Tu nueva vida en Menfis resulta, en cierta forma, volver al pasado. Como prometieron, los sacerdotes de Osiris te dan cabida en el templo y pasas a integrarte, en cierta medida, en la guardia del templo. Entrenas cada noche, dejando algo de tiempo para las enseñanzas de los sacerdotes, que pacientemente te enseñan las bondades del camino del autocontrol y la disciplina, la forma mental de superar la voluntad irascible y peligrosa que subyace en tu interior. Ellos le llaman "El Don de Osiris", un camino hacia la iluminación personal que alejará a la Bestia de tus acciones, aunque a un alto precio en cuanto a libertad personal. Requiere sacrificio. Todo ello no te resulta ajeno y el ejemplo riguroso y bondadoso de los sacerdotes osiríacos es inspirador.
Luego está Kemet. Kemet, el bueno e inocente pastor hijo de pastores egipcio, se ha convertido en guardián del templo, junto contigo mismo, y no se puede decir que vaya tras de ti en cuanto a capacidades físicas se refiere. Por otro lado, sí que diferís en cuanto a pensamiento. Tú tratas de buscar la paz interior, algo que te aleje de tu cada vez más sobresaliente Bestia. Kemet parece simplemente tener que permanecer en el camino en el que ya está. En cierta forma podría darte envidia, pero de alguna manera te sabes superior, merecedor de algo más. La creación de tu chiquilla es una prueba de ello. Ella ansiaba la maldición de tu sangre, te lo imploró, disfrutaste con ello. La vaciaste por completo de su sangre y luego le diste a probar la tuya. Bebió sin reserva, con confianza absoluta, con voluntad de poseerla, sin asomo de duda. La voluntad de superarse, de ser más, de alcanzar logros, no dudar... son propios de vuestra sangre. Escogiste bien.
En pocos años ella aprende a dar sus primeros pasos en la ciudad como una nueva no-muerta, aunque con el cortapisas de no poder actuar tanto de la manera como a ella le gustaría. Disfruta con el poder que le has dado y cada noche que pasa lo entiende y lo usa mejor. Es a la vez alguien de quien estar orgulloso y de quien temer lo peor. Tú la has creado, ella es tu responsabilidad. Y ahora, es causa de las disputas y roces con la Orden de Isis. No entiende la necesidad de la disciplina, del orden, de adiestrar a la bestia. Ella quiere disfrutar...
Criados lo aplico básicamente a ghouls. Los criados normales vienen más bien por tema de Recursos. En este momento tienes un ghoul fiel a tu sangre, una chiquilla (que no cuenta dentro del trasfondo) y Misrak (que es un ghoul creado por alguien de sangre mucho más antigua y poderosa que tú y que, por tanto, no es tan fiel a ti como cabría esperar). Y sí, básicamente has perdido tus trasfondos.
Respecto al reparto:Cita :
La ficha ya está entonces. Ese puntillo seguro que alguna vez me le habrás perdonado. Una por otra, entonces. Hablando ya del personaje y de la partida, qué interesante lo de volver a ser guardia del templo. No habia caido. Me gusta la idea. En cuanto el "Don de Osiris", la naturaleza de la Sangre Vampírica, y otras cosillas, me gustaría saber de qué información dispongo. Por dos motivos. El primero es que no querría que se limitase a "Ocultismo 5". En el fondo eso quiere decir que llevo ya muchos años estudiando y aprendiendo. Me gustaría saber si el mito de Cain tambien se acepta aquí, cuales son los dogmas vampíricos que se me han transmitido, etc. A grandes rasgos. El segundo motivo, es que tendré que decidir que parte de esa información transmito a Melke antes de liberarla. Por ahora es mi chiquilla, aunque yo no sea ni por asomo lo que era Nigus cuando me Abrazó. Y una negrita, guapísima, del clan Lasombra, generación 6º, en Egipto, acostumbrada a lo peor y a lo mejor es un personaje que me conviene tratar más. Parece muy interesante. Menos mal que de momento está ultravinculada a mí. Mejor que siga queriendome mucho.
Tus lecciones sobre la magia y la historia del mundo, con sus espíritus, sus otros mundos y sus poderes ocultos es algo en lo que los osiríacos destacan. El mundo de los muertos en especial resulta algo sin secretos para ellos, o al menos no muchos. Sigues "estando a prueba", o al menos se te considera alguien "recién llegado", por lo que te persigue la sensación de que algunos secretos se los guardan para sí. Aunque también podría ser perfectamente que fuera su naturaleza sacerdotal la que te hace pensar tal cosa. Saben y te han explicado el mito del primer vampiro, Cain(1) y su pecado, pero realmente la historia empieza para ellos en el punto en el que Set y Osiris se distancian y Set parte al exilio. Desde entonces, la conversión de Osiris en vampiro, uno que vió los horrores de aquello en lo que se había convertido y luchó para superarlo, la reaparición de Set, el doble asesinato de Osiris por las malas artes de Set, la intervención de Horus como vengador de su padre, el apoyo mágico de Isis, esposa de Osiris, que fue instruída por el propio Toth... De todo ello derivó una guerra que ya dura 1000 años y que no tiene visos de acabar en breve. Curiosamente el Don de Osiris, la disciplina de autocontrol que profesan los sacerdotes vampiros de su culto, no es una disciplina para participar en esa guerra, sino para conservar la parte humana, potenciar la parte buena de la naturaleza del vampiro. Así, mientras los setitas se hunden en la oscuridad de sus instintos y desaparece su naturaleza humana, los osiríacos la alimentan y nutren, conservándose por el fin de los tiempos sin enloquecer. Su objetivo último, una suerte de ascensión que les permitirá librarse de la maldición y volver a caminar bajo la luz del sol.
(1) la pronunciación sería bastante parecida, pero a la egipcia y la escritura todavía como quien dice no existe, así que da un poco igual cómo lo escribiríamos nosotros.
Mírate si quieres (y tienes tiempo), un poco de la mitología egipcia sobre el mundo de los muertos. El libro de los muertos es la plasmación de todo ello.
Ya me he puesto al día con los mitos Egipcios de los muertos y con algo de Mitología. Es sorprendente lo que se parecen a los mitos Judeocristianos. Cuando quieras seguimos con la aventura...
Melke supone un problema. Grave. Ella, embriagada por el poder de la sangre, apenas si es capaz de contener su bestia *porque tú se lo ordenas*. La pobre chica no querría desobedecerte o disgustarte en ningún caso, pero lo hace sin darse cuenta. Te gusta pensar que le falta la sabiduría que da la experiencia, que crecerá en su maldición y se tranquilizará, pero a la vez te aterra que no lo haga. Toda tu posición, tu estabilidad, deriva de la protección que te brinda tu condición de protector del templo de Osiris, de aliado de la Orden de Isis. atrás quedó tu estatus de comerciante, tu condición de intermediario enriquecido por tus tratos con los nómadas. Ahora, si algo pasara, tu posición peligraría. Y es lo que pasa.
Tus roces con los sacerdotes del templo comienzan a ser abundantes. Te advierten pacientemente que Melke debería respetar la vida, controlar su bestia, someterse a los ritos de purificación... Que su comportamiento es inadecuado y escandaloso. Que no volverán a perdonarte su comportamiento. Ella es tu responsabilidad y habrá consecuencias... Por fortuna la postura es bastante blanda, pero incómoda, pues recibes 2 muy desagradables "ultimatums", el segundo una repetición más airada del primero, que se centraba en el comportamiento de tu chiquilla.
Y estábais lidiando con esta situación cuando sucede el cambio. La anunciada muerte del faraón desemboca en una sucesión extraña en la que el trono recae no en uno de los príncipes ya preparados para el cargo, sino en Dyet, el hijo preferido del faraón, un chico que no debe llegar a los 10 años y cuya madre, de profunda espiritualidad osiríaca, asume la regencia hasta la mayoría de edad del nuevo faraón. Nada parecía anunciar el cambio que se avecinaba: en sólo unos días se anuncia el restablecimiento de todos los cultos prohibidos por su marido (lo que evidentemente incluye el de Set). En el templo se rumorea sobre el regreso de Anum, el vástago sumo-sacerdote del templo de Set desaparecido, y de Joseth, éste último en calidad de tutor del joven faraón.
Me gustaría tener la oportunidad de "educar" a Melke utilizando una argumentación que una chiquilla ambiciosa como es ella no podrá rechazar. Quiero enseñarla los dos primeros poderes de Bardo, (los que te hacen casi inmune a la dominación), en acción. Quiero que se de cuenta del poder real que hay en los dones de Osiris, para lograr que siga abrazando su humanidad. Para ello, la llevaré dentro del templo a una sala a solas. Le pediré que intente dominarme por todos los medios posibles. Y luego intentaré hacerlo yo con ella. Estoy seguro de que viendo el poder de esta disciplina secreta aceptará doblegar a su bestia y comenzará a cultivar su humanidad.
Unido a eso podría ofrecerla cierto entrenamiento en las artes de la guerra. Entrenamiento que nos vendria muy bien como meditación para curar el alma y como endurecimiento del caracter y el cuerpo. A Melke le vendrá bien.
Melke, tu dulce Melke... Todo cambió con el abrazo: sus servilismo, su forma fría de calcular las cosas, su ambición. Ahora, viéndose encumbrada en los poderes de la sangre, sabiéndose casi tu igual, su niña mimada, por fin disfruta de la vida, ahora no-vida. Para ella la maldición es una bendición que disfruta enormemente. Disciplina, esa es la clave. Tu pasado militar te marcó de tal manera que una vez fuiste abrazado tu vida pudo ser reordenada sin problemas. Disciplina. Ella nunca la ha tenido, más allá de comportarse dentro de lo que se esperaba de ella, con la amenaza del castigo físico. Ahora eso se acabó para ella y empiezas a pensar seriamente si sería eso lo que realmente necesita tu chiquilla... La disciplina es también algo absolutamente necesario para poder entrar en el estado mental que requieren los poderes de la sangre de Osiris. Su Don requiere Autocontrol, Conciencia, un estado mental que cada vez percibes más difícil de conseguir en Melke. Ella sólo piensa en hacer travesuras, pero sus travesuras no son nada inocentes y amenazan tu posición en el templo, en especial en estos tiempos crispados en los que todos sufren la calma de antes de la tormenta. Tus palabras no la convencen, el Don de Osiris es, para ella, traicionar su cultura, su fe, las enseñanzas profundas, basadas en las sombras, que intentabas enseñarla. Ha vuelto tus enseñanzas contra ti. Y tal vez esté en lo cierto...
Tras la partida del extraño visitante, Kemet y tú os enfrascáis en una discusión. Ambos tenéis claramente visiones diferentes sobre el culto de Osiris y quienes deberían ser sus aliados. Él es intransigente, pero tú, además, tiendes a cierto punto violento que al antiguo pastor le desagrada. Y más a los del templo. Sigue estando el problema de tu chiquilla y la actual situación parece un impás en el que, aunque estos asuntos deberían tener menos importancia, parecen ser todo lo contrario. El culto se ve atrapado.
Tú te presentas con el salvador del templo, casi a su pesar. Comienzas esa misma noche a dar pequeños golpes, cosas que enseñen a los setitas que su camino está equivocado y que no caeréis sin consecuencias. Pero la seguridad hace que los golpes tengan que ser muy medidos, pequeños, molestos más que dolorosos. Ahora un fiel sufre un accidente (más o menos mortífero), días después no les llega tal barca que esperaban, tiempo más tarde frustras los planes de algún sicario suyo en los barrios bajos... El templo de Set permanece intocable, al menos sin ayuda: tendrá en total una cincuentena de personas ligadas a él (que no trabajando dentro). En su interior Anum, sumo-sacerdote y Ashai, otro sacerdote son los setitas de sangre inmortal que se encargan del culto. Hay otros 3 sacerdotes mortales, tal vez ghouls. Media docena de wabs (ayudantes de los sacerdotes) podrían ser igualmente ghouls. El resto del personal es "seguridad" del templo y trabajadores manuales entre los que habrá también posiblemente media docena de escogidos. Inquietante es el detalle de los hombres de armas que trabajan en el templo y que se entrenan en su interior -eso sí, en el primer patio, el más exterior y menos sagrado- y las gentes de, digamos, discutible reputación que forman parte de los fieles...
El templo de Osiris tiene discusiones internas concernientes a tus actividades, chiquilla y presencia en el propio templo, pero a parte del enfado que tienen con tu comportamiento poco reclusivo y tal vez peligroso, nada trasciende hasta tus oídos, de manera que, aunque ellos jamás se dedicaran a hacer lo que tú estás determinado a hacer, aceptan tu ayuda, o eso te parece entender. Vuestro objetivo es el mismo: la supervivencia del templo de Osiris ante el de Set y el bienestar de los humanos de la ciudad. O al menos lo primero. Eso basta de momento, dada la época en la que vivís.
Los días dan paso a las semanas, que dan paso a los meses que se transforman en años. Tus incursiones tienen ciertos resultados, molestos para el templo de Set hasta el punto que se te intenta dar caza en más de una ocasión, pero de momento has conseguido zafarte. Sólo rasguños superficiales. Los soldados setitas son buenos, pero no lo suficiente. Y tienen que reponerlos en más de una ocasión. Pero te inquieta que dirijan sistemáticamente sus armas a tu corazón y que anden permanentemente armados con antorchas. Saben contra qué luchan y eso es un verdadero problema. Incluso una vez, hace no demasiado, fuiste emboscado, descubierto, atacado y herido sin apenas poder reaccionar en las calles de la ciudad. Media docena de soldados perfectamente ocultos arremetieron contra ti causándote graves heridas, sin darte tiempo a poder reponerte. A punto de caer en frenesí descubriste a un sacerdote supervisándolos y sólo pudiste escapar por tus habilidades con las sombras. Esa fue una noche aciaga que acabó contigo refugiándote en el templo a punto de perder tu valiosa no-vida. Esa noche casi te expulsan del templo por atraer al enemigo a las puertas de lo que se supone que protegías. Pero no pasó nada. Como cabía esperar los sacerdotes se apiadaron de tu condición y la decisión de echarte para siempre del templo quedó olvidada al cabo de unos desconcertantes días sin suceso alguno. Según parece, el templo sigue siendo intocable para ellos.
Pero la situación no siempre iba a ser así: Egipto contiene la respiración el día del verdadero ascenso del niño-faraón al trono.
La educación de Melke, tu chiquilla, se acerca a su fin.
Por supuesto, estabamos en la escena llamada Bubastis y ya había posteado...
Dioses, soy un desastre, perdona...