18 de enero de 1866
Orillas del lago Biwa, provincia de Omi, Japón
El aire frío de la mañana se colaba por entre las ramas de los árboles y mecía las hojas. El bosque estaba en completo silencio, no se escuchaba el más mínimo canto de pájaro, ni el más leve chapoteo de las ranas que habitaban la ribera del lago. Cualquiera que hubiera pasado por aquél lugar se habría quedado extrañado al escuchar el silencio total, opresivo. No se habría dado cuenta de que había alguien más allí, acechando.
¡CLING! ¡CLANG!
Dos sonidos metálicos rompieron la quietud del lugar, e inmediatamente dos personas aparecieron en mitad de un claro. Una de ellas era adulta, corpulenta y adoptó una pose erguida. La otra era un niño pequeño, de unos ocho o nueve años. Los dos vestían de forma parecida, con ropas verdes de camuflaje y un sombrero de paja de ala muy amplia. Eran ninjas del clan Koshu, ninjas de los bosques de Omi. Y uno de ellos era el más anciano de todos.
Zantetsu trataba a su nieto Sanji como a un igual, a pesar de que de vez en cuando le provocaba alguna que otra herida. No podía ni quería hacerlo de otra forma. Era la tradición del clan, y si no se mantenía, los niños se ablandarían y su herencia se perdería. Además, Sanji había aprendido desde muy pequeño a no esperar otra cosa. Ser el único nieto del legendario Zantetsu comportaba ciertas obligaciones, cierto destino... y ciertos cortes por el camino. El pequeño adoptó una nueva pose de lucha y se preparó para atacar.
Las dos dagas tradicionales de Sanji brillaban en sus manos. El salto era inminente, pero sabía que muy probablemente su abuelo no tendría ninguna dificultad para defenderse. Había probado de todo: ataques por el flanco, por la espalda, lanzando kunais, camuflándose... Todo era en vano, su abuelo era demasiado experto.
- Alguna vez podrías dejar que te diera algún golpe, abuelo -dijo el pequeño en tono de broma-. Aunque fuera para probar qué se siente.
A pesar de su avanzada edad (tenía ya 55 años) Zantetsu era un hombre que se movía con gran agilidad. Miró a su nieto. Sanji era la única esperanza de continuar con el clan. Movidos por el impuslo de occidente, con sus asquerosos tratados de paz, la gente había olvidado lo que eran los ninjas. Y eso era precisamente lo que tenia que enseñarle a Sanji. Ser un sensei, un maestro del kunai, no era una labor sencilla, pero el chaval era rápido, era fuerte y atendía con curiosidad todas sus lecciones.
- No, Senji. ¿Acaso crees que si alguien te quisiera matar iba a dejar que le golpearas? Pero no te preocupes, la siguiente generación siempre supera a la anterior. Es una de esos ciclos de nunca acabar que tiene la vida. Solo tienes que esforzarte como lo estas haciendo y algún día serás más fuerte que tu abuelo.
Sonrió. En el fondo eso era lo que esperaba. No era fácil encontrar a alguien que le superase en fuerza y velocidad, la gente quería vivir en paz y eso les había hecho débiles. Atrás quedaban ya los centenares de hombres muertos a sus manos, o bajo el filo de sus kunais. Zantetsu siempre pensó que aquel demonio... Meneó la cabeza. Ahora estaba alli, y tendría que enseñar a su nieto a ser mejor guerrero que él. Se preparó para defenderse, levantando una mano y colocando la otra a la espalda, como bien decía el Kisaragiryuu Ninjutsu, una daga en cada una de ellas.
- No pienses que voy a ser débil contigo. Tienes que esforzarte al máximo, siempre. Ya sabes que en cualquier momento podríamos enfrentarnos a un peligro.
¿No te has confundido de año? A mi me sale que nació en el 33. Pero debe de estar mal, porque luego pone 52 años. Y creo que es la fecha del primer juego, como este es tres años despues, he deducido que tendrá 55.
EDIT del Master: Sí, realmente he hecho el lapso de tiempo entre Last Blade 1 y Last Blade 2 un poco más largo de lo que es oficialmente. Pero vamos, que da igual. ¿Tu Zantetsu tiene 55 años? Pues 55 años... xD
Sanji sonrió. Ya se esperaba que su abuelo iba a responderle de esa forma, siempre lo hacía. Se encogió de hombros y se preparó para atacar.
- Vale... pero será mejor que tengas cuidado. Ayer mamá vio el corte que me hiciste en la oreja y me dijo que cualquier día de estos vas a sacarme un ojo.
Se agazapó como un gato, y se lanzó sobre su abuelo con una finta.
Tirada oculta
Motivo: Iniciativa Zantetsu
Dificultad: 0
Habilidad: 11
Tirada: 3 4 10
Total: 4 +11 = 15 Éxito
Tirada oculta
Motivo: Iniciativa Sanji
Dificultad: 0
Habilidad: 9
Tirada: 3 6 8
Total: 6 +9 = 15 Éxito
Entramos en combate, así que tiro Iniciativas. Aprovecho para decirte que siempre puedes retrasar tu acción todo lo que quieras y actuar despúes de los que han sacado menos que tú en el total de la tirada.
Iniciativas:
- Zantetsu: 15
- Sanji: 15
Empieza Zantetsu por tener mayor atributo de Iniciativa.
Zantetsu se preparó, con las piernas separadas, y ambos cuchillos en la mano. No iba a usarlos, y mucho menos contra su nieto, pero quería que este notara el peligro de la hoja cerca de él. Había que convivir con el miedo y manejarlo en tu favor. Primero danzaría un poco, tenía que esquivar los ataques de su nieto, sin ponerselo nada fácil. Después... pasaría al ataque.
Voy a intentar esquivarle tres o cuatro veces y a la cuarta intentare contratacar. ¿Hay algo asi como posicion defensiva?
EDIT del Master: No. La Defensa es Defensa y es siempre igual. El sistema es así para que el combate se reduzca a una tirada, la del atacante, y no haya más complicaciones, lo importante aquí es la sencillez y la rapidez. La única diferencia en la Defensa es si se tienen armas o no, pero aún así sólo se hace una tirada y el defensor no necesita declarar nada.
Pues te dejo... dale :D
Sanji sonrió, mientras movía rápidamente los ojos buscando una fisura en la defensa de su abuelo. Era inútil y lo sabía, pero tenía que entrenarse. Además, su padre siempre le había dicho que por fuerte que fuera un rival, nadie era inmune al descuido. Y seguramente el descuido sería la única forma de que alguna vez consiguiera golpear al abuelo...
Se lanzó al ataque cuando pensaba que su abuelo menos se lo esperaría... pero su doble tajo con las cuchillas ninja sólo cortó el aire. El chico se esforzó por recuperar el equilibrio inmediatamente, y por localizar a su abuelo, que se había movido como un felino. Si no lo lograba a tiempo, lo más seguro era que se llevara un buen golpe...
Tirada oculta
Motivo: Ataque de Sanji
Dificultad: 19
Habilidad: 9+3
Tirada: 1 1 7
Total: 1 +9 +3 = 13 Fracaso
Combate:
- Zantetsu: 0 daño
- Sanji: 0 daño
Su nieto se abalanzó sobre él. Muy lento... - pensó - Demasiado lento. Se echó a un lado, esquivando con facilidad el ataque de Senji. Así hizo un par de veces antes de suspirar. Le quedaba mucho que aprender. No obstante, veía más seguridad en sus movimientos, y eso le permitía atacar con un poco más de criterio.
Se echó de nuevo a un lado, esquivando otra estocada. Demasiado plana. Y entonces se preparó para contratacar. Agarró la capa, la usaría para envolver a su nieto en ella y después le daría un golpe con la parte roma en la cabeza. Un golpe seco, que no le dejaría inconsciente pero sí que le causaría una buena hinchazón.
Sonrió de nuevo.
- Se te acaban las oportunidades Sanji.
Sanji sonreía, pero con fastidio. Sabía que atacar a Zantetsu estaba condenado al fracaso... pero siempre que volvía a hacerlo tenía la esperanza de que ese golpe, ese tajo, alcanzaría alguna vez su destino. Y una y otra vez se frustraba al ver que no era así.
Pero volvió a intentarlo. Se agazapó, saltó y se impulsó lateralmente con un pie, para hacer una finta lateral. Esta vez dirigió el ataque hacia las piernas de su abuelo, tratando de engañarle con un arco descendente de sus armas.
Y en aquella ocasión dio en el blanco. Zantetsu vio el engaño con bastante antelación, pero no se movió con la rapidez suficiente y notó el filo de una de las hojas del pequeño en la rodilla izquierda. Sólo fue un corte leve, pero bastó para teñir de rojo los pantalones blancos del anciano ninja. Por fin, su nieto había conseguido herirle... aunque ni siquiera se había dado cuenta de ello, porque regresó a su posición de guardia inmediatamente.
Tirada oculta
Motivo: Ataque de Sanji
Dificultad: 19
Habilidad: 9+3
Tirada: 3 7 7
Total: 7 +9 +3 = 19 Éxito
Objetivo: Daño de Sanji
Tirada: 1d6
Modificador: 3
Tirada: 4
Total: 4 +3 = 7
Combate:
- Zantetsu: 7 daño
- Sanji: 0 daño
El dolor de la rodilla de Zantetsu era lacerante, pero al viejo ninja le bastó un segundo para darse cuenta de que sólo era un rasguño. Había ignorado heridas peores.
Y sin embargo, notaba algo que le alertaba en ese momento. No tenía nada que ver con su nieto, por mucho que hubiera logrado tocarle por fin, seguía sin ser una auténtica amenaza. No, su instinto le decía que había algo más allí. Alguien que les observaba en mitad de aquél claro...
Senji había conseguido herirle por fin... pero ¿realmente estaba el viejo prestando atención a la batalla?
La sangre comenzó a manar de su rodilla, y pese al dolor, pese al golpe nunca dado por su nieto, logrado por fin... la mirada de Zantetsu oteaba el aire, no miraba a su nieto. Había bajado la guardia, de manera consciente o no.
Miró hacia los árboles cercanos, después al cielo, al suelo y de nuevo a los árboles.
- Seas quién seas - dijo en dirección a Senji, que le miró perplejo - Sal de donde estés.
Al principio, no hubo respuesta a las palabras de Zantetsu. Sanji se quedó extrañado al oír a su abuelo decir eso, pero no abandonó su posición de guardia, pensando que quizá fuera alguna treta de ninja... Sin embargo, su abuelo no se movió y siguió atento a cualquier movimiento.
Finalmente, unos arbustos cerca de ellos se movieron ligeramente y una figura menuda apareció en el claro de un salto... ¡montada sobre una tortuga enorme!
Era el anciano maestro Okina. Zantetsu lo conocía bien, aunque hacía años que no lo veía. Se habían enfrentado en varias ocasiones, y aunque pareciera extraño, finalmente habían desarrollado una especie de extraña amistad basada en el respeto y la admiración como guerreros. Okina podía ser viejo, pero era un oponente formidable, que siempre daba la impresión de guardarse un as bajo la manga al luchar.
- ¡Tan perceptivo como siempre, Zantetsu! -saludo Okina, con su voz vieja pero jovial-. Me he pasado días buscándote, menos mal que te he encontrado por fin. Ya estaba cansado de darle vueltas al lago. Supongo que ese chiquillo es tu nieto...
Tras aquél saludo, Okina sacó un pastelillo de arroz y le dio un mordisquito mientras miraba a ambos ninjas con una sonrisa, sentado sobre su imponente tortuga.
- Ohhhh - dijo el anciano - Okina-sempai. - Acabar el nombre en "sempai" era una forma de respeto que se tenía en la zona occidental y en concreto en la japonesa, entre personas que practicaban un arte común, en este caso, al ser compañero de lucha de Zantetsu durante tanto tiempo, se había ganado ese apelativo por parte del abuelo. Hizo una rápida reverencia. - ¿A qué se debe tu visita? Me dejaste sin sake la última vez que viniste. No estoy preparado para una nueva incursión a mi despensa, amigo.
Zantetsu le dió un empujón a Senji para que se presentara formalmente, ya que el chico se había quedado algo mudo ante la aparición del otro anciano.
Sanji casi se cayó de bruces cuando su abuelo le empujó para que se presentara, pues se había quedado de una pieza al ver aparecer a un anciano montado en una tortuga. Inmediatamente se aclaró la garganta, se inclinó y saludó al viejo maestro.
- Soy Sanji, hijo de Moketsu -dijo torpemente-. Es un honor conoceros, Okina-sensei...
El anciano respondió al saludo de Sanji con un asentimiento y volvió a dirigirse a Zantetsu. Le alargó una notita de papel doblado, que contenía sin duda un mensaje.
Zantetsu no entendía nada de todo aquello, pero Okina no perdió el tiempo y empezó a explicarse.
- Esta nota la ha escrito un amigo mío de Kyoto, Genbo Ichijo -dijo-. Hay varias más que hemos repartido entre algunos guerreros fuertes y expertos. Hace un año, la Puerta del Infierno, que separa nuestro mundo del más allá, se abrió y amenazó con destruir todo lo que conocemos. Pero ese grupo de guerreros, que por una u otra razón acabaron viéndose involucrados en el asunto, logró conjurar el peligró y sellar la Puerta.
Le dio otro pequeño bocado al pastelillo de arroz y continuó su relato. Sin embargo, su sonrisa había desaparecido y adoptó un semblante sombrío.
- Sospechamos que esa Puerta está a punto de abrirse de nuevo, aunque no sabemos por qué, o qué falló hace un año al sellarla -dijo-. Por eso vamos a celebrar una reunión, para encontrar una solución y evitar que los espíritus del más allá invadan nuestro plano de existencia. El grupo de guerreros que se reunirá es fuerte y numeroso, pero entonces fue cuando me acordé de ti, Zantetsu.
Le señaló con el extremo de su fina pipa y sonrió otra vez.
- Recordé tu pasión por la lucha y por medirte con oponentes cada vez más fuertes, para demostrar que las tradiciones de vuestro clan siguen vivas. Y qué mejor que tener a nuestro lado a un gran maestro ninja para defender la paz del mundo, ¿no crees? ¿Te gustaría venir conmigo a la reunión en Kyoto? Te aseguro que pocas veces habrás tenido ocasión de conocer a guerreros tan diestros...
Estaba claro que el viejo maestro sabía cómo tocar la fibra sensible de la gente.
Zantetsu cogió la nota y la leyó. Por suerte, a pesar de su edad aún conservaba una vista de lince y no le supuso ningún problema el tamaño minúsculo de la caligrafía. ¿Cómo podían sospechar que la puerta se fuera a abrir? Lo sabrían o no lo sabrían. ¿Qué habría pasado para que solo lo... sospecharan?
- Creo que hay algo que no me estas contando. Además, creo que estás tratando de manipularme. ¿Qué más sabes, Okina-sempai?
Su gesto era serio. Demoledor. Era tentable, demasiado tentable. Pero no entendía por qué razón le habian llamado a él. Demasiado directo el mensaje, demasiado llano. Ese era el motivo de su recelo.
Se cruzó de brazos. Sabia que iba a ir, pero prefería ir sabiendo cuanto más mejor. Además, le gustaba poner en apuros a Okina.
Okina sonrió. Sabía que Zantetsu era perro viejo, y que no podría convencerle tan sencillamente como a un chiquillo. No obstante se encogió de hombros, como para dar a entender que no tenía nada que ocultar.
- No sé más, por desgracia -dijo con gesto de preocupación-. A pesar de que soy uno de los hombres más viejos y que más han recorrido este mundo de cuantos hay vivos, esta vez hay algo que se me escapa... Por eso vamos a reunirnos todos, para decidir cómo averiguar qué hicimos mal y qué podemos hacer ahora para corregirlo.
Respiró hondo y dejó que su mirada vagara por el lago a la espalda de los ninjas.
- Si te soy sincero... seguramente sea un viaje peligroso -continuó-. Pero la experiencia nos dice que necesitaremos gente fuerte a nuestro lado, cuanta más mejor, y no podemos fracasar porque hay mucho en juego. Tú serías de gran ayuda, amigo mío.
Volvió a fijar sus ojos en los de Zantetsu, y al viejo ninja le quedó muy claro que la situación era grave. O al menos, preocupaba mucho a Okina, aunque se esforzase por mantener su semblante jovial.
- Ni lo sueñes - dijo Zantetsu levantando el dedo hacia su nieto antes de que este pudiera rechistar. - No vas a venir.
Se colocó bien el kimono que llevaba puesto. Si la situación era tan urgente, tendrían que salir cuanto antes. No debía coger nada, tenia sus dagas y sus kunais, no necesitaba nada más.
- Luego dicen que no hacen falta ya los ninjas. Estoy un poco cansado de la hipocresía de occidente. - dijo como responiendo a sus dudas mentales. - Saldremos esta misma tarde. Dame un par de horas para despedirme de mi familia. Vamos Sanji.
Y se encaminó hacia su casa, dandole vueltas a la cabeza y la espalda a su viejo rival.
Okina se arrebujó en sus ropas y se colocó la cesta cilíndrica que utilizaba para guardar sus pertenencias a la espalda. Sonrió complacido y asintió.
- La reunión es dentro de tres días, como ves. En Kyoto, en casa del sacerdote Ichijo. Puedes partir cuando quieras, bastará con que estés allí la mañana del día 21.
Tomó su caña y le dio un golpecito suave con ella a la tortuga sobre la que montaba. Esta se puso en marcha con paso tranquilo, dando la espalda a los ninjas.
- Me marcho a avisar a algunos asistentes más. Nos veremos allí, Zantetsu... Que tengas buen viaje.
Lentamente, el anciano Okina se alejó sobre su tortuga y se perdió entre los arbustos del bosque. Era sorprendente que consiguiera llegar a tiempo a todas partes viajando tan despacio... pero después de todo, no era un ser huamno normal.
Sanji había escuchado la historia del viejo con fascinanción, pero su abuelo se había adelantado a su petición de acompañarle con una negativa tajante. Refunfuñando, acompañó a Zantetsu de vuelta al pueblo.
Las despedidas en el poblado ninja se caracterizaban por ser estoicas, y los familiares de Zantetsu se limitaron a desear suerte al sabio guerrero en su viaje. Volverían a verle a su vuelta, cuando hubiera dejado bien claro una vez más el lugar que debían ocupar los ninjas en el mundo. Zantetsu preparó su escaso equipaje y partió sin demora. Kyoto esperaba.
- Fin del capítulo -