Partida Rol por web

El Doc hizo lo mismo con el guardia que él asesinó antes de que llegara el segundo, el cual estaba ahora tirado sobre un charco de sangre. Como estaba baca abajo, el excéntrico sujeto le hizo girar, mostrando que uno de sus ojos fue destrozado por algo filoso que penetró hasta el cerebro. Con un chasquido de lengua, observó su obra negando con la cabeza, para luego mover sus manos con delicadeza y precisión, revisando bolsillos en busca de algún tipo de llave. Recordaba también que uno llevaba una radio, por lo que podría usarla también en su beneficio.

K. suelta el aire lentamente por la nariz, intentando calmarse en esta situación. Está claro que la respuesta de Doc no le gusta pero tampoco es suficiente como para volarle la tapa de los sesos en ese momento. Se mantiene alerta, vigilándole a veces a él, a veces al pasillo y a veces al interior de la habitación por la que ha venido con Becky, mientras los dos rebuscáis en los cuerpos. 

Aparte del clásico combo de porra y pistola, ambos encontráis un pequeño manojo de llaves, además de una tarjeta que parece para acceder al edificio. Cada uno de ellos lleva una radio para hablar con el otro. A diferencia de cuando Doc la oyó, ahora mismo no se oye ninguna voz al otro lado de ella. 

- Muy bien, puedes venir con nosotros y cuando les tengamos puedes hacerles lo que quieras. Incluso podemos subir una foto de cómo los has dejado a la Dark Web, si tanta ilusión te hace. - resopla K. tras unos instantes, mirando a Doc fijamente - Pero la recompensa es nuestra. Un movimiento en falso y tu cara va a dar más asco que tu máscara. ¿Trato?

Parece que la suerte les sonreía al fin. No iban a acabar estampando sus sesos en ese maldito pasillo. Todavía estaba por ver si les tocaría hacerlo en la siguiente habitación.

Levantó las llaves hacia K., envolviéndolas con la mano para asegurarse de que no hicieran ningún ruido. Sin decir palabra, coge la radio, baja el volumen al mínimo y la engancha a su cinturón. Deja que K. termine de hablar. Doc dirá que sí, no tiene opción.

- Déjame pasar - le indicó de mala manera, haciendo un gesto con el machete para que fuera avanzando por el pasillo. - Probaremos puerta por puerta. Tú abrirás la primera. 

Ir con ellos era una palabra demasiado amplia como para ser usada, pero no iba a explicar las implicancias de ello. Solo quería hacer lo suyo y seguir adelante. No le importaba el dinero, no le importaba matar porque si, solo quería… hacer eso.

-Traaaato- sonrió enormemente-. ¿Te gusta… tu rostro?.. Puedo cambiarlo… - rio entre dientes, como si aquello no fuera más que una broma “inocente” para sus nuevos y peligrosos colegas. Luego de ello, terminó de revisar el cuerpo del guardia.

No le gustaba la porra, solo generaría una contusión que apenas se vería, quizás un poco de sangre si daba en el cráneo y cortaba el cuero cabelludo. Con suficiente fuerza, podría quebrar una mandíbula, era algo que resultaba gracioso a veces. Revisó la pistola, guardándola en su traje con un movimiento visible y delicado, dejándola a mano. Aun así, siempre se decantaría por su fiel bisturí. Revisó las llaves, buscando algún tipo de identificación. Los guardias solían tener llaves para todos lados, pero el uso de tarjetas tampoco era de extrañar. Le parecía curioso que ambos tuvieran lo mismo, siendo bastante malo para su seguridad… y bueno para ellos.

La joven le apuntó con el arma, dándole ordenes, otra vez, sobre lo que debería hacer. Parecía tener una malsana costumbre con eso, pero él le sonrió, inclinando su cabeza y mostrando el camino, como si fuera un caballero antiguo ante una bella dama. Así que avanzando en silencio, colocándose en la primera puerta, sacando una llave que juzgó debería ser la correcta.  El sujeto se movía con suavidad, pero sin perder velocidad, resultando en una mezcla bastante rara y bizarra. Era como si ejecutara una coreografía en un teatro.

K. recoge las llaves de la mano de Becky y se las guarda en el mismo silencio. Asiente a lo del trato y responde con una mirada a la pregunta de Doc, una que deja bien claro que no está para bromas en ese momento. La primera puerta se abre con un leve chasquido de la cerradura, dejando ver lo primero una barra americana con algunos taburetes cerca. Al iluminar mejor el interior, todo apunta a que se trata de la cocina y no parece haber nadie en su interior. 

La habitación vacía no provocó la menor reacción en el rostro del Doc, simplemente movió su linterna, buscando alguna presa, pero allí no había nadie. Más, por si acaso, ingresó en el lugar, como una sombra que se movía al compás del haz de la linterna. Una cocina no era el lugar más amplio en el cual esconderse, pero no quería dejar un hueco por el que ellos escaparan. Tampoco podía entretenerse mucho en esa habitación, así que solo iluminó los rincones a los que no llegaron en un primer momento. Para luego salir y volver a cerrar con llave. No quería que nadie huyera y se metiera allí.

Mientras Doc habría la puerta Becky contuvo la respiración. Todos sus músculos seguían en tensión, y el machete volvía a ocupar la posición de ataque. El chasquido sonó como un estruendo en el silencioso pasillo. Podía haber cualquier persona o peligro al otro lado. Una parte de ella esperaba encontrar a alguien que poder matar. La otra parte esperaba que se activara una trampa mortal que se llevara al rarito por delante. Así tendrían un problema menos que atender. 

La puerta se abrió, y encontraron...

- La puta cocina. 

Becky estaba empezando a ponerse nerviosa. Y cuando estaba nerviosa tenía hambre. El lugar no ayudaba a que dejara de ser así. Ni siquiera se movió. Esperó a que Doc entrara e inspeccionara la zona. Sus cinco sentidos permanecían pendientes de lo que ocurría a su alrededor. No era muy inteligente permanecer mucho tiempo en un oscuro pasillo con el cadáver de dos guardas de seguridad a escasos metros de ellos. Alguien tenía que estar echándoles en falta. 

Era su turno. Extendió la mano hacia K con intención de recuperar las llaves que había cogido. Era el momento de abrir la segunda puerta. Pero cuando llegó a su altura no se detuvo allí. Inconscientemente su cuerpo le llevó a la tercera puerta. 

No miró a sus acompañantes. Se limitó a buscar en su manojo de llaves.

Al revisar el lugar, Doc se encuentra con que está vacío y no parece haber muchos más huecos donde refugiarse. Un par de platos descansan al lado del fregadero, igual que un par de vasos con restos de agua, que parecen haber sido abandonados allí a toda prisa. Aparte de ello, lo demás está bastante ordenado. 

Mientras tanto, Becky se dirige a la tercera puerta mientras que K. la deja pasar, quedándose en el pasillo entre ambos, por si acaso, y vigilando la segunda puerta. Le pasa las llaves y asiente ligeramente con la cabeza, mirándola fijamente. No es que necesiten hablar mucho para entender que su mirada le pide que tenga cuidado. Y es justo cuando abre la puerta, cuando se escucha un disparo que no llega a dar a nadie. Dentro de la habitación se escuchan chillidos de cosas incomprensibles hasta que por fin parecen decir algo. 

- ¡Iiih! ¡Marchaos! ¡Nosotros no hemos hecho nada! - dice una voz suave pero masculina.

K. da un respingo y tira ligeramente de Becky para alejarla de la puerta pero no parece que vaya a asomarse él mismo. Se queda en silencio analizando la situación y aún pendiente de las otras puertas.

Tenía una intuición. Ese tipo de sensaciones que te obligan a hacer algo que a priori no tiene sentido. Debía ir a la segunda puerta, ella misma lo había detallado así. Pero todo su cuerpo sentía una irresistible atracción por la que estaba a continuación.

Una irresistible e irremediable atracción hacia la muerte. 

Durante un segundo se mantuvo inmóvil, con todos sus sentidos puestos en descubrir si el disparo le había dado. Se sentía igual que antes. Ligeramente más cabreada, a decir verdad. Pero por lo demás, intacta.

- Hijos de puta...

Se deja mover por K. sin oponer resistencia. Durante unos segundos se queda inmóvil y en silencio, mirando un punto fijo del vacío pasillo. Está analizando qué hacer. K. no tiene pinta de que vaya a tomar la iniciativa en ese momento. ¿Y qué tal Doc? Si tenía tantas ganas de torturar, debería ponerse él a tiro. 

- ¡Nosotros tampoco! 

La voz que sale de las cuerdas vocales de Becky no tiene nada que ver con la de minutos atrás. El sonido suave y aterciopelado hace que parezca una chica en su más adorable pubertad. 

- Hay dos tíos muertos aquí fuera y si no nos escondemos pronto seremos los siguientes.

Becky miró hacia Doc con una divertida sonrisa. Ella había allanado el terreno.... o al menos lo había intentado. ¿Qué pensaba hacer él?

Los disparos se sucedieron casi al instante en que la puerta empezó a abrirse, casi no dando tiempo a la joven de apartarse. Por algo el Doc abrió su puerta evitando dejar todo su cuerpo cubriéndola. Por las voces del interior, estaba casi seguro que eran sus presas. Pero antes de que pudiera comenzar a moverse, Becky hizo una actuación magnifica como damisela en apuros. Si ellos le hubieran visto cortar la garganta a ese guarida… Maravilloso. El flacucho asesino le miró con una de sus sonrisas, aplaudiendo su interpretación en total silencio, como una representación de una película muda. Como no sabía si ellos caerían en su treta, comenzó a preparar un nuevo plan de contingencia.

Camino hacia la cocina, encendió una de las hornallas, buscó tela, una olla y prendió fuego la tela. Apagó la tela una vez que vio que encendió, logrando algo de humo, pero guardó todo esto en la olla cerrada. El humo se acumularía un poco, dentro, pero una vez que lo necesitara, solo debía sacar la tapa, deslizar la olla dentro y dejar que el humo comenzara a extenderse en la habitación de los K-Pop. Calculaba que la habitación seria como la cocina, quizás más grande, así que no lograría cubrirle en su totalidad con el humo, pero quizás hiciera que se moviera, que se asustaran, que cometieran una equivocación, incluso quizás salieran a buscar aire. Podrían simplemente entrar disparando, sí, pero eso seria muy simple.

K. levanta una ceja y mira a Becky sorprendido, antes de sacudir la cabeza con una leve sonrisa. Está claro que sus preocupaciones siguen ahí, pero esa actuación le ha hecho olvidarlas por un momento. Mientras Doc se prepara en la cocina, la voz del interior se queda en silencio unos instantes y Becky consigue escuchar algunos murmullos, de dos personas hablando entre ellas en otro idioma. Finalmente, la misma voz de antes vuelve a sonar de forma que Doc también consigue oírla. 

- ¿Q-quién eres? ¿De qué piso? Y... ¿Y cuántos sois?  - pregunta nervioso.

No se oye más movimiento en el interior de la habitación aparte de las voces. Nadie en su sano juicio se creería que dos guardias hayan caído hace apenas unos minutos y el culpable se haya marchado tan campante, pero por lo menos la voz de Becky les ha hecho dudar lo suficiente como para no volver a disparar.

Doc espera con su olla, llenandose de humo poco a poco y esperando el momento justo para ejecutar su plan si nadie se lo impide

Sonrió al ver la reacción de K. ante su actuación. Se atusó el pelo con gracia, mientras se preparaba para la nueva intervención.

- Queremos escondernos... mi hermano y yo. - se notaba cierta urgencia en su voz. Casi algo de miedo. Pero en su mirada solo había diversión. Ese juego de niña inocente le estaba poniendo cachonda. 

 - Nos íbamos a quedar con una amiga de la familia, pero no responde nadie. Tenéis que ayudarnos.

No volvió a hablar. Le hizo un gesto con la cabeza a Doc. Tenía vía libre para hacer lo que quisiera.

K. se mantiene alternando la mirada entre la puerta y Becky, aunque parece quedarse más pendiente de esta última por su actuación. Incluso esa ligera sonrisa sigue allí mientras le pasa sutilmente la mano por la espalda, rozando apenas lo justo para que resulte sugerente. En el interior se vuelve a escuchar la discusión en otro idioma hasta que finalmente se escucha la misma voz nerviosa. 

- N-no os conocemos. ¡Fuera! ¡Hay más pisos para refugio!

Es en ese momento cuando Doc desliza la olla dentro destapada y K. cierra la puerta, encogiéndose de hombros como si les estuviera haciendo un favor. Las voces suenan algo más tranquilas ahora que habéis cerrado la puerta, todavía cuchicheando entre ellas. Sin embargo, no pasa mucho rato hasta que se empiezan a escuchar las primeras toses y algún quejido más alarmado. Oís movimiento en la habitación y una puerta abrirse, justo entre la puerta de los gemelos y la que había estado a punto de abrir Becky.

Ver como Doc olla dentro de la habitación hizo que Becky respirara al fin. Se le estaban agotando las ideas para conseguir convencer a esos dos inútiles de que no volvieran a abrir fuego. La sombra de una sonrisa estaba apareciendo en su cara cuando escuchó el ruido.

Con agilidad se coloca al lado de la puerta que está en proceso de abrirse. Pegada a la pared, como si formara parte del decorado. Mantiene el machete elevado a la altura de su pecho, listo para clavarse en la garganta de quien estuviera a punto de aparecer. 

Escucháis movimiento tras la puerta, mientras otra puerta dentro de esa habitación se cierra. Por un momento parece que los pasos se acercan a la puerta en la que estáis esperando, cuando de pronto se detienen y se alejan. Una alarma de incendios suena en la casa, al mismo tiempo que los aspersores de emergencia se encienden, tras haber detectado el humo. El ruido es suficiente como para que tengáis que hablar alto para escuchares, pero no tan fuerte como para ocultar el sonido al otro lado: Algo pesado y metálico ha caído al suelo. K. se gira hacia Becky, entendiéndolo casi al momento. 

- ¡Los conductos de ventilación! - grita para que podáis escucharle a pesar de la lluvia de los aspersores.

Sin perder más tiempo, K. se acerca a la puerta y tomando todo el impulso que le permite el pasillo, le propina una fuerte patada a la puerta. La puerta se abre violentamente con un crujido, dejando ver el interior de un baño. Al fondo, podéis ver con la luz de vuestras linternas a uno de los gemelos, empujando a otro al interior de una trampilla de ventilación, cerca del techo.

Algo tan simple como una olla y tela medio quemada podría ser sumamente efectiva, sabía bien que la mayor causa de muerte en un incendio era justamente el humo, no el fuego mismo. Claro que siempre resultaba más vistoso y duradero una quemadura. Pudo oír como los de dentro empezaban a inquietarse al notar que el aire que intentaban ingresar en sus cuerpos no era más que una toxica maraña de gases nocivos. Casi podía imaginar sus caras de sorpresa, intentando meter aun más aire en sus pulmones de pura desesperación, logrando justo el efecto contrario. Le habría gustado poder ver la escena, pero entre la oscuridad y el poder recibir un balazo, impedían ese capricho.

La alarma comenzó a sonar de repente, llenando todo el lugar de una furiosa lluvia que comenzó a empaparle. El Doc se levantó el cuello de la camisa, como si el frio del agua le molestara. Su máscara o maquillaje, imperturbable, le hacía lucir más… Real. El agua le daba un brillo “salubre” que le daba el aspecto de un ser de pesadilla totalmente real.

El tipo rudo pareció hartarse de la espera, pasando a la acción con rapidez, dejándole bastante sorprendido de que decidiera adentrarse en esa habitación. Espero oír la primera ráfaga de los disparos, incluso ladeando la cabeza para percibir como las balas penetraban en su cuerpo…

- Putos niñatos.

A Becky se le acababa de agotar la paciencia de un plumazo. Mientras K. se recomponía del impacto se agachó, colocando una rodilla en el suelo y la otra como apoyo. En sus manos, preparada, la escopeta semi-automática.

Apuntó hacia el hermano que se encuentra arriba. Si neutraliza a ese obligaría tendrían tiempo suficiente de ir a por el otro. Si disparaba al de abajo, existía la probabilidad de que el otro escapase. Se concentró para darle en el hombro. Deseaba darle directamente en la cabeza, pero ese no era el trato. 

- Muérete puto niñato. 

Entonces disparó.

Con un par de chillidos que por un momento suenan más agudo que la alarma, el gemelo rubio de los K-pop se lleva la mano al hombro y termina por caer al suelo, mientras que el otro se aparta para no sujetarle, encogiéndose contra la pared. El rubio se queda en el suelo, llenando poco a poco el suelo de sangre y por lo que parece, inconsciente.

- ¡KYAAAAAAAA! ¡ME RINDO! - chilla el moreno, levantando tímidamente las manos y mirándoos aterrado - ¡Me rindo! ¡Me rindo, me rindo, me rindo! ¡Pero no me matéis! Porfi... - se encoge sobre sí mismo. De pronto, una sonrisa nerviosa cruza su rostro - ¡D-de hecho, puedo ayudaros! Te-tenemos... ¡pelucas! Y-y disfraces y... ¡Podéis quedaros con Blondyu! ¡Si le ponéis una peluca, n-nadie sabrá que no era yo, ¿no?! ¿Q-qué necesitáis para la recompensa? ¿Una foto? Se pueden hacer unos arreglillos...

K. se lleva la mano a la frente, con un gesto de que le está dando dolor de cabeza, y alza su pistola contra el gemelo que queda en pie, disparando contra la pared a su espalda. El asiático que vuelve a levantar las manos con un chillido. 

- De verdad que estoy... ¡hasta los cojones de vosotros! ¡ASÍ QUE O CIERRAS LA PUTA BOCA O TE LA CIERRO YO A PATADAS! - una vena palpita en la frente de K., bajando por su cuello. Becky pocas veces le ha visto tan cabreado. Le hace un gesto de cabeza a Doc, todavía con la mandíbula apretada, hacia el gemelo que queda y que poco a poco está volviendo a bajar las manos - Necesitamos un vídeo en el que se vea cómo los matamos... Así que adelante, haz una obra de arte con ellos. Estoy seguro de que será el furor de la Dark Web este año.

Sí que hubo disparos, bastantes, pero solo uno logró penetrar la carne y no porque fallaran. Ellos querían hacerlo, incluso el musculoso con la ira a flor de piel lo deseaba más que ninguno, solo se contuvo porque quería hacerlo a su modo. El Doc entró en la habitación, tapando la olla con el humo para que no terminaran todos ahogados, avanzando como un alma en pena hacia los dos jóvenes asiáticos. Uno se desangraba, producto de los disparos de Becky, el otro estaba a punto de orinarse en vida.

-Tranquilooooo…- le dijo al moreno, sin dejar de sonreír-. Soy medicooooo…- apartó cualquier tipo de arma que tuvieran cerca, para luego hacer un rápido apaño en el rubio, evitando así que se desangrara en el piso. No iba a dejarle morir de forma tan simple y aburrida, desangrarse era lo mismo que irse a dormir… solo que no despertarías jamás-. Seeerás el primero…- incluso se podía adivinar la excitación en su voz, moviendo su cuerpo de forma suave e engañosamente delicado.

De repente aferró al chico de la ropa, levantándolo de donde se había acurrucado para poder arrojarlo sobre la mesa más cercana. El Doc era un tipo bastante más fuerte de lo que aparentaba, con manos firmes y letales. No iba a dejar que se moviera su lienzo, así que calculó cuantos tendones debería cortar para que no pudiera escapar. Luego, si todo salía bien, quizás le abriría el pecho… si, necesitaba algo llamativo para su primera obra. Sería difícil lograr que se mantuviera consiente, pero con la práctica que tenía, no debería ser difícil exponer sus órganos antes de que entrara en shock.

-Espero que lo disfruuuuten…- les dijo a sus improvisados compañeros, esperando que estuvieran listos para el espectáculo.

Había acertado de pleno. Durante unos segundos Becky permaneció agachada sin inmutarse, como si lo que acabara de ocurrir no fuera más que la tónica general. Solo después de comprobar el charco de sangre que había aparecido en el suelo se permitió mostrar una escueta sonrisa cargada de crueldad.

- Cobarde. 

Los gritos de ese niñato eran irritantes. Se incorporó y entró en la habitación, planteándose pegarle un tiro en la boca para que se callara de una vez.

- No queremos tu mierda.

No tuvo que contestarle porque K. se encargó de la situación. No era habitual verle en ese estado. A Becky le costaba recordar una situación similar. Le estaba poniendo muy cachonda.

Becky se mantuvo en un segundo plano, observando la situación. Tenía la escopeta preparada por lo que pudiera pasar. El machete localizado, y la atención repartida entre la escena que estaba presenciando y el pasillo desde el que habían accedido. No estaba dispuesta a recibir ninguna sorpresita más. Como alguien atravesara esa puerta le reventaría la cabeza.

-Tranquilooooo… Soy medicooooo…

Si tuviera algo más de humanidad, esas palabras le hubieran provocado un escalofrío. Ese tío era un auténtico psicópata. Esperaba que K. no decidiera incluirlo en el equipo. 

- Joder, tenía que haber disparado a matar.

Le molestó que Doc contuviera la hemorragia del rubito. Eso iba a hacerles perder mucho tiempo.

Continuó inmóvil, con todos sus sentidos alerta. Entonces recordó las palabras de K.

- Mierda.

Tenían que grabar el puto numerito. Rebuscó entre sus bolsillos, visiblemente molesta. Siempre llevaba su móvil encima, aunque no solía tenerlo que usar en toda La Purga. De esas tareas simplonas se solía encargar Lory.

Se desplazó unos metros, cogiendo un plano en el que K. no apareciera. Apretó el botón. Mantenía su atención en la entrada de la habitación.

- Empieza.

Se había acercado lo suficiente al chico rubio como para poder analizar su herida. Le entraron ganas de pisársela para abrirla de nuevo.