los ojos bien abiertos. Le pincharon sin escarbar, para que gritara mientras se reían. Le dijeron que no querían matarlo. Cuando vio cómo había quedado el pueblo miró al suelo y se marchó.
Y ahora no tenemos casas, ni cura.
He elegido "La desaparición de un sacerdote en Catemaco desata la ira de los pobladores"
13 de enero de 2010
Tu padre se ha ido.
Me resulta extraño hablarte de él. De decir “tu padre”, a ti que aún no has nacido siquiera. Sé que pasarán años hasta que puedas entender siquiera lo que es un “padre”. Más años todavía hasta que entiendas por qué no eras el único que le llamaba “padre”. Por qué gente que no tiene su misma sangre le llamaba así.
Por qué por esa gente y esa palabra tuvo que irse antes de que pudieras conocerle.
Sé que tendrás preguntas, y temo el día que vengas a mí con ellas. Porque te quiero, y sólo podré darte la verdad. Por mucho que me duela.
Pero te la diré. Te lo contaré todo sobre él. Sobre mi. Sobre eso que no teníamos permitido hacer, pero hicimos. Y si prefieres no preguntar y no saber, al menos dejaré mis sentimientos y mis palabras aquí, y esperaré que algún día las encuentres y te digan todo lo que quieras saber. No se si podré. Sólo soy una india de pueblo ignorante que se enamoró de la única persona que la trató con gentileza. De la única persona de la que no podía hacerlo.
Pero lo intentaré.
Es lo mínimo que te debo.
20 de marzo de 2010
Hoy hubo la primera pelea.
Desde que tu padre se fue, algo más se fue con él. Toda la gentileza, toda la compasión, se fue con el. Es como si cuando se fue, se hubiese llevado todo el bien que tanto le costó sembrar.
Primero vino la incredulidad. Le buscaron con batidas y carteles . Incluso la televisión vino. Pero pasó el tiempo, y no aparecía.
Tuvieron que aceptarlo. Y entonces empezaron las acusaciones.
Todo el mundo quiso culpar a alguien. Se negaron a aceptar que la culpa pudiese ser suya. Que hubieran hecho algo mal. Que los hubiera dejado sin más. Volaron los reproches. Las palabras duras. Los odios. Siempre los hay.
Buscaron culpables primero. Y luego, simple venganza.
Alguien debería haberlo parado. Alguien debería haberse metido entre los hijos de Ezequiel y los de José. Haberles explicado que ese no era el camino. Haber buscado el fondo de bondad que todos tenemos, con palabras sabias y dulces.
Pero nadie lo hizo. Y ahora hay sangre en la calle. Habrá más pronto.
Cada día creces más. Ya no salgo de casa, porque es imposible ocultarlo. Creo que nacerás pronto. No sé qué pasará entonces. Si él estuviese aquí, me diría que tuviese fe con esa sonrisa bonachona, y yo, todos, le creeríamos.
Pero no estaba.
31 de marzo de 2010:
Alguien se ha dado cuenta. No sé cómo, ni importa. Ya no se nada, no siento nada salvo miedo por ti.
Les oigo en la calle, gritando. Me llaman cosas que tardarás en entender lo que son. Quizás, si vives, tú también me las llamarás algún día.
Solo espero que cuando tu padre vuelva, si lo hace, encuentre que aún queda algo que salvar. Que toda esta ira no ha acabado de comernos a todos. La primera piedra acaba de romper una ventana.
Tu padre se ha ido, y creo que pronto me tocará seguirle. Solo espero que le quede un sitio al que volver.
Adiós, hijo.
Catemaco, 31 de marzo de 2010.
El agente López entró en lo que quedaba de aquella casa, que no era demasiado. No después de la explosión, del fuego, y de la implacable acción de los bomberos para sofocarlo. Hacía un par de horas que se había procedido al levantamiento del cadáver, pero ese no era el motivo por el que estaba allí. No del todo, al menos. Habían dado con la fuente de la explosión, o creían haber dado con ella.
Caminó hasta el lugar, convenientemente señalado y marcado para su identificación. Los fotógrafos habían tomado imágenes desde varios ángulos y se habían retirado hacía unos minutos. Fuera se escuchaba jaleo, más allá del cordón policial, con gente y periodistas queriendo saber qué había ocurrido. Que montaran todo el alboroto que quisieran, de allí no iba a salir nada hasta que supieran qué había pasado y tuvieran toda la investigación encarrilada.
Se agachó al lado del objeto metálico. Desde luego, parecía alguna especie de explosivo de origen militar, algún tipo de granada. ¿Cómo había ido a parar algo así a una casa de Cáceres? Con cuidado, se colocó los guantes, para después meter lo que quedaba de aquello en una bolsita de plástico para pruebas. Con un poco de suerte, en el laboratorio podrían decir algo más sobre aquel asunto.
Se levantó, observando la bolsa y su contenido con gesto meditabundo, cuando un pedazo de pared se desprendió, dándole un susto de muerte. Cuando se convenció de que no se le caía encima lo que quedaba de edificio, se dirigió, con cuidado, a la pared de la que aquello se había desprendido. Lo que encontró prueba que, a veces, la suerte juega un papel importante en las investigaciones. Parecía haber una sala oculta al otro lado. Alumbró con la linterna, y observó como en la sala, que parecía haberse salvado del fuego, había varias armas de fuego colgadas, así como una caja fuerte.
¿Quién demonios era realmente el tipo que había vivido en esta casa?
Un muerto tras un incendio y una posterior explosión en una vivienda en Cáceres. El Faro de Vigo.
Anoche, cuando hablamos, se lo dije: no valía la pena. No podía funcionar. Pero, como de costumbre, José no analizó el riesgo. Creía que por fin había encontrado la forma de vencer las últimas dificultades, que la nueva combinación de materiales sería suficiente como para resolver el ultimo de los problemas.
Anti-gravedad. Desde que ambos terminamos nuestros estudios universitarios había sido el motivo de sus desvelos. Le habían dicho una y otra vez que era imposible, pero el no cedía en su idea, en el sueño de obtener un material que, cuando no fuera sostenido por nada ni por nadie, "cayera hacia arriba". Un material que no cumpliera las leyes de la gravedad como todos las conocíamos, sino que venciera una de las leyes más inmutables de la física.
Había trabajado en muchos laboratorios, había pasado de uno a otro, siempre buscando la forma de conseguir lo imposible. De cada sitio había sido despedido por el mal uso que había dado al equipamiento que tenía a cargo. Finalmente, impedido de acceder a cualquier centro como investigador, lo había hecho como personal de limpieza, solo con el fin de seguir probando sus ideas en las horas nocturnas. Y tampoco había resultado. Finalmente ni siquiera pudo acercarse a ningún laboratorio bajo pena de ser arrestado. La misma justicia le prohibió hacerlo ante las demandas de las sociedades científicas.
Así que no tenía forma de avanzar. Y cuando perdió el acceso a los métodos científicamente aprobados, avanzó con un los otros métodos, los no tradicionales, como la magia y la alquimia. ¡Sin comentarios!
Metales exóticos, hierbas, órganos de animales, frío, calor e incluso algunas frases pseudo-arcanas se volvieron su nuevo material de investigación.
Su familia, finalmente, lo abandonó. Sus amigos, los pocos que le quedaban, ya lo habían dejado antes. Solo yo, entre todos los que alguna vez había conocido, lo veía cada tanto. Y cada vez resultaba más difícil mantener una conversación coherente con él
Anoche cenamos juntos y, como las últimas veces que nos habíamos visto, me planteé que esa sería la última vez.
Solo habló de su ultima adquisición, un caldero, según él con propiedades "mágicas", que le permitiría alcanzar su objetivo.
Lo escuché hablar de mezclar varios materiales, entre ellos salitre, carbón, azufre y calentarlo todo mientras pronunciaba un extraño juego de palabras para que la mezcla ascendiera, como si de humo se tratara, pero manteniendo su forma mineral. Cansado de escuchar sus desvaríos ni siquiera relacioné los materiales y el calor con alguna vieja formula que habíamos aprendido en nuestras clases de química
Hoy me enteré que José no seguiría soñando con su invento imposible. Anoche, su vivienda se incendió y finalmente explotó. No caben dudas que había seguido adelante con sus mezclas alquímicas. Y, aunque pareciera una broma de mal gusto, lamentablemente, había vuelto a inventar la pólvora.
Otro que va con:
Cita:
Lucía sonrió con el móvil en las manos. La noticia había sido lo suficientemente sonada como para salir en un diario local a 450 km de distancia.
Había sido un engorro conseguir los preparados, había tenido que dosificar la obtención a lo largo de mucho tiempo y de un amplio abanico de contactos. Todos inocentes por separado, ellos y las sustancias. Conocer la distribución de la casa había sido mucho más fácil: «oh, hola», sonrisa algo pícara, «¿te interesaría un seguro de hogar?», mirada juguetona, «Creo que puedo afirmar que mejorará cualquier oferta». Y ya está. Sonrisa devuelta. Interés. Acceso a la casa. Examen concienzudo. Conversación banal. Escondite del veneno. Despedida cordial. Sonrisa coqueta. Teléfono falso. Lo típico.
La envuelta del veneno se había ido oxidando al ritmo esperado. Siempre lo hacía. Para eso la fabricaba. Temporizadores químicos. Y cuando todo había empezado, el propio contenido había prendido con el oxígeno. El maravilloso oxígeno. Qué fácil era culpar al fuego. Qué fácil era todo.
Lucía apuró el café y sonrió una última vez. Aún le quedaba la mitad del encargo por cobrar y por la noche iría al estreno de la nueva película de Potter. «Va a ser un día estupendo», pensó mientras abandonaba el bar y cruzaba la calle.