Partida Rol por web

En el Upper East no parece haber cambiado nada desde que os habéis marchado. No se ven mercenarios por la calle ni más gente de la embajada. Cuando estáis más o menos cerca, K. vuelve a tomar la radio. 

- Lory, estamos en la zona, ¿dónde estás?

- ¡Hola K.! - la voz de Lory vuelve a sonar como siempre. Por lo visto, se le ha pasado la histeria - Pues ya os lo dije, cerca del parque... Por cierto, he visto el vídeo de la Dark Web. ¿En serio el tío pasa los operó estando vivos? ¿Y le dejasteis? ¡Jaja, qué hijo de puta! Casi me dan ganas de ayudarle y todo...

No tenéis que avanzar mucho para ver a un par de personas peleando más al final de una calle, uno de ellos que reconoces como el pirado que se cargó a los gemelos.

Uno tenía una escopeta, un aparato tosco, ruidoso, pero letal y efectivo. El otro una pequeña jeringuilla, delicada y sutil, pero con un líquido que podría hacer arrodillar al más duro. El sujeto del arma de fuego tenía experiencia en ello, se podía asumir por como reaccionó casi instintivamente evitando su brusco intento de darle. Ambos contrincantes pudieron verse al fin a los ojos, más lo que destacaba en el Doc era esa eterna y horrible sonrisa. Eso y el silencio que parecía seguirle a todos lados.

Antes de meterse en aquello de la purga, entrenó en el uso de armas, aumentando su fuerza y otras cualidades. Una de las cosas que le agradó fue el uso de cuchillos, aunque más que nada por todo lo que venía acompañado con esas técnicas. No sirve solo agarrar el arma con fuerza e intentar clavarla en un punto vulnerable, era el saber mover el arma de una mano a otra, fingir que ibas a atacar con una y luego darle con la otra. Las fintas eran de suma importancia y el Doc sabía que solo debía darle una vez.

Con la otra mano mostró el afilado bisturí, haciéndolo brillar gracias a las luces de la calle, notándose en esa mano el rojizo testigo del anterior corte. Incluso el ambiente estaba cargado con el abrumador aroma de la sangre del chico desangrado. Con el bisturí apuntó a la articulación del arma, intentando acortar la distancia todo lo que pudiera y mantener el arma apuntando a un sitio donde no estuviera su cuerpo. Mas su intención era clavar la jeringa, mientras más cerca del pecho o cuello mejor, siendo esta la verdadera amenaza para ese hombre.

Becky tenía los nervios a flor de piel. No paraba de darle vueltas a lo que había ocurrido en la sede de la banda y la posibilidad, cada vez menos remota, de que Joe les hubiera traicionado. La reacción de K. le había confirmado sus sospechas.

No tardaron en llegar a su destino, aunque escuchar los dramáticos sollozos de ese enclenque hizo que le resultaba eterno. Si hubiese sido por ella, lo habría dejado tirado como a un perro unas cuantas calles atrás. Pero por algún motivo, parecía que K. le veía cierta utilidad.

- Yo le ayudaría a que te hiciera lo mismo a ti. 

Escuchar a Lory le ponía de mal humor. Iba a hacer un comentario mordaz al respecto pero algo captó su atención.

- Parece que nuestro nuevo amigo tiene problemas... 

No tenía claro qué era mejor idea, si echarle una mano o seguir adelante. No se fiaba nada de ese tipo, pero se estaban quedando sin amigos y las cosas iban a ponerse muy pero que muy feas.

No había tiempo. Ahora o nunca. Apenas una respiración entrecortada. Un brillo de medio lado cegador. Quizás confió demasiado en su superioridad, en su entrenamiento, en que lo hacia por algo justo y no solo por matar. Sus ojos se cerraron un segundo cuando sintió el pinchazo mientras se inclinaba hacia atrás, logrando que la jeringa se deslizara desde entre tus dedos impidiendote inocular el veneno, quedando eso si, clavada bien profundo en la garganta del hombre.

Sentiste el frío de la noche, o quizás era la fuerte sensación de haber perdido una oportunidad valiosa. Tu familia pasó como un fogonazo por tu mente, tus compañeros de trabajo, las vidas salvadas... pero también aquellos a quienes habías arrebatado el aliento con perfidia y maldad, por el mero placer de hacerlo.

Lo lógico sería pensar que aquel tipo se la iba a quitar, la jeringa ensartada en su epidermis, pero en lugar de eso, apuntó y disparó. Era un todo o nada....

No le dedicó mucho tiempo a tomar la decisión. Quizá por el placer de matar por matar... o quizá porque era una auténtica kamikaze. Volvió a abrir la puerta semiautomática en mano. 

Y disparó. 

No había tiempo. Ahora o nunca. Apenas una respiración entrecortada. Un brillo de medio lado cegador. Quizás confió demasiado en su superioridad, en su entrenamiento, en que lo hacia por algo justo y no solo por matar. Sus ojos se cerraron un segundo cuando sintió el pinchazo mientras se inclinaba hacia atrás, logrando que la jeringa se deslizara desde entre tus dedos impidiendote inocular el veneno, quedando eso si, clavada bien profundo en la garganta del hombre.

Sentiste el frío de la noche, o quizás era la fuerte sensación de haber perdido una oportunidad valiosa. Tu familia pasó como un fogonazo por tu mente, tus compañeros de trabajo, las vidas salvadas... pero también aquellos a quienes habías arrebatado el aliento con perfidia y maldad, por el mero placer de hacerlo.

Lo lógico sería pensar que aquel tipo se la iba a quitar, la jeringa ensartada en su epidermis, pero en lugar de eso, apuntó hacia ti y sonó un disparo... Que no llegaste a sentir. El cuerpo se deslizó al suelo y tras él, al fondo de la calle, viste una furgoneta.

A pesar de que tu objetivo está lejos y es de noche, tu puntería no te falla y justo después del disparo ves cómo el hombre se derrumba al suelo, soltando la pistola que ya tenía preparada para atacar a Doc. K. te dirige una fugaz sonrisa de orgullo al ver que no le has dado ni una oportunidad al tipo. 

- Vale, ya os veo... ¡Buen tiro, K.! - escucháis a Lory por la radio de nuevo. K. suspira y la coge para responder. 

- En realidad ha sido cosa de Becky. Y no te preocupes por el tipo de la máscara, es un... aliado. - dice encogiéndose algo de hombros. Lory se queda en silencio unos segundos. 

- Oh... Pues supongo que iré bajando. No os mováis de ahí, porfa pliiis.

Estaba en plena forma. Era capaz de matar con un simple pestañeo. Y estaba a pun....

La insoportable voz de Lory interrumpió su pensamiento.

- ¿K? A ti te voy a pegar el siguiente maldita zorra lunática. - pensó visiblemente ofendida. No disimuló delante de K., frente a quien reprodujo un reconocible gesto burlón. El que siempre hacía al imitar la infantil y repelente voz de Lory.

No comentó nada cuando K. mencionó al lunático de la máscara, pero su buen humor se esfumó de golpe. Tener a ese tipo de aliado era haber caído muy pero que muy profundo.

- De perdidos al río - pensó. - QUÉ PASA, - comenzó a hablar elevando la voz. No tenía claro si podría escucharle. Tampoco le preocupaba que pudiera delatar su posición. Estaban a tiro de cualquier novato. - ¿NO SE TE PUEDE DEJAR SOLO? 

- QUÉ PASA, ¿NO SE TE PUEDE DEJAR SOLO? 

Desde la furgoneta se alzó una voz que te resultaba bastante familiar, seguramente porque era la misma que habías oído hacía menos de una hora y que había estado a punto de cargarse a tus dos experimentos de estudio. Al fijarte mejor, ves en la furgoneta a dos figuras que te resultan familiares. 

Antes de que Doc pueda responder, una figura sale de una de las calles cercanas, bajando de un salto de una de las escalerillas de incendios. Para Becky es difícil no reconocer a alguien vestida de Harley Quinn y semejante cantidad de purpurina en la ropa, y para Doc seguramente sea complicado no reconocerla más adelante. La chica se para al lado de Doc y le saluda con la mano, riéndose. 

- ¡Hola, carapasa! He visto tu vídeo con los K-pop, ¿sabes? ¡Soy súper fan tuya! Ay, sí, me llamo Lory, encantada. Si tuviera algo más de tiempo me quedaría a charlar pero justo hoy la cosa está un poquitito jodida. Ya te pediré en otro momento que me firmes las boobies, ¿vale, majo...?

Mientras Lory sigue hablando, K. empieza a avanzar con la furgoneta hacia donde están ella y Doc para no tener que ir hablando a gritos.

No pasaron ni tres segundos que Becky soltó un gruñido y puso los ojos en blanco. Aborrecía a Lory. La aborrecía con toda su alma. Y pensar que había sido idea suya ir a buscarla le producía náuseas. No necesitaba ni escuchar lo que le estaba diciendo a Doc... tenía claro que era pura bazofia.

- Ya me estoy arrepintiendo. 

Masculló visiblemente tensa y enfadada. De repente K. había pasado a un segundo plano. Ro directamente había dejado de existir. 

Un disparo, dependiendo de la velocidad el proyectil y calibre, se siente de distintas maneras. A veces es solo un toque, como si alguien te golpeara con la punta del dedo en esa zona*, otras es como un golpe que te deja sin aire. Ya luego todos los receptores del dolor empiezan a enviar señales al cerebro de forma continua, hasta que este decide desconectarse si la carga de dolor excede ciertos parámetros. Ahora mismo el Doc sentía que apenas podía respirar, que su pecho ardía con furia y cada musculo de su huesudo ser chillaba de dolor.

Intentó levantarse, pues quedó aturdido en el suelo, más por temer el siguiente disparo de su contrincante. ¿En qué momento ocurrió el disparo? No tenía idea, fue demasiado rápido y sorpresivo. Pero al alzar la vista le vio tirado en el suelo, a un paso de su persona, sucumbiendo a su toxina. Funcionó. Aunque el coste fue demasiado alto.

¿Y si moría allí? ¿Qué diría su esposa? ¿Su hija? Financieramente estarían bien, pero sus vidas quedarían manchadas para siempre por esa corrupción que siempre intentó ocultar. Se tocó el pecho, como si quisiera asegurarse que su corazón siguiera latiendo, cuando oyó aquellas voces conocidas.

Los ojos ambarinos, sumidos en una ligera confusión, se fijaron en esos dos con los que hiciera aquel genial trabajo. La sonrisa del Doc, a pesar de su aspecto y heridas, se mantuvo en todo momento firme en su rostro, aunque deformada por el dolor y rastros de sangre. Alguien con una sonrisa similar aunque totalmente opuesta apareció frente a él, soltando una gran cantidad de palabras en pocos segundos.

-Graaaciaaaaas…- murmuró cuando elogió su obra, arrugando la frente al sentir una punzada de dolor por intentar hablar. Revisó su pecho, buscando taponar o tratar la herida. Debía ponerse en pie cuanto antes, salir de ahí y continuar su obra o rendirse de una vez. Pero tenía que hacer algo ya.

Con gran esfuerzo y sin emitir un solo quejido, el alto sujeto logró ponerse en pie. No sabía que estaba pasando o que pretendían los demás, por si acaso no hizo movimientos bruscos. Tampoco podría.

Lory suelta una risita tonta al escuchar la voz de Doc y le guiña un ojo mientras echa a andar a saltitos hacia la furgoneta. Durante el pequeño paseo de la loca, tanto Doc como Becky se dan cuenta de varias figuras que comienzan a aparecer por las esquinas, contando un total de cinco. No se trata de purgadores normales, se nota a la legua que son mercenarios. 

Podéis ver cómo la mayoría de ellos van con el mismo uniforme y muchos empiezan a levantar rifles o escopetas hacia vosotros, más concretamente hacia la furgoneta donde está Becky. Por suerte, les habéis visto antes...

La megafonía volvió a abrirse para dejar de nuevo aquel ruido de estática, una risa algo desquiciada que duró algunos segundos de más y luego un carraspeo

"Perdón, pero es que nos lo estamos pasando tan bien...(se escucha un suspiro exagerado) Solo queríamos avisar de que ya son las 2 de la madrugada. Así que ir dandoos prisita en hacer vuestra cosas, ya sabeis... destripar, violar, torturar...."

No pudo comprobar sus heridas, las cuales no existían. Estaba ileso más allá del disparo en su hombro. Curioso. Quizás su propia mente intervino de alguna manera, sobrellevando el estrés de aquella forma. Debería anotarlo cuando saliera de aquello… Si es que salía.

Nuevas figuras surgieron en la noche, listas para disparar contra ellos, aunque más precisamente contra el vehículo. Obviamente iban a por la rubia alocada, cuya cara recordaba haberla visto en la Deepweb. El Doc alzó su arma, apuntando lo mejor que pudo y jalando el gatillo con un gesto de dolor, sobre todo por el sonido que provocó el disparo. Una criatura silenciosa como era él prefería métodos mas discretos y divertidos. El gesto del dolor del que le dispara hacia unos instantes era gran testigo de eso.

Al instante buscó cobertura, algo que pudiera cubrir su delgado cuerpo de la inminente lluvia de balas.

Apretó los dientes con fuerza al ver a todos esos mercenarios. Empezaba a cansarse de ser la presa. Con rapidez miró a su alrededor, intentando averiguar una opción para escabullirse de allí. No la había. Levantó el arma y disparó.

Tanto el disparo de Doc como el de Becky provocan que dos de los mercenarios caigan al suelo. El primero apenas le da tiempo a llevarse la mano al abdomen, derrumbándose al suelo, y el segundo se queda directamente sin cabeza. El resto de mercenarios ya parecían estar más que preparados para el ataque y disparan, por suerte para Doc, contra todos los del grupo de Becky. 

El primero apunta directamente a la ventanilla desde la que Becky acaba de disparar. El segundo dispara contra Lory, que estaba aún a medio camino de la furgoneta y al oír los disparos había echado a correr a esconderse entre los coches cercanos. El tercero decide disparar directamente contra la furgoneta en una ráfaga de balas, reventando dos ruedas de un lado. Se empieza a oír el ruido de algo chorreando por el suelo bajo la furgoneta y todos los que están dentro de ella tienen muy claro que no es buena idea quedarse allí antes de que vuelvan a disparar. 

- ¡IIIIHHH! ¡Han vuelto, han vuelto! - chilla Lory, disparando casi sin mirar hacia uno de los mercenarios, a quien ni siquiera llega a rozarle la bala.

Becky tenía la adrenalina en niveles históricos. Estaba tan sobreexcitada que ni siquiera tenía claro a qué mercenario había disparado. En su fuero interno deseaba que fuera al que se le había reventado la cabeza. Por un momento se sintió poderosa. Todo apuntaba a que su bando dominaba la situación. 

Entonces llegaron los disparos... y su mente se nubló. Apretó los dientes con fuerza intentando contener los alaridos que luchaban por salir de su interior. Mantenía los ojos cerrados, palpando con la mano vacía el interior del coche para asegurarse un espacio donde dejar caer su cuerpo. 

Al parecer estaban muy enfocados en la furgoneta, queriendo acabar rápidamente con los que estaban en ella. Estratégicamente deberían enfocarse en el sujeto alto, siendo más sencillo de dar. Pero no iba a renegar de la estupidez de los demás, aprovechando aquello para mantenerse a buen recaudo, buscando algo que utilizar de barrera entre las balas y su cuerpo.

Volvió a alzar su arma, intentado apuntar lo mejor posible, recordando cada lección sobre disparar. Lástima que no podía acercarse, de esa manera podría diseccionar alguna arteria o tendón, eso sería más artístico que solo meterles plomo. En fin. Se divertiría más tarde.