El silencio imperaba en la academia. La sensación era extraña, pasar del alboroto a esa paz era inquietante. Ni siquiera se les escuchaba ensayar. Luis, entre aburrido e impaciente, volvió de la cocina al salón con un cuchillo, se tiró al suelo y, junto a la marca que recordaba a Amaia se puso a carvar su nombre en el suelo mientras tarareaba una canción.
- Qué pasará, qué misterio habrá.... puede ser mi gran nocheeeeee
Luis Más saboteó aquí