Sigo sonriendo amablemente al hobbit, cuando de repente, algo hace que me quede parada durante unos segundos. Cuando consigo reaccionar, me agacho lentamente y dejo el plato en el suelo. Nadie más parece inmutarse. ¿Podrían haber sido imaginaciones mías? No, en absoluto.
Pese a la tormenta y el viento que causaban gran estruendo esa noche, estaba segura de lo que había oído.
-Problemas... -Musité mientras alzaba la cabeza levemente, clavando mi mirada en el techo que a su vez era el suelo del adarve.- Algo está pasando ahí arriba -Continúo diciendo, esta vez algo más alto para que puedan escucharme el resto.
Cruzo la estancia hasta llegar junto a los jergones de paja, dónde había dejado mi arco y lo tomo.
- ¿Os venís a comprobar que todo sigue como es debido? -Apremio, mientras compruebo que mi carcaj está bien atado a mi espalda.
Al ver el cambio en la expresión de Isilwen Borgo dejo de servir la segunda ración de Ozbeorn y deposito el bol en el suelo.
-¿Qué has oido exactamente? dijo mientras sacaba de su macuto sus pequeñas armas.
Borgo sabia mucho de los elfos. Más que la mayoría de la gente y sabía que había que confiar en sus sentidos e intuiciones.
El enano estaba contento de haber conseguido una segunda racion de comida, sin embargo la elfa del lugar se tenso al escuchar algo proveniente del piso de arriba. Ozbeorn no habia oido nada, o quizas demasiado. Afuera la lluvia y el viento eran melodias torturantes para sus oidos. Tal vez algo de accion no le vendria mal. Probablemente no seria nada. Nadie en su sano juicio atacaria en el medio de una noche tormentosa. Carecia de sentido. Aun asi era bien sabido que los sentidos de un elfo son los mas agudos que se pueden ser.
Si bien Ozbeorn no habia tenido necedidad ni oportunidad de interactuar con la mujer, asi le gustaba. No era necesario tentar los origenes de cada quien. Si bien el enano habia aprendido de una importante tolerancia por parte de su familia paterna, no podia evitar desconfiar de las intenciones de dichas criaturas, herencia materna. Pero el barbudo hombre se habia alegrado, en un desfigurado sentido, tras saber que deberia compartir ciertas horas con una representante de dicha raza. "La ignorancia es nuestro peor enemigo. Jamas los he conocido en persona. Tal vez sea solo mala fama". Aunque como dije antes, eso no era suficiente para haber entablado siquiera un acercamiento de presentacion mutua. Por lo que, ademas de la tormenta que afuera tronaba, Ozbeorn se levanto toscamente y agarro su hacha de dos manos que descansaba a su lado.
"Yo ire. Si vas con tu arco sera mejor que mantengas distancia, creo yo. Asi que si no os molesta cuida de mis espaldas". El enano se sorprendio asi mismo por la buena educacion. "Despues de todo es una mujer, no hay porque ser rudos... Vaya, lo que la buena comida puede hacer" -penso el enano dedicando una oculta sonrisa entre la poblada barba al joven hobbit mientras se encaminaba a las escaleras.
Sin dejar de mirar hacia el techo, atenta a cualquier otro sonido extraño, le contesto al hobbit:
- Alaridos... -Murmuro en bajo, lo suficiente como para que solo él y los que estén a poca distancia de mi puedan oírlo. Tras una pequeña pausa, prosigo:
- El adarve es la principal defensa de la torre... Y aunque el temporal no es el ideal para realizar un ataque... quizás busquen que justamente pensemos eso y por lo tanto, pillarnos desprevenidos.
Antes de salir en dirección a las escaleras, comienzo a comprobar que el arco está lo suficientemente tenso como para realizar su trabajo como es debido cuando el enano, del cual aún no me había percatado, me brindó su ayuda. Enarqué una ceja al ver que se comportaba de forma gentil conmigo. Realmente no me esperaba algo así.
- Me alegra ver que tendré algún tipo de respaldo. Te cubriré sin problema alguno. -Digo finalmente, mientras hago un movimiento firme con la cabeza.
Si bien los enanos no eran demasiado buenos compañeros por lo general, yo no iba a ser la que diese pie a una guerrilla con uno de los pocos que rompe con las malas opiniones vertidas sobre ellos.
Me coloco detrás de él, siguiéndole en su camino hacia las escaleras que dan al adarve.
Miro fijamente a la elfa, que dice haber oído alaridos arriba. Lentamente dejé mi plato en el suelo y miré alrededor, pero no vi nada ni tampoco escuché más que el viento y la lluvia. Pero quizás sería mejor revisar las demás estancias por si acaso... No iba a permitir que los demás fuesen a investigar sin mí, de modo que me levanté y tomé mi espada.
Ozbeorn, Isilwen, voy con vosotros.
Me situé tras la elfa y me mantenía totalmente alerta. Antes de salir del cuarto me dirigí al hobbit.
Señor Brandigamo, quédese aquí con el Jinete. Y vos, soldado, alerta. Aunque os sintáis enfermo, sabéis cual es vuestro deber en caso de peligro.
Sin más dilación, me dispuse a seguir al enano y la elfa.
Borgo se queda mirando a Demian muy seriamente. Durante un momento se pregunta qué haría su amigo en esa situación. La única respuesta que le dió al humano fue un encogimiento de hombros y una sonrisa.
Cita de Demian:
Antes de que tuviese tiempo a responder la elfa que nos acompañaba dio la voz de alarma. Algo sucedía arriba. En cierta medida agradecí la interrupción, pues me evitaba el molestarme en inventar alguna historia rápida con la que tratar de engañar a mi hermano.
Tomé mi espada, aún sin sacarla de su vaina para que mi hermano no la reconociese, ya que era una herencia de mi abuelo que me había molestado en restaurar hasta dejarla como la mejor de las espadas, y asentí.
-Estaré en guardia. Nadie que ose entrar en esta sala a perturbar nuestro descanso hallará compasión en mí- asiento con la cabeza, con el rostro oculto por el casco.
Salvo Borgo y Norwyn los demás suben por la escala de cuerda hasta la trampilla que da al adarve y el piso superior.
Todos podéis escuchar cuan fuerte arrecia la tormenta sobre la torre.
Abro nuevas escenas para ambos grupos, así me quito el problema de que se nos olvide postear en privado para los que estén en cada escena.