Partida Rol por web

El templo, aunque que complaciente, no se muestra nada dispuesto a dar un solo paso.

- No es el momento todavía -replicaría secamente Kissa. Es su última palabra.

Aunque aliados, sus recursos parecen limitados y no están dispuestas a arriesgarlos por tu causa. No intentarán nada contra los setitas de momento. De hecho, por fortuna, en Bubastis no hay templo de Set.

Por otro lado, a lo que sí accede es a mandar a buscar a tus compañeros de templo. En las siguientes semanas se van reuniendo los sacerdotes supervivientes, incluyendo al sumo-sacerdote. Al poco se habla de formar un pequeño templo de Osiris en la ciudad, pero Issa se muestra receloso. Les ha costado mucho zafarse de la persecución de los setitas, incluso algunas vidas (de sacerdotes y fieles seguidores que les dieron protección) y no quiere cargar con más muertes a sus espaldas. Accede, tras ruegos de los sacerdotes, a la apertura de una pequeña capilla y a realizar los oficios correspondientes para atender las necesidades espirituales de la ciudad, pero nada verdaderamente institucionalizado.

Tu corazón se tranquiliza y descansas mejor por la noche cuando te reunes con el sumo-sacerdote. Su presencia es una bendición para todos.

La paciencia va dando su fruto. Lo vemos cuando poco a poco los miembros disgregados del Templo de Osiris se va agrupando dentro de las estancias de la Orden de Bastet. La presencia de Issa me reconforta. Me intereso por el estado de todos los llegados y les narro nuestro viaje. También comento que lamentablemente el templo de Bastet no nos prestará ayuda inmediata para combatir a la Orden de Set.

- Issa, he llegado hasta aquí para solicitar ayuda a los Dioses. Tal vez tu puedas comunicarte con ellos y pedirla por todos -

- Me temo, Kemet, que sólo la sacerdotisa puede interceder por nosotros. Osiris nos protege y por eso continuamos con vida, pero la situación es delicada y Kissa tiene razón, no debemos llamar la atención sobre nosotros. Consigamos fieles, mantengamos la fe, crezcamos interiormente y asegurémonos poder continuar existiendo. La oportunidad llegará. Horus regresará con nosotros -diría el viejo con voz cansada, falta de energía.

Los años se suceden detro del cobijo del Templo de Basket. Walidah conserva su juventud gracias a la donación de nuestra sangre. El mundo cambia lentamente a nuestros ojos mientras una generación humana se sucede como si de un abrir y cerrar de ojos se tratase.

Añoro a mi familia, mis padres habrán muerto. Y en cierto modo algo de lo humano también ha desaparecido con el paso del tiempo. Gracias a las enseñanzas de Issa consido dominar a la bestia lo mejor que puedo.

Durante todo es te tiempo no hemos tenido noticias del Templo de Set, pero tampoco se ha cumplido aún la profecía del retorno de Horus.

-¡Kemet, Kemet, ven, corre, hay noticias! ¡Dicen que Horus ha vuelto! -exclama la joven, no pudiendo reprimir, pequeños saltos de alegría. Sin dudarlo un momento te estira del brazo y comienza a correr, arrastrándote hacia el patio interior del templo de Bastet.

Allí, en el patio interior del templo, observas a las sacerdotisas "formadas" ante su superiora, la mujer que sucedió a la mujer que sucedió a Kissa, aquella que os acogió en la ciudad. Tanto tiempo ha transcurrido...

-Sacerdotisas y acólitas, esta es una gran noche. Cuando la luna llena se alce sobre nuestras cabezas, el pesado yugo del faraón y su corte de serpientes se habrá esfumado para siempre. Horus ha regresado, la Orden de Isis vuelve a estar activa. Avisad a todos.

Y se retira a la cámara interior. Hace tiempo que ya no disfrutáis de la información privilegiada de la que disfrutásteis a vuestra llegada, pero Issa está allí para hablar también con vosotros.

-Kemet, sacerdotes y acólitos fieles al credo de Osiris, nuestro tiempo ha llegado. Cuando llegue la luna llena seremos libres de nuevo. He visto a Horus en toda su magnificencia. Ha regresado de la tierra de su padre Osiris y está dispuesto a reordenar Egipto, a dotarlo de nuevo del Maat(1) que tanto tiempo le ha sido negado. Cuando llegue ese día, seréis libres para ir donde queráis e instruir a aquellos que os quieran escuchar en la fe a Osiris y en la vía recta del Maat. Hoy es un día feliz -una lágrima brillante se desliza por su mejilla.

- Y se personificará? Aquí? Debemos hacer algún tipo de ritual? -

A pesar de haber desarrollado mis habilidades, incluso haber aprendido otras nuevas no consigo percibir la presencia de Horus o cualquier fuerza divina en las inmediaciones. Espero que Issa tenga razón. Su llegada nos permitiría reestablecer el orden ansiado.

Duermo durante el día para estar al máximo de mis posibilidades esa noche. mi relación con Walidah también ha crecido durante este tiempo y pronto pediré a Issa que ella se una a mi en ceremonia.

-No, hijo, no. No hace falta ningún ritual para traerle entre nosotros, pues ya lo ha hecho él con sus propios pies inmaculados. Esperaremos y verás.

No contesta más preguntas al respecto y se muestra enigmático sobre el asunto, pero pronto puedes comprobar que tiene razón. La siguiente noche de luna llena las mujeres y hombres gato, así como multitud de fieles, casi se podría decir que toda Bubastis a un tiempo, se sacuden el yugo de la religión impuesta de Set y de sus sicarios. Bubastis es libre y pronto Egipto también lo estará. Así lo dice Issa. Vuestra nueva tarea, expandir de nuevo la creencia en Osiris y guiar a los egipcios en el camino de la libertad sin la tiranía de los malvados no-muertos.

Hoy Issa te reclama a su lado para discutir tu futuro. Hoy Issa quiere saber dónde irás.

- Iré allí donde el Templo necesite de mí. He aprendido mucho sobre la guerra en estos años y os lo debo. Estoy impaciente por la anunciación de Horus. Espero que consiga poner fin a todo esto. Lo que me asusta es que si Horus puede venir, también lo haga Set. Esto se convertiría en una guerra de Titanes en la que los mortales salgan muy perjudicados -

Miro a Walidah, está dormida en el lecho. Tras despedirme de Issa, me recuesto junto a ella. El Sol saldrá pronto y tendré que retirarme.

Es el propio el Issa el que oficia vuestro casamiento antes de vuestra partida hacia el sur. Algunas sacerdotisas de la diosa-gata asisten, así como algunas otras amistades de gente tan sabia como para reconocer el bien que hacéis a la ciudad con vuestra presencia. La ceremonia, emotiva como toda ceremonia que una a dos enamorados, tiene lugar en el propio templo de Osiris, sus muros ni siquiera comenzados a alzar, pero dirigiendo los rezos y plegarias el sumo-sacerdote, los dioses escuchan, bien seguro, vuestra unión. Os bendice y os junta las manos en símbolo de unidad. Esa misma noche redescubrís los placeres de los enamorados.

Al día siguiente debéis partir. Issa, viejo y cansado ya desde antes de ser abrazado, ha decidido quedarse en esta acogedora ciudad y fundar un nuevo templo que honre esa ayuda prestada durante tanto tiempo, bendiciendo con la buena muerte a aquellos merecedores de tal honor. Otros hermanos del culto salen también con vosotros en dirección al Sur, a expandir la fe en el señor de la tierra de los muertos y el Maat.

Viajáis hacia el sur en comitiva y poco a poco algún miembro se va separando, dirigiéndose hacia otros lugares del Delta. Otro de los hermanos se queda en Heliópolis y pronto quedáis sólo uno más de vosotros, Walidah y tú, como habitantes de la noche. Un pequeño grupo de mortales os acompaña, portando fardos de comida, ropa, unguentos y otros abalorios acumulados durante todos estos años para poder comenzar con el culto en cuanto fuera posible. Media docena de hombres, algunas riquezas y una fiel esposa como patrimonio para comenzar de nuevo en Menfis. Una llegada muy diferente de la que aconteció hace ya tanto tiempo.

Bubastis o Per-Bast es una ciudad del Delta, adaptada a estos nuevos tiempos de guerra instaurados por Narmer. Sus altas murallas fueron destruidas con la llegada de los ejércitos del sur, pero al cabo del tiempo sus habitantes se adaptaron y reconvirtieron la ciudad en un bastión del sur en el Delta. Su culto, curiosamente, fue respetado. Bastet, la diosa gata, impera más que cualquier ejército en la ciudad y un pequeño ejército de felinos patrullan sus calles sin descanso, librando a los habitantes de las plagas de roedores que infestan otros lugares dedicados a la agricultura.

El único edificio realmente reseñable es, de hecho, el templo de Bastet, central en la ciudad y construido todavía en madera, aunque de grandes dimensiones, con un techo curvo de más de 6 metros de altura. Dos esculturas hierática de gatos custodian la entrada del recinto.

Las gentes se muestran curiosas a la vez que silenciosas y, a veces, un tanto hoscas, como si de gatos mismos se tratara. Aún así, el recibimiento caluroso a las gentes que vienen del sur no parece ser común. Si hay algo que aprecien en esta ciudad es su propia libertad. Y en este caso parece haberles costado caro el conseguirla.
 

La situación está clara para ti: te han traído de vuelta bajo las narices de la propia guardia del faraón con un solo propósito, que les ayudes a enfretarse a la ira del faraón Hetepsejemuy, noveno rey en gobernar la Tierra Negra tras el unificador Narmer. Su intención es someter a los poderes de la ciudad y para ello no duda en recurrir tanto a jueces como a militares, gobernantes y sacerdotes.

De momento, y teniendo en cuenta la situación en la que me encuentro, mi odio hacia los Setitas y hacia el emperador y mi situación de extraño en ésta ciudad, me conviene quedarme en el templo y ayudarles al máximo a hostigar y sabotear los planes del emperador. Es una empresa dificil. No, imposible. Los Setitas dominan la capital del reino, y es sólo cuestión de tiempo que la fuerza del faraón domine toda ésta tierra. Mi progenie ha desaparecido, o muerto, y ellos son muchos más. La tarea es imposible, pero eso no quiere decir que la caída de Bubastis sea inminente, que yo no pueda aprender nada del Templo de Bastet, ni que pueda encontrar divertido frustrar ciertos planes del emperador.

Comenzaré ganandome la confianza del templo con acciones directamente encaminadas a ello. Adoraré a la Diosa y a la gata anciana (que me recuerda demasiado a aquella Theoris que conocí cuando aún caminaba bajo el sol, demasiado como para ignorarlo), participaré en todos los rituales como uno más hasta donde no les resulte ofensiva mi condición. Si me lo piden ayudaré en las ceremonias públicas que se realicen de noche jugando con las sombras de las velas para provocar una mayor devoción hacia el templo. Cuando la tensión sobre la ciudad sea evidente otra vez, estaré preparado. Al menos falta mas de 10 años para que el faraón ordene arrasar toda oposición. Tiempo más que suficiente para seguir entrenando físicamente mi cuerpo y mi alma. Los hechos del templo de Osiris, en Menfis, me dieron la razón. En última instancia, es tu cuerpo tu única posesión. Es tu cuerpo lo único que puede librarte del fuego y del sol cuando la cosas se ponen todas a la vez en tu contra. Sin embargo, todo lo aprendido anteriormente tiene que tener un sentido, y es innegable que posee cierta utilidad.

Mi entrenamiento irá dirigido durante largos años a mejorar mis habilidades de combate y mi dominio del Abismo, aunque ésto lo haré siempre en privado. En mi refugio. Mediante meditación. Alcanzar un mayor conocimiento del poder oscuro es fundamental para la supervivencia. Y para mis próximas misiones será una herramienta nada desdeñable. Con ello intentaré tambien mejorar mis sentidos y mi sigilo. El arte del guerrero debe evolucionar con sus enemigos. No puedo seguir pensando como un hombre cuando ya no estoy atado por las mismas limitaciones físicas. La gata parecía ser algo más que un simple animal. Parecía haber algo MUY sobrenatural en ella, pero sin embargo me admitió en el templo. Supongo que de ahora en adelante, como miembro de la plantilla del templo, la serviré a ella. He oido muchas historias acerca de Vastagos que consiguen comunicarse con los animales. Intentar aprender algo de la gata anciana aumentaría muchísimo la eficiencia de las misiones. Sólo con poder comunicarme con los gatos de la ciudad estaría mejor informado de todo que el mismo Faraón. O que el mismo Sumo Sacerdote de Set. Sea quien sea ahora mismo.

En cuanto a la vida nocturna. Me interesa conocerla pero no participar de ella. Intentaré conocer personalmente a los vástagos que se mueven en los círculos más marginales de la ciudad, pero mi condición de agente útil contra el Faraón me impide relacionarme con los Vástagos más nobles o con la misma vida nocturna. Supongo que el número de vástagos habrá aumentado en éste tiempo y que además estarán organizados, probablemente más allá de sus propios clanes. Pronto serán incontables, como las arenas del desierto. Es cuestión de tiempo. Mi relación con ellos no debería pasar de simple formalidad. Y en ningún caso deberían relacionarme con el Templo. Eso nos pondría en peligro otra vez.

Demostrar a la sacerdotisa el poder de los hijos de Osiris puede hacer que me gane pronto su confianza. No creo que ésta diosa tenga poco de madre y mádre era Isis. Le encantará comprobar que no soy tan monstruo como me creen.

Evidentemente, tarde o temprano la ciudad caerá. Para entonces espero estar preparado y haber aprendido lo suficiente como para emprender un viaje hacia el Sur en busca de Nigus. A lo largo de ese viaje abrazaré a diestro y siniestro y dejaré ordenes muy claras a mis chiquillos. Pero solamente Nigus puede ayudarme a avanzar en el camino del Abismo. Y sólo él, que probablemente recuerde a su sire, puede ayudarme en mi busqueda de conocimientos. Sólo puedo ofrecerle lo que aprenda por aquí. Espero que no sea poco.

El sancta santorum de Aen-ka-Beles consiste en una sala vacía, en la que cerca de una pared hay un candelabro con una vela. A dos metros de ella, una vara larga y vertical de madera proyecta una sombra recta a lo largo de la sala. A lo largo de esa sombra se sienta el íbero a meditar sobre la oscuridad. Dos varas horizontales están clavadas a diferentes alturas en la vertical, proyectando otras dos sombras que unen los extremos de la sala. Aen-ka-Beles quiere viajar a lo largo de las sombras fundiendose con ellas. Necesita volver con su sire para profundizar en los misterios del Abismo.

La situación es peor de lo que pensabas: la ciudad no está infestada de vampiros, como creías que podría estar, pero no por ello su influencia es nimia. Invade todas las actividades. Estamos hablando, por supuesto, de vampiros setitas. A pesar de tan sólo contar con una capilla, apenas un lugar de reunión de las gentes del culto a Set, tres de ellos se bastan para abrazar con sus tramas desde los barrios bajos de la ciudad pasando por comerciantes e incluso, ahora, las altas esferas, los dirigentes y sabios que deciden el día a día de Bubastis.

Por supuesto, rápidamente descubres que tu rescate no era gratuito. Quieren que actúes contra ellos, de una forma menos previsible que lo que ellos han ido haciendo, de una forma que no les haga vulnerables o les aboque a la venganza institucional dictada desde Menfis. Funciona, claro que funciona. Tu odio hacia los setitas, hacia los hombres del faraón, alimenta tu sangre como lo hacen aquellos que caen ante ti defendiendo sus sucios y oscuros ideales. Unos ideales que ya no compartes. Irónico el hecho de que tus ideales, en cierta medida, hayan trasmudado hacia algo todavía más oscuro...

Pasas tu tiempo dando caza a maleantes relacionados con el templo, aprendiendo sus costumbres, siguiéndolos y conspirando contra ellos. Luego compartes la información con la gente del templo de la Diosa Gata y finalmente atacáis donde se considera más útil. No te dejan ver qué es lo que hacen ellas, pero no dejan de ser eficientes. Muy eficientes. Son silenciosas como la propia sombra y se deslizan hasta allí donde desean sin ser vistas. Mortíferas también las describiría bien. Pero todo son golpes controlados. Se debe luchar contra ellos, pero no inflingirles un golpe tan decisivo que conduzca a la acción de Menfis. Hay continuas discusiones al respecto. En ellas no tienes voto y apenas voz, así que mientras ellas discuten tu "meditas".

Y la sombra acude a tu alma, cada vez más oscura, más fría, más... familiar. Recuerdas todavía a Nigus, cómo olvidarle. Pero sigues lejos, muy lejos de él. En cierta forma añoras su decisión, su fría y dura lógica, sus planes no revelados pero tan claros y prístinos como oscuras y frías son las sombras que se congregan en torno a él. Hace mucho que no hablas con tu creador, tal vez demasiado.

Pero las cosas cambian. La aparente eterna lucha no hace más que recrudecerse y un golpe recibido sigue a uno asestado. La muerte te rodea y te endurece, pero hace más: te sorprende. Lo que fueron sólo rumores, aunque cada vez más intensos, llega por fin a realidad. Habías escuchado hablar de las momias, señores de los ejércitos de Osiris y Horus revividos para servirle para siempre, inmortales e indestructibles. No sabías cuánta verdad había en todo ella hasta que viste por fin a una: Qebh, el campeón del Ejército del Delta. Aunque su título resultaba rimbombante, sus capacidades en la lucha eran de lo más mortíferas y su liderazgo os llevó a una victoria total sobre los setitas en la ciudad. Por lo que dijeron, no era la primera ciudad en caer a sus pies. Pero éste, su mayor logro, sería su mayor desastre.

Tan rápido como llegó la victoria, acaeció la derrota. El cielo se oscureció, la tormenta bramó sobre la ciudad de Bubastis y su tierra se estremeció bajo sus pies. El exaltado corazón de la ciudad se encogió por un momento y su más amado edificio, el templo de Bastet, se quebró. El pánico envuelve a la ciudad que, sobresaltada, trata de hacer frente a un terrible incendio, heridos y muertos sepultados bajo las paredes de adobe, gentes tragadas por las entrañas de la tierra... Set se ha vengado.

La situación es grave, parece que perderemos finalmente la ciudad. Inevitablemente, Inexorablemente. El templo de Set en Menfis vendrá a reclamar el poder si es que no lo han hecho ya, ¿pero cómo viajar a otra ciudad? ¿Cómo hacerlo sin medios ni aliados? Probablemente buscar un sirviente de Nigus sea lo mejor. Necesito volver a su lado y contarle cómo está el panorama en Menfis. Egipto se nos cae. Los Setitas tienen el poder y cualquier intento de robarselo fracasará debido a su número, así que para intentar mantener un dominio y ejercer nuestro libre albedrío necesitamos presentarnos formalmente a los Setitas y aspirar a gobernar una parte de la ciudad. Para eso necesito volver junto a Nigus. Tengo que hacerme más fuerte y ahora hay cosas que sólo él puede enseñarme.

No. No puedo hacerlo. Tengo que volver con Nigus, pero no. Cambiar de bando no será una opción. No puedo resistir las ganas de vengarme de todos ellos, pero necesito desaparecer por un tiempo, joder. Preguntaré a las sacerdotisas del templo cuales son sus planes. Si plantean de inmediato una guerra abierta podría ayudarles, pero necesitamos mantener a salvo a los gatos. La momia nos ayudará en el combate, mientras en la retaguardia escapan hacia los barrios más bajos.

Seguramente no piensen en ello, así que necesitaré que me ayuden de alguna manera a cambiar de ciudad. No puedo moverme sólo por la noche, el día me alcanzará y no podré encontrar refugio en el desierto. No es una opción irme sólo...

Hemos de entrar en combate, quizá sólos la momia y yo nos bastemos para reducir la capilla y sus ocupantes a cenizas antes de organizar la defensa de la ciudad, sólo hemos de calcular cuánto tiempo tenemos. Inundaré de no-muertos el campamento del ejercito del faraón si vienen a hacernos la guerra. Mataré a todo aquél que esté relacionado con Set.

Quizá pueda pedir ayuda a Nigus. Mandaré un Ghoul a buscar a Menfis a Misrak y a los demás que instintivamente le reconocerán. En caso de no encontrar ayuda en tres días partirá a Nilo arriba. Necesito que encuentre la forma de asegurar mi regreso a Kerma cuando las cosas se terminen por poner feas. ¿Tendré tiempo?