Partida Rol por web

- Definitivamente alguien ha desactivado el sistema de seguridad de la casa

Eso no era buena señal. Nunca lo era. Pero eso no le hizo titubear. Entró enla habitación con agilidad y los cinco sentidos puestos en el lugar. Parecía despejado.

Durante unos segundos se permitió el lujo de obserbar el lugar. Esa podía ser su habitación. Aunque ella nunca tendría esos cáctus. Le daban repelús.

- Vamos.

Atravesó la habitación con rapidez. Durante un segundo, sus ojos se pararon en esa espaciosa cama. Siguió andando dejando de ver lo que había a su alrededor. En su mente se daba la vuelta, empujaba a K. contra la cama y se lanzaba sobre él.

- No en esta ocasión.

- Hay algo al otro lado - se limitó a decir. Conforme se acercaba a la puerta bajó el ritmo. Sentía cómo se encendía una alarma en su interior.

Tan sencillo. Era increíble que alguien muriera de forma tan rápida, cuando era tan difícil mantenerle vivo en la sala de operaciones. Vio apagarse la luz de la vida en los ojos de incontables personas, hombres, mujeres, niños… pero ahora era distinto, porque fue él, a propósito, quien acabó con su vida. Resultaba una sensación cosquilleante, como si su piel ardiera de dentro hacia fuera.

Sin perder mucho tiempo o regodearse más, apartó cuerpo como pudo, oyendo  que alguien hablaba con él a través de un intercomunicador. El doc también notó que alguien se acercaba o más bien intentaba asomarse por una de las muertas. Así que se movió lo más rápido y sigiloso que pudo, aprovechando su traje oscuro a modo de camuflaje para ganar el punto ciego a la puerta. Normalmente, si ven a alguien caído, lo natural es ir a ver si está bien, momento en el que haría su movimiento. Aun no usó ninguna de sus drogas, algo que podría ser contraproducente.

Su bisturí se manchó con sangre y un fluido que quedó también en su mano. Con pasmosa tranquilidad, sacó el pañuelo de su bolsillo delantero, limpiando mano y arma. Solo tenia una unica oportunidad, asi que convenia tranquilizar su respiracion. No podia estar fallando constantemente.

Te ocultaste detrás de la puerta por la que tu habias salido antes, dejandola semiabierta. El tipo tardó algunos segundos en llegar hasta su compañero caido y se agachó para comprobar su estado. Viste un haz de luz, con lo cual supiste que habia encendido una linterna para localizar al asaltante.

Escuchaste el crujir de ropas de que se habia vuelto a levantar. Su respiración contenida... y.. ¿habias oido algo en la habitación de al lado? No estabas seguro

K. te sigue a través de la habitación hasta que se detiene a mitad de ella, llevándose la mano al auricular que había conectado a la radio para evitar que algunos mensajes os hicieran perder el factor sorpresa. Asiente al escuchar lo de que hay algo al otro lado, pero parece más centrado en los mensajes de la radio, ya que te hace un gesto para que guardes silencio. Se oyen algunos disparos fuera, por las calles, que hacen que K. levante la mirada hacia ti. Has visto muchas de sus expresiones, la mayoría de satisfacción, pero pocas veces le has visto... confundido. Y preocupado. Está claro que las cosas no van bien. 

Antes de que puedas decidir si preguntarle o no, al otro lado de la puerta escuchas el ruido de una puerta abriéndose en el interior de la vivienda y algunos pasos alejándose hacia allí. Por debajo de la puerta incluso te parece ver el haz de una linterna. K. coge su pistola y se acerca hacia la puerta lentamente, pero echando vistazos a la ventana por la que habéis entrado, como si estuviera dudando de adónde ir. Está claro que por esta vez te toca guiar a ti al grupo.

Con rapidez se ocultó, viendo que la distancia que le separaba de la puerta era mayor a la que podría recorrer sin ser descubierto. Aguzó el oído, intentando localizar al otro guardia, decidiendo que hacer a continuación. Si se apresuraba, podría aprovechar a agarrarle desprevenido, pero decidió esperar un instante más, dejar que el miedo se asentara. Sabía que sus pupilas se dilatarían más, adaptándose mejor a la oscuridad, todo eso gracias a la adrenalina… pero si tenía una linterna en la mano estaría ligeramente deslumbrado por la misma. También esa fuente de luz le hacía localizable, sabiendo hacia donde miraba y pudiendo atacarle en el momento preciso.

Se asomó para ver a que se enfrentaría, esperando que fuera sencillo o tuviera más suerte que con su anterior contrincante. Oyó algo, a alguien… Debía apresurarse, dos personas al mismo tiempo serian complicadas de manejar, incluso si usaba su pistola, algo que no quería hacer.

Con cuidado, intentaría ganarle las espadas, aprovechando su altura y experiencia, esperaba darle un corte profundo y letal, evitando que gritara o reaccionara. Cada vez le era más sencillo pensar en matar a otros… y de momento era contra gente peligrosa. Ya veríamos que hacia contra quien no pudiera defenderse.

Tener que leer lo que estaba pasando en las expresiones de K. le estaba poniendo de los nervios. Incluso cuando parecía que las cosas iban bien. A Becky le gustaba tener todo controlado, y eso estaba muy lejos de serlo. Podía imaginarse a la zorra de Lory hablando al otro lado.

- Todo perfecto K. Lo que tu digas K. Cuando tu quieras K. Méteme la lengua hasta el fondo K.

La voz de una Lory exagerada se repetía en su cabeza. Sí...la próxima vez se aseguraría de tener otro 'pinganillo' metido en su oreja.

Entonces el silencio se rompió y la cara de K. cambió. Algo no iba bien. Pensó en Sue, y se le encogió el estómago. Esperaba que se hubieran cargado a Lory.

El sonido de la puerta fue la señal. Tenían que actuar. Movió la cabeza en señal de negación mientras sacaba el machete de una de sus botas. A esas alturas no iban a echarse para atrás. Ellos no eran así.

Se acercó también hacia la puerta, dejando una distancia suficiente con K. para tener margen de maniobra. Su mano izquierda sujetaba con fuerza el mango del machete. No sabía quién era, pero iba a rebanarle la garganta sin ningún pudor.

En cuanto ambas puertas se abren, la luz de la linterna del guardia ilumina una situación "curiosa". Desde la puerta más a la izquierda del pasillo se asoma la figura esbelta y delgada, con una horrible máscara con una mueca arrugada y un pequeño cuchillo en la mano, bastante parecido a un bisturí. Algo más a la derecha y al mismo tiempo, aparece la figura de una mujer atractiva, de buenas proporciones, sin máscara y portando un machete. 

Y justo entre ambos se encuentra un guardia de seguridad, con la única linterna que ilumina el pasillo y arrodillado al lado del cadáver de otro guardia. Rápidamente levanta la cabeza al escuchar una puerta abrirse, pero cualquiera que haya visto la escena, sabe que poco va a poder hacer en un dos contra uno.

Becky había pasado de estar en una sala oscura y vacía a darse de bruces con dos extraños en un estrecho pasillo. Una situación nada recomendable la noche de La Purga.

No titubeó. En el momento en el que sus ojos registraron la situación dio un paso firme en dirección al guardia de seguridad. La afilada hoja de su machete cortó su cuello y ella volvió a su posición original. Ni siquiera miró el resultado. Sus ojos no se habían apartado del inquietante hombre que salía de la otra habitación.

- Vete por donde has venido. Este objetivo es nuestro.

No tenía ninguna intención de enfrentarse a él. Estaba segura de que sería un contrincante lo suficientemente difícil como para hacerle perder más tiempo. Y hacía rato que había empezado a perder la paciencia.

Intentando no hacer ruido, el Doc se acercó a su objetivo, mas no logró su cometido, pues una fuerte luz iluminó todo su grotesco ser. De casi dos metros de alto, pero sumamente delgado y con un traje negro a medida, el sujeto que portaba esa mascara sonriente… aunque apenas parecía una máscara, observó a una joven que debía estar allí por lo mismo. O quizás era una fan y pretendía defender a esos dos… No tardó mucho en atacar al guardia, utilizando el machete contra este y soltando una orden hacia él.

Sin alterar su sonrisa, la cual pudo comprobar que no era parte de su máscara, el ser apoyó ambas manos en su pecho, ladeando su cabeza hacia un lado. Luego alzó su mano, esa que sostenía el pequeño cuchillo, negando lentamente con su dedo índice. Señaló en dirección donde deberían estar aquellas dos presas, mostrando luego dos dedos y a continuación pasar el bisturí por su cuello. A continuación, se tocó el corazón, para luego estirar su mano desde ahí hasta la joven. Se puso de costado, con su sonrisa más amplia aun, sin moverse de su sitio, esperando que ella entendiera.

Mientras, aprovechando que estaba de costado, tomó una de sus drogas, la paralizante. Esperaba que no notara el movimiento, pues era solo una precaución, si le atacaba cuerpo a cuerpo, que parecía ser su especialidad, no tendría más remedio que probarlas en ella…

Intentando no hacer ruido, el Doc se acercó a su objetivo, mas no logró su cometido, pues una fuerte luz iluminó todo su grotesco ser. De casi dos metros de alto, pero sumamente delgado y con un traje negro a medida, el sujeto que portaba esa mascara sonriente… aunque apenas parecía una máscara, observó a una joven que debía estar allí por lo mismo. O quizás era una fan y pretendía defender a esos dos… No tardó mucho en atacar al guardia, utilizando el machete contra este y soltando una orden hacia él.

Sin alterar su sonrisa, la cual pudo comprobar que no era parte de su máscara, el ser apoyó ambas manos en su pecho, ladeando su cabeza hacia un lado. Luego alzó su mano, esa que sostenía el pequeño cuchillo, negando lentamente con su dedo índice. Señaló en dirección donde deberían estar aquellas dos presas, mostrando luego dos dedos y a continuación pasar el bisturí por su cuello. A continuación, se tocó el corazón, para luego estirar su mano desde ahí hasta la joven. Se puso de costado, con su sonrisa más amplia aun, sin moverse de su sitio, esperando que ella entendiera.

Que su nuevo contrincante decidiera no atacarle (al menos por el momento) le sirvió para analizarlo detenidamente. Un tío demasiado alto y demasiado delgado, con una máscara demasiado inquietante. Por no hablar de su comportamiento. 

Después de matar al guardia, Becky había recuperado la posición. Aparentemente relajada, tenía todo el cuerpo en tensión. El brazo con el que sostenía el machete estaba ligeramente elevado y desplazado hacia delante, en una posición estratégica para reaccionar ante cualquier ataque.

- ¿Pero quién cojones es este pirado?

Casi hubiera preferido que le atacase. De repente, empezó a hacer incomprensibles movimientos. Por su reacción, parecía esperar que la chica entendiera el contenido del mensaje. No se había enterado de una mierda.

Estaba claro que, al final del pasillo, se encontraban sus dos objetivos. Y también estaba claro que ese tío lo sabía. ¿Los había matado ya o todavía no había tenido tiempo? Que estirara su mano hacia ella no hizo más que elevar su tensión. No pensaba acercarse a ese friki, y mucho menos pasar por delante suya. No estaba tan loca.

- Qué te pasa, ¿no sabes hablar?

La posición de la joven indicaba tensión, pero también preparación, pues su cuerpo estaba listo para atacar o esquivar, sin perderle de vista. ¿Tendría miedo? Le arrebató la vida a ese hombre con facilidad, sin pestañear siquiera, pero ante lo desconocido dudaba. Era una actitud de preservación, propia de todos los seres vivos… En estos momentos, todos los sentidos se disparaban, le debía ser fácil oler la sangre, oír sus propios latidos, incluso a pesar de la alarma, la oscuridad era fácilmente penetrable gracias la adrenalina que dilataba las pupilas.

- Qué te pasa, ¿no sabes hablar?

 Le miró otro rato, como si estuviera decidiendo que o como responder. Abrió su boca, notándose que debajo de esos dientes raros, una lengua se agitaba como buscando emitir sonidos. Un gruñido sordo surgió de ella, ininteligible. Pero en un posterior intento, algo se logró entender…

-No... me gusta… el sonido- habló en un susurro ahogado, como si tuviera algo atravesado en su garganta, manteniendo su sonrisa y moviendo sus manos con cierta delicadeza-. Solo quiero… mataaarleeesss- la “s” se alargó un poco, como si fuera una serpiente deslizándose por la oreja-. Operarles…- su sonrisa se hizo especialmente grande, inclinándose un poco hacia adelante, anhelando ese momento de privacidad en el que pudiera hacer lo que vino a hacer.

Escuchar esa inquietante voz le provocó un escalofrío.

- Ni se te ocurra acercarte.

Soltó la amenaza con los dientes apretados, intentando controlar el volumen de su voz, pero asegurándose de que llegaba claro el mensaje. Levantó el machete un poco más, como advertencia.

- Aquí no hay sitio para los dos, vete por donde has venido.

Ladeó su cabeza, sin dejar de observar a la joven que estaba en medio de su cometido. El contratiempo, aunque molesto, añadía cierta emoción a todo aquello. Los gritos y miradas de terror estaban bien, pero si no había un peligro adicional podrían resultar aburridos. Movió su bisturí en el aire, apuntando a la joven, como si delineara su rostro… Solo el tono de voz de ella le hizo replantearse algo.

-¿Quieres… que sufraaaan?- ladeó su cabeza hacia el otro lado, antes de susurrar-. No quiero… dineeero… Solo… divertirme.

Dio un paso al frente, acortando la distancia, esperando la respuesta de la joven y pareciendo que no buscaba una pelea contra ella… pero era difícil saberlo. ¿Solo quería matar? ¿Dónde se detendría? ¿Por qué esos tipos y no cualquier otro?

-Puedes quedarte… con sus… rostros- soltó un pesado suspiro entre dientes, alzando su barbilla con cierto orgullo, como si considerara aquello un regalo para con la desconocida.

Ese movimiento de bisturí le estaba poniendo de los nervios. El aplastante silencio del lugar tampoco ayudaba. Podía escuchar las gotas de sangre caer del cuello del guardia de seguridad. Había que tener mala suerte para haberse encontrado un pirado de ese calibre. Aunque quizá podían llegar a un entendimiento.

- ¿Por qué los K-POP?

La pregunta era clara. Si su único objetivo era disfrutar del sufrimiento ajeno, ¿por qué no colarse en una casa aleatoria? Podría haber encontrado a una familia modelo, con algún niño pequeño al que obligarle a ver la muerte de sus padres. Estabaa segura de que una mente perversa como la suya disfrutaría de una aberración de ese calibre.

- Pero tenías que venir aquí, jodido friki.

Estaban perdiendo el tiempo.

- Tu primero -dijo por fin, visiblemente contrariada. Con un leve movimiento del machete señaló hacia el final del pasillo. Acabarían con lo que habían empezado. Ya verían cómo se organizaban para que cada uno encontrara lo que estaba buscando. Pero seguir estancados en ese pasillo era una auténtica pérdida de tiempo.

No tenía claro si el friki se había percatado de la presencia de K. En realidad, no tenía claro si K. seguía allí. Desde que se habían encontrado con él estaba conteniendo las ganas de darse la vuelta para confirmarlo. Seguía adelante porque contaba con su retaguardia. No se fiaba de ese rarito. Pero sabía que era más peligroso de lo que aparentaba. Tenía intención de matarlo a la mínima oportunidad.

- Exacto, si no quieres la recompensa, ¿por qué coño estás aquí? - gruñe una voz desde detrás de Becky. 

Un hombre alto y corpulento, que ella ya conoce bien, se asoma por la misma puerta que ella y apunta a Doc con la pistola. Tiene el ceño fruncido y no parece que vaya a dudar a la hora de apretar el gatillo. Sin embargo, parece darle una oportunidad para explicarse a Doc.

- Si tanto quieres hacer sufrir a otros, tienes la planta de abajo y la de arriba para divertirte lo que quieras... Pero nosotros estamos aquí por negocios. Pero si tantas putas ganas tienes de destrozarles, te entiendo. Eso sí, más te vale no interponerte o vamos a terminar teniendo otra muerte de regalo. - bufa el hombre. Le hace un gesto con la cabeza a Becky para que siga a Doc, mientras se mantiene con una mirada fría fija en el rarito, preparado para disparar si hace falta.

Aparte de por las que han salido tanto Becky como Doc, hay 5 puertas más en el pasillo. Todas ellas están cerradas y tras ellas no parece escucharse ningún ruido. 

La obvia pregunta es dicha al fin. ¿Por qué esos dos? ¿Por qué en ese lugar justamente? El Doc extendió sus manos ligeramente, encogiéndose de hombros, sin dejar de sonreír. Abrió su boca pero otro sujeto salió de detrás de la noven, apuntándole con una pistola, más el raro ser apenas pestañeó. No era un suicida, simplemente evaluaba su podría cortarle algún tendón y dejarle inservible para siempre antes de que pudiera matarle. Algo que le recordaría su rostro para siempre.

-Porque… puedo- quizás necesitaba una explicación más elaborada, sobre todo teniendo en cuenta que eran dos y podrían intentar matarle (que eso seguro pasaría tarde o temprano)-. Son famosos… mi obra trascenderán…- rio, por lo bajo, con un risa apenas audible y cascada-. Uno no debe… conformaaaarse… con paños simples.

Como todo parecía haberse tranquilizado, al menos la posibilidad de una batalla campal se redujo un poco, decidió continuar con su cometido. Ellos parecían querer la recompensa, él hacer ver su obra cuando terminara la Purga. Todos podían tener lo que querían sin necesidad de “violencia”. Eran gente civilizada. Estiró uno de sus brazos, señalando con su huesudo dedo hacia ambos guardas caídos.

-¿Llaaaaaves?- no tuvo tiempo de revisarles, pero estaba seguro que tendrían las llaves de las puertas, quizás no de esas, pero sí de todo el edificio.

K intervino antes de que Doc llegara a moverse. Escuchar su voz le reforzó. Relajó la presión en el mango del machete, pero no cambió la posición de su brazo. Se limitó a moverse hacia un lateral, permitiendo a K. ocupar el marco de la puerta.

- Un pirado que quiere que su obra transcienda. Y encima un puto vago. Hay que joderse.

Becky no creía en la buena o mala suerte. Pensaba que la gente acababa consiguiendo lo que se merecía... o tenía el valor de robar. Pero ese tío estaba haciendo que se replanteara las cosas.

Dejar espacio a K. había hecho que quedara todavía más cerca del guardia de seguridad. El que se había encargado de matar. Despacio, empezó a agacharse. En ningún momento separó la mirada de Doc. Fue tanteando la ropa del guardia, en busca de alguna llave. El cuerpo seguía estando caliente. 

- Allí tienes otro para ti - le espetó a Doc, esperando que hiciera lo mismo.