MITAD DEL INVIERNO DEL AÑO 4708 RA.
DíA DEL FUEGO, DÉCIMO QUINTO DE CALISTRIL.
BOSQUE ADYACENTE A LA ALDEA DE MURO DE SALMUERA.
AVANZADA LA TARDE.
Hattori recorrió con la vista las murallas en busca de un mecanismo que abriera las puertas del castillo. Mientras lo hacía, dijo en susurros a Kelsier Deznad-sama. -¿Estamos todos o queda alguien más por subir?
Habían hecho la parte fácil. Acceder al mecanismo de apertura mientras pasaban desapercibidos no iba a resultar nada sencillo. Tampoco sabía cuántas más de aquellas criaturas o quién sabe qué otras peores había dentro del castillo. Hattori comenzó a sentirse un poco mareado ante aquella perspectiva. Pero no podían retroceder, no podían fallarle a Ameiko Kaijitsu-sama.
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Una vez que el viejo Hattori hubo alcanzado la parte superior de la muralla, Vankor y Kelsier volvieron a soltar la cuerda que caía como una serpiente en paralelo a la pared de ladrillos. Giorgino comenzó a trepar agarrado a la cuerda, metro a metro hacia arriba intentando hacer el menor ruido posible hasta que consiguió reunirse con sus compañeros.
Apenas llegó a la parte superior, se acuclilló intentando pasar lo más desapercibido posible en lo alto de la muralla. - ¿Qué hacemos ahora? - preguntó en un susurro...
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El muchacho miró sorprendido a Hattori cuando este realizó su pregunta.
- Pero... ¿El resto no sube? - preguntó entre susurros, desconcertado, ya que la interrogación del viejo tien dejaba implícito que varios permanecerían abajo. El explorador había dado por hecho que todos subirían a las almenas y desde ahí realizarían la incursión.
Aunque, viendo a Hattori, lo de Koya puede llegar a ser todo un problema, pensó comenzando a comprender.
- Creo que Kromdal podría realizar también la escalada, si Koya lo ve adecuado. Serveris con su armadura... Si Koya no va a subir lo mejor es que permanezca con ella, guardándola - opinó el medioelfo -. Esperemos si sube alguno más, de lo contrario la cosa es bien clara: tenemos que abrir las puertas para que los de abajo entren y muy posiblemente abatir a los aviares que tratarán de impedírnoslo - dedujo el joven mirando hacia las casamatas a los lados de la entrada principal mientras respondía así a Giorgino.
Tras hacer el comentario, Kelsier avanzó de cuclillas hasta el borde interior de la almena, echando un vistazo a los patios internos y demás estructuras de la fortaleza.
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-Tal vez sea lo mejor. Con Severis y Kromdal abajo, Koya estará protegida. Además, una vez abierta la puerta pueden acceder al interior. Y si hubiera alguna sorpresa, que la habrá, podrán cargar contra el enemigo. Ahora tenemos dos opciones. Buscar una escalera para bajar o directamente, echar la cuerda a este otro lado, y descender por ella -dijo Vankor.
Vio al semielfo moverse hacia el borde.
-¿Ves algo? -susurró. Cuando él había mirado hacia el interior de la muralla, vio con claridad la puerta interior de la casamata, al norte de la misma, y había tenido la impresión de que no estaba cerrada, sino entornada. Quizá hiciera ruido al abrirla, pero al menos no haría falta forzarla -. Tengo una sensación extraña, como una punzada en la base del cráneo. Diría que hay grandes peligros presentes en el castillo, por mucho que actualmente estén adormecidos.
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Una vez subidos casi todos a las almenas, Koya miró a los dos compañeros con los que se había quedado.
- Será mejor que estemos preparados en caso de que nos abran las puertas y necesiten nuestra ayuda. Confío en que vosotros seréis la primera línea en caso de que tengamos que intervenir en un combate. No dudéis de que haré todo lo que esté en mi mano para daros cobertura. Desna está con vosotros también.
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Hattori señaló con un dedo arrugado las garitas desde las que probablemente se accediera a las escaleras de caracol que conducían al mecanismo. Hecho lo cual, se quedó en silencio esperando las órdenes de Kelsier Deznad-sama.
El semielfo era ahora su lider y era mejor que solo hubiese un solo cerebro en el grupo. Ahora la responsabilidad recaía sobre sus hombros. Hattori deseó que aquello no abrumara al joven explorador. Por otro lado, le pareció una idea acertada que Vankor-san descolgase una cuerda que poder usar como vía de huída. Aunque si eran perseguidos y decidían subir por la cuerda a la muralla desde el interior, luego tendían que saltar por el otro lado de la muralla y esa opción no le parecía demasiado esperanzadora. En cualquier caso, en el peor de los casos, era una opción extra.
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Ante las palabras de Koya, Propiedad Transitiva, tras lanzar una nueva mirada a la parte superior de la fortaleza, mostrando quizás preocupación por no poder acompañar a los que podían enfrentarse con el peligro, asintió, y volvió a desenvainar el arma, poniéndose cerca de la anciana adivina, de forma que protegiera uno de sus costados, y presto a correr hacia el interior de la fortaleza una vez se abrieran las puertas dobles, y pensando que, sin duda, cuando esto ocurriera el combate sería probablemente inevitable.
- Bueno es saberlo- murmura entre dientes el bárbaro, aferrando su hacha- Ojalá nuestros compañeros ahí dentro puedan abrir la puerta antes de ser descubiertos. Si los pillan solos su posición va a ser jodida. Pero es un buen plan, ojalá salga bien.
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El muchacho parpadeó perplejo cuando el viejo Hattori le pidió instrucciones. A él. Durante un instante el joven miró a los lados, como buscando a otra persona, otro Kelsier junto a él, que explicaría que no se refería a él si no a otro. Pero no había más Kelsiers. El joven se sonrojó, entre apurado y orgulloso de que, de alguna manera, le consideraran al frente de algo.
Ojalá madre pudiera ver esto, se dijo.
Durante un instante pensó en negar al viejo tien y señalarle que preguntara a Vankor o a Giorgino, más el explorador con cierta euforia y entusiasmo asintió.
- Debemos descender por las casamatas - susurró señalando unas poternas que desembocaban en la parte superior de la entrada y auguraban que, probablemente, descenderían -. Las puertas parecen tener un mecanismo de apertura y deben estar ahí. Koya dijo haber visto a un par de aviares aquí abajo, así que prepara tu arco, Hattori. Nos vamos de caza - dijo con una sonrisa.
Abrió la marcha encorvado, caminando con sumo cuidado hasta llegar a uno de los accesos, abriéndolo con precaución. Era una estancia de vigilancia sobre la entrada. Vacía. No obstante advirtió una trampilla en el suelo, cercana.
El muchacho se mordió el labio inferior mientras sus manos la retiraban, temeroso de que chirriase y alertara a los enemigos. Afortunadamente apenas hizo ruido y con alivio pudo contemplar unas escaleras de caracol descendentes. Miró hacia atrás y ahí estaba Hattori. Le asintió con la cabeza y comenzó a descender con pies de plomo, sin emitir sonido alguno. Habiendo descendido un tramo la escalera desembocó en la entrada, donde dos intimidantes hombres-pájaro montaban guardia. Kelsier contuvo la respiración y se detuvo en seco, permaneciendo fuera del ángulo de visión de los guardias. Se pegó contra la pared para dejar sitio al tien y con un gesto de barbilla indicó que se asomara. Así lo hizo el veterano tabernero que asomó un instante la cabeza, vio y después se retiró.
Los dos arqueros se miraron mutuamente hasta que, al final, el medioelfo hizo un gesto con la cabeza hacia arriba. Volvieron sobre sus pasos, hasta el piso superior de la casamata, y desde allí hicieron gestos para que se acercaran a Vankor, entretenido con la cuerda de escalada y Giorgino, entretenido con... sabe Desna el qué. Iban a necesitarlos para poder combatir contra esos seres.
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Kelsier y Hatori volvieron a ascender hasta la parte superior de la casamata y en respuesta a los gestos de Kelsier, Giorgino se acercó hacia su posición. Teniendo en cuenta la presencia de los dos hombres pájaro en la planta baja habría que tener cuidado e idear un plan de acción. Dado que Kelsier había tomado la iniciativa hasta el momento, Giorgino pensó que sería contraproducente para sus intereses que hubiera varios dando órdenes a la vez.
- Te escucho... ¿cuál es el plan? - dijo Giorgino en un susurro para evitar llamar la atención de los guardias del piso inferior. ¿Habéis encontrado como abrir las puertas desde dentro?
Aunque posiblemente ellos cuatro pudieran encargarse de los dos guardias, sus poibilidades de éxito serían mayores si puderan contar con las habilidades del resto de sus compañeros...
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Sería difícil neutralizar a aquellas dos criaturas sin que diesen la alarma. Sin embargo ¿Qué otra opción tenían? ¿Internarse en el castillo tan solo ellos cuatro intentando no llamar la atención? Su posición era dificil y la decisión determinante.
- Puede haber muchos más ahí dentro. No podemos perder el factor sorpresa tan pronto y no tenemos garantías de eliminarlos antes de que den la alarma. Somos pocos para intentar un asalto directo. Todavía podemos llamar a Shalelu Andosana-sama, Sandru Vhiski-sama y Bevelek-san.
Incluso así, el asalto podía convertirse en un baño de sangre. Necesitaban saber el tamaño de la guarnición de aquel castillo.
-¿Dijo la fata cuántos eran?
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Giorgino pareció despertar de lo que fuera que estuviese pensando y acudió presto a las indicaciones de los arqueros. Entre susurros le comentaron sobre la presencia de los dos aviares en la puerta y de sus suposiciones sobre que los mecanismos de apertura estarían junto a ellos. Si querían abrir las puertas tendrían que eliminar a los pajarracos.
Cuando el joven Vishki le preguntó por el plan el medioelfo titubeó. Nunca había esperado que recurrieran a él para que les trazara un plan. Pero no rehuyó el reto.
- Bueno... yo... Creo que aquellos que pueden combatir a esos bichos a distancia corta deberían bajar primero y cortarles la retirada, para que no pudieran huir y avisar a sus compañeros - comentó dubitativo, ya que estaba pidiendo, básicamente, a Giorgino y a Vankor que aguantaran con su físico la salida de la casamata -. A la par, Hattori y yo apoyaremos, tratando de acribillarlos cuanto antes - comenzó a explicar un esbozo de plan -. El que evitemos que alguno de ellos grite antes de que podamos abatirlos... creo va a rozar lo imposible - opinó el muchacho -. Pero tengo la esperanza que, mientras no salgan de la casamata sus gritos serán amortiguados y, tal vez, no oídos por otros aviares - arguyó el joven semielfo.
- La casamata es como una gran habitación con una puerta grande que da al exterior y otra en frente que da al interior de la fortaleza - describió a grandes rasgos lo que había visto -. Mientras no abran esta última y den la alarma por el patio... creo que podemos lograrlo. Debemos abatirlos dentro de la casamata y luego abrir las puertas externas para que entren Koya y el resto - pretendió terminar de exponer, cuando una nueva duda lo asaltó -. Aunque... debo admitir que ignoro si el mecanismo de apertura abre ambas puertas, las internas y externas a la vez. Koya dijo haber visto una única palanca. Si ese es el único mecanismo, entonces lo que tenemos que evitar es que lo accionen antes de que acabemos con ellos, a no ser que sean demasiado para nosotros y nos vemos nosotros mismos forzados a activarla para que entre el resto, independientemente de que nos oigan o no.
No todo era tan sencillo. A cada idea que aparecía en su cabeza, de inmediato, surgía un pero. No obstante tenían que ir abajo, encararse con esos bichos e improvisar si las cosas no eran como esperaban. Rara vez lo eran. Ante la pregunta de Hattori el muchacho se encogió de hombros.
- La fata no dijo nada sobre su número, que yo recuerde. Pero como mínimo, creo que son siete. Como máximo... quien sabe. Pero espero que no muchos más por lo abandonado del lugar - opinó. Ante la cara de perplejidad de Giorgino y el viejo tien sobre sus numeros, Kelsier se explayó -. Las huellas del grupo de caza son de tres individuos. A eso le sumamos las huellas de la pareja que suelen patrullar por el poblado abandonado y el faro. Vamos cinco. Y por último los dos guardias que parecen estar de manera continua vigilando la puerta de entrada y que son necesarios para activar el mecanismo de apertura y cierre. Ya vamos siete - terminó su exposición de cálculos - ¿Una decena en total, tal vez? Algún otro guardia, alguien en cocina y qué se yo - sentenció redondeando números, tras especular una cifra factible.
Sobre ir a pedir ayuda al resto de la caravana, el joven se mordió el labio inferior, considerándolo.
Sandru y Vebelek serían un excelente apoyo. Y madre... sería inestimable, valoró. Finalmente negó con la cabeza.
- Creo que hemos avanzado demasiado como para dar marcha atrás o esperar por largo tiempo a refuerzos sin que se den cuenta. Opino que debemos actuar. Ya - afirmó con una decisión que hasta a él mismo le sorprendió, mientras su mirada volvió a mirar a Vankor, bastante entretenido haciendo nudos marineros con la cuerda.
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Giorgino permaneció en silencio mientras Kelsier explicaba su plan. Una vez que el semielfo terminó con su explicación, Giorgino asintió con la cabeza.
- Estoy de acuerdo - añadió - Intentaremos encargarnos de ellos con vuestra ayuda desde aquí. Debemos intnetar evitar que ninguno de los dos consiga escaparse, así que deberéis estar atentos por si alguno intenta huir que vuestras flechas lo abatan sin piedad.
Mientras hablaba, Giorgino fue repasando que sus armas se encontraban donde debían estar con un gesto inconsciente. Una vez que notó el tacto de todos su cuchillos, cogió una de sus dagas en cada una de sus manos y repasó el filo de un arma con el otro.
- Estoy listo - dijo mientras el brillo de la luz del sol se reflejaba en el filo de sus armas...
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Al bárbaro no le terminaba de gustar la situación. Era peligroso, tremendamente peligroso, el estar con el grupo partido d esa manera. Además, no confiaba demasiado en la destreza combatiendo de los que estaban lejos. Quizás, por eso, corrigió su posición, preparado para cargar contra cualquier enemigo que pudiera verse si es que llegaban a abrirse las puertas. Desde donde estaba, y una vez eliminadas las cuerdas para ascender, era lo único que podía hacer. Propiedad Transitiva estaba intranquilo, y aferraba su hacha sabiendo que de poco le iba a servir si no lograban abrirse esas malditas puertas.
En cuanto se abran las puertas cargaré contra cualquier enemigo que vea. Pensó para sí.
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Hattori asintió con la cabeza. Escuchó detenidamente el plan de ataque y preparó su arco. Estaba todo decidido. Kelsier Deznad-sama había expuesto su plan y era clara su determinación. El tiempo de las palabras y las dudas había expirado.
-Avanzaré detrás de tí y dispararé cuando tú dispares. Solo resta que Desna guíe nuestras flechas.
Y así avanzó el pequeño tien, tenso y encorvado, justo detrás del semielfo y echándose a un lado para no obstaculizar la carga de Giorgino y Vankor. Preparado para asomarse y soltar una flecha a la par que el líder de la incursión.
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Gran parte del grupo ha subido trepando por la muralla y preparando así el asalto al castillo. Me quedo fuera protegiendo a Koya, quien es de edad muy avanzada como para intentar aquel arriesgado ingreso. Por mi parte, mi armadura me hace demasiado lento y ruidoso como para considerarme en una estrategia de sigilo como la que el resto está llevando a cabo.
Miro a mi alrededor, asegurándome de que no hayan peligros que nos ataquen ahora que el resto está al otro lado de la muralla. Mantengo mi mano sobre mi katana, listo para desenvainarla en caso de presentarse un peligro o en caso de que se abra la puerta.
Mis ojos se posan entonces en la entrada, en aquel gran portón. Si se abre, lo más probable es que habrá que entrar en un asalto de combate rápido, buscando de inmediato aquella cosa que habíamos supuesto que está causándole problemas a Ameiko. Me mantengo preparado, listo para luchar en cualquiera de las direcciones.
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No decía nada, pero escuchaba. Que Kelsier hubiera asumido una especie de mando en ausencia de Koya no era algo ni que le molestara ni le preocupara. Toda su vida había estado obedeciendo órdenes. Otra cosa es que lo que el semielfo propusiera mereciera ser obedecido. Y solo cuando dijo que era el momento de actuar, sonrió mostrando todos sus dientes en una amplia y feroz sonrisa y cabeceó afirmativamente. Miró entonces a Giorgino, a quien aquella aventura tanto parecía haberle transformado, haciéndolo madurar.
-Vamos -susurró en un jadeo, al tiempo que se lanzaba a toda al velocidad de sus piernas, los puños preparados para pelear contra lo que fuera necesario.
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La espera comienza a volverse tensa. Mis ojos se convencen de que ninguna amenaza para nosotros está en el exterior del castillo, por lo que temo que mis compañeros se hayan encontrado con lo peor de la situación. Desconocemos a los enemigos y desconocemos de lo que son capaces, por lo que debemos estar preparados para lo peor, sin saber realmente qué es lo peor.
Miro nervioso a Koya, sin saber realmente qué deberíamos hacer. Casi por reflejo, desenvaino mi katana con su característico silbido metálico y la sujeto con ambas manos, mirando de frente a la puerta delante mío, esperando a que se abra para poder ingresar a defender a mis amigos, que quizás ya estén en problemas sin que nosotros lo sepamos.
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Cada segundo que pasa se siente como si fuese una hora. No sé en qué están mis compañeros, no sé qué está sucediendo con ellos pero no hemos sabido nada de ellos en demasiado tiempo. Mis pies se mueven nerviosos, repartiendo mi peso de un lado a otro sin que mis ojos aparten mi mirada de las puertas frente a mí. Terribles pensamientos me acechan cuando no tengo nada más que hacer que imaginar:
"¿Y si fueron emboscados por aquellos pájaros y han sido asesinados? ¿Si mis amigos han regado sus tripas en el suelo y muerto porque no hemos podido ayudarlos? Confío en ellos pero no sabemos qué son esos pájaros ni de qué son capaces. ¡Maldición, debería haberme sacado la armadura y haber escalado con ellos!"
Por más que me esfuerzo, mis oídos no son capaces de captar sonido alguno proveniente del interior. Miro a Koya y abro mi boca, nervioso:
- "¿Y si...?"
Pero mis palabras se cortan cuando veo como las puertas ante mí se abren. La emoción me inunda, unos nervios tremendos y una ansiedad por entrar y ayudar a los míos que me cuesta mucho contener. Mi visión del patio interior toma cuerpo y por fin puedo ver a nuestros enemigos. Ahora es el momento de actuar.
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Koya se había preparado empuñando su cuchillo estrella, aunque no pensara utilizarlo. De reojo miraba a Kromdal, con sus músculos tensos, deseoso por entrar en acción, por hacer lo que mejor sabía hacer en su vida. Y por el otro lado estaba Serveris. Él mostraba la tensión del momento mirándola nervioso, a lo que Koya simplemente respondía con una mirada seria aunque segura. La espera se hizo larga pero el grupo infiltrado, entre los que se encontraba su adorado Giorgino, parecía haber encontrado por fin la manivela que abría las puertas del castillo. Un leve parpadeo y Kromdal ya estaba cargando contra los córvidos.
- ¿A qué esperas, hijo?- Espoleó a Serveris, que hacía gala de su pachorra Tien. Su nieto estaba en peligro así que más les valía ayudarlo o la ira de Desna caería sobre todos.
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- Los héroes liderados por la vieja adivina Koya Mvashti se infiltran en el Castillo de Muro de Salmuera.
- Vankor, Kelsier, Hattori y Giorgino treparon la muralla, y mientras semielfo y luchador mataban a uno de los dos córvidos terribles de guardia, Hattori accionó el mecanismo de apertura la puerta. Con el paso expedito fue sólo cuestión de tiempo que un hachazo del bárbaro Propiedad Transitiva (Kromdal) segara la vida del segundo córvido terrible.
// Salen de escena: Todos. - Siguen en: El Castillo de Muro de Salmuera.