Partida Rol por web

Gaby empieza a contar el numero de flores, pero pronto se da cuenta que la cantidad de flores no concuerda con su teoría. Los ramos son de cuatro o cinco flores cada uno, superando muchas veces el número de palabras.

Comencé a contar las flores con la esperanza de que mi teoría sobre las palabras conectadas a la cantidad de flores de cada tipo fuera correcta. Sin embargo, pronto me di cuenta de que algo no cuadraba. Los ramos eran de cuatro o cinco flores, lo que no coincidía con el número de palabras que habíamos imaginado en las frases. Mi ceño se frunció ligeramente mientras continuaba el recuento, dándome cuenta de que, por mucho que lo intentara, no encajaba.

Suspiré suavemente, sintiendo la frustración crecer. Volví a tirar de las mangas de mi jersey. El olor de las flores se volvía más abrumador con cada segundo que pasaba y mi cabeza daba vueltas intentando descifrar qué significaba todo aquello.

La voz de Joelle rompió mi concentración, lanzándome una pregunta que me pilló completamente desprevenida. No sabía si responder en serio o tomarlo como una broma. Me mordí el labio, intentando procesar lo que acababa de decir mientras seguía con la mirada fija en las flores. 

—Si yo fuera una flor... —repetí, más para mí misma que para ella—. Supongo que sería una... margarita. No sé, algo sencillo, discreto, que pasa desapercibido a veces —la respuesta salió más rápida de lo que esperaba. Las margaritas siempre me habían parecido simples, pero también resistentes. Un poco como me veía a mí misma.

Levanté la vista hacia Joelle. Ella, por otro lado, irradiaba una energía diferente. Decidida, algo caótica, pero también magnética en su propia forma.

—Y tú... —la observé por un momento, intentando encontrar las palabras—. Creo que serías una amapola: vibrante, pero con una intensidad que puede pasar desapercibida para quienes no miran de cerca —dije con una leve sonrisa, aunque rápidamente volví a revisar la sala con la mirada, intentando esconder el rubor que sentí al haber sido tan directa.

De nuevo, mis pensamientos volvieron al rompecabezas. La teoría de las flores no encajaba con lo que tenía en mente. Tal vez estábamos enfocándonos demasiado en las flores y no lo suficiente en la relación entre los mensajes.

—Creo que deberíamos seguir con la idea de la mesa. Voy a subir para ver cuáles son las flores de los jarrones exteriores y seguiré hacia dentro, a ver si podemos leer el mensaje así —tal vez el mensaje de afuera hacia dentro no era tan literal pero no podía sacudirme la sensación de que nos estábamos perdiendo algo y, quizá, desde arriba tuviera otra perspectiva. 

Las chicas miran de nuevo la sala, repasando todo lo que tienen a la mano. Los estantes con sus flores identificadas, el cuadro con el mensaje "se lee de afuera hacia adentro". El reloj cucú, que en ese momento señala el 4. Un lienzo en blanco. Una paleta de colores vacía. Varios pinceles, uno de ellos con la palabra H2O escrita. Un micrófono viejo conectado a una pantalla junto a la puerta.

Tomando algo de altura sobre la precaria mesa, Gabby trata de ver si las flores desde arriba forman algún patrón, sin embargo no ve algo que tenga sentido al leerlo así.

Bajé de la mesa con una expresión de frustración a la vez que me subía las gafas que habían resbalado levemente por mi nariz del esfuerzo de subir a la mesa y ponerme de puntillas sobre ella. 

Volví a coger el pincel y a removerlo entre los dedos mientras pensaba. Se nos estaba acabando el tiempo según parecía por el reloj. Quizá lo del Luminol era buena idea, quizá no tuviera nada que ver con los pétalos de momento y se pudiera hacer algo sólo con lo que teníamos a simple vista. 

Siguiendo el nuevo hilo de pensamientos cogí el pincel y lo sumergí, como si hubiera algún tipo de color y estuviera mojado en la paleta de colores, antes de dirigirlo al lienzo y hacer un trazo. Que no pudiéramos verlo, no significaba que no pudiera haber algo. 

«Si esto no funciona, quizá pueda mojarlo con saliva y volver a probar»

En el momento que Gabby toca con el pincel el lienzo, una imagen se materializa en el mismo: un florero con un ramo de varias flores. La de afuera son azules, luego rojas, despues rosadas, nuevamente rojas, luego blancas, y finalmente en todo el centro una sola flor blanca.

Gabby decía cosas muy lindas, pero Joelle sabía que no había que dejarse engañar por las apariencias: hasta la luna tenía una cara oscura, una cara oculta desfigurada por los miedos y las decepciones. ¿Qué se escondía en el fondo del florero? 

—Qué mona eres —replicó, riéndose suavemente al ver como el rubor se le subía a las mejillas— Margarita te va perfecto; aunque también tienes algo de tulipán...  Y de orquídea —agregó, tras pensar un rato— Eres muy inteligente. Pase lo que pase, tú sigue estudiando —le aconsejó, como si en vez de sacarle unos pocos años fuera su madre o su abuela— Llegarás a ser la mejor de todos —aseguró, sin atisbo de duda alguna.

Mientras Gabby probaba suerte con la mesa, el reloj cucú daba las cuatro. ¿A dónde se había ido el tiempo? Los sentidos de Joelle permanecían enganchados en su compañera, en la habitación con sus mil fragancias contradictorias, un efecto un poco sobrecogedor, sentía sus neuronas estancadas, como cuando una ha pasado demasiado tiempo en un museo o en una galería de arte. Gabby no parece satisfecha con los resultados de su inspección visual desde la altura de la mesa, pero su siguiente intento tiene un éxito inesperado y rotundo.

—¡Oooooh! —exclamó Joelle, viendo como el lienzo cobraba vida— ¡Guau! Eres un hacha, Gabby —exclamó, alzando una mano en un gesto universal de high five— Deberíamos intentar identificar cada flor del lienzo con las que tenemos en los floreros. Luego, si leemos de afuera hacia dentro, tal vez saquemos algo en claro del mensaje...

Y, dando un par de zancadas, se dirigió a los estantes a efectos de llevar a la práctica aquel plan.

Por medio de comparación entre la imagen del florero en el lienzo y las flores a su alrededor, descubren el siguiente orden:

-Campanillas de Canterbury.

-Clavel Rojo

-Rosa Salvaje

-Amapola

-Margarita

-Rosa Blanca

No entendí muy bien la adjudicación de esas flores para describirme pero tampoco se lo rebatí. No iba a ser yo la que estropease la posibilidad de hacer una amiga, al menos no conscientemente. 

Hice un trazo con el pincel consiguiendo una imagen que se empezó a formar ante nuestros ojos con un patrón claro de flores. 

Joelle exclamó entusiasmada y, al ver su mano levantada para un high five, choqué suavemente mi mano con la suya, sin poder evitar una leve sonrisa. La idea de haber acertado en algo me daba una sensación de alivio aunque la presión del reloj no se iba. Resultaría vergonzoso tener que explicar que no habíamos conseguido pasar de la primera sala. 

—Gracias... —murmuré, todavía sorprendida por cómo había funcionado la idea sin necesidad de mezclarlo con ningún pétalo. Esa idea nos había hecho perder demasiado tiempo. ¿Seríamos lo suficientemente rápidas para terminar en los pocos minutos que debían quedar?

Esperé a que Joelle identificase las flores —ya que era más que evidente que ninguna de las dos tenía mucha idea de jardinería—, al tiempo que cogía los papeles para ir generando el mensaje en el orden que me iba indicando. 

Observé durante unos segundos la selección de frases escogidas sin entender absolutamente nada, hasta que una bombilla se iluminó en mi cabeza.

—Vale... vamos a probar —murmuré para mí misma y me dirigí hacia el micrófono.

Le di unos golpecitos antes de hablar. 

—Recibí tu carta —hablé en voz clara al micrófono, esperando que respondieran, en alto o en la pantalla, con un «Mi corazón arde por ti» o con una frase a la que responder yo con «Mi corazón arde por ti» y así continuar la secuencia hasta el final. 

Cuando Gaby pronuncia la primera frase, el número 1 en la pantalla se ilumina. Siguiendo ese patrón, continúa leyendo las frases, y todos los números de la pantalla se encienden. 

Suena una campana a lo lejos, y lo que parecen aplausos lejanos. En la pantalla del lienzo comienza a verse como si una brisa suave moviera los pétalos dentro del florero, y una dulce voz femenina se escucha alrededor.

He recibido tu mensaje,

Mi corazón arde por ti

Pero es placer y sufrimiento

Porque no soy libre de elegir

Y aunque te amo con sinceridad

Contigo no puedo estar.

-Felicidades, han completado el primer reto.- Escuchan desde algún lugar de la sala. Frente a ellos notan el sonido de un cerrojo mecánico al abrirse, y la puerta se mueve levemente, como señal de que cederá si la intentan empujar. En la corneta, la voz suena de nuevo.

-A veces el camino nos obliga a separarnos, aunque duela. A veces no tenemos el control sobre estas decisiones, solo quedan los momentos compartidos, los recuerdos, y la esperanza de que mas adelante, los caminos pueden volver a cruzarse. Solo uno puede pasar por la puerta. Elijan quien será, y digan sus despedidas para continuar al siguiente tramo.-

Contuvo la respiración durante cada una de las frases que Gabby iba leyendo, temerosa de que algo saliera mal, de que hubieran pasado algo por alto. Pero no, la astucia combinada del equipo flower power había vencido, habían culminado con éxito la misión.

—¡Woooooo! ¡Lo conseguimos! —gritó Joelle, que comenzó a hacer su danza de la victoria alrededor de Gabby, un tipo de baile donde más que bailar Joelle parecía un helicóptero a punto de estrellarse— ¡Reto superado! —añadió, tomando a su compañera por los hombros y sacudiéndola con alegría— ¡Podemos escapar!

Y así permaneció por un rato, bailando alrededor de Gabby. Porque había algo pesado y trágico en las cosas, en el rostro de la gente, en las casas y los edificios y los jardines, algo que solo se volvía aceptable si se enmarcaba dentro de las reglas de un juego. Lo esencial entonces era saber jugar juntas, y esto no era tan sencillo como parecía... Pero ella y Gabby podían hacerlo. Oh, claro que podían. Sin embargo, cuando las revoluciones por el júbilo menguaron, una sensación extraña se produjo en Joelle. No era dolor ni malestar, tan solo una sensación como si todas las células de su cuerpo hubieran sido físicamente exprimidas, una sensación de despedida que el mensaje final por el altavoz no hacía intento alguno por disimular. Tras su desaforada danza, Joelle se apartó un mechón rebelde detrás de la oreja, mirando a Gabby fijamente.

—Lo has hecho prácticamente sola —comenzó, suavemente— Si no fuera contra las reglas, te raptaría toda para mí. Y no lo digo solo porque eres una smartass, sino por ser una increíble compañera. Toma —dijo, alcanzándole su tarjeta del New York Arcane y una de las amapolas del florero— Para que me recuerdes en tus próximos desafíos.

Unos nervios empezaron a desarrollarse en mi estómago cuando los números empezaron a salir en la pantalla. La Voz dijo que habíamos terminado el primer reto tan rápido que ni siquiera parecía cierto. 

—Lo conseguimos... —murmuré, apenas creyéndomelo del todo. Habíamos resuelto el primer reto, aunque el reloj nos había apretado hasta casi el final.

Mis ojos se clavaron en la puerta por un momento, procesando lo que aquello significaba. Joelle, por su parte, reaccionó de inmediato con una explosión de alegría. Su risa y su energía al hacer su "danza de la victoria" alrededor de mí me arrancaron una risa nerviosa, incluso cuando mi mente aún trataba de encajar lo que acabábamos de escuchar. 

La euforia de haber superado el primer reto me hacía sentir bien pero una parte de mí se sentía conectada hacia aquella chica tan loca y alegre y me daba pena tener que volver a empezar con otro desconocido. 

Cuando me entregó su tarjeta del New York Arcane y una de las amapolas del florero, mi corazón dio un pequeño vuelco. Aún no sabía qué pensar sobre esta experiencia, ni sobre la posibilidad de haber encontrado una compañera, o quizá incluso una amiga. Tomé la tarjeta y la flor, sintiéndome abrumada, pero agradecida. Con algo de nerviosismo, pero sintiendo que era lo que tenía que hacer, me acerqué a un jarrón cercano y le ofrecí una margarita. 

—Gracias... —le dije con una sonrisa tímida—. Esto ha sido... raro, pero genial, de verdad. Y claro que no, no habría podido hacerlo sin ti. 

Justo ese detalle fue lo que me hizo armarme de valor y dirigirme hacia la puerta con pequeños pasitos, que parecían costarme menos que los que me habían llevado a coger la bolita amarilla. 

«Has venido a eso, Gabby. Además, si con ella no ha ido tan mal, no tiene por qué ir mal con el resto» Joelle había traído consigo un rayito de esperanza. 

—No te preocupes, nos encontraremos al final, o te escribiré para esas colaboraciones de experta en sangre —dije con una pequeña sonrisa y con los ojillos algo brillantes por tener que despedirme.  

Al cruzar la puerta, no encontró otra habitación, sino un pasillo estrecho, iluminado suavemente por pequeñas lámparas. Luego de andar unos metros, el pasillo se desvía a la derecha, luego a la izquierda, y finalmente, ante una nueva puerta. Al abrirla...

La puerta se cierra, mientras las luces se hacen mas y mas tenues. El reloj cucú empieza a sonar, un alegre colibrí sale por la puertecilla. Sin embargo, no hace "cucú". El sonido que emite es "Now. Now. Now."

La habitación queda a oscuras, y en esa oscuridad, se ve una flecha que apunta hacia arriba. Del techo, un compartimento secreto se abre, y desciende una escalera para subir.

Arriba de la escalera se extiende un ducto iluminado suavemente por tiras fluorescentes que corren por el techo. Joelle no sabe por cuanto tiempo avanza, cuando súbitamente, el ducto se inclina en una resbaladilla, por la cual se desliza inevitablemente...