Por medio de comparación entre la imagen del florero en el lienzo y las flores a su alrededor, descubren el siguiente orden:
-Campanillas de Canterbury.
-Clavel Rojo
-Rosa Salvaje
-Amapola
-Margarita
-Rosa Blanca
El reloj cucú ya está marcando el número 1, y la pareja sospecha que les queda tan solo segundos antes que el tiempo se acabe...
Al ver que lo del funciona, me quedé mirando cómo se formaba aquel dibujo. Ver los colores me hizo buscar a Olivia con la mirada. Creía que casi lo teníamos, pero nos faltaba una parte de aquel mensaje... Ah, no. No nos faltaba. Justo vi cómo lo sacaba de aquel jarrón que hasta el momento no había advertido.
Sonreí al mismo tiempo que ella celebraba la victoria y acto seguido, cuando habló así de su incapacidad para dibujar, me reí. De repente estaba mucho más relajado, sobre todo por la alegría de sentir que habíamos avanzado tanto. Me acerqué a ella cuando dijo lo del diccionario, apresurándome para ver el papel que sostenía, y al oír de nuevo lo de fuera hacia dentro di por hecho que se refería a las flores. Las del dibujo, vaya.
—¡Lo tenemos! —exclamé, y tuve que detener un impulso de alegría que me llevaba a establecer contacto físico. Eso no era lo que hacía la gente elegante.
—Vale, el mensaje entonces es...
Empecé a pasar los ojos por los dos papeles y por el dibujo, alternando, mientras empezaba a decirlo.
—Recibí tu carta. Mi corazón arde por ti. Placer y dolor. No soy libre. Te amo con sinceridad. No puedo...
Me quedé un instante callado y, al darme cuenta de lo que acababa de decir, empecé a enrojecer más y más y más. Aparté la mirada, algo incómodo, antes de ponerla en el micrófono.
—Voy... voy a decirlo ahí, por si hace falta —afirmé, encontrando en aquel micro una herramienta de huida.
Cuando Adrian lee las frases por el microfonos, unos números en la pantalla se iluminan en orden, del 1 al 6. Suena una campana a lo lejos, y lo que parecen aplausos lejanos. En la pantalla del lienzo comienza a verse como si una brisa suave moviera los pétalos dentro del florero, y una dulce voz femenina se escucha alrededor.
He recibido tu mensaje,
Mi corazón arde por ti
Pero es placer y sufrimiento
Porque no soy libre de elegir
Y aunque te amo con sinceridad
Contigo no puedo estar.
-Felicidades, han completado el primer reto.- Escuchan desde algún lugar de la sala. Frente a ellos notan el sonido de un cerrojo mecánico al abrirse, y la puerta se mueve levemente, como señal de que cederá si la intentan empujar. En la corneta, la voz suena de nuevo.
-A veces el camino nos obliga a separarnos, aunque duela. A veces no tenemos el control sobre estas decisiones, solo quedan los momentos compartidos, los recuerdos, y la esperanza de que mas adelante, los caminos pueden volver a cruzarse. Solo uno puede pasar por la puerta. Elijan quien será, y digan sus despedidas para continuar al siguiente tramo.-
¡Felicidades por resolver la primera habitación! :)
Aunque me temo que estamos ya en los últimos segundos de este cuarto, por lo que no tendrán mucho chance para despedirse. Les dejo unas horas para que decidan quien cruzará por la puerta. En caso que no les de chance, los elegiré a dedo n.nU
Lo había visto. Había visto la solución en ambos papeles que estaba en sus manos leyendo de uno a otro tras haber podido identificar las flores. Pero como buen equipo que eran, fue Adrién quien leyó en voz alta a unos segundos del tiempo de descuento. Daba igual quien lo hiciera, el caso era salir de ese lugar, así que al comprobar como los números se iluminaban en orden, di un pequeño salto infantil de alegría.
— ¡Bien, Lo hemos logrado! — entusiasta casi hasta el punto de saltar a abrazarle de la emoción repentina. No había nada que me gustase más en el mundo que ese modo a lo Indiana Jones, en el que, mientras cae la puerta, metes la mano, recuperando el sombrero de ala ancha, antes de que se quedase vegetando en el interior de la pirámide para toda la eterna eternidad. Esa sensación de haber superado el peligro por décimas de segundo o, en definitiva, de poder procrastinar hasta casi el punto de no retorno.
Pero el gozo se quedó en un pozo al escuchar la voz, atónita "¿Sólo uno?" Se torció mi gesto puesto que me parecía muy injusto. Era cierto que yo aporté elementos muy importante, pero también Adrién. La injusticia era algo que no me cabía en la cabeza ¿Cómo podríamos elegir en igualdad de condiciones? ¿Que le esperaba a quien traspasase el umbral y a quien se mantuviera en este lado? Una recompensa no podía ser tan aleatoria como para ser decidida en una pelea de gladiadores.
Y si era de escenarios justos, sabía un rato, así que sin dar muchas más opciones, ni derecho a dudas o cuestionamiento, expulsé lo que me parecía más ecuánime. Sin saber si al otro lado del templo nos esperaban cuchillas o el cáliz de la vida, cualquiera de los caminos eran iguales de posibles.
— Vaya .... — decepcionada — Ha sido un placer haber resuelto esto contigo — sincera — Parece que nos tenemos que despedir — redundando en lo evidente — Y decidir... Creo que lo más equitativo es que lo echemos a suerte ¿no? A mi no me importaría pasar, pero creo que tu también querrás atravesar la puerta. Y por mi parte también quiero ver que hay. ¿Piedra, papel o tijera? Una, dos.. — ocultando una mano tras la espalda para preparar el juego — Tres — mostrando el puño cerrado con piedra.
Motivo: suerte
Tirada: 1d6
Resultado: 5 [5]
Echamos un D6 y el numero más alto gana. Yo saco una de las opciones y si ganas, eliges tu el que gana y si gano yo, sacas el que pierda.
Mierda.
La verdad es que, cuando vi los números, por un momento pensé que aún faltaba algo por hacer. Me giré hacia Olivia con cara de ¿y ahora qué hacemos? pero no tardé en darme cuenta de mi error.
Sonreí con entusiasmo, y la faceta de tipo duro se me fue un poco al saltar de alegría. Sí, Olivia tenía razón: lo habíamos conseguido. Pero escuché las instrucciones, y aquello me pareció un poco meh. A pesar de que había creído que no lo conseguiríamos, al final habíamos hecho un buen equipo. De hecho empezaba a pensar que con Olivia lo siguiente estaría chupado.
—Un placer —asentí, acercándome a ella.
Escuché lo que proponía, y aunque mi primer impulso fue decirle que eligiera ella, me hizo gracia hacerle caso. Llevé una mano —la buena, la que tenía todos los dedos— a la espalda, me preparé...
Y no eché un vistazo detrás de ella, a ver si había algo que reflejase, ni nada parecido. Me porté bien, vaya.
—Tres —dije a la vez que ella, sacando una tijera.
No me molestó perder, pero sí me dio un poco de pena que se fuera. Y quedarme ahí, en la misma sala... bueno, es verdad que bien mirado o parecía igual de emocionante.
—Suerte en lo que encuentres —le dije, antes de dedicarle una sonrisa—. Nos vemos luego.
Motivo: Dado
Tirada: 1d6
Resultado: 4 [4]
Al cruzar la puerta, no encontró otra habitación, sino un pasillo estrecho, iluminado suavemente por pequeñas lámparas. Luego de andar unos metros, el pasillo se desvía a la derecha, luego a la izquierda, y finalmente, ante una nueva puerta. Al abrirla...
La puerta se cierra, mientras las luces se hacen mas y mas tenues. El reloj cucú empieza a sonar, un alegre colibrí sale por la puertecilla. Sin embargo, no hace "cucú". El sonido que emite es "Now. Now. Now."
La habitación queda a oscuras, y en esa oscuridad, se ve una flecha que apunta hacia arriba. Del techo, un compartimento secreto se abre, y desciende una escalera para subir.
Arriba de la escalera se extiende un ducto iluminado suavemente por tiras fluorescentes que corren por el techo. Adrian no sabe por cuanto tiempo avanza, cuando súbitamente, el ducto se inclina en una resbaladilla, por la cual se desliza inevitablemente...