Partida Rol por web

- Durius sale por las escaleras que conducen al Patio de las Mazmorras, seguido enseguida por Mikail, Vasilov, Enrietta y Maserrak.

-Ya era hora -murmura Carcelero hacia sus mazmorreros en cuanto sale el último de sus... visitantes-. Limpiad toda esta mierda, no quiero ver mis mazmorras repletas de bilis y sangres. Recoged los restos de ese demonio en un cofre y luego depositad al caballero Schaar en una celda aseada. Quitadle la armadura y cuidar de sus heridas. ¡Y tú, perro! -dice, gritando a uno de sus hombres-. Venda esos ojos con tela nueva. Y cuando despierte, avisadme.

Los mazmorreros se apresuran a obedecer las órdenes de su jefe.

Por ahora, Schaar Dvy no despierta. A pesar de todo, si se le examina atentamente, parece que lentamente sus heridas van curándose.

Cerca de las tres de la madrugada.

- Arggg mierda... - murmura Schaar mientras escupe al suelo, aún tremendamente malherido y sin moverse del lugar en donde le han dejado- Los jodidos ojos van a tardar tiempo en volver a salir... ¿Hay alguien por aquí o es que toca que alguien se mee o cague en los orificios de mis ojos o proceda a darme por culo?

-Tranquilo -dice una voz desde algún lugar de la oscuridad en la que ahora vive Schaar-. Nadie se va a mear en tus cuencas ni a darte por culo hoy. Y no te preocupes por tus ojos, sino por tus rodillas: cuanto antes vuelvas a poder hacer uso de ellas, antes podrás correr. Y necesitarás correr mucho.

- Es un traidor. No se por qué el capitán y tu no habéis evitado esto- las palabras de Schaar suenan finalmente en el calabozo- Ahora las órdenes del duque no podrán cumplirse.

-No soy yo quien debo decidir acerca de si es un traidor o si lo sois vos -dice la voz, calmada y serena, como cuando escalda órganos sexuales a sus presas vivas o como cuando separa la piel de los miembros con un cuchillo de hoja tan fina como un pelo-. Es mi Amo quien decidirá. Hasta entonces te haré daño, pero no morirás. Y no sufrirás ninguna pérdida irreparable, como las manos... No. Voy a romperte todos los huesos, voy a dejar que suelden de nuevo para romperlos otra vez. Pero si eres inocente y mi Amo así lo determina, recuperarás tu vida. Y si decide tu muerte, bueno, entonces morirás.

- Entonces no necesito correr, ¿no te parece Carcelero? Todo lo contrario: lo que tengo que hacer es esperar a que llegue el duque. Sólo... Farkas, el senescal, los propios objetivos de tu señor respecto al voivoda enemigo que yo vencí... dime... ¿quién crees que ha traicionado aquí?

Guarda un momento de silencio para luego negar con la cabeza. 

- Di lo que quieras, piensa lo que quieras. Pero no es tu amo quien decide castigarme. Es el que le ha traicionado.

-Yo no creo, ni pienso -dice la voz, tras una leve carcajada-. Nunca. A lo sumo, me permito distinguir entre la voz de mi Amo... y el verdadero Amo. Ahora, la voz de mi Amo ha ordenado que te torture y te reduzca a pulpa hasta morir. 

De nuevo una risa.

-Y voy a convertirte en pulpa. Pero tu muerte la decidirá el Amo cuando regrese, no Durius.

Schaar mira con sus ojos ciegos en dirección a la risa, y finalmente, se encoge de hombros.

- Tiene sentido. Es... ridículo. Pero tiene sentido. También es una putada que vayan a convertirme en pulpa pero supongo que hay cosas peores. Eso sí, si de verdad pretendes que no acabe con mi vida Durius, sólo hay una solución, y es que durante la mañana, tras reducirme a pulpa, me llevéis vos y el capitán a algún lugar a donde no pueda ir Durius, y digáis que me habéis matado. Si no, es evidente del todo que Durius no permitirá que hable con tu verdadero amo. 

-Créeme, si Durius te odia tanto como parece, cuando contemple la maravillosa Obra que voy a realizar contigo... en lugar de ordenar tu muerte se regocijará en tu vida. -La voz vuelve a romperse en una risa, franca, sincera, escalofriante-. De hecho, serás tú quien me llore cada noche para que te conceda la muerte. Cada noche. Pero no lo haré, descuida. Y ahora permíteme ofrecerte de nuevo el mismo consejo: llegado el momento permitiré que suelden bien... así que preocúpate por tus rodillas.

Ahora es Schaar quien ríe.

- Realmente no quiero provocarte, pero... se que no es lo más inteligente, pero nunca he sido lo más inteligente. Si tu idea para conseguir que te pida mi muerte es torturarme, creo que vas a fracasar Carcelero.- se queda un momento pensativo- Trataré de no odiarte. De todos modos no creo que a tu verdadero amo le complazca un sadismo extremo conmigo. 

-Al Amo le encanta eso que tú denominas... sadismo extremo. Soy como soy porque él así lo necesita, porque él así lo ordena. Hago lo que hago por él, para él. Yo soy mucho menos inteligente que tú, Caballero Schaar; pero aunque soy torpe y tonto, dos cosas sé. La primera es que todos los hombres, todos los demonios, tienen un punto de ruptura. 

La voz se silencia. No parecía enfadada, ni divertida, sino como... como si hablase para sí.

De pronto, vuelve a sonar. Suave. Húmeda.

Junto al oído derecho de Schaar.

-La segunda, que yo sé encontrar ese punto de ruptura -dice, en un susurro-. No quiero tu muerte, Caballero Schaar. Sé que me rogarás por ella. Pero no te escucharé.

Y tan rápido como llega, la voz se va.

- Si, es verdad. No he dicho que no lo tenga.

Y tras estas palabras, silencio.