—¡ HUEVOS! — grité a Martha que estaba investigando todo lo contenido en las alacenas. No pensaba que se tomar tan en serio lo de hacer el pastel, pero me agradaba saber que podríamos sobrevivir a base de bizcocho de vino.
Entonces bajé la voz, dándome cuenta de lo poco femenino y fuera de tono que había quedado esa interjección. Si mi madre me hubiera escuchado...
— Perdón, busca a ver si encontramos algo en la huevera — señalaba el mueble — Me rompe los huevos que esté tan ahuevada y me haya costado dar con lo de la harina. ¿Que crees que tenemos que encontrar antes, la botella o el contenido del paquete?. ¿Que fue antes el huevo o la gallina? — musité inquieta
Mientras estaba examinando las alacenas, Liv pegó un grito, diciendo algo de huevos.
—¡Coño! —gritó Martha, asustada a su vez. Por suerte, no tenía nada en las manos en ese momento, o se le habría caído—. ¿Huevos? —Repitió—. Aquí hay huevos. Voy.
Con el cartón de huevos en la mano, Martha se fue corriendo hacia el lugar donde estaba su compañera, con toda la harina desperdigada por la mesa. Echó un vistazo al papel donde estaba escrita una expresión típica de la cocina.
—«Para hacer un tortilla hay que...» —leyó Martha. Después, miró a Liv—. «...romper los huevos», ¿no? Pues entonces...
Miró la huevera que tenía allí. ¿Habría algo dentro de los huevos?
—Igual están las teclas del microondas dentro...
Cosas más raras se habían visto en un escape room.
Pensando en lo que le había preguntado Liv sobre qué iría primero, si lo de la botella o lo de la harina, se fue corriendo hacia la alacena.
—A ver, igual dentro de los huevos están las teclas —Cogió uno de los boles de plástico— y lo mismo las teclas tienen no solo números sino también letras, como en los móviles antiguos —Volvió hasta donde estaba Liv—. Y entonces igual hay que poner las teclas en el microondas —Cascó uno de los huevos en el borde de la isla de mármol y lo abrió sobre el bol—y pulsar los números que forman la palabra «LOVE».
Si su intuición era buena, habría algo dentro. Y si no, bueno, podrían hacer una tortilla. Bien grande.
Casco un huevo dentro del bol. A ver si hay algo dentro. Si lo hay, sigo cascando el resto de huevos.
Martha empieza a abrir los huevos dentro de un bol. El primero que abre tiene, pues, huevo. Lo mismo el segundo. Pero en el tercero, encuentra una tecla dentro, con el número 7 y más pequeños las letras "s t u". Abren entre ambas los huevos, en total 30 de ellos, para finalmente tener las teclas del microondas. Cada tecla tiene un número y tres letras, excepto el 9 que solo tiene "y z".
Al abrir el primer huevo, Martha se sintió decepcionada. No era más que un huevo normal y corriente. Pero había treinta huevos allí, y ella no necesitaba tantas teclas, solo nueve.
Y, ¡bingo! En el tercero había una tecla.
Miró a Liv con cara de alegría y formando una O con los labios. Pero se contuvo de gritar.
—¡Sí! ¡Sí! Rápido, ayúdame, ve cascando huevos, los que sean de verdad al bol y las teclas a otro sitio. Ay, leñe, me estoy poniendo perdida...
Era cierto, se iba mojando con los huevos que estaba abriendo, y no quería mancharse el traje, así que estaba intentando limpiarse en el borde la isla de mármol.
—No hay por aquí un trapo de cocina? Bueno, da igual.
Al fin tenían todas las teclas, y Martha las cogió y se fue corriendo al microondas.
—¡Corre! ¡Ven! Vamos a ponerlos.
Empezó a enganchar cada tecla en su lugar, de izquierda a derecha y de arriba abajo. Después, cuando estuvieron, observó las letras que había debajo de los números.
—Vale, pues la ele está en el cuatro —pulsó el cuatro—, la o está en el cinco —pulsó el cinco—, la uve está en el ocho —pulsó el ocho—, y la e está en el dos.
Pulsó la tecla del dos y esperó a ver si el microondas se abría solo o si hacía algún ruido que indicara que podía abrirlo.
Entiendo que estos son los números y letras:
1 a b c
2 d e f
3 g h i
4 j k l
5 m n o
6 p q r
7 s t u
8 v w x
9 y z
Si. Había que romper los huevos para hacer una tortilla. Martha tenía toda la razón y tomando el delantal, me dirigí a su lado, tendiendo el suyo en mi camino hasta alcanzarla. Ahora tenía claro para que servía, temiendo el arrepentirme por no ponerme el gorro.
A menor ritmo que ella, que me llevaba unos pocos de adelanto, también casqué huevos, obteniendo alguna de las teclas pringosas, dudando que al ponerla la viscosidad las dejara funcionar.
— Espera un segundo — dudé — Me recuerda a los teclados de esos móviles primitivos que teníamos. ¿Te acuerdas? — y apenas un segundo después de la pregunta me percaté de que debido a su juventud, era muy probable que no recordara esas antiguallas — Se precisaba presionar la tecla varias veces para poder escribir una palabra. ¿Sabes? Teníamos apenas 140 caracteres y nos comíamos la mitad de las letra para no pagar otro sms — evoqué ensoñadora — Me parece que eso va a funcionar así. Si no ¿cómo sabrían si es una A o una B? Prueba mejor con esta fórmula: pulsa tres veces el cuatro, tres veces el cinco, una vez el ocho y dos veces el dos — sugerí
—Mi padre tenía un móvil de esos viejunos, es un poco friki de la tecnología —respondió Martha—. Por eso me he acordado. Si no se abre pulsando una vez cada número, probamos como has dicho tú.
Lo dicho, si pulsando solo una vez cada número no se abre, probamos como dice Olivia, tres veces las dos primeras teclas, una vez la tercera y dos veces el último.
Martha pulsa los botones 4582, y la pantallita que muestra los minutos se enciende. Al probar abrir, lo logran.
Nuevamente, como en el cuarto anterior, suena una campanilla seguida de aplausos. En el interior del microondas se encuentran con un plato mediano, con galletas, brownies, fresas en trozos, y un dip de chocolate amargo.
-¡Excelente trabajo! Se han ganado un pequeño refrigerio.- De algún lugar de la habitación suena una vez más la voz misteriosa. -En unos momentos, el montacargas se activará y podrán continuar con la siguiente prueba. Sólo pueden entrar uno a la vez, pero esta vez no tendrán que decidir por quién lo usará. Repito, sólo uno a la vez. En "A Escape to Date" no nos hacemos responsables por daños ocasionados por no seguir las instrucciones.-
Apenas termina la advertencia, el reloj de cocina empieza a sonar con una estridente campanilla, y el montacargas se activa, listo para usarse.
¡Segunda habitación completada! Pueden poner un último mensaje de despedida, y de allí les daré paso a la siguiente habitación. No tienen que decidir quien se sube y quien no, pues ambas usarán el montacargas, solo que no al mismo tiempo.
Al ver que el microondas se abría y que empezaba a sonar la campanilla, Martha suspiró con alivio y miró a Liv.
—Uff, ha ido de poco, ¿eh? —dijo, todavía notando la tensión del momento—. Creí que no lo lográbamos al final, parece mentira lo rápido que pasan quince minutos.
Sacó del microondas el plato y lo llevó hasta la isla central. Ya de camino se comió un pequeño trozo de fresa.
—Ummm, puef eftán buenaf, fí feñor.
Dejó el plato allí y se limpió de nuevo las manos lo mejor que pudo, para quitarse los restos de huevo. ¿Pero es que no había un trapo por ahí? Ah, leñe, el sombrero. Mientras se limpiaba con uno de los gorros, le sonrió a Liv.
—Oye, mucha suerte en las siguientes pruebas, ¿eh? —dijo, mientras cogía una galleta y se la zampaba—. Eftán fiendo divertidaf, pero chica —Glup, ñom, ñom— qué estrés, la verdad. Me está dando hambre y todo.
Se comió una segunda galleta mientras miraba con aprensión el montacargas.
—No te creaf que me hace mucha gracia meterme ahí —Glup, ñam—. Pero bueno, así es la vida. Me llevo esto para el camino.
Cogió un brownie y se lo empezó a comer. Igual así le daba algo menos de claustrofobia meterse en el montacargas.
—Lo dicho, ¡mucha fuerte!
Martha se metió en el montacargas y esperó a que se la llevaran a otro lado. Mientras se ponía en movimiento y justo antes de perder de vista a Martha, Liv pudo escuchar una última frase de la muchacha.
—Ay, mierda, ¡me he manchado la chaqueta!
Pues lo conseguimos en el último momento. Gracias, Olivia, ha sido divertido ;).
Al bajar del montacargas, un pasillo de paredes de metal se extiende y cruza. Cada pocos pasos hay un cruce a derecha o a izquierda, hay momentos en que se escucha golpes metálicos y deslizantes. Finalmente está una puerta. Al abrir...