Por mi también seguimos, vamos rápido pero estamos horas atrasados.
A su llegada a Otsu-Juku, a Zantetsu y Kaede les bastó una mirada para ponerse de acuerdo. No se detendrían allí, pues era muy improbable que el grupo de Okina hubiese avanzado tan poco. Así que continuarían su camino, que debería llevarles a continuación hasta las estaciones de Ishibe y Minakuchi, donde los que habían ido a pie tal vez sí se hubieran detenido a descansar tras una larga jornada de ruta.
Se lanzaron una vez más al galope por el camino empedrado, dejando atrás árboles, fuentes, casas y de vez en cuando, algún tramo iluminado por lámparas de piedra.
Unos veinte o treinta minutos después de haber dejado atrás Otsu-Juku, vieron dos puntitos de luz amarilla que se movían en la calzada. Según se acercaban distinguieron la silueta de unos hombres, y cuando se aproximaron más comprobaron que iban equipados con armas de asta. Tal vez fueran guardias de la Tokaido, pero lo que estaba claro era que también les habían visto, porque aunque todavía estaban lejos, se colocaron de forma que les cortaban el paso y les hicieron señas para que se detuvieran.
Zantetsu aminoró la marcha. Al fin y al cabo, era el viejo de los dos y seguramente le hablarían a él primero.
Al ver a los sujetos armados comencé a aminorar la marcha también, un paso por detrás de Zantetsu-san.
Nada más ver a aquellas personas que les cortaban el paso más adelante, Kaede y Zantetsu tiraron de las riendas para detener los caballos. Se pararon a escasos metros del grupo de hombres armados, y pudieron comprobar que efectivamente eran soldados. Llevaban los colores y el mon de la provincia de Omi, que era donde se encontraban. El jefe del destacamento se adelantó y observó a los viajeros a la luz de uno de los farolillos. El aspecto de Zantetsu pareció inquietarle un poco, pero a pesar de ello hizo una levísima reverencia.
- Buenas noches, nobles viajeros -dijo-. Esto es un control extraordinario, debido a ciertos sucesos que han ocurrido hoy en las inmediaciones. En nombre de Ii-sama, señor de esta provincia, os ruego que bajéis de vuestras monturas y me digáis quiénes sois, a dónde os dirigís y los motivos de vuestro viaje.
Mientras hablaba, dos de sus hombres le flanquearon y los otros dos se colocaron al otro lado de los caballos, para impedir cualquier movimiento brusco por su parte. Sin duda eran guardias bien entrenados.
Zantetsu bajó lentamente. Aquellos hombres solo hacian su trabajo y no quería meterse en problemas.
- Mi nombre es Zantetsu. Viajo desde Kyoto buscando a un viejo amigo mio, me habian dicho que podía tener problemas. - se dirigó al que le estaba hablando - Me ha preocupado con aquello de los problemas sucedidos. ¿Puedo preguntarle qué ha pasado? Quizás esté involucrado este amigo mio que le digo.
Bajé tranquilamente y dejé a los soldados hacer su trabajo, para eso estaban después de todo y esta clase de controles ayudaba a mantener la seguridad del lugar.
Las palabras sobre un hecho acontecido temprano sin embargo me preocuparon pero noté que también a Zantetsu-san quien preguntó por ellos, por mi parte solo me limité a responder concisamente.
-Mi nombre es Kaede y soy el aprendiz de Zantetsu-sama- sabía que esas palabras podían llegar a molestar al viejo ninja pero en cierta forma estaba aprendiendo mientras viajaba con él y además eran la mejor excusa para estar juntos.
Los guardias examinaron los caballos minuciosamente, mientras el jefe del grupo escuhaba las palabras de Zantetsu y Kaede. Hubo algún intercambio de miradas cuando el anciano ninja reveló que viajaba en busca de un viejo amigo, pero ninguno de los subordinados dijo nada.
- Problemas con unos occidentales -dijo lacónicamente el oficial, respondiendo a la pregunta de Zantetsu-. Algo les poseyó y empezaron a atacar como fieras salvajes a todos los que viajaban por la ruta. Afortunadamente unos guardias pudieron reducirles, ayudados por unos viajeros.
Luego, como si todavía no se fiase del todo de los dos jinetes, volvió a interpelar a Zantetsu.
- Si la persona que busca es realmente un viejo amigo, no creo que tenga nada que ver con el tema. Todos los implicados eran jóvenes. ¿Dónde reside este conocido suyo del que habla y qué le lleva a visitarlo? Porque no es habitual viajar a caballo de noche por la Tokaido a toda velocidad...
Quedaba bastante claro que fuera lo que fuese lo que había pasado aquél día, los guardias estaban todavía muy inquietos por ello y la seguridad se había redoblado.
- Todos... ¿Todos eran jóvenes? - dijo Zantetsu un poco sorprendido. Miró a Kaede con gesto contrariado. Era el grupo de Okina, él debia estar con ellos... a no ser que se hubiera dado la vuelta o se hubieran separado en algún momento como habian hecho ellos mismos.
- No, no me ha entendido - dijo Zantetsu - él es de Kyoto, pero salió esta mañana de viaje, con un grupo de jóvenes. Él es una viejo maestro, como yo - sonrió - aunque admiro al viejo, él es capaz de enseñar a un grupo grande. Dos chicas menudas y un gigantón. - dejó caer la información por si eso significaba algo para el policia - Sin embargo, nosotros nos quedamos atrás, y ahora estoy intentando coger a su grupo. Por eso ibamos con prisa, estamos tratando de recortar sus pasos. Pero no queremos mal alguno, señores.
Asi que todo habia comenzado. ¿Quienes serían esos supuestos occidentales poseidos? ¿Era realmente asi el asunto?
La ausencia del viejo Okina llamó mi atención como evidentemente lo había hecho con Zantetsu-san.
Me crucé de brazos mientras escuchaba al viejo ninja y asentía a sus palabras, sonriendo ante el halago a Okina-sama.
El hecho de occidentales poseídos era algo preocupante, no recordaba algo así de la vez anterior pero Kagami ahora tenía otros aliados.
-Espero que estos occidentales no hayan causado daños severos- dije al oficial.
Cuando Zantetsu hizo aquella referencia a Yuki y los hermanos Ichijo, dos hombres de la patrulla se miraron sorprendidos. El jefe de los soldados no mudó el gesto, pero no pudo evitar que sus hombres delataran que en efecto sabían de quién hablaba el viejo ninja.
- Causaron bastantes destrozos -dijo el oficial, respondiendo a Kaede-. Incluso hubo muertos. De no haber sido por esos jóvenes, no se sabe qué hubiera podido pasar.
Parecía dudar por algún motivo, mientras sus hombres se movían nerviosos a sus espaldas. Finalmente entrecerró los ojos y preguntó directamente a Zantetsu.
- Dice que van a reunirse con ellos, así que asumo que también les conocen y saben el motivo de su viaje. Le ruego que me informe de cuál es, así tal vez podamos ayudarles...
Se hizo el silencio, mientras los guardias de la Tokaido esperaban una respuesta.
- Ya se lo he dicho - dijo Zantetsu sonriente - Somos viejos maestros pasando información sobre el mundo a los jóvenes. No todos los estudiantes de artes marciales tuvieron la suerte de gozar de alguien de experiencia cerca. Por desgracia, creo que no estoy a la altura de mi viejo amigo, ya que el viaja con más jóvenes que yo, pero como entenderá no todo se puede contar en la ciudad, a veces hay que viajar para contemplar con los ojos los viejos lugares donde aprendimos nuestras experiencias; y del Edo hasta Kioto hay numerosas oportunidades de vislumbrar cosas que comentar - dijo posando la mano en el hombro de Kaede.
No quería que aquellos hombres se pusieran en peligro. Debían solucionar aquello ellos solos, y estar pendiente de salvar más vidas aparte de la propia no era tarea fácil. Kaede podía defenderse solo, lo sabia, pero aquellos soldados...
Sonreí asintiendo a las palabras de Zantetsu-san mientras volvía a mirar a los oficiales.
-Deben de saber que son asuntos importantes, de lo contrario no viajaríamos a prisa en el medio de la noche, sabemos que contamos con protección de gente como ustedes pero si corremos este riesgo, imaginará que se debe a que queremos encontrarlos cuantos antes-
El oficial escuchó las palabras de ambos viajeros y permaneció un instante en silencio, como sopesando algo. Sus hombres seguían moviéndose inquietos, e incluso se escuchó un tintineo de sus armaduras. Pero finalmente el jefe del grupo asintió con la cabeza.
- Bien, podéis seguir -dijo-. No veo razón para reteneros. Aunque informaré a la autoridad de este encuentro y de vuestras identidades, para que conste que habéis dado testimonio de que no causaréis problemas.
Hizo un gesto y sus hombres se alejaron de los dos caballos. Zantetsu y Kaede podían continuar, afortunadamente aquello no les había retrasado demasiado.
- Pero os informo de que para entrar en la provincia de Owari necesitaréis el permiso de la autoridad en el puesto de guardia fronterizo. No os aseguro que esté abierto después de lo que ha pasado hoy, será mejor que lo tengáis en cuenta. Que tengáis buen viaje...
Y tras inclinarse, se volvió para reunir a sus hombres y continuar patrullando.
- Gracias - dijo Zantetsu.
No le preocupaba mucho el paso, ya que si no le dejaban pasar por las buenas tendría que hacer uso de sus habilidades ninjas.*
*No se si la ocultación me permitirá infiltrarme.
EDIT del Master: Lo permite. Y además en tu caso puede que haya algún plus, no en vano eres un ninja veterano. =D
-Muchas gracias oficiales, que tengan buena guardia- dije haciendo una reverencia respetuosa para luego subir al caballo y seguir a Zantetsu-san.
-Espero que no tengamos problemas más adelante, al parecer aún estamos a tiempo para alcanzar a los demás-
Después de la conversación con el oficial, a Zantetsu y Kaede les quedaron claras varias cosas. La primera, que obviamente tanto Yuki como Akari y Juzoh habían pasado por allí, así que al menos estaban sobre su pista. La segunda, que por alguna extraña razón se habían separado de Okina. Y eso era inquietante, sobre todo para el anciano ninja, que conocía bien al viejo. Y la tercera, que habían luchado contra aquellos extraños occidentales poseídos, así que quizá estuvieran heridos. Pero dado que habían seguido camino, era improbable. De cualquier modo, no tenían más remedio que continuar siguiéndolos tan rápido como fuera posible.
Tras volver a montar en los caballos, salieron al galope y se alejaron de la patrulla de soldados de Omi. Aún tenían un largo camino por delante hasta las siguientes estaciones de la Tokaido y debían recorrerlo sin perder ni un segundo.
- Fin del capítulo -