Partida Rol por web

Sin perder tiempo, Zantetsu contraatacó. Sabía que estaba herido, pero no podía bajar la guardia o pronto estaría peor. Su ataque hizo mella en la defensa de Mukuro. El viejo ninja tampoco era fácil de parar cuando se lo proponía. No causó una herida muy grave a su rival, pero al menos le hizo sangrar. Aunque esto no pareció preocupar a aquél engendro, que simplemente se rió de forma demente.

Zantetsu se apartó de la lucha con rapidez para camuflarse una vez más. Mukuro estuvo a punto de seguir su rápido movimiento, pero el ninja se escondió in extremis y su enemigo buscó y olfateó en vano. Lo había perdido. Aquella era una oportunidad de oro para que Zantetsu pudiera atacarle por sorpresa.

Con un rápido movimiento Zantetsu atacó desde las sombras. La idea era la misma usada casi siempre, usarlas en ventaja. Sacar las dagas y volverse a esconder, una y otra vez. Y más contra un monstruo como aquel, que ya había demostrado destreza con sus hojas. 

El ataque de Zantetsu fue rápido y demoledor. Al poder atacar desde las sombras y por sorpresa, sus enemigos no solían ser capaces de defenderse adecuadamente. Este rival era fuerte y hábil, pero tampoco fue una excepción a eso. Sus hojas hicieron blanco en la carne de Mukuro, provocando dos heridas de las que manó una sangre oscura y putrefacta. El golpe había sido duro, y el ninja sabía que por su localización y la profundidad de los cortes, cualquier otro rival hubiera caído al menos desmayado por el dolor y la pérdida de sangre.

Pero aquél ser no cayó. Se dio la vuelta para encararse a Zantetsu... aunque este ya había vuelto a desaparecer. Mukuro olfateó el aire con furia, pero no logró dar con el viejo ninja. A pesar de lo mal que había empezado el duelo, ahora Zantetsu sabía que lo tenía en su mano. Era difícil mantenerse oculto luchando contra varios rivales a la vez... pero en combate singular, el sigilo era siempre un arma decisiva. Tenía que aprovechar para dar cuanto antes el golpe de gracia.

Zantetsu se concentró. Tenía que acabar con él rápidamente. No sabía de dónde podía haber salido ni lo que quería de él, pero estaba claro que, fuese lo que fuese, no quería que llegara junto a sus amigos. ¿Habría sido este el enemigo al que se habia enfrentado Shigen?

Esperó a ver un punto débil y... ¡Ahi! 

Atacó con todas sus fuerzas esperando que fuera suficiente para acabar con aquel maldito ser. 

Zantetsu atacó una vez más a su adversario, pero esta vez Mukuro previó el ataque y lo bloqueó. El golpe de Zantetsu se perdió en el limbo, y el viejo ninja corrió a esconderse una vez más. Sin embargo, algo cambió en ese momento.

Mukuro había alzado la cabeza y miraba hacia el horizonte, al sur. Algo que el viejo ninja no podía ver había captado la atención de su adversario. El ser permaneció quieto, como si escuchara muy atento, durante un instante muy largo. Después, una sonrisa antinatural se formó en su rostro vendado. Y entonces, sin más, el ser dejó caer su arma al suelo y comenzó a andar con paso lento en la dirección en la que miraba. Parecía haberse olvidado por completo de Zantetsu. ¿Sería una treta...?

Tenía que atacarle igualmente. No podía dejar pasar una oportunidad así. Atacó nuevamente esperando que el enemigo no se girara sobre sí mismo. 

Zantetsu volvió al ataque una vez más, pero la herida que había recibido en aquél combate empezaba a pasarle factura. Su kunai falló el blanco por bastante, aunque el enemigo continuó caminando sin volverse. No había hecho ademán alguno para defenderse ni esquivar la acometida. Aquello no parecía una trampa, daba la sensación de que ese ser se había olvidado realmente de que estaban luchando...

Entonces, lejos al sur, Zantetsu distinguió algo. Un destello fugaz y casi cegador, una luz amarilla que cubrió el horizonte. Una vez más notó esa sensación de agobio y pesar, pero en aquella ocasión fue más breve y cuando se disipó, el viejo ninja se sintió curiosamente aliviado. Incluso la herida sangrante que soportaba parecía doler menos. Y entonces, justo delante de él, el ser que le había atacado y había estado a punto de matarle, se desplomó como un muñeco de trapo y quedó en silencio sobre el suelo, mientras la brisa movía sus ropas y las vendas que cubrían su cabeza.

Con un rápido movimiento, el ninja trató de rematar al extraño ser. No sabía lo que había pasado, ni siquiera si estaba relacionado. Pero las oportunidades no hay que dejarlas pasar. Después, salió corriendo en dirección a la luz. 

El viejo ninja se dirigió hacia el enemigo para acabar con él con un rápido movimiento. Pero antes de hacerlo, comprobó desconcertado que no sentía ninguna vida en él y que su cuerpo empezaba a descomponerse con asombrosa rapidez. Fuera lo que fuera lo que había mantenido en pie a ese ser, se había desvanecido y ahora no era más que un cadáver cada vez más putrefacto.

Zantetsu no lo entendía, pero había cosas más importantes de las que ocuparse. Sin perder tiempo, se trató la herida lo mejor que pudo y continuó su carrera hacia el sur.