Partida Rol por web

IACOBUS:

- La penalización visual por la armadura al Sigilo a larga distancia pasa de -4 a tan sólo -2.

- A corto alcance sigue siendo de -4.

TERCERO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.

UNA HORA TRAS EL OCASO.

DURIUS:

TIRADAS:

- Percepción + Consciencia - OCULTA.

- Destreza + Atletismo.

- Destreza + Sigilo - OCULTA.

- Astucia + Supervivencia - OCULTA.

MASERRAK:

- Te mantienes en un segundo plano en el acercamiento final hacia la Finca de los Basarab, esperando no ser divisado por los centinelas.

- Falke sobrevuela las alturas y te transmite algunas imágenes de la empalizada y los puestos de vigilancia. Parece que hay centinelas apostados y alerta, pese a que ya es de noche. Es casi como si hubiera pasado algo fuera de lo normal, aunque no alcanzas a comprender el qué.

- Tu caballo de monta responde bien pese a que no eres un gran jinete. Sin duda no es un caballo como los que montan tus compañeros, habituados a la nocturnidad y a lo sobrenatural, pero al menos logras hacer que te obedezca sin demasiados problemas.

DURIUS:

- Te alejas como una sombra movediza hacia el Sur, hacia la Finca de los Basarab.

- Amorteces tus signos vitales, consciente de que tan sólo pueden servir para delatar tu posición (principalmente el vaho corporal y el aliento). Tu corazón se detiene y no tienes pulso. Un cadáver viviente que sin embargo siente y siempre tiene hambre.

- El lugar está inusitadamente activo para la avanzada hora. Parece que buena parte de la guarnición está alerta y activa, de vigilancia. Debe de haber sucedido algo que les ha alertado. Te das cuenta de que algunos guardias alcanzan a ver el caballo de Maserrak... Bueno, tal vez eso te sirva como distracción.

- No ves a los Basarab pero intuyes sobrenaturalmente su presencia en la mansión, el edificio principal de toda la finca. Su sangre, antigua y poderosa. Deliciosa, la sangre que anoche probaste, tan distinta de la sencilla sangre campesina de la desdichada Innya.

- Te das cuenta de que puedes saltar a lo alto de la empalizada con insultante facilidad, gracias a la gracilidad sobrenatural que tienes cuando no llevas puesta la armadura. Puedes elegir cualquier punto de inserción en la empalizada en el Asalto 0.

IACOBUS:

- Pese a la oscuridad reinante, tus ojos evalúan el complejo militar de los Basarab, pues eso es lo que a tu vista te parece su finca. Puedes localizar a los soldados rasos del enemigo gracias a las antorchas con las que se iluminan y a los braseros con los que se calientan. Está claro que están en alerta, pese a lo avanzado de la hora. Algo ha pasado que no están todos descansando. Calculas unos treinta repartidos por toda la empalizada, en grupos de cuatro, y supones que haya una docena más en los otros edificios, ocultos de la vista.

Algo, algún instinto, alguna sensación, te indica que falta gente. Las fuerzas del enemigo han disminuido tal vez en un tercio de sus efectivos. ¿Habrán sufrido un ataque? Lo cierto es que no hay signos de ello.

- Cabalgas como todo un experto jinete, la voluntad de tu poderoso corcel de batalla reducida a nada más que a una extensión de la tuya propia. Sin embargo, no eres todo lo invisible y ciertamente no eres todo lo silencioso que desearías. Si los guardias de verdad están tan alerta como parece, es cuestión de instantes que acaben detectando tu presencia y la de Maserrak a tus espaldas (pues es menos hábil que tú). Quizá mejor así, tu presencia y la de Maserrak desvía la atención de Durius, el cual puede llegar a las líneas enemigas sin ser visto ni oído, gracias a la distracción.