Todo estaba saliendo bien de momento, aunque si algo había aprendido en esta vida, era que nunca sabías cuando podían comenzar a torcerse las cosas. El hombre que se acercaba salió disparado hacia donde pretendía, cayendo inconsciente al parecer, del mismo modo que quedó el golpeado por la escopeta; desarmando al otro al mismo tiempo.
Los dos hombres que quedaban comenzaron a retroceder, mientras volví a escuchar aquella voz que me había identificado como una “meta”. Ordenó a los hombres que bajaran las armas, afirmando que no me harían daño, y me propuso negociar. Decía que no era lo suficientemente poderosa como para pararles, pero si no fuera así, ¿Para qué querría negociar? Sin embargo, no podía correr aquel riesgo. No sólo no sabía a quién pertenecía aquella voz, sino que no estaba en juego únicamente mi pellejo.
- ¿Negociar? – dije, adentrándome en la habitación. – Ya imaginarás lo que quiero… - añadí mirando hacia todos lados, esperando una respuesta.
De las sombras sale un chico, no debe tener más de veinte años pero respira seguridad por los cuatro costados.
- No sé lo que quieres...pero escucharé tu propuesta y luego tú la mía...e intentaremos llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes - dice mirándote a los ojos.
Sus gestos son pausados, intenta claramente no alarmarte.
- Por favor habla y no intentes usar tus poderes...si lo haces morirán todos los de esta habitación. - parece no bromear con esto último.
Mirando hacia todos lados, esperando ver de quién provenía esa voz, terminé encontrándome con un chico que salía de entre las sombras. Rondaría los veinte años, pero a pesar de su juventud destilaba una increíble seguridad. Mirándome a los ojos, estableció las condiciones de aquella inesperada negociación, pidiéndome después por favor que comenzara y me abstuviera de usar mis poderes. Sin embargo, a pesar de sus calmadas palabras, terminó por hacer una firme amenaza.
Me había puesto tensa nada más verle, pero aquellas últimas palabras hicieron que esto aumentara todavía más, cerrando mis manos para apretar mis puños.
- Liberad a las chicas, dejad que se marchen conmigo. – dije tras unos poco segundos de reflexión, aflojando poco a poco mis manos. – No aceptaré otra cosa, las mujeres deben quedar libres. – repetí de forma contundente.
- No me parece mala idea...matarlas sería demasiado engorroso. Ahora mis condiciones, te irás con ellas y no avisarás a la policía...en por lo menos una hora. Son unas condiciones fáciles de entender y de tu gusto. Nosotros sacaremos la mercancía pero dejaremos algo para la policía...a modo de gesto de buena voluntad para que no sigan buscando... - dice sonriendo aunque sigue mirándote y parece intuir tus sentimientos. - ¿estás de acuerdo hermana? - notas cierto rintintín al usar el término 'hermana'.
No me gustaba nada la prepotencia de aquel tipo, pero en aquellas circunstancias poco podía hacer. Escuché sus exigencias, llenas de condescendencia y perversidad, apretando los dientes al darme cuenta de que no tenía más opción que aceptar. Al terminar de hablar, no pude evitar enarcar una ceja ante la palabra “hermana”, la cual pronunciaba con cierto retintín.
- ¿Hermana? No soy nada parecido a eso. – espeté, antes de aceptar su oferta. – Está bien, pero debéis dejarlas tranquilas. ¿Estamos? – dije con firmeza, conteniendo los nervios que sentía en aquella situación.
- Estamos... - dice mientras con un gesto ordena a sus hombres que recojan la mercancía - ...nosotros saldremos por atrás, tienes la entrada principal hacia allí... - señala la puerta por donde entraste. - Mis hombres cargaran en poco tiempo...paciencia.
Ves como aparecen varios hombres por una puerta lateral que no habías visto y comienzan a meter las pastillas en bolsas industriales y salen corriendo. En unos diez minutos la mayoría del cargamento está cargado y deciden que ya es suficiente.
- Bueno es hora de irnos morena... - te hace un leve gesto con la cabeza antes de decir tras mirarte de arriba a abajo - ...me hubiera gustado conocerte en otra situación porque creo que lo hubiéramos pasado bien...aunque bueno es posible que nos veamos pronto...Madrid es una ciudad pequeña...
Sale el último de la sala mientras te hace un gesto a modo de despedida.
El chaval aceptó, dando en seguida órdenes a sus hombres con un gesto de su mano e indicándome donde tenía la salida. Me dijo que apenas tardarían y que saldrían por detrás, entrando poco después varios hombres que recogieron la mercancía en pocos minutos, saliendo del lugar corriendo.
Me sentía nerviosa, sin saber exactamente qué haría ahora. En teoría, debía esperar una hora hasta avisar a la policía, pero eso sólo permitiría que aquellos tipos se salieron con la suya.
Al terminar, aquel chaval se refirió a mí como morena, echándome una mirada de arriba abajo que no me gustó un pelo. Entonces me dedicó aquellas palabras, en una especie de insinuación, dejando entrever que aún era posible conocernos en otra situación dado lo pequeña de la ciudad.
- Ni lo sueñes… - le dije con claro tono de desprecio, saliendo a continuación por la puerta en último lugar, haciéndome un gesto de despedida.
Miré entonces a las mujeres allí congregadas, mil veces más atemorizadas que yo. Una parte de mí me decía que avisara de inmediato a lo policía, para que esos tipos no se salieron con la suya, pero estando ellas... No, no podía ponerlas en riesgo.
- No os preocupéis, en seguida vendrán a buscaros. – dije tratando de mostrarme firme, con el objetivo de tranquilizarlas, aunque ni siquiera estaba segura de que todas comprendieran mi idioma. – Yo… - no sabía cómo plantear aquello, quizás fuera el momento de dar la cara ante el mundo, pero no estaba aún segura de ello. - … os agradecería que no contarais nada de lo que habéis visto. Les descubrí por casualidad y huyeron. ¿De acuerdo? – dije a las mujeres, esperando que me comprendieran.
Esperé un buen rato, y al pasar una hora decidí salir del lugar, no sin antes dedicar unas palabras de calma a las mujeres. Me dirigí a una cabina cercana, desde donde podía divisar el edificio, y llamé a la policía dispuesta a darles el aviso de forma anónima.
- ¿Sí? ¿Policía? Quería denunciar un delito en la zona de AZCA a dos manzanas norte del Edifico Windsor. Varias mujeres han sido vejadas y obligadas a trabajar para unos traficantes. ¿Podrían acudir cuanto antes? – les expliqué con la mayor calma posible.
(...): Aunque Adele sabe donde está, como jugadora no sé la dirección, así que pongo eso donde debería ir el dato :p
La policía te afirma que llegarán en unos cinco minutos. Así que llega el momento de abandonar el lugar y no dejar rastro. Has hecho una buena acción aunque por desgracia no has podido detener a los delincuentes pero no siempre se gana en las lides superheroicas.
Puede que tu jefa quiera estar informada de esto, al fin y al cabo tiene los medios para ayudar a estas chicas y sería un buen golpe publicitario. Además así podrías ayudarlas un poco más...
FIN DEL PRÓLOGO