Partida Rol por web

- El Patio permanece tranquilo y solitario. Sea lo que sea lo que esté sucediendo, está ocurriendo en algún otro lugar.

¿Estaría muy lejos el alba, o aún se perpetuaría esa noche infernal?

Elena no sabía si tenía sueño u los sucesos de las últimas horas se lo arrebataron, pero una cosa tenía clara, no podría conciliar el descanso hasta saber que todo estaba bien.

Corrió a buscar una frazada para cubrirse del frio y seguir observando por el alfeizar.

ELENA:

- Al volver, ya más abrigada, ves en el Patio del Castillo a tres personas: Dama Dubieta, su guardia Tomescu, y el joven Lindor de Slobozia.

Ahora la dama Dubieta está ahí abajo… ¿Cuántos seres malignos puede haber en este lugar?

Con un poco más de calor, se animó a salir del lugar y buscar una ventana más baja en la torre, tenía curiosidad de saber que pasaba, pero se negaba a bajar, pues en esos momentos su mente febril veía cada escalón en descenso como una escalinata al infierno. 

ELENA:

- No estás segura de si conseguirás escuchar lo que se diga, pero te parece que la Dama Dubieta está perturbada, quizá preocupada por su hijo.

SIRVIENTA ELENA:

- Mientras tú estás ahí sin hacer nada, afuera prácticamente ha parado de llover y abajo en el Patio hay un movimiento constante de los que van y los que vienen.

- En este momento están presentes las dos Damas nobles con sus guardias personales, Tiberiu el hijo de Dama Dubieta, el Paje Lindor, el Capitán Zarak y uno de sus guardias ducales, y ahora acaba de llegar el Chambelán, blanco como un cadáver bajo la luz de la Luna.

Elena se preguntó si la pesadilla habría terminado.

Con cuidado bajo de la torre, pues aun si todo parecía ir bien, la dama a la que servía seguía siendo una persona despreciable y no se podía augurar nada bueno de un castillo en el cual las apariciones junto con las desgracias fueran tan comunes como las flores de la floresta.  

ELENA:

- Bajas las escaleras hasta llegar a la puerta que conduce al Patio del Castillo. Te parece que podrías necesitar una antorcha.

Tras soltar una plegaria, Elena busco algo con que iluminarse, ya que no le apetecía salir en la penumbra.

Si no mal recuerdo, los seres malignos tienen preferencia por la oscuridad.

Tal vez me sirva una cera, un farol, o una lámpara, da igual, con una antorcha me bastaría. 

ELENA:

- Encuentras un candelabro con nueve velas y un yesquero.

Una vez armada con el candelabro, tras prenderlo usando el yesquero.

Elena se aventuró fuera de la torre. 

- Elena sale al Patio del Castillo.