Partida Rol por web

Turno 2

El capitán orco apenas tuerce el gesto cuando la hoja élfica atraviesa su peto y le causa una herida en un flanco, tan poco le cuesta ignorar el dolor que alzando un grito de ánimo a sus hombres redobla sus esfuerzos contra ozbeorn.

Al ver como la hoja del orco se dirije hacia ella, la elfa consigue dar un ágil salto hacia detrás, esquivándola por los pelos.

Golpe tras golpe el Capitan Orco atacaba al enano y ni siquiera el gran tajo de Isilwen mermaba su impetu. El enano estaba enfurecido, no podia quedarse a la defensiva todo el tiempo. Cambio de postura su hacha y ataco. El orco era muy resistente pero algo de daño estaba seguro de haber conseguido hacerle.

Moviendose entre los orcos con gran rápidez y contundencia golpea sin cesar a unos y otros, dejando tras de sí un reguero de cadáveres, que se sostienen las tripas o se ahogan en su propia sangre.

Los dos orcos restantes enardecidos por los temibles golpes de su líder, lejos de acobardarse se decantan por atacar a Ergon entre ambos.

A pesar de la gran habilidad del guerrero Rohirrim para esquivar, sus heridas hacen mella en su físico, y no consigue evitar el último de los ataques. La espada orca, una sierra negra oxidada, se hunde en las tripas del rohirrim que cae de rodillas al suelo, con un quejido de dolor.

No muy lejos, otra docena de orcos se preparan para entrar en combate. Van bien armados y pertrechados, gritan insultos y vítores por la sangre que van a derramar en breve.

Ozbeorn bloquea el primer golpe del capitán orco, pero el segundo trastabillea y cuando parece que la espada del orco va a seccionarle un hombro consigue dirigirlo hacia el vació golpeando la hoja con su mano enguantada y es únicamente el tercer ataque el que consigue hendir su carne.

Esta vez, e lugar de golpear una sola vez al elfo Isilwen descarga dos veces su espada contra el capitán, quien sin duda es un guerrero formidable que tienen que quitarse de encima cuanto antes si quieren tener una posibilidad de seguir con la cabeza encima de los hombros.

El monstruoso orco bloqueó el primer ataque de isilwen y valiéndose de su fuerza la hizo retroceder tan solo para que ella volviera a cargar y esta vez consiguiera hendir su arma en la carne del oficial que únicamente se encaró con ella, mostrando sus amarillentos y afilados dientes.

Nunca he probado la carne de elfo, seguro que es más blanda y sabrosa que la de los enanos. - escupió en una mezcla de común y lengua negra.

Todos podéis ver ya a más de una docena de enemigos, entre orcos y hombres del este que se acercan rápidamente hacia donde se está librando vuestro combate. Los gruñidos se entremezclan con el tintinear de las mallas y el chocar de los aceros, impacientes por verter vuestra sangre.

Turno 3

Malherido, viendo como se me escapa la vida rápidamente a través de las heridas que difícilmente puedo taponar con una de mis manos, no puedo más que sacar fuerzas de flaqueza para acabar con los dos orcos que aún nos rondan. Dar una posibilidad a Isilwen y a Ozbeorn, de sobrevivir, es lo único que me resta por hacer.

Sé bien que no voy a salir de ésta, apenas puedo combatir y mucho menos moverme, tan sólo hay que verme trastabillar y balancearme de un lado a otro mientras me muevo, como si estuviera borracho y apenas me quedaran fuerzas para sostenerme.

Tanto es así que una vez rajo al último de los orcos caigo al suelo y necesito clavar mi espada en el suelo para mantener la vista fija sobre mis compañeros.

Hermanos, me quedaré protegiendo vuestra espalda. Aprovechad este momento para salvar vuestra vida y vengar la mía en días venideros. - les digo, casi en un susurro, toso, y escupo sangre. Es posible que tenga sangre en uno de los pulmones.

El enorme orco se vuelve hacia la elfa. En comparación con ella, parece casi un gigante con brazos tan grandes como las piernas de la guerrera.

Gira su arma sobre su cabeza y un tajo vuela sobre su pequeño objetivo, el cual apenas necesita un paso para escapar del mortal ataque. El orco sonríe, está divirtiéndose con el desafío que supone atacar a la sierva de Elendil.

Vuelve a arremeter con su arma en un segundo intento, esta vez algo mucho más tosco y al mismo tiempo certero, pues elige el pecho de la mujer para abrirla en canal, y apenas un momento después vuelve la hoja diagonalmente, agachándose lo suficiente para intentar seccionar el muslo.

Aunque herido soy capaz de continuar el combate, no puedo dejar a mis compañeros... es más, es mi deber y responsabilidad para con ellos. Así que aprovecho el regalo de Ergon y que el enorme orco dirija ahora sus atenciones a la elfa, para acabar con él, golpeándolo por el flanco.

Durante el intento del primer ataque trastabillo y caigo, teniendo que rodar y colocarme en pie justo en frente de él con lo que pierdo mi ventaja sobre el flanco - maldita suerte negra, bajo este cielo plomizo - reniego, y sin perder aliento vuelvo a atacar, esta vez el golpe está bien dirigido al torso de mi contrincante.