Aquello empezaba a recordarle al Juicio de Salomón, donde las dos madres eran los bandos y el bebé el caso que trataban, teniendo al final que amenazar con dividirlo para ver a quién le correspondía. Sin embargo eso llevaría mucho papeleo y demasiado tiempo perdido entre llamadas y viajes, tiempo que ninguno de los presentes, y mucho menos los desaparecidos, tenían.
Estamos dando vueltas en círculos.- Pensó en voz alta, teniendo en cuenta que el Sheriff ya había dado permiso para avanzar en el caso y, sin embargo, los cuatro seguían en su pequeño despacho.- Propongo avanzar hasta el siguiente punto, ya que si realmente no se trata de Theresa O’Hara nosotros estamos perdiendo un tiempo valioso.- Miró a su compañero, refiriéndose a ambos al tener el caso completo de las desapariciones. En realidad, ahora que lo pensaba, estaba diciendo casi lo mismo que la agente Lewis.- Primero sepamos a quién corresponden esos huesos y luego podremos debatir o hacer las pertinentes llamadas.- Cogió la chaqueta que anteriormente había dejado sobre silla, llevándola en el brazo como si un camarero se tratase mientras se dirigía a la puerta.- Bennet, tenemos mucho trabajo por delante, ¿vamos? – Aunque era evidente la falta de sincronía entre ambos Rangers, en este momento tenían que presentar un frente unido, ya no solo por el bien de ellos, sino de la investigación.
Max no podía creerse lo que estaba viendo y escuchando de aquel tipo. ¿De verdad le estaba buscando? Porque si era así, le iba a encontrar y no tardando. Tenía poca paciencia para las tonterías y más aún cuando había un caso por delante al que seguir y a un agente simplemente le apetecía meterse con otro.
- Diga y haga lo que quiera. - Respondió Max contundente a Scott. - El caso de Theresa O'Hara ya ha sido suficientemente destruído por manazas, así que si se entrometen más y lo estropean, encima teniendo sobre la mesa más cosas que hacer y solo por pisar al FBI, ya les sacudirán sus jefes cuando les expliquemos a los nuestros que alteraron la casa de los O'Hara y a ellos con este tema, solo por hacerse con el caso que nos han asignado. Porque tienen cinco niños más que buscar y... - Max hechó cuentas mentalmente. - Rellenar cinco huecos más hasta la última desaparecida y puede que otros cuatro después de ella.
Miró fijamente a Scott. - Y me daría prisa, porque según su patrón, secuestra a partir del día 15, salvo que los que desconozcamos los haya raptado antes, ya estamos a día 11. Así que, aclare su juego, porque no está buscando llevarse el caso de Theresa... ¿me busca a mí...? ¿qué me mueve y me cabrea en todo esto...? ¿Es eso?
Max sacó su móvil y llamó a Sam, su antiguo compañero en el cuerpo de policía. - Sam, ¿te pillo en la comisaría? Genial. Dos cosas, Lisa me volvió a llamar, luego te paso el nuevo número para que lo añadas a la lista. Pero lo más importante. Necesito que me envíes ya una copia de mi caso... si, ya sé... - Max miró al sheriff. - ¿Podría decirme el número de fax de la oficina? - Max se lo repitió a Sam. - Es urgente... sí ya lo sé... de no serlo llevaría una copia encima, ¿no crees? ... no, solo el informe policial, el forense no sirve de nada... - Le respondió un tanto alterado. - Vale, gracias. Te debo otra. - Se despidió y vio como Moira tenía de pronto prisa por irse.
- Espere un momento, que quizás le interese esto a su compañero. - Max se acercó al fax y esperó la llegada de los papeles. Sam debía tener la copia a mano por algo porque no tardaron en llegar. El agente del FBI se encargó de cogerlos. Eran tres folios y los sostuvo en su mano. Luego miró a Scott.
- Ya he colaborado por las buenas con ustedes y he sido más que paciente, pero me da que su compañero quiere algo más y no va a dejar de joder hasta que lo consiga y es un tema del que no me gusta hablar. - Le explicó a Moira para luego mirar a Scott. - Este es el trato. Lo que quiere saber está en mi manos. - Miró a Adele un segundo antes de seguir. Su compañera sabía perfectamente lo que Max tenía en sus manos. Con ella hizo algo similar, no le habló de lo que pasó, sino que le dejó ver aquellos informes y no quiso profundizar nunca en el tema.
- Se olvidan de Theresa y nos dejan hacer nuestro trabajo y le entrego los papeles ahora mismo, pero ambos deben darme su palabra de que no se acercarán a los O'Hara. A fin de cuentas nosotros tenemos poco que hacer aquí realmente, pero quiero que se hagan las cosas bien y que nadie más las joda ni les joda a ellos. Si leen bien el informe, ese caso estará invalidado en un juicio, por lo que no les llevará a nada... pero para mí sí es importante terminarlo como se merece y aquí está el motivo. - Dijo moviendo los papeles convenientemente doblados para que no se viese lo que había en ellos. - Ustedes deciden.
Adele ya se había puesto en pie y estaba preparándose para salir cuando escuchó las palabras del Ranger, haciendo que alzara una ceja. Más aún al ver que ni siquiera estaba mirando en su dirección, sino directamente a Max. Así que dejó que fuera su compañero quien respondiera a las palabras. No consideraba que ese fuera el mejor momento para demostrar quien tenía la polla mas larga, pero luego de quince años en ese trabajo no era la primera vez que se encontraba ante situaciones similares.
Max había expuesto una teoría respecto a las desapariciones del caso de los Ranger, habiendo hecho una conexión rápida entre las fechas. Se estaba involucrando muy rápido en aquel caso, cuando ni siquiera estaban seguros si tendrían juridicción al respecto. Se contuvo de masajearse el puente de la nariz, y en vez de ello esperó de pie a que la pequeña pelea de voluntades terminara de disolverse. Intercambió la mirada con Max cuando éste se puso en contacto con Sam, no hizo gesto alguno pero no le parecía que aquella fuera la mejor manera de convencer a los Rangers. En vez de eso, levantó su muñeca para mirar la hora en el reloj, y empezó a dar leves golpecitos de impaciencia con el pie.
Max no tardó en saltar a la provocación, a exponerse al análisis. Scott lo observó mientras hablaba. No lo miró directamente a los ojos. Aun era demasiado pronto. Primero, analizó sus palabras: Había algo de lo que no quería hablar. Segundo, estudió el tono, detectó: prepotencia, rabia. Max escondía un secreto, algo debió ocurrirle en el pasado, algo grave, algo que le generaba tanta rabia que le era imposible controlarla. Pero ¿Qué? Scott no lo tuvo claro. Quizás fue un episodio en su vida, quizás alguien falló en un caso, alguien no hiciera bien su trabajo.
Sea como fuera, fuera lo que fuese, le había atormentado durante mucho tiempo.
Scott levantó las manos, las palmas hacia fuera, negó con la cabeza
Tiene usted razón. la primera sesión había terminado, no había porque seguir presionando al paciente.
Hasta que se confirmen si los restos son los de Theresa O´Hara, nos mantendremos al margen de la investigación de su desaparición.
Scott se levantó, fue hacia Max, cogió el informe.
Gracias Scott inclinó la cabeza. Pudo parecer una disculpa, en realidad seguía evitando el contacto directo
—Perfecto —el sheriff saltó como un resorte: había seguido toda la conversación como un partido de béisbol sin puntos y su cara reflejaba un doloroso disgusto—. Entonces, agentes, ¿les acompaño a casa de los O'Hara? —ofreció una vez más a Lewis y Jordan.
Jason Taylor sorteó como pudo la aglomeración de cuerpos para alcanzar la puerta de su despacho. Abrió con energía, buscó con los ojos a Quentin y le hizo un gesto. Luego volvió a atender a los cuatro servidores de la Ley con su sonrisa boba.
—Señorita Greenwrim, señor Bennet, no me ha quedado muy claro lo que van a hacer en primer lugar pero, en cualquier caso, el ayudante Reeves les puede acompañar a donde precisen.
Una puntualización
Scott se levantó, fue hacia Max, cogió el informe del FBI
Gracias Scott inclinó la cabeza. Pudo parecer una disculpa, en realidad seguía evitando el contacto directo.
Creo que lo que te ha ofrecido Max no era una copia del informe del FBI sino del asesinato de su esposa y del secuestro de su hija:
su antiguo compañero en el cuerpo de policía. [...] Necesito que me envíes ya una copia de mi caso...
Creo que no es necesario editar nada porque Scott ha podido coger el informe sin mirar a Max creyendo que era una copia de los documentos del FBI.
Le hubiera gustado llegar a un entendimiento, aunque fuera momentáneo, con la única razón de saber la verdad que había tras la desaparición de Theresa O’Hara, pero los dardos seguían lanzándose en el despacho de un lado a otro y, cuando por fin acabaron, se percató de que no había nada más añadir a la situación.
Tenemos más desapariciones en las que centrarnos.- Respondió al Sheriff mientras miraba de reojo a los agentes del FBI, soltando otro suspiro. No podían dejar todo su tiempo en un caso cuando tenían varios entre manos. Volvió a girarse hacia el sheriff, centrándose en lo que tenían.- Como ya comenté, me gustaría ver los expedientes de las desapariciones de menores de 18 años desde 1999 para asegurar que no nos saltamos ningún caso. ¿Sería posible que nos trasladaran una copia? – No sabía cuántas serían, pero con las que tenían puede que llevara horas y horas, tiempo que no tenían. Tenía que aprovechar las noches en el hotel donde iban a alojarse*.- También nos gustaría ir a hablar con el sheriff del condado de Marion.- Bajó la mirada hacia el informe que tenía, releyendo para buscar el nombre.- Zack Smith.
—Como le dije antes, sargento, el archivo de mi oficina está a su entera disposición. En cuanto al sheriff Smith —sonrió con un nuevo gesto de dolor pero también torciendo la comisura izquierda de sus labios en una mueca de desprecio—. Vayan, vayan a hacerle una visita. A ver si logran que ese bastardo les hable de los niños desaparecidos en su condado...
Max reconoció enseguida el golpeteo de Adele con su zapato en el suelo. Su impaciencia la consumía. Era habitual en ella y a pesar del tiempo que ambos llevaban juntos, el ex-policía no entendía como habían llegado a llevarse tan bien, cuando él tenía aquella paciencia y ella esa necesidad de correr. Era la mujer con la que más tiempo había durado en su vida a su lado, aunque estaba seguro de que si Mary aún viviese seguirían juntos, pues eran la pareja perfecta.
Con el recuerdo de la mujer de su vida en su cabeza, dejó que Scott se llevase los papeles que sostenía en las manos. - De nada. - Le respondió con media sonrisa ganadora en su rostro y miró a Adele, guiñándola un ojo. El cambio había sido bueno para ellos o al menos eso esperaba pues aún había que verlo, puesto que Max no se fiaba de los hombres que no miraban fijamente a los ojos a los demás, ocultaban algo.
Y Scott evitaba la mirada directa.
Así que pudiera ser que aquel intercambio no sirviese de absolutamente nada. Pero al menos no tuvo que hablar del tema, solo recordarlo, algo que le dolía igualmente. Se acercó a la mesa del sheriff y recogió los papeles del informe del FBI, junto con su documentación. - Sheriff, cuando pueda tiene que firmar algunos papeles. Ya sabe, que hemos estado aquí, que se le ha informado de todo... lo de siempre. - Dijo Max con tono casi aburrido para sacar su libreta y apuntar de memoria los nombres y fechas de los chicos desaparecidos y todo lo que recordaba de lo que había leído y se había hablado allí. No se iba a rendir tan facilmente.
Luego se giró hacia Moira. Parecía que iba a decirla algo importante. Pero se quedó en silencio observándola unos instantes. - Max, el caso. - Se dijo así mismo y es que era difícil no apreciar la belleza de aquella mujer. - Recuerda, pelirroja igual a loca peligrosa. - Se repitió gracias al problema generado por su ex. Con la carpeta en la mano se acercó a Adele. - Hice lo que pude. - Le dijo a su superior para luego girarse hacia Moira. - Quizás después de mi acto de fé, al menos nos dejen el expediente de Theresa O'Hara, al menos para leerlo antes de ir a su casa.
Y ahí estaba la prueba de fuego. Con eso sabría si iban a colaborar o si todo había sido un engaño de aquel hombre. - Si no le importa, jefa, esperaré fuera. Necesito que me de un poco el aire. Creo que entre ustedes podrán entenderse sin mí.- Añadió por su improvisada salida o más bien huída antes de que le respondiesen.
Sabía que la calle sería un infierno pero no más que el que sentía Max en aquel momento. Un maldito cabrón, secuestrando críos cada tres meses más o menos, dándoles muerte quizás en la primera semana de cautiverio, pues más tiempo llamaría la atención a los vecinos, si es que no vivía en una casa retirada... tener el caso delante y no poder hacer nada le estaba consumiendo el alma.
Y lo peor aquella niña de dos años, como su Rachel y tenía las manos atadas por completo.
Cogió el informe del caso de Max, lo dobló y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. No dijo nada, siguió evitando la mirada directa. Entonces Max salió del despacho. Scott notó su tensión, su lucha interna.
Comprendo que quieran tener acceso al expediente de la desaparición de Theresa O'Hara. Scott habló, una vez mas evitó mirar a Adele. Es lógico, acorde con todos los protocolos de investigación. Les será útil para dirigir la entrevista con su familia y el registro del domicilio.
Pero comprenderá que a nosotros nos sería igual de útil echar un vistazo al informe del cuerpo hallado.
No lo consideremos un acto de fe, sino un pequeño intercambio de información
Al final la conversación entre Max y el ranger pareció relajar un poco la tensión, sin embargo a Adele no le pasó desapercibido lo que los ojos de su compañero decían, aún cuando sus palabras intentaban demostrar una mayor calma. Cuando comenzó a abandonar la oficina, ya con intención de continuar con el siguiente paso lógico de su investigación, el agente Bennet insistió una vez más en poder revisar el informe a cambio de permitirles a ellos estudiar el de Theresa.
-Agente Jordan.- Le detuvo Adele a su compañero extendiendo la mano en su dirección para que le acercara de nuevo los papeles, antes de dirigirse a los Rangers. -No hemos tenido ningún problema en permitirles ver el informe hace unos momentos, por si le ha pasado desapercibido, agente Bennet.- Dijo, alzando una ceja, puesto que justamente la agente del FBI había permitido que la ranger Greenwrim examinara brevemente la información cuando la estaba exponiendo al Sheriff. -Desde el principio hemos mostrado nuestra intención de colaborar, cartas sobre la mesa. No veo la necesidad de mostrar una desconfianza sólo por el tipo de placa que llevamos.-
Tomó el informe que le entregaba Max, sabiendo que tendrían luego una conversación al respecto. Pero de momento debían mostrar cohesión entre ellos. -Nuestro caso.- Dijo, y al tiempo que extendía el informe en dirección de la agente Greenwrim, solicitaba con la otra mano el de Theresa O'Hara.
No se equivoque, no queremos obstaculizar una investigación abierta.- Respondió a Max antes de que se marchara al ser la destinataria de su duda. Entendía que tenían un caso pendiente, uno que querían resolver y cuya aparente víctima (si realmente se trataba de la niña) estaba en medio de otra investigación, pero empezaba a tener la sensación de constante ataque donde medían los rangos en proporción a su miembro.
Moira cogió las seis carpetas que el sheriff le había tendido, buscando el nombre de “Theresa O’hara” para dejarlo en primero del montón mientras Max se marchaba de la sala, echándole un leve vistazo antes de dirigirse a su compañera.
Pueden llevarse una copia del expediente.- Teniendo en cuenta que les habían dado como tal las carpetas dudaba que hubiera problema alguno con entregarles una copia, aun así echo una rápida mirada al sheriff para confirmar.- Acompáñeme si quiere.- Sonrió a Adele, quien estaba extendiendo la mano para pedir el informe que tenía ella. En ese sentido no iba a ceder puesto que el FBI trabajaba sobre una corriente de humo mientras que ellos tenían realmente la necesidad de encontrar a Theresa entre otros.
Mientras hacían fotocopias en la vieja Xerox en blanco y negro la agente Greenwrim y la agente Lewis pudieron echarle un vistazo al expediente de Theresa O’Hara. Apenas lo componían una serie de notas garabateadas con la escritura anticuada y menuda del jefe Taylor, un puñado de post-it y un breve informe mecanografiado dirigido al juez del distrito, George Hamilton Jr.:
Theresa O’Hara (mujer, blanca, 6 años, natural de Uncertain, condado de Harrison). Desaparecida el 17 de junio de 2002 de su domicilio familiar en la zona del Gran Lago a las 19:00 aprox. según el testimonio de su padre, Gregor O’Hara, que se encontraba en la vivienda mientras Theresa jugaba en el exterior. En el momento de la personación en su domicilio presentaba signos evidentes de embriaguez y tal vez consumo de estupefacientes. La madre de Theresa [24 años en 2004], Juliette, regresaba esa tarde del doctor con la noticia de un nuevo embarazo (…). Ambos progenitores carecen de empleo estable remunerado (…). Ambos arrastran infancias traumáticas en familias disfuncionales y adolescencias plagadas de desaciertos, problemas y malas elecciones. Juliette quedó embarazada de Theresa con dieciséis años y se vio obligada a casarse con Gregor [34 años en 2004], un hombre diez años mayor que ella, divorciado y sin empleo. Tras la boda terminaron viviendo en un parque de caravanas [el domicilio actual], entre peleas, disgustos, alcohol y drogas. El nacimiento de la niña trajo algo de paz a su hogar, pero la eterna sombra del desempleo y de las adicciones les ha condenado a una vida infeliz.
Entre los papeles más recientes del expediente se encuentra unas últimas anotaciones de Jason Taylor con fecha 20 de abril de 2003, tras una visita domiciliaria.
Los padres de Theresa no han podido recuperarse de la desaparición de la pequeña. El matrimonio permanece unido pero la incapacidad del duelo ha convertido a Juliette en un zombi a causa de las drogas y se considera la única culpable de lo sucedido. Su marido Gregor siempre ha sido un buscador de problemas nato, pero ahora se ha vuelto aún más antisocial y violento. Al contrario que su mujer culpa a todo el mundo de lo sucedido y excusa su responsabilidad en el abandono de Theresa. Violetta, el nuevo retoño de los O’Hara ha nacido en un hogar roto y triste.
Aunque la oficina del sheriff solicitó la colaboración de la unidad de criminalística de la policía municipal de Marshall dados los antecedentes de otras desapariciones de niños en la zona, la investigación no pudo obtener ninguna declaración o prueba concluyente.
Esta información es la misma que Scott y Max van a poder conseguir en la primera lectura del expediente de Theresa.