CHAMBELAN OTTO:
- Abres la cerradura y sales de tu alcoba a la antesala de las habitaciones privadas de Durius. Aquí es donde viven los sirvientes del Primer Caballero, pero extrañamente no hay ninguno.
- Abres la puerta exterior que da al Patio y sales al Patio del Castillo.
// Sale de escena: Chambelán Otto. - Sigue en: Patio del Castillo.
- Son pasadas las dos de la madrugada del sexto día de mayo de 958 cuando Durius regresa a sus estancias privadas seguido de su séquito de sirvientes de mayor confianza: Mikail, Vasilov y Enrietta.
// Entran en escena: Durius, Vasilov, Mikail, Enrietta.
Durius entró seguido de sus lacayos. Cuando todos estuvieron dentro, con excepción de Maserrak, se volvió hacia ellos.
-Cerrad la puerta -dijo-. Debo deciros que me siento especialmente orgulloso de vosotros y que vuestra lealtad y servicios serán adecuadamente recompensados. Todos y cada uno de vosotros habéis mostrado especiales rasgos que me son muy queridos y que estimo sobremanera. Es mi deseo que sigáis a mi servicio, si bien es altamente probable que vuestros quehaceres varíen y aumenten sobremanera vuestras responsabilidades. Habréis de trabajar duro, pues no será un camino fácil mas os aseguro que no habrá sacrificio que no goce de su correspondiente placer. Desearía extenderme mas pero no disponemos de ese preciado bien que es el tiempo, mas gozaremos de él más adelante. En el presente, no necesitaré de la armadura. O en ello confío. Limpiadla y bruñidla con esmero. Enrietta, necesito prendas nuevas y limpias. Estas ropas que porto no son adecuadas. Ayúdame en esa pequeña empresa. La corte del castillo no solo es presta a escuchar cotilleos, sino que además se regocija en formularlos. Cualquier detalle sirve para alimentar sus pobres vidas.
Entiendo que la tirada de percepción no ha tenido éxito alguno.
DURIUS:
- No tienes forma de saberlo, pero lo cierto es que nada te ha llamado la atención en el Patio.
- Maserrak y el Chambelán Otto llegan en ese momento a la antesala donde están Durius y sus tres sirvientes.
// Entran en escena: Maserrak, Otto. - Proceden de: Patio del Castillo.
Las palabras de Durius reconfortaron el corazón de Mikail. Había sido duro el trato recibido durante su ausencia pero ahora que había regresado, y vaya de qué manera, su suerte cambiaría. Por primera vez en mucho tiempo el lacayo sonrió e intercambió miradas de compañerismo con Vasilov y Enrietta. En cuanto entraron Maserrak y el Chambelán, Mikail se dispuso a recoger la armadura para limpiarla y bruñirla, eso sí, sin alejarse demasiado.
Hago una reverencia y me dirijo a su dormitorio a buscar prendas limpias para él cuando caigo en cuenta en mi desastrado y sucio aspecto. Me muerdo el labio y trato de no ensuciar nada cuando recojo prendas limpias para mi señor y las dispongo encima de su cama. Después me acerco a anunciar que está todo dispuesto:
- Mi señor, ya están preparadas las prendas limpias en...
Justo en ese momento entran Maserrak y el Chambelán. Al punto sello mis labios y me retiro discretamente al dormitorio, dejando que los caballeros charlen en la antesala, mas sin cerrar las puertas.
Asiento a las palabras de Nuestro Señor y miro de soslayo a Enrietta y Mikail. Observo en ambos los mismos sentimientos que albergo en estos momentos en mi interior.
- Ahora mismo. - respondo poniéndome manos a la obra junto a Mikail para limpiar y bruñir la Armadura del Primer Caballero.
Cojo la mitad de la armadura y me siento junto a la puerta.
Asintió a las palabras de Enrietta y se dirigió hacia la habitación, dispuesto a cambiarse la pobre ropa que portaba por unas vestimentas más adecuadas y sobretodo, limpias. Sin volverse, habló al Chambelán.
-Otto, ¿habéis cumplido ya con los quehaceres que os encomendé? ¿Habéis hablado con Dama Dubieta?
Asiento tras la pregunta de Durius.
-En efecto mi señor Durius. Quiso ver al malogrado Dvy pero la insté a que esperara a mañana para que se lo preguntara a usted mismo. ¿Puede dedicarme un momento para hablar en privado?
Me afano en ayudar a Durius a que vuelva a estar como corresponde a un señor de su categoría. Amontono las prendas sucias y decido que, antes de lavarlas, a lo mejor es importante el icor que las mancha. Hago un discreto montón para ofrecerselo más tarde a Maese Maserrak. Cuando el Chambelán pide audiencia privada, miro a Durius por si he de salir.
-Sí, claro. Entrad -comentó sin volverse hacia Otto de Sajonia y haciendo referencia a su habitación-. Enrietta, ayúdame a vestirme. Otto, podéis cerrar la puerta tras vos si con ello creéis asegurar la privacidad necesaria. Por ella no debéis preocuparos. Goza del don de la confidencialidad de su señor, un bien escaso y muy preciado. Sabe oír sin escuchar, escuchar sin oír y lo que es mejor, oír y escuchar. Hablad, Otto.
Asiento con una leve sonrisa en el rostro por permitirme la audiencia dado el corto tiempo que hace que ha regresado. Cierro las puertas tras de mi y le miro a los ojos.
-Antes de hablar de mis inquietudes y si no es demasiada molestia. ¿Qué ocurrió en la reunión? Me alegro de que pudiera escapar.
Espero a ver si me dice algo para continuar con mi inquietud.
-Quería comentarle que me he sentido bastante inútil en este asedio. Dada mi condición creo que debería ser de mucha más ayuda, dado el poder de algunos de nuestros rivales como hemos podido ver hace nada. Me gustaría entrenarme. Ser útil en batalla tanto en diplomacia. En lo segundo, y está mal que lo diga yo, pero ya soy muy diestro, en lo primero... debo reconocer que soy más un estorbo. Quiero pedirle permiso y guía para conseguir estos fines, estoy harto de tener miedo.
Durius miró a Otto. Este había experimentado un profundo cambio, como si ya no se tratara de él. Pero era su chiquillo y lo reconocía aunque no entendía las razones ni causas de aquella metamorfosis. Siempre había sido consciente de la discreción de la que Otto había hecho gala en cuanto a su condición de vampyr, consecuencia directa de su rechazo a tal naturaleza. Verlo postrado en el suelo, alimentando a Carcelero, ante testigos que habían observado con horror y asco tal hecho no había sido propio de él. Y saberlo ahora interesado en el uso de armas, un hombre que siempre había rechazado la violencia y que consideraba el orden y la diplomacia las verdaderas armas a usar...
-Eres libre de obrar como quieras mientras no desatiendas tus obligaciones, Chambelán. Busca un hombre de armas y que te instruya si así lo deseas. Respecto a tu pregunta, me temo que no alcanzo a comprenderte. ¿De qué debía escapar y a qué reunión te refieres?