Partida Rol por web

Te hallas en Uruk, la gran ciudad, la gran colmena. Por sus populosas calles se afanan en sus quehaceres diarios miles de personas. Tus pasos te conducen a tus propios quehaceres, en el ziggurat de Inanna -diosa madre- esta vez con algo más de prisa que de costumbre.

Hoy no has podido dormir apenas, te han asaltado unas horribles pesadillas de las que no consigues recordar nada. Con ojeras y todavía algo adormilado, tratas de darte prisa para llegar al templo antes de que tus superiores se enteren y se enfaden contigo.

No consigues que no se den cuenta y hoy, además, es un día importante: los sacerdotes jóvenes tenéis que preparar el ziggurat y la estatua de la diosa para la festividad de la noche, así que el día promete ser largo. Y así es, largo, pesado y un tanto irritante, pues los viejos sacerdotes, beatos pero quisquillosos, están todo el día supervisando los preparativos, lo que resulta bastante molesto, pues no pareces hacer nada bien.

Al final del día estás cansado, desmoralizado y con sueño, pero ya que has montado la fiesta, esta noche al menos hay que disfrutarla. Tu compañero Kuri se reune contigo y habláis y bromeáis sobre asuntos del templo, nunca mencionando el oscuro momento que vivísteis juntos con aquella esclava. Tenéis 22 años y una prometedora vida por delante. Si lográis ascender en la jerarquía del templo vuestra vida será plácida y opulenta. Si no lo lográis os espera una pesada existencia de trabajos duros y desagradecidos como los de hoy.

A vuestro alrededor el santón sumo sacerdote de Shamash -dios del sol- hablando con algunos nobles, siervas que traen vino en cántaros desde las áreas de servicio del templo hasta el primer (y más ancho) nivel del ziggurat, donde os encontráis, alguna gorda y/o fea mujer de los mandatarios, que hablan con otros sacerdotes. Por aquí el sumo sacerdote de Anu -dios del cielo-, por allá Balashi, sumo sacerdote de Inanna -la diosa madre- y tu superior, todos en conversaciones banales y sin relevancia... Reconoces todos los rostros y recuerdas casi todos los respectivos nombres, todos menos uno. Un sacerdote de mediana edad que no reconoces, con las manos llenas de anillos de oro, mira con desdén la escena semi-oculto entre los entrantes y salientes de la pared del templo.

Me acerco pero guardo cierta distancia, me apoyo como a medio metro de él, miro hacia el frente y disimuladamente pregunto con toda la educación posible.

Disculpa, pero no recuerdo tu nombre o incluso reconosco tu cara, ¿quien eres, hombre de las sombras? y ¿que deseas?, ya que no eres como cualquiera puedo notar aunque te pido disculpas si me llego a equivocar, lo cual es muy posible ya que el agotamiento nubla mi pobre mente esta noche.

El extraño sacerdote no sólo no contesta tus preguntas, sino que te formula unas nuevas sin el menor atisbo de ofensa, en tono normal de conversación:
-¿Cómo crees que son los dioses, Almab? ¿Crees que confiarían en alguien como tú o como yo?-inquiere haciendo un gesto con la cabeza para señalar a los sacerdotes congregados en el ziggurat- Es más, ¿crees que los unos o los otros te concederán lo que buscas o más bien te pondrán trabas temiendo que les puedas eclipsar? -dice ahora girando el rostro hacia ti para observar la reacción ante tales preguntas mientras esboza una sonrisa.

con una ligera sonrisa, miro al piso hago un gesto de negación y una sonrisa un tanto sadica ilumina mi rostro, levanto mi rostro, lo miro y digo

Dioses?? tu crees que existen?? Se que hay algo en el más allá pero dudo que sea los dioses que se dicen...

Mira al ser con un rostro extrañado, ya que no es muy normal encontrar a alguien que pueda hacerte una pregunta así como tal pero luego vuelve la sonrisa y dice:

si existen dudo que esten en pro o en contra; si deseas conseguir algo te toca a ti mismo, ya que si te quedas esperando moriras desdichado y con un sueño frustrado...Tu mente y tu ser son los que hacen lo que quieres...

-Dos frases has dicho y ellas solas bastarían para hacer que te sacrificaran a los dioses en los que dices no creer. Y has tenido la osadía, además, de pronunciarlas a escasos metros de esos gordinflones de culo ancho y vista estrecha que sé que tanto odias. Pero tranquilo, no rebelaré tu herejía, sinó que te daré algo en lo que creer... si así lo deseas. -su faz está invadida por una mueca que intuyes entre divertida e interesada.

A vuestro alrededor la fiesta discurre tranquila, ignorándoos.

Lo se pero solo a ti he dicho eso...El poder lo es todo, si me entiendes...

Mira extrañado al sujeto

algo en que creer?? Veo y luego te creo. Tomalo como un acepto tu propuesta.

-El poder... Te entiendo y me entiendes. Esa comprensión vale reinos, reinos que pueden ganarse para sí o destruir a otros... -dice de forma un tanto enigmática. A continuación prosigue menos pensativo, más animado.

-Tomo encantado tu aceptación. Mañana al anochecer desazte de toda compañía que tengas. Continuaremos esta interesante conversación... -dicho lo cual el extraño sacerdote abandona su apoyo en el templo para comenzar a adentrarse en las sombras del recinto, donde la luz de las antorchas encendidas con motivo de la celebración ya no alcanzan a alumbrar.

Me voy alejando mientras digo

De acuerdo, mañana te vere aqui a esta hora

Me voy a mi hogar a descansar, esperando que al fin pueda dormir...No pienso en ese sujeto, ya que mi mente me saldra con disparates por el agotamiento que tengo.

Antes de conseguir retirarte tu compañero Kuri te dice que te estaba buscando y que dónde has estado. Tu instinto te dice que no es recomendable contarle nada de lo sucedido. Le das largas y él acaba cediento, aunque continúa suspicaz.

Una vez en tu casa, ya en tu jergón de paja, no logras apartar ni el recuerdo del sacerdote sin nombre ni las pesadillas de fuego y muerte, que de alguna irracional manera parecen imbricarse con la mayor de las naturalidades.

Un tanto enojado digo:

será, que no voy a conciliar el sueño nunca jamás!! ah!!!

Me pongo a leer algo hasta ver si puedo dormir, ya sea 2 horas.

Consigues descansar algo, poco, hasta que mucho antes de lo que desearías, los gallos comienzan a cantar y la ciudad comienza a levantarse. Tus ojeras van en aumento, al igual que tu cansancio.

Llegas tarde, de nuevo, al templo, pero nadie te llama la atención por ello, pues los sacerdotes más viejos trasnocharon más que tú y seguramente deben estar todavía durmiendo. Pasa el día lentamente, pero sin incidentes, hasta la caída de la tarde. Bostezas irremediablemente por el cambio de luz y el cansancio acumulado. Todavía falta al menos una hora hasta el encuentro.

Que no volvere a dormir!! exclamo al levantarme...

Paso el día pensando que significan tales sueños que me atormentan pero no descuido la hora, realmente estoy ancioso por saber que quiere darme el sujeto de la noche anterior.

Puntualmente, poco después del anochecer, el extraño vuelve a aparecer de entre los contrafuertes que jalonan todo el perímetro del templo.

- Saludos de nuevo, Almab. Ya sabes que soy diferente, como yo sé que tú lo eres entre los que te encuentras, pero te estarás preguntando porqué y qué puedo ofrecerte. -dice en tono misterioso.

- Yo tengo el conocimiento, Almab , el verdadero conocimiento sobre Dioses de aire y de carne, e incluso de otros más de puro fuego. Los de aire de la boca de quienes creen en supercherías y cuentos y exageraciones que nuestra propia casta creó y que con el tiempo han llegado a creer como si fueran ciertas; de carne, pues hay antiguos hombres de carne que se pasean inmortales entre el ganado humano... y de fuego, los verdaderos señores, que con un golpe de mano todo lo pueden destruir. Yo soy un dios de carne y adoro a uno de fuego. ¿Me crees? -dice con seguridad mientras una inmensa sonrisa se apodera de su faz y su expresión se hace soberbia.

Te repito, hasta no ver no creer pero no te puedo negar que suena interesante, bastante para ser sincero aunque no creo aun que seas un dios, ya que eso solo el tiempo me dira...

-¿ Recuerdas cuando este ziggurat no existía, Almab? No, ¿verdad? Debieron ser tus abuelos los que ayudaran a levantarlo. Yo tampoco lo recuerdo, no estaba aquí cuando lo hicieron. Estaba muy lejos, al este. La última vez que pasé por aquí Uruk no era sino un pequeño pueblo, sin murallas, sin templos, sólo campesinos y algún artesano, con un jefecillo y un único sacerdote que le aconsejaba. La deidad no sólo consiste en tener grandes poderes, sino en la inmortalidad. Lo digo y lo repito, yo soy un dios, tanto, o casi tanto, como los de otras ciudades. Y aquí sólo hay uno que pueda hacerme sombra. Sigo sin verte muy convencido, asombrado sí, no convencido. ¿Tal vez una pequeña demostración? Mi nuevo nombre es Adriel y mi señor es el señor de las llamas Baal Dice mientras voltea la mano derecha dejando la palma hacia arriba. Su mano brilla azulada por un instante y las llamas surgen de ella, recorriendo su mano para congregarse en el centro de su palma, materializándose sobre ella a unos centímetros por encima. La llama, de colores fuertemente anti-naturales (azules y verdes sobre todo), crepita y flamea durante unos instantes hasta que Adriel realiza un rápido giro con la mano y parece atrapar la llama al cerrar el puño. La llama se extingue al hacerlo.

sorprendente...Baal?? me suena de algún lado pero no se de donde...Interesante demostración, realmente me asombraste pero seguramente sabes que aun tengo mi dudas al respecto aunque me dices cosas que ni mis abuelos pudieron conocer...Me esta interesando mucho el tema dice mirando al sujeto con extupefacción pero con algo de duda.

- Supuse que esto no te bastaría, pero sí sería suficiente para llamarte la atención. Cualquier mago que se precie de serlo podría hacer algo parecido, pero lo próximo que verás no. Eso ya no lo haré yo... Debo realizar algunos preparativos durante los próximos días, pero la próxima luna nueva, si sigues interesado, te espero junto al arbol partido más allá de la puerta sur. Trae un gato vivo. Y como ya empieza a ser costumbre, Adriel desaparece junto con sus últimas palabras.

Acariciandose el menton, dice

de acuerdo pero si realmente eres "diferente" podras responder por que tengo unos sueños

Lo mira con una expresión de reto y dice:si eres capaz de dar una respuesta acertada, ten por seguro que me veras alla, la proxima luna nueva...

Una voz sin cuerpo, entre las sombras del templo, dice: ¿Sueños de fuego y destrucción? Mi señor te presta atención, Almab, y debes corresponderlo. Acepta un consejo y déjate llevar, no luches contra esas visiones y pronto obtendrás tus primeras recompensas.

con exceptisismo le asiento la cabeza mientras digo

De acuerdo, te hare caso para ver que pasa, aunque me sorprende tal comentario...