Me acerqué al panel y observé cómo las luces cambiaban al accionar los interruptores. Ahora ambos, el 2 y el 4, estaban en ON, al igual que POWER B. Me quedé unos segundos mirándolos, intentando imaginar qué andaría haciendo Cillian en la sala de al lado.
—Listo, he puesto el 2 y el 4 en ON. El POWER B sigue activado —respondí en voz alta, esperando que el cambio le permitiera avanzar—. Quizá podría ser algo que conecta nuestras salas o que da energía a los espejos y puertas.
Cuando relacionó el mensaje con la Bella y la Bestia no pude evitar soltar una risa ligera, llena de reconocimiento. De pequeña adoraba la Bella y la Bestia.
—Quizá Wilde escribió algo parecido, no tengo demasiada idea.
Mientras esperaba a que él probara sus puertas y espejos, me acerqué al segundo espejo.
—¿Me puedes activar el botón 3? —esperaba no equivocarme con la teoría y que también se abriese. Quizá entre todos los espejos podíamos tener el mensaje completo de lo que fuera que dijese Oscar Wilde.
Reviso el segundo espejo.
Vaya dos JAJAJA No pasa nada, nos ponemos con ello :3
—En algún momento vamos a tener que apagar uno de esos Powers, para ver qué pasa —sugirió mientras iba trasteando en su sala—. Ah, mira. Es como dijiste: la primera puerta da a una pared, y el espejo tiene un armario dentro. «La Belleza está», sí. Todo igual.
Se quedó mirando las prendas que había dentro del armario y metió las manos para revolverlas un poco y rebuscar en los bolsillos.
—No tengo mucha idea yo tampoco. No he leído nada suyo. Vi una película del tipo ese, Dorian Grey, se quedaba joven y guapo para siempre, pero su espejo se volvía viejo y podrido. Un asco. Supongo que por eso hay espejos… ¿Y si hay que ponerle algo de ropa al maniquí?
Echó un vistazo desde donde estaba hacia el lugar donde se encontraba la figura a la que le había cogido las gafas, y luego volvió a revolver dentro del armario.
—Ahora tengo todos mis interruptores en ON, el 1, el 3 y el Power A. ¿Has probado las otras puertas y el otro espejo?
Cuando Gabby se acerca al espejo que dice "Wilde", éste de pronto se desliza hacia la derecha, revelando una habitación del tamaño de un armario escondida trás el espejo. Una lámpara de techo ilumina el espacio. Allí puede ver todo tipo de accesorios: corbatas, cintas de pelo, bisutería, gafas oscuras, bufandas, calcetines, zapatos...
En el centro, en el suelo, hay un maletín oscuro con un contador que va en retroceso. Sobre el maletín hay una nota doblada. Y en la pared un mensaje escrito con la misma tinta invisible de los espejos.
...en los ojos de quien mira.
Cillian revisa la ropa. No encuentra nada en los bolsillo, pero si nota que toda la ropa parece tener un cierre mágico. Como la ropa de las Barbies o de los que hacen striptease, que sirve para quitarse y ponerse de forma sencilla.
Me acerqué al espejo con la palabra "Wilde" escrita y, justo como había previsto, se deslizó hacia la derecha.
—Puede ser que sí, que tengamos que vestir el maniquí de una forma determinada, supongo que igual en ambas habitaciones. Nos debe faltar algo por encontrar.
Al observar la nota doblada dentro del armario, me agaché a recogerla y mirarla y revisé el tiempo del contador. Tenía la sensación de que llevábamos demasiado tiempo en la habitación. ¿Y si esa vez no nos daba tiempo a salir?
Antes de abrir la nota, mi mirada se posó en el mensaje de la pared.
—Cillian, el segundo espejo también se deslizó. Hay otra habitación… tiene un montón de accesorios y un maletín con un contador en retroceso. Además, hay una nota —mi voz reflejaba una mezcla de urgencia y curiosidad mientras describía lo que veía—. El mensaje completo es: "La belleza está en los ojos de quien mira." ¿Te dice algo? ¿Has encontrado alguna otra cosa?
—Mmmm… He notado que la ropa va con velcro. Como la ropa de los stripers, ya sabes. Espero que tengamos que vestir al maniquí y no a nosotros —bromeó—. Pero nada más. No encontré nada escondido entre la ropa.
Sus ojos se fueron hacia el otro espejo un momento antes de que lo hicieran sus pies. Tenía una leve arruguita en el ceño mientras trataba de desentrañar todo aquello. Por el camino intentó abrir la puerta del medio, pero esperaba ver el muro otra vez, su destino era el segundo espejo. Estaba otra vez con un montón de pistas por delante, pero les faltaba ese clic que lo ordenaría todo y mostraría el camino.
—¿Probamos a apagar uno de los power a ver qué pasa? —preguntó al detenerse delante del espejo—. Ese mensaje de los ojos que miran creo que se refiere a las gafas que ya nos hemos puesto. Pero necesitamos alguna clave más.
Al tomar la nota, Gabby lee el siguiente mensaje:
¿Qué usarías para una cita especial? Que el maniquí sea tu modelo...
El contador indica que quedan 4 minutos...
Al intentar abrir la segunda puerta, Cillian vuelve a encontrarse con una pared al otro lado.
Cuando Cillian se acerca al espejo que dice "Wilde", éste de pronto se desliza hacia la derecha, revelando una habitación del tamaño de un armario escondida trás el espejo. Una lámpara de techo ilumina el espacio. Allí puede ver todo tipo de accesorios: corbatas, cintas de pelo, bisutería, gafas oscuras, bufandas, calcetines, zapatos...
En el centro, en el suelo, hay un maletín oscuro con un contador que va en retroceso. Sobre el maletín hay una nota doblada. Y en la pared un mensaje escrito con la misma tinta invisible de los espejos.
...en los ojos de quien mira.
El comentario de Cillian sobre la ropa con velcro y los strippers me pilló completamente desprevenida. Sentí cómo un calor intenso subía rápidamente a mis mejillas, extendiéndose por todo mi rostro. Agradecí que él no pudiera verme directamente porque estaba segura de que mi expresión lo habría dicho todo. Me llevé una mano al rostro, como si el gesto pudiera disipar la vergüenza, pero no hizo más que resaltar mi nerviosismo. Incluso al intentar responder, mi voz delataba el rubor que me invadía.
—Espero que el maniquí sea suficiente modelo porque… no creo que encaje bien en la ropa —logré decir, esforzándome por mantener un tono ligero y bromista, aunque mis palabras salieron con un leve temblor.
La nota en mis manos volvió a centrar mi atención. "¿Qué usarías para una cita especial?" Las palabras me hicieron reflexionar, aunque con ellas llegó un pensamiento fugaz e inesperado: Yoel. Su risa fácil, la calidez de su mano en mi cintura, el recuerdo de cómo me colocó el colibrí en el cuello con una mezcla de delicadeza y confianza, sus labios en los míos... Era absurdo pensar en él ahora, ¿no? Pero, al mismo tiempo, la idea de una "cita especial" hizo que me preguntara si algo de lo que yo escogiera aquí le parecería bien. ¿Qué pensaría él si estuviera en esta habitación? ¿Qué habría elegido para este reto?
Sacudí la cabeza, intentando apartar esos pensamientos antes de que me distrajeran demasiado.
—Cillian, la nota dice que tenemos que vestir al maniquí como si fuera a una cita especial —expliqué, intentando que mi voz reflejara una seguridad que no sentía del todo—. En el contador pone que quedan cuatro minutos. ¿Tienes algo diferente por tu lado?
Rápidamente me dirigí al primer armario y empecé a revisar la ropa con manos rápidas pero cuidadosas. Saqué un vestido negro sencillo, algo clásico pero con la suficiente elegancia como para destacar sin ser llamativo. Lo complementé con una bufanda ligera que encontré más al fondo y unos tacones que, aunque no eran mi estilo habitual, parecían encajar con la imagen que tenía en mente.
—Estoy vistiendo al maniquí con lo que yo escogería —añadí, mis palabras salieron algo más apresuradas mientras ajustaba la bufanda con rapidez—. En cuanto termine, probaré a darle off al power.
Mientras vestía al maniquí, no pude evitar que la curiosidad me guiara al formular mi siguiente pregunta, aunque traté de mantener un tono ligero, como si fuera una conversación casual.
—¿Tú cómo imaginas una cita especial? —pregunté, más por curiosidad genuina que por otra cosa. El concepto de citas y todo lo que implicaban siempre había sido un poco ajeno para mí, algo que conocía más por libros y películas que por experiencia propia. Este reto y una persona en concreto habían despertado un interés repentino por saber cómo otras personas imaginaban algo tan cotidiano pero, para mí, todavía lejano.
Visto al maniquí y luego pruebo a darle off al botón de power.
—Nada, lo mismo por aquí —respondió a la pregunta de Gabby, ajeno a la vergüenza que le había provocado con su comentario—. Vale, voy a vestir al maniquí yo también.
Echó un vistazo a su nota mientras iba tomando algunos accesorios: zapatos, corbata, gafas oscuras. Luego regresó al otro espejo-armario y buscó algún traje negro que combinar con una camisa blanca. En su mente tenía clara la imagen que quería representar con el maniquí, uno de esos men in black de las películas, un agente Smith. Le gustaba ese estereotipo porque estaba convencido de que existían de verdad. Ni remotamente él se vestiría así para una cita, pero dadas las circunstancias en las que estaba enredado en aquel lugar de reputación tan extraña, le parecía lo más apropiado.
La última pregunta de la chica le llegó mientras terminaba de vestir al maniquí. Se quedó pensando un segundo y una sonrisa se ladeó en sus labios enseguida. Se le escapó una risilla breve y sus ojos se fueron hacia la pared, aunque Gabby no pudiera verle desde su lado.
—Pues una cita especial la imagino exactamente así —respondió con tono divertido—. En un escape misterioso con japoneses turbios observando desde sus casas cómo tratamos de descifrar las salas. —Se rio otra vez y sus ojillos astutos repasaron las paredes en busca del reflejo de alguna lente—. ¿Se te ocurre una actividad mejor para una cita especial?
Lo último que le colocó al maniquí fueron las gafas, en retribución por las que le había robado minutos atrás. Entonces, se fue hacia el panel y pulsó el interruptor de power.
—En realidad para encontrar el mensaje de los ojos de quien mira hacían falta las gafas, así que quizás se refiera a otra cosa —comentó, con la cabeza funcionando ahí traca-traca para encontrar las respuestas que les faltaban.
Lo mismo, Cillian viste al maniquí y pulsa el power.
Al mismo tiempo, Cillian y Gabby presionan sus interruptores (Power A y B). Apenas lo hacen, la luz de sus habitaciones se apagan. Las únicas fuentes de luz son las que alumbran el interior de los cuartos ocultos de los espejos. En esa semipenumbra, ambos pueden ver la silueta del otro al otro lado del espejo.
Ambos se miran frente a frente junto a sus maniquíes... Una vez más, aplausos suaves se escuchan en los altavoces, al tiempo que, en la pared con espejo más cercana a la pared del panel, se desliza un espacio de un metro revelando que se trata de una puerta secreta.
Gabby y Cillian pueden verse ahora sin un espejo de por medio.
-Magnifico trabajo, los felicito. En un minuto tendrán acceso a la siguiente sala, para eso deberán ponerse lo que se encuentra dentro del maletín.- La voz misteriosa anuncia, dejando a la pareja un minuto para conocerse finalmente cara a cara.
¡Cuarta habitación finalizada!
Tienen todo el Viernes para socializar si así lo desean, el día sábado abriré la siguiente (y última) habitación.
¡Muchas gracias!
Una sonrisa triunfal curvó los labios de Cillian al escuchar el sonido de aplausos. Y no se lo pensó demasiado antes de tomar el maletín y abrirlo para ponerse lo que hubiese dentro.
—¡Finalmente lo logramos, eh! Por un momento pensé que no conseguiríamos descifrarlo a tiempo.
Se acercó a Gabby y la miró sonriente y contento por haber superado una prueba más. Por lo que había dicho la voz, ya solo faltaba una.
—Bueno, Gabby. Ha sido un placer hacer equipo contigo. Se nos ha dado bien. Espero que tengas mucha suerte en la siguiente. A ver si nos vemos en la salida.
Dentro del maletín encuentran un traje de trabajo de cuerpo completo color blanco. Y de pronto, la pared del panel detrás del maniquí empieza a moverse...
Pueden poner un último post aquí, y pronto les daré apertura a la siguiente habitación.
Cuando mencionó que una cita especial podría ser algo como esto, no pude evitar una risa corta. Sus palabras me hicieron pensar de nuevo en cómo había cambiado mi idea de lo que significa trabajar con alguien. Si esto era una "cita especial", había sido todo menos típica, pero algo en su humor ayudaba a aliviar la tensión. Quise preguntarle qué quería decir con lo de los japoneses pero, cuando pulsamos los botones, los aplausos acallaron cualquier pregunta o comentario que fuera a hacer.
La semipenumbra no ocultaba la expresión de satisfacción en su rostro, una sonrisa que reflejaba la misma sensación de logro que empezaba a instalarse en mí.
—Sí, finalmente lo logramos —respondí, dejando escapar una risa alegre. Mi tono aún llevaba un rastro de incredulidad como si, igual que él, no terminara de creer que habíamos conseguido resolverlo a tiempo.
Cuando abrió el maletín, me incliné un poco para observar su contenido. Me tomé un momento para procesar la instrucción de ponérmelos mientras Cillian ya lo hacía sin dudar.
Cogí el mío con algo de cautela y, aunque mis movimientos eran lentos al principio, finalmente me lo puse sobre la ropa.
Su despedida me hizo esbozar una sonrisa relajada aunque mis mejillas todavía sentían un leve calor. No estaba acostumbrada a que la gente valorase mi presencia.
—Gracias por todo, Cillian. Lo mismo digo —le respondí con la sonrisa bailando aún en mis labios.