Partida Rol por web

Cojo en brazos rápidamente a mi fulana y cargándola en mi hombro izquierdo salgo del reservado diciendole a Tch´: Sea, nos veremos ahí fuera. Si tienes problemas grita, si me traicionas te clavaré una estaca y esperarás al amanecer sentado en una silla. Hasta luego, amigo. - me despido sonriendo...

Una vez fuera de la trastienda adopto el aspecto más intimidador que puedo y grito: ¿¿QUIEN ESTA AL MANDO?? Mientras miro en derredor en busca de mis ghouls. Si no están o estuvieran muertos, con la mano con la que sujeto mi daga arrancaría la yugular del que pareciera estar al mando. A los demás les tiraría con todas mis fuerzas a la fulana...

En caso contrario, ya veremos...

Aspecto intimidador con Obtenebración 1
Ataque con la daga con celeridad y Lanzamiento de prostituta con potencia 4.

El caos se desata en el interior de la cervecería-prostíbulo. Los soldados comienzan a incendiar el local sin ningún contemplamiento y, a la vez, impiden la salida de ninguno de los parroquianos. En unos instantes aquello se vuelve un baño de sangre. Tch'moar no espera a su nuevo "amigo", sino que tras observar escasamente el entorno tensa sus antinaturalmente hinchados músculos y salta, atravesando el frágil techo de la habitación para desaparecer por él en cuestión de segundos. Mientras tanto el íbero desenfunda su daga y se ve envuelto en la situación, cada vez más peliaguda, pues el local empieza a arder por los cuatro costados. Unos hombres musculosos y de aspecto aguerrido que se encontraban sentados no muy lejos se han unido a la reyerta.

No es tan sencillo guardar la compostura cuando la sala en la que te encuentras está prendiendo por los cuatro costados. Fuego. Tu bestia se remueve desde los confines de tu conciencia, tratando de estirar las riendas, tratando de alejarte de lo que para ella es una muerte segura y horrible.

A tu lado aparecen en seguida dos figuras oscuras que reconoces inmediatamente como tus fieles ghouls. Deberás luchar para sacarlos de ahí si quieres conservarlos. Los soldados parecen decididos a conseguir que todos los ocupantes del antro mueran ahogados o abrasados...

El caos se desata en el interior de la cervecería-prostíbulo. Los soldados comienzan a incendiar el local sin ningún contemplamiento y, a la vez, impiden la salida de ninguno de los parroquianos. En unos instantes aquello se vuelve un baño de sangre. Los dos extranjeros reaccionan rápidamente, el kushita atraviesa el techo de un poderoso salto mientras el otro queda para unirse a la reyerta con dos aliados kushitas. Los soldados, según tu plan, se unen a la reyerta, creando todavía más confusión.

El caos se desata en el interior de la cervecería-prostíbulo. Los soldados comienzan a incendiar el local sin ningún contemplamiento y, a la vez, impiden la salida de ninguno de los parroquianos. En unos instantes aquello se vuelve un baño de sangre. Tch'moar no espera a su nuevo "amigo", sino que tras observar escasamente el entorno tensa sus antinaturalmente hinchados músculos y salta, atravesando el frágil techo de la habitación para desaparecer por él en cuestión de segundos. Mientras tanto el íbero desenfunda su daga y se ve envuelto en la situación, cada vez más peliaguda, pues el local empieza a arder por los cuatro costados. Unos hombres musculosos y de aspecto aguerrido que se encontraban sentados no muy lejos se han unido a la reyerta.

No te da tiempo a ver mucho más. Entre movimiento y movimiento, cambias el objetivo de huída, pasando el potencialmente muy peligroso de la puerta al mucho más discreto y efectivo del techo originado por la salida de Tch'moar. Desde lo alto del techo apenas puedes ver la huída del kushita, pues transcurre a una velocidad antinatural. En el exterior del antro hay otra docena de soldados cubriendo las salidas con lanzas y jabalinas.

Y ahora nacerán los auténticos soldados... Fue el último deseo que su sangre rservaba para tan inesperado contratiempo. Retirando sus pasos hasta la entrada de los almacenes, fijó sus deseos en ponteciar tal conducta. Aunque se trataba de un espectáculo digno de disfrutar, el fuego comenzaba a ser un inconveniente, por lo que decidió retirarse a las salas anteriores. Esperando encontrar a sus siervos, para invitarlos a salir de allí con rapidez. No quería perderse las cenizas de su cervecería así salió tras ellos entre las sombras, temiendo que fuera el sacerdote lo que buscabaran... era una forma rápida de hacerle salir, quizás se arrenpintieran de ello, pero necesitaría un as ne la manga, por lo que decidió buscarse la salvaguarda que una vez le ayudó a sobrevivir.

Visto lo visto, lo más sensato es una retirada prudente. Me volveré al reservado lo más rápido posible y escaparé por la abertura que dejó Tch´. Con mis dos ghouls. Si no pueden moverse los cargaré al hombro. Y si pueden hacerlo y aun así no pueden saltar los lanzaré yo. Ya habrá tiempo para lamernos las heridas. Si podemos ponernos a salvo, recuerdame que de caza a todos y cada uno de los guardias causantes del fuego.

Una vez fuera, el brujo inspecciona los alrededores de inmediato, preparado para correr si se encuentra rodeado de soldados.

El fuego se extiende con rapidez mientras te repliegas a la trastienda de la cervecería y tratas de reunir a tus fieles. El ruido de la lucha resuena por encima del creciente clamor de las llamas. Pronto descubres que la salida posterior también está vigilada, pues al llegar a ella ves uno de los sirvientes de la cervecería atravesado por una jabalina y todavía retorciéndose del dolor y desangrándose. Un enorme estruendo en el techo del local hace que instintivamente te enconjas de hombros, aunque el destrozo parece ser en la sala común.

Os retiráis rápidamente al reservado de donde habías salido y en segundos ya estás alzando a tus ghouls hasta el techo (lo que no te cuesta ningún esfuerzo). Luego tú también subes al techo. Tch'moar parece que haga un siglo que ha desaparecido y desde vuestra posición de altura puedes ver que una docena de soldados más cubren el perímetro del local. Y os han visto. O tal vez advirtieron los ruidos en el tejado y ahora habéis aparecido vosotros. En cualquier caso la altura no es tanta ni la casa tan grande como para no poder acertaros con sus jabalinas y parece que se están preparando para ello.

Como te temías el local está rodeado de soldados. No tantos como para suponer una seria amenaza, pero sí los suficientes para que pudieras salir mal parado. Tal vez una docena. Guardias del palacio. Bien armados, con lanzas y jabalinas. Y tu presencia no ha pasado desapercibida. Hacen bien su trabajo y en segundos estarán arrojando peligrosas jabalinas hacia ti.

Unos cuantos pasos, algo de decisión y unos movimientos inhumanamente rápidos te alejan rápidamente del peligro. Antes incluso de salir del radio de acción de tu homúnculo el vínculo se rompe, probablemente por la destrucción de la sala, pues no había conseguido escapar del caos de la sala. Ya habrá tiempo de averiguar qué ha pasado exactamente y cuál ha sido el resultado.

Desde el tejado observo la huida trepidante del "kushita", es inteligente. Su velocidad desde luego parece ser considerable y no vale la pena seguirlo. Aun asi observo si la direccion que toma le lleva a recogerse bajo el manto protector de Osiris.

Si bien el Kushita da muestras de inteligencia del Ibero no puedo decir lo mismo, una lucha abierta contra los soldados del faraon dentro de un local en llamas no es lo mejor para un vastago. Lo que asi mismo me urge a salir del techo, pues no soy amigo de las llamas.

Me recojo un momento en algun lugar del que pueda observar el local como transcurre el incencio y si veo salir del edificio con vida al Ibero, al Setita o a cualquier otro conocido. Eso si lo suficientemente lejos como para sentirme seguro.

Tras ver salir a Aen-ka-beles y ver hacia donde se dirige o un tiempo prudencial en caso de que no lo vea salir, me dirijo raudo hacia palacio.

Le pido las nuevas a mi goul y le despido por esta noche, no sin antes darle instrucciones para que se acerque a algun de los lugares que conozco y cuente las nuevas "soldados del faraon han entrado en el luparar de Joseth y lo han quedao hasta los cimientos, sin dejar salir a nadie....", amen de que "parece que buscaban a alguien, quizas al propietario del local", "ultimamente han sucedido cosas muy extrañar por las cercanias", "un Kushita muy extraño pululaba por el local"...

Tras despedir al goul me dirijo al local de Arquiro, si es que este ya a salido de palacio, a ver si puedo cruzar algunas palabras con el.

¡Corred!- grito a mis ghouls. Necesitamos salir del circulo. Atravesadlo por donde menos soldados haya y esperad a que nos sigan.

Mi plan consiste en saltar de la chabola y correr hacia las callejuelas. Una vez allí masacraremos a estos pobres infelices. Usaremos celeridad y combatiremos a muerte. Y más tarde buscaré a Tch´ para continuar la mision.

Alterado por la violencia, la sangre desatada, la violencia y, sobre todo, el fuego que prende por los cuatro costados, atrapado como una rata en un barco, el miedo hace presa en tu corazón y la bestia se despierta para tomar posesión de tus acciones y tu conciencia.

Pierdes el dominio de la situación, de tu cuerpo, de tu mente. Al despertar tu mente es un caos de recuerdos confusos y sentimientos semi-reprimidos. Tus manos están manchadas de sangre, tu cara indudablemente también. Sientes el recuerdo del dolor y te encuentras palpando en los lugares donde al parecer te hirieron, pero de los que no hay huella y también las señales de las quemaduras que sí han dejado una señal. Señal que tardará tiempo y sangre el curar. Por fortuna reconoces la familiaridad de tu refugio, la sala interior del templo de Set, estás a salvo.

Has sobrevivido a la quema de tu local, pero ahora se abren muchas incógnitas: ¿tendrás tiempo de recuperarte y adaptarte a los acontecimientos? ¿quién envió los soldados y por qué? ¿dónde está tu sire y qué quiere hacer ahora? ¿dónde encajas tú en sus planes?

Lo peor de todo es que resulta evidente que en tu estado no podrás hacer gran cosa los próximos días.

Saltas con facilidad al suelo y luego cargas hacia el círculo de frágiles soldados. Con decisión y cierto sadismo sólo parcialmente reprimido acabas con un par de vidas antes de darte cuenta de que tus ghouls no pueden seguirte el ritmo. Tu hombre de armas si ha conseguido reponerse rápidamente del salto esquivar una jabalina y encararse a uno de los soldados cercanos, pero la bella mujer en la que confiabas poder delegar temas diplomáticos sólo ha caído al suelo para recibir una jabalina en pleno torso.

Por fortuna la situación da un giro inesperado al desatarse una furiosa batalla en el interior de la cervecería en la que como resultado aparece un soldado catapultado brutalmente hacia el exterior. Un hombre vestido con ropas de sacerdote aparece en el marco de la puerta, la boca ensangrentada y un soldado muerto a sus pies. Es evidente que es un vástago, sus colmillos desplegados como están, pero está frenético. Estratégicamente es tu vía de escape, pues toda la atención se ha girado hacia él. Sea quien sea no es este el mejor momento para enfrentarse a él, si es que debieras hacer tal cosa...

Tienes muchas cosas en la cabeza en las que pensar y una de ellas es tu fidelidad. Si eso es lo que mide la puerta protegida del templo de Osiris esta vez no volverás a pasar la puerta. Sabes que tu fidelidad se resquebraja, al par que tu interés en ellos. Sus secretos te atraen, claro, pero su forma de actuar no te place. No te place en absoluto. Si la situación fuera diferente... Tal vez eso sea lo que está pasando, que la situación cambia ante tus narices. La cuestión está en qué vas a hacer ahora.

En la lejanía puedes sentir, más que ver, el caos desatado por el incendio de la cervecería y los gritos de dolor y agonía de los heridos por las armas de los soldados. ¿O eso que acabas de oir ha sido el grito de un soldado? ¿un "rugido"? Ummmmm. Aen-ka-Beles no ha sido tan rápido como tú, pero podría ser interesante esperarlo para saber cómo contactar nuevamente con él y que te contara más cosas...

Te retiras de la escena lo suficiente para que los soldados no puedan reparar en tu presencia en lo alto de un edificio tras ellos desde el que puedes contemplar parte de los acontecimientos. Puedes ver cómo el íbero y los suyos, que han salido por el tejado tras los pasos del kushita, descienden torpemente a la calle de nuevo y se enfrentan a un costado de los soldados, resultando el tal Aen-ka-Beles bastante mortífero. Da la impresión de que van a tener las cosas bastante complicadas, por mera cuestión de número, cuando suena un "rugido" y aparece por la puerta del local un soldado catapultado varios metros y, tras él, andando más bien encorvado, un hombre vestido como sacerdote pero con el rostro desencajado, lo que tú dirías que son unas fauces vampíricas y la cara y manos bañadas en sangre. Lo reconoces escasamente como Joseth. Pronto los soldados se abalanzan contra él, durando el enfrentemiento escasos segundos. El hombre-bestia furioso y frenético en el que se ha convertido el setita despedaza a otro soldado y se lanza a una loca carrera que le saca del combate y de la zona a toda velocidad.

Aen-ka-Beles aprovecha el momento para huir en dirección al río. Habiendo cumplido tus objetivos y habiendo visto cosas realmente interesantes para una noche, te retiras hacia palacio para hablar con tu ghoul e impartirle instrucciones sobre nuevos quehaceres. Hablar mal sobre los setitas y, sobre todo, Joseth estos días no va a resultar muy complicado.

Tras esto, ya por fin, puedes dirigirte al taller de Arquiro, el lugar donde más seguramente le encontrarás.