Partida Rol por web

La mañana siguiente se levantó con el cielo de color plomizo. El buque de la marina avanzaba imparable hacia Nibana. Durante el día Tunad disfruto tareas más tranquilas que el resto de sus compañeros de misión. Se decía que aquellos a los que se les iba la mano durante la velada de las luchas aunque no se pasaran de la raya, sufrían su reprimenda al día siguiente. Cocinas, limpieza de cubierta, desanudado de redes... las tareas más tediosas eran las que les tocaban.

Al mediodía y con el cielo anunciando lluvia la isla de los zombis se vislumbró en el horizonte. La verdad es que parecía que la meteorología se había puesto de acuerdo con el escenario al que se dirigían. Por mucho que supieran lo que les esperaba en la isla, todos tenían la sensación de que se iban a encontrar una sorpresa tras otra. Porque, por mucho que esperes encontrarte con un muerto viviente... ¿cómo no va a ser una sorpresa?

Pero la primera sorpresa llegó incluso antes de lo que esperaban. Cuando estaba llegando a las inmediaciones de la isla vieron el cerco marino, una valla de barrotes negros que se había trazado en torno a la isla para evitar su entrada. Se suponía que tenían que desmantelarla para poder avanzar pero... ¡había una abertura en la misma! Y una bastante grande, suficiente como para que el barco pudiera pasar.

—Alguien ya ha estado aquí antes—dijo el cabo Dan haciendo patente lo evidente.

—Ya sabíamos que había habido intentos de entrar en la isla—le respondió el comodoro para luego ordenar a la tropa—. ¡CONTINUAMOS CON EL PLAN! ¡EQUIPOS ALPHA Y BETA! ¡PREPÁRENSE PARA ABORDAR EL PUERTO!

La capitana Marconi se reunió con su equipo mientras los equipos de invasión se preparaban para su misión.

—El comodoro ha dado su permiso para que abordemos la isla por el norte. Después de que hayan desembarcado en la isla el buque dará una vuelta a la isla, nos dejarán en la isla y volverán al sur. El sargento Spinel estará a cargo del barco hasta que la misión haya terminado.

Lass se apoyó en la borda y miró la isla con gesto grave. Entrando desde el sur se veía la ciudad y dos de los molinos, a los que de lejos ya se notaba su aspecto ruinoso. Entonces miró a sus hombres y sonrió con convicción.

—¿Estáis preparados?

-"El único día fácil fue ayer", ¿Cierto, capitana?- Dijo Xen desde el fondo, recitando un antiguo lema propio de la Armada Gloriosa, observando desde la cubierta con un pie encima de la borda, observando fríamente la misma isla que iban a arrimar, como si su mirada intentase escrutar los posibles peligros que se iban a a encontrar- Como soldado de la Armada, se nos exige estar siempre preparados, nos pillen con los pantalones bajados o dormidos. Y en una misión como esta, mejor que todos lo estemos.

A ver que tipo de compañía nos encontramos. Pensó, mientras observaba la brecha en la improvisada barrera. Pediría que fuera aliado, pero se que eso sería demasiado pedir. 

Marlene, con una expresión agria algo más marcada de lo habitual y bastantes más moretones y cortes que antes, pero por lo demás no especialmente malparada, se aproximó de nuevo al grupo de rescate. Rutinariamente, sacó su sable e inspeccionó la hoja. Transformó y destransformó sus brazos un par de veces, flexionando los dedos y agitando las cadenas en el aire. Alguna estaba mellada y habían saltado lascas de algunos eslabones, pero por lo demás, parecía tan sólida como siempre. Un par de palpaciones rápidas le confirmaron que sí, los dolores y escozores seguían donde los había dejado, pero nada que algo de autodisciplina y adrenalina no arreglaran.

Cabo Hatcher lista, Capitana. Parece que vamos a tener más enemigos que con los que contabamos inicialmente, pero la verdad es que eso es la norma, más que la excepción. "Ningún plan de batalla sobrevive al contacto con el enemigo", como suele decirse.

No contempla siquiera la posibilidad de que los que hicieron esa brecha sean aliados. Si han atravesado un bloqueo marítimo puesto por la autoridad, tendrán que responder cuanto menos de eso. Y si tienen los medios para romper una barrera de las usadas por la Gloriosa, tienen que ser considerados peligrosos de mano.

Así que vayamos a ver cómo las pinta el tar Ser Igul.

Sonaban crujidos y mordisqueos cerca de todos, también se olía a alga recién horneada

-Pregpagado paga togdo Capigtana- Dijo el piscido mientras arramblaba con una buena cantidad de pastas de té, parecía que estaba intentando llenar el estómago para tirarse una buena cantidad de tiempo sin comer, o tal vez era mera ansiedad antes del combate, cada uno gestiona el peligro de maneras distintas,  tras tragar esa pesada masa de galletas y saliva que había formado en su boca volvió a hablar - Todo listo, aunque el traje este es un poco incómodo, me aprieta las aletas -​​​​​​ Empezó a intentar ajustarse a el traje antizombies, pero la verdad es que si, no estaba para nada preparado para su fisionomía, intentó hacer algún que otro apaño, pero nada, sin romperlo era imposible.

Miró al resto del grupo con cara de circunstancia, parecía que era el único que no se estaba poniendo intenso y citando cosas antiguas de la Gloriosa, así que puso los brazos en jarra, sacó pecho y soltó mirando al cielo - ESTE PARTIDO LO GANAMOS MANQUE PERDAMOS, OLE OLE LA GLORIOSA OLE -Se quedó bastante a gusto, la verdad.

Savant saló a cubierta ya preparado. Aparte del traje se había pertrechado de municiones, había sacado su rifle reglamentario e incluso un cuchillo de supervivencia. Si normalmente prefería el enfoque directo y personal que daban dos pistolas, una isla repleta de zombies requería ampliar un poco más el catálogo. 

La isla ya ha tenido visitantes - dijo Savant al ver la apertura - ¿miembros del gobierno en busca del virus zombie? ¿Una multinacional interesada en montar un parque temático de zombies? O ¿Una multinacional interesada en montar un parque de dinosaurios zombies? Las posibilidades son infinitas... Lo mismo la llamada de auxilio de "Sirigor" tiene que ver con esto.

Si antes esto tenía mi curiosidad ahora tiene toda mi atención. 

—¡SI SEÑORA!—gritó demasiado alto Sleut dejando claro que estaba más nervioso que preparado.

—Bien—mantuvo su sonrisa Lass—. ¡Esa es la actitud que quiero!

El buque pasó el cerco marítimo y penetró en las aguas de Nibana. Poco a poco la isla se iba haciendo más grande, mostrando como se había deteriorado en tan pocos años. Más incluso de lo que cabría esperar. sólo por el tiempo pasado. Seguramente los ataques descerebrados de los zombis habían tenido que tener mucho que ver.

En el barco, los dos escuadrones de veinte marinos liderados por el comodoro Beheit y el cabo Titán se preparaon para el desembarque. Era muy poco ortodoxo ver a un cabo liderando a sargentos pero, ¿quién le decía que no a la bestia parda de Dan? Además, la misión ya era de por sí poco ortodoxa.

El buque comenzó a dar un giro para cruzar el puerto en paralelo con la línea de costa, de esta manera desembarcarían con el barco en movimiento y evitarían cualquier intento de invasión zombi al navío. Por suerte, no se veía ningún muerto en las inmediaciones de la zona portuaria. El primer equipo en saltar fue el del comodoro, haciéndolo nada más entrar en línea con tierra. El escuadrón del cabo espero a llegar hasta la otra punta antes de hacer lo mismo. Ambos escuadrones se internaron en la ciudad con un claro nerviosismo entre sus hombres. No había marcha atrás. La suerte estaba echada.

El buque ganó velocidad para bordear la isla hasta llegar al lado norte y se acercó lo máximo posible a la costa. Desde allí fletaron un bote para que el equipo de extracción hiciera la última parte del viaje hasta la isla.

—Buena suerte—se despidió Evangeline de Marlene.

La marine se quedaba a las órdenes de la Sargento Spinel a bordo del barco. Todos los elegidos para quedarse en el buque eran como ella, expertos en el combate a distancia.

Tunad remaba con fuerza acercándose a buena velocidad a la isla. Cuando ya quedaba poco por llegar, la capitana Marconi se llevó la mano al oído y en su rostro se dibujó un gesto de preocupación.

—Acaba de ocurrir el primer contacto. Tenemos que darnos prisa. ¿Sleut?

El joven cabo puso sus manos haciendo un círculo y cerró los ojos concentrándose. Por un momento les pareció ver como un haz luminoso muy tenue salía despedido desde el hueco dejado por sus extremidades hacia su isla. Pero no estaba muy claro hacia donde.

—Sir Igul está en la isla capitana—anunció—. En esa dirección.

Desde la posición en la que se encontraban, bien podía ser el castillo o la zona este de la isla. Como fuera, tenían que desembarcar y lo primero de todo, cruzar la arboleda Pentagonal. Desde donde estaban ya veían los cinco altos pinos con uno en el centro más grande y alto todavía.

Mientras remaba de manera obsesiva, el piscido no veía nada, claro, estaba de espaldas a todo, es lo que tienen este tipo de barcas, es más fácil remar de espaldas -Vosotros me decís dónde dejo esto ¿Se ve algo vivo... digo... muerto moviéndose por ahí? Lo digo por atracar lo más alejado posible de esos monstruos e ir hacia la dirección que esté marcando Sleut - Tampoco veía hacia donde decía que iban, solo con lo que escuchó le quedó claro que era hacia el este, pero sin brújula en mano no sabía muy bien la dirección exacta, iba a ser divertido orientarse en medio de un bosque

Xen observa la orilla con una mirada absolutamente atenta. Sus funciones por ahora son dos: seguir las órdenes de la capitana, como Cabo; y asegurarse de que no va a haber ningún tipo de sorpresa, como vigilante. Otea la distancia, mientras también olfatea el aire, para ver si puede encontrar alguna presencia no deseada. Si los zombies eran básicamente cadáveres reanimación, el pestazo que tendrían que soltar debería notarse a cierta distancia.

En el último momento Savant cogió una escopeta y una buena dosis de cartuchos. Le abría gustado coger dos escopetas pero el tiempo apremiaba.  

Me sorprende tu habilidad Sleut. Si alguna vez tenemos que separarnos lo más conveniente serías que tu nos buscaras. Aunque si puedes tener dificultades encontrando a gente... - Savant sacó una pequeña medalla que colgaba por debajo de la ropa - Busca esta medallita de San José de la Hucha, me la regaló mi madre. Es el protector de las causas perdidas, benefactor de los valientes y salvador contra la mala suerte. Mi abuela que era del Reino de Urgell lo llama Pep. 

Después de aquello se dirigió a Tunad. 

Yo lo único que veo es un auténtico mastodonte - le respondió a Tunad mientras empezaba a cargar la escopeta - Pero no te preocupes, eres tú. 

El bote finalmente tocó tierra y los marines  entraron oficialmente en Nibana. Xen oteó el horizonte y olfateó todo lo que pudo, pero no vio nada. Por el momento el terreno era seguro.

El escuadrón avanzó con cautela hacia la arboleda Pentagonal. El lugar estaba conformado por seis altos pinos, siendo el central mucho más alto que los otros. En su día debió de haber sido un sitio importante para las gentes de la isla. Había fuentes decorativas y bancos de piedra, pero ahora todo había sucumbido a la naturaleza salvaje.

El fúrido seguía olfateando como si de un sabueso se tratara. Era cierto que la nariz de un cánido era más útil buscando un rastro que captando olores en el aire. Pero si los muertos realmente apestaban, podría detectarlos. Tras la revisión exhaustiva, a Xen le quedó claro que había dos olores en el ambiente: por un lado el del verdor natural de plantas y árboles y por otro un olor en segundo plano de podredumbre. Posiblemente el provocado por los zombis en su día.

Si ahora quisieran rastrear no-muertos, podrían hacerlo sin problemas. Pero no parecía una buena idea, cuanto más lejos estuvieran de los zombis mejor. Entonces algo más llamó la atención de Xen. Había un tercer olor, pero no podía identificarlo con nada. ¿Qué sería?

Bajando del barco, el piscido se dió cuenta de que su cánido amigo (el que sólo tiene dos piernas) estaba olfateando obsesivamente, no pudo evitar soltar la frasecita - Dinos Xen, ¿que huele tu nariz de perro? ¿Debemos estar alerta? - Acto seguido agarró su bate y empezó a llevarlo a mano todo el rato, por si acaso.

Se dió cuenta de lo bonito que habría sido esto durante su época de bonanza, ahora... Bueno, estaba todo un poco hecho mierda, pero seguía siendo bonito, supongo, andó junto al resto mirando a los alrededores esperando la respuesta del cánido