Partida Rol por web

PADRE ADELMUS BASARAB:

- Finalmente, ha llegado uno de los días más importantes del año.

- Estuviste un mes de duros preparativos para dejar la Capilla del Castillo perfecta, casi todo el mes de marzo y algunos días de abril.

- Esperas que hoy esté todo listo para la doble boda.

- Dejarás a tu Sacristán Cosmin al cargo de todo en tu Iglesia en la ciudad, y el monaguillo Sandu te acompañará al Castillo para oficiar la ceremonia, que se celebrará a Mediodía.

Sandu llegó corriendo dentro de la iglesia, pero en cuanto vio al Padre Adelmus se paró en seco. Tragó saliva y respiró profundo antes de hablar.

-Pppadre, ppperdon pppor las molestias, volvió a respirar para tranquilizarse y empezó a hablar mucho más despacio. El carruaje ya está preparado. Se empezó a frotar nervioso las manos, deberíamos darnos prisa, ya sabe, hay muchos preparativos por hacer.

Esperó por un momento la respuesta del pelirrojo, pero le pareció mas sabio salir y esperar fuera. Empezó a andar despacio y sin hacer ningún ruido.

Nada más salir por la puerta soltó todo el aire que tenía dentro. Miró al carruaje y un ligero escalofrío recorrió su cuerpo. El aspecto siniestro del carruaje le ponía los pelos de punta. Se acercó a los caballos y les acarició los hocicos. Siempre le tranquilizó ver a esas bestias imponentes, tan nobles y en buen estado.

El clérigo carmesí no compartía en absoluto la premura de su joven ayudante. El asunto de las bodas parecía no interesarle en lo más mínimo, más allá del hecho de tener que oficiar la ceremonia por su propia salud. Los "enamorados" eran todo menos gente relevante para Adelmus, nobles sin tierra comprometidos con otros nobles sin tierra. Ni siquiera el sádico Gyula Kadar estaría presente ese día, una ausencia delicada para el sacerdote rojo.

"El Príncipe de Dios en Balgrad es ahora vulgar criado que entretiene con su cruz a unos amos aún más simplones que él. Sublime... Si mi antiguo maestro pudiera verme en este hermoso día..."

Ya dentro del monstruoso carro, le indicó a su pobre criado que emprendiera la marcha, valiéndose de un par de golpecitos en la pared frontal del pequeño cubil de pasajeros. Con las bestias levantando ya el polvo del establo, el fino párroco Basarab se sumió en una especie de amarga vigilia. La búsqueda de Niksaa era una verdadera cruz que lo atormentaba día y noche. Presentía que de una forma u otra aquella tarea le demandaría la vida, y probablemente una muerte aún más horrenda que la de Giorgina. Pero como si se tratara de una horrenda pesadillas, sólo podía avanzar estupefacto hacia su cruel destino, luchando tembloroso por volver a un lugar tan seguro como inexistente.

- El carruaje eclesiástico se aleja de la Iglesia, dejando a su cuidado a Cosmin.

- Sandu ejerce de cochero mientras el Padre Adelmus viaja en la relativa comodidad del interior del carruaje.

- Al poco están recorriendo las calles de la ciudad.

VALDAV KREVCHESKI:

- Sales del oscuro túnel de regreso a la Iglesia de Balgrad, justo a tiempo, pues tu antorcha está a punto de extinguirse justo en este momento.

- El lugar está oscuro y silencioso. El nuevo párroco de Balgrad no ha bajado de su campanario, o habría visto el pesado altar de piedra removido de su sitio, revelando el agujero que desciende a los túneles subterráneos.

- Te paras a escuchar un momento: Dirías que no hay nadie en la nave de la Iglesia ni en su planta. Nadie en el ábside ni en los transeptos. El clérigo sin duda estará en la sacristía.

- Desde fuera te llega un estruendoso sonido desagradable, es como si alguien arrastrase una montaña compuesta por rocas metálicas por los adoquines de piedra de la ciudad...

VALDAV KREVCHESKI:

- Afuera debe de estar comenzando a llover, te pare escuchar el repiqueteo de gotas de lluvia, e incluso se oye con claridad el retumbar de un trueno lejano.

Valdav asomó con cuidado la cabeza y apagó la antorcha. Se giró y la arrojó al interior de los túneles para que se perdiera en la oscuridad. Hasta que no estuviera seguro de que no había peligro, era mejor que si alguien llegaba pensaran que él se había metido en los túneles y que todavía no había regresado.

Esperó unos pocos segundos más totalmente quieto y en silencio, dispuesto a darse media vuelta y echar a correr por la oscuridad de los túneles... después de todo prefería morir perdido en aquellos túneles a que le apresara el enemigo y le torturaran.

Cuando vio que nadie aparecía se situó de nuevo junto al altar e hizo acopio de todas sus fuerzas para intentar dejarlo como estaba al principio.

VALDAV:

- Tirada de Fuerza + Atletismo.

Para ti supone un esfuerzo enorme mover ese altar de piedra sólida. Es cierto que pese a tu aspecto enclenque de erudito, la pureza de tu sangre Krevcheski hace que seas sorprendentemente fuerte para la delgadez de tus miembros, aproximándote en cuanto a fuerza física a la que podría tener un campesino acostumbrado trabajo duro. En cualquier caso, sabes bien que es un esfuerzo agotador.

VALDAV:

- Haciendo un supremo esfuerzo, empiezas a empujar el altar con todas tus fuerzas hacia su posición correcta. Ya ha hecho la mitad del recorrido, haciendo, por cierto, un ruido considerable; cuando alcanzas a escuchar algo. ¿O tal vez lo has imaginado?

- Te paras un momento, sudando profusamente por el esfuerzo pese a que es una noche fría (y parece que afuera está lloviendo), y entonces te parece sentir en tu mente el llamado del Koldun, procedente de los túneles que has abandonado, a no mucha distancia... ¿Estará realmente ahí abajo?

Si el Amo estaba abajo entonces no había duda alguna. Valdav debía acudir. Dejó de empujar de inmediato y corrió a coger otra antorcha de las paredes. Se introdujo un poco en los túneles y encendió la antorcha antes de encaminarse hacia el origen de aquel llamado que tanto conocía.

Quizá estaba herido y necesitaba de su ayuda. Fuera lo que fuera, daría su vida por su Amo.