Habían pasado casi dos semanas desde el 27J, aquel día había sido uno de los peores días que había vivido España en las últimas décadas. El atentado había sido similar al 11M o al del HiperCor de Barcelona.
Un metahumano con poderes inestables había explotado en un bar de Argüelles. Ese mismo día se estaba realizando uno de los mayores botellones de toda la historia de Madrid. El hashtag #BotellonEnArguelles había sido trending toppic a nivel mundial y había corrido la voz, pues justo era fin de exámenes y era una buena oportunidad para salir y desconectar.
Decenas de miles de personas se encontraban en los alrededores del "Jardín Secreto" cuando el metahumano estalló en su interior liberando energía nuclear como si se tratase de una bomba atómica. Por suerte no había rastros de radiación en la zona, así que no habría que preocuparse por futuros daños, solo las centenas de muertos y los miles de heridos actuales.
Algunas personas aún estaban esperando noticias sobre el estado de sus familiares, pero en las noticias no se hablaba de ello, lo único que parecía preocuparle al Gobierno era si los metahumanos debían ser o no registrados. Eran amplias las teorías sobre si el hecho de tenerlos a todos controlados sería mejor o si estarían infligiendo los Derechos Humanos. Pero lo que ahora mismo se proponía era identificarlos con algún tipo de señal, quizá a modo de código de barras para que todo el mundo pudiera leerlo con una app que se estaba diseñando y saber cuáles eran los poderes exactos de esa persona. Al fin y al cabo, un metahumano no debía regirse por los Derechos Humanos, ya que precisamente no eran humanos. ¿No?
Vamos que la idea que se estaba manejando esos días (y en los últimos meses) era si marcarlos o no como si fueran ganado.
Muchas personas humanas tenían sentimientos encontrados sobre la decisión a tomar, y lo mismo pasaba con el grupo de metahumanos, algunos estaban dispuestos a registrarse y a ser señalados, mientras que otros preferían ocultar sus capacidades. Al fin y al cabo, no todos los poderes eran iguales. Había gente capaz de hacer explotar, de volar o incluso de robar el oxígeno de un determinado área. Otros en cambio, su único poder era tener una lengua demasiado larga, tener cola de lagarto o poder modificar su pelo y peinado a su antojo. Es decir, no todos los metahumanos eran peligrosos y el estigma de ser señalado podría suponer un problema en su vida cotidiana.
Hace un par de días El Retiro también sufrió un ataque, el mítico Palacio de Cristal fue destruido y aún no se saben las causas. Pero algunos testigos hablabann de terremotos en la zona y de una especie de chico adolescente de más de 10 metros de altura
En ninguno de los casos, Eugenia no había tenido que sufrir ni lamentar ninguna pérdida. Conocía gente que conocía a otra gente que sí que tenía un amigo entre los heridos, o que había visto lo sucedido en el parque, pero por suerte, nadie demasiado cercano. Esos días no había estado por allí.
Así que, Eugenia estaba la mar de tranquila en esa mañana de miércoles del 9 de julio*.
*Pues bien, empezamos, queda a tu libertad lo que estaría haciendo tu PJ en estos momentos.
Habían pasado casi dos semanas desde el 27J, aquel día había sido uno de los peores días que había vivido España en las últimas décadas. El atentado había sido similar al 11M o al del HiperCor de Barcelona.
Un metahumano con poderes inestables había explotado en un bar de Argüelles. Ese mismo día se estaba realizando uno de los mayores botellones de toda la historia de Madrid. El hashtag #BotellonEnArguelles había sido trending toppic a nivel mundial y había corrido la voz, pues justo era fin de exámenes y era una buena oportunidad para salir y desconectar.
Decenas de miles de personas se encontraban en los alrededores del "Jardín Secreto" cuando el metahumano estalló en su interior liberando energía nuclear como si se tratase de una bomba atómica. Por suerte no había rastros de radiación en la zona, así que no habría que preocuparse por futuros daños, solo las centenas de muertos y los miles de heridos actuales.
Algunas personas aún estaban esperando noticias sobre el estado de sus familiares, pero en las noticias no se hablaba de ello, lo único que parecía preocuparle al Gobierno era si los metahumanos debían ser o no registrados. Eran amplias las teorías sobre si el hecho de tenerlos a todos controlados sería mejor o si estarían infligiendo los Derechos Humanos. Pero lo que ahora mismo se proponía era identificarlos con algún tipo de señal, quizá a modo de código de barras para que todo el mundo pudiera leerlo con una app que se estaba diseñando y saber cuáles eran los poderes exactos de esa persona. Al fin y al cabo, un metahumano no debía regirse por los Derechos Humanos, ya que precisamente no eran humanos. ¿No?
Vamos que la idea que se estaba manejando esos días (y en los últimos meses) era si marcarlos o no como si fueran ganado.
Muchas personas humanas tenían sentimientos encontrados sobre la decisión a tomar, y lo mismo pasaba con el grupo de metahumanos, algunos estaban dispuestos a registrarse y a ser señalados, mientras que otros preferían ocultar sus capacidades. Al fin y al cabo, no todos los poderes eran iguales. Había gente capaz de hacer explotar, de volar o incluso de robar el oxígeno de un determinado área. Otros en cambio, su único poder era tener una lengua demasiado larga, tener cola de lagarto o poder modificar su pelo y peinado a su antojo. Es decir, no todos los metahumanos eran peligrosos y el estigma de ser señalado podría suponer un problema en su vida cotidiana.
Hace un par de días El Retiro también sufrió un ataque, el mítico Palacio de Cristal fue destruido y aún no se saben las causas. Pero algunos testigos hablabann de terremotos en la zona y de una especie de chico adolescente de más de 10 metros de altura
En ninguno de los casos, Rebeca no había tenido que sufrir ni lamentar ninguna pérdida. Conocía gente que conocía a otra gente que sí que tenía un amigo entre los heridos, o que había visto lo sucedido en el parque, pero por suerte, nadie demasiado cercano. Esos días no había estado por allí.
Así que, Rebeca estaba la mar de tranquila en esa mañana de miércoles del 9 de julio*.
*Pues bien, empezamos, queda a tu libertad lo que estaría haciendo tu PJ en estos momentos.
Habían pasado casi dos semanas desde el 27J, aquel día había sido uno de los peores días que había vivido España en las últimas décadas. El atentado había sido similar al 11M o al del HiperCor de Barcelona.
Un metahumano con poderes inestables había explotado en un bar de Argüelles. Ese mismo día se estaba realizando uno de los mayores botellones de toda la historia de Madrid. El hashtag #BotellonEnArguelles había sido trending toppic a nivel mundial y había corrido la voz, pues justo era fin de exámenes y era una buena oportunidad para salir y desconectar.
Decenas de miles de personas se encontraban en los alrededores del "Jardín Secreto" cuando el metahumano estalló en su interior liberando energía nuclear como si se tratase de una bomba atómica. Por suerte no había rastros de radiación en la zona, así que no habría que preocuparse por futuros daños, solo las centenas de muertos y los miles de heridos actuales.
Algunas personas aún estaban esperando noticias sobre el estado de sus familiares, pero en las noticias no se hablaba de ello, lo único que parecía preocuparle al Gobierno era si los metahumanos debían ser o no registrados. Eran amplias las teorías sobre si el hecho de tenerlos a todos controlados sería mejor o si estarían infligiendo los Derechos Humanos. Pero lo que ahora mismo se proponía era identificarlos con algún tipo de señal, quizá a modo de código de barras para que todo el mundo pudiera leerlo con una app que se estaba diseñando y saber cuáles eran los poderes exactos de esa persona. Al fin y al cabo, un metahumano no debía regirse por los Derechos Humanos, ya que precisamente no eran humanos. ¿No?
Vamos que la idea que se estaba manejando esos días (y en los últimos meses) era si marcarlos o no como si fueran ganado.
Muchas personas humanas tenían sentimientos encontrados sobre la decisión a tomar, y lo mismo pasaba con el grupo de metahumanos, algunos estaban dispuestos a registrarse y a ser señalados, mientras que otros preferían ocultar sus capacidades. Al fin y al cabo, no todos los poderes eran iguales. Había gente capaz de hacer explotar, de volar o incluso de robar el oxígeno de un determinado área. Otros en cambio, su único poder era tener una lengua demasiado larga, tener cola de lagarto o poder modificar su pelo y peinado a su antojo. Es decir, no todos los metahumanos eran peligrosos y el estigma de ser señalado podría suponer un problema en su vida cotidiana.
Hace un par de días El Retiro también sufrió un ataque, el mítico Palacio de Cristal fue destruido y aún no se saben las causas. Pero algunos testigos hablabann de terremotos en la zona y de una especie de chico adolescente de más de 10 metros de altura
En ninguno de los casos, Ulises no había tenido que sufrir ni lamentar ninguna pérdida. Conocía gente que conocía a otra gente que sí que tenía un amigo entre los heridos, o que había visto lo sucedido en el parque, pero por suerte, nadie demasiado cercano. Esos días no había estado por allí.
Así que, Ulises estaba la mar de tranquilo en esa mañana de miércoles del 9 de julio*.
*Pues bien, empezamos, queda a tu libertad lo que estaría haciendo tu PJ en estos momentos.
Los últimos acontecimientos ocurridos traían de cabeza a Ulises. No importaba que no le hubiera salpicado directa ni indirectamente, pues no se vio afectado por el accidente ni ninguno de sus conocidos más cercanos, pero sentía una tremenda tristeza por los que sí. Conocía casos de amigos de amigos a los que sí les había salpicado el asunto hasta el punto de haber perdido a un amigo o conocido. No paraba de pensar el por qué, ¿qué desató la explosión de ese joven? Se preguntaba si aquel metahumano sufría de una gran inestabilidad emocional, porque para llegar a tales extremos, no se debía estar muy bien, o quizás era un joven con un temperamento demasiado fuerte. Sea lo que sea, fue toda una desgracia que puso a todos las personas con poderes especiales en el punto de mira.
Y para colmo el siguiente accidente producido en El Retiro aunque de ese incidente aún no se sabía nada en concreto, solo lo que la gente creyó ver. Durante ese tiempo tuvo que soportar conversaciones hirientes en la casa que compartía junto a tres jóvenes más que se habían convertido en sus amigos. Sentado a un lado de la fuente de la Puerta del Sol revivió aquel momento:
Sarah: Esos metahumanos no deberían andar por ahí sin estar registrados. Por una vez el gobierno tiene razón.
Pablo: Son personas como tú y como yo, Sarah, no digas burradas.
Sarah: Sí, claro, como tú y como yo. Yo no llevo dentro una bomba de relojería. No soy un peligro para los demás.
Lidia: Me da pena que se violen sus derechos como a cualquier otro pero… lo del registro es necesario… A mí me dan miedo, prefiero asegurarme de que estoy con alguien normal para sentirme segura.
Ulises no quiso participar, además, no habría podido hacerlo a causa del tremendo nudo de garganta que se lo impedía. Pablo los defendía porque sabía que Ulises era uno de ellos, pero si no lo hubiera sabido… ¿habría pensado diferente que Sarah y Lidia? Nunca se lo preguntó, no quiso hacerlo por el miedo que tenía de escuchar una respuesta que no le gustara y le hiciera más daño que la incertidumbre.
Se había tomado un rato para descansar de su entrenamiento de Parkour, lo hacía sentado en la fuente, con la mirada perdida en la pantalla de su smartphone mientras leía las conversaciones de un grupo de Whatsapp pero sin prestarle mayor atención.
A Eugenia le encantaría estar la mar de tranquila aquella mañana, pero llevaba casi cuatro meses en paro, sin prestaciones, y acababa de salir de su tercera entrevista de trabajo de esa semana...
Ya sabía el resultado: no la iban a volver a llamar. Por mucho que esa promesa fuese un asidero para echar a la gente con más facilidad de estos trámites, ella ya tenía callo en estas lides, sabía leer las expresiones faciales y el lenguaje corporal mejor que aquellos especialistas en recursos humanos de los que echaban mano las empresas para aquellos trámites molestos. Y, más importante, no le hacía falta leerse a sí misma para saber en qué momento y cómo la había cagado. Siempre que le ponían como ejemplo alguna situación espinosa con clientes para preguntarle cómo saldría de ella tendía a dar la peor respuesta posible. No era algo consciente, simplemente pasaba.
Tan pronto como salió por la puerta de la oficina donde hacían las entrevistas (en este caso eran para una cadena de supermercados que buscaba repartidores y reponedores) se puso los arcaicos auriculares de botón con los que tenía que sobrevivir, se caló la amplia capucha de la sudadera gris que llevaba y presionó play en su reproductor de bolsillo. El tema 'Burn' de The Cure llegó para ocupar su consciencia mientras caminaba sin rumbo, tratando de olvidar la última media hora.
Cuando volvió en si estaba en la calle Sáinz de Baranda. Paró un segundo a tomar un café en una tasca, leyendo la prensa en diagonal. Seguían a vueltas con el tema del censo para 'gente con capacidades especiales'. En las calles los llamaban monstruos, una expresión más corta y acorde con la opinión general que la gente les profesaba tras el 27J. Y ella era uno de ellos, no se sentía como un Godzilla que fuese a echar a caminar destrozando la ciudad a su paso, pero tenía que vivir recordando la cara de Carmela (cuyo hermano había muerto en el accidente) descompuesta en una catarata de lágrimas y mocos, en su momento más bajo, deseando que matasen a 'TODOS ESOS PUTOS MONSTRUOS', mientras ella trataba de poner su expresión más neutra, sin estar segura de querer ver la cara de su amiga al ver en un listado de ejecutados el nombre de Eugenia, que tanto se desvivía por tratar de consolarla en aquellos momentos. Ella no estaba a favor del censo, podría vivir con él pero cualquier forma de catalogación pública de una persona, reduciéndola a su credo, sexualidad o poder, le parecía un abuso de poder, la elaboración de una lista de la que tomar nombres y direcciones cada vez que hiciese falta un chivo expiatorio, comenzasen con ejecuciones sumarias sin razón aparente (si encontraban la manera de acabar con algunos de ellos, claro está) o para buscar una nueva arma a la que obligar a luchar por unos principios en los que nadie creía.
La cabeza comenzaba a dolerle, así que prefirió dejar las noticias y se planteó acercarse al Retiro. Supuestamente ya habían vuelto a abrirlo tras una limpieza rápida de los restos del Palacio de Cristal, o eso le había comentado su padre. No es que tuviese mucho más que hacer hasta que las mil aplicaciones de búsqueda de empleo que tenía instaladas en el móvil comenzasen a sonar como un coro de sirenas, todas haciéndose eco de una misma oferta ínfima en la que tres cuartos de Madrid pondría sus esperanzas de encontrar un nuevo empleo.
La mañana del 9 de Julio, Antonio Jesús o AJ, como le gustaba que le llamasen sus amigos, se encontraba en su dormitorio, tocando con su guitarra eléctrica, aprovechando unos momentos de relax antes de tener que ir esa tarde a trabajar al taller.
La habitación de Antonio se hallaba repleta de pósters de grupos metaleros. El más grande de todos ellos era el de ACDC, aunque también tenía otro de James Dio en la puerta del dormitorio. Junto a su mesita de noche incluso figuraba una pequeña fotografía enmarcada en la que aparecía el propio Antonio Jesús junto a su ídolo Fructuoso Sánchez, el vocalista de Obús. "Un gran poder implica una gran responsabilidad" pensaba el muchacho, para sus adentros, cada vez que posaba la vista en esa fotografía. La frase no era de Fructuoso, sino del tío Ben de las películas de Spiderman, aunque para el veinteañero metalero había adquirido una vital importancia desde el mismo instante en que se había convertido en un metahumano.
Desde entonces, Antonio había tratado por todos los medios de mantener un perfil ritmo, cada vez salía menos a la calle y cuando lo hacía portaba guantes en las manos o simplemente llevaba las manos en los bolsillos. Pocos solían verle en los últimos meses en el barrio de Vallecas. No quería electrocutar a nadie si sus poderes se descontrolaban. Se sentía como un paria y sólo había sido capaz de revelarle su secreto a su mejor amigo, Alejandro Barragán, un auténtico friki de los cómics y que vivía obsesionado con los superhéroes.
Si bien había logrado sobrellevar el peso de tener poderes hasta el momento, todo se había desmoronado con el 27J, cuando ese metahumano había estallado, matando a numerosas personas. Desde ese instante, temía no sólo por lo que pudiera hacer con sus poderes, sino por lo que el gobierno pudiera llegar a hacerle a él si descubrieran que era un meta. ¿Iban a marcarle con un código de barras para tenerle controlado? ¿Ahora identificarían a los metahumanos como hacían los nazis con los judíos en la Segunda Guerra Mundial? Antonio Jesús era un rebelde, un anarco-comunista de los que tanto proliferaban en España por aquellos años. No dejaría que ningún gobierno le marcase si podía impedirlo.
Por ello, esa mañana, después de tocar algunos acordes con su guitarra, Antonio decidió salir a dar una vuelta por Vallecas mientras se tomaba un cigarrillo.
Ulises estaba mirando su teléfono móvil cuando recibió un Whatsapp completamente anónimo. Instintivamente lo abrió, tenía curiosidad pro saber quien era la persona que se había equivocado. El archivo era una invitación para hoy para ir al Circo del Sol. Aquella misma tarde había función a las 17.00 en el Wizink Center. No estaba mal el hecho de tener una entrada gratis, pero seguramente se habrían equivocado al mandarla y a punto estuvo de borrarla cuando vio que su nombre estaba impreso en ella.
¡Aquello era imposible! ¿Quién era el número desconocido que se había gastado una pasta en mandarle aquella invitación? Y sobre todo, ¿por qué?. Comprobó con su teléfono móvil si realmente había función esa tarde y así era. Incluso las entradas estaban agotadas, así que no podía rechazar aquella oferta tan exclusiva. Estábamos hablando de entradas valoradas en más de 100 euros y aunque no supiera el remitente; ¿Cómo iba a dejar pasar una oportunidad así? Además, justo hoy no tenía ningún plan.
Eugenia todavía no se había puesto en pie cuando terminó de leer la última hoja del periódico. Entre sus páginas se encontró una entrada para el Circo del Sol. La mujer no pudo evitar echar un vistazo alrededor pensando que alguien se la habría olvidado allí o que quizá hubiese cometido el error de dejarla en el periódico como separador para marcar alguna página importante o para saber el lugar por dónde iba.
La invitación le llamó la atención, el Circo del Sol era famoso en todo el mundo y las entradas estaban valoradas en más de 100 euros. Aquello era de esos espectáculos que llamaban la atención a todo el mundo, pero que muy pocos se podían permitir, especialmente ella.
Lo sorprendente vino cuando vio que esa entrada estaba sacada a su nombre: "Eugenia Soler" ponía claramente. Era para hoy a las 17.00 en el Wizink Center. No podía creerse que hubiera tenido aquella suerte, y no podía creerse lo que estaba pasando. Sin duda era algo extraño y muy poco probable, pero sobre todo era muy sospechoso, fuera como fuese, no podía dejar pasar la oportunidad de ir a un sitio así. Total, no tenía nada más que hacer aquella tarde.
Después de dar una vuelta por el barrio, AJ llegó al portal de su casa y se dirigió como de costumbre al buzón. Nunca llegaba nada interesante y más en esos tiempos en que todo se hacía por internet. Pero bueno, siempre llegaba alguna carta del banco o algo publicidad del chino de al lado.
Pero aquel mediodía del 9 de julio sí que llegó algo interesante. Había una carta a su nombre sin remitente alguno. Sorprendido, Antonio Jesús abrió el sobre para ver quien le había escrito a mano y no le había enviado un correo electrónico y su sorpresa llegó cuando lo que vio en su interior era una entrada para el Circo del Sol pero nadie se había identificado.
La entrada venía a su nombre, y era para esa misma tarde. El único problema es que hoy tenía que trabajar, pero... ¿cómo iba a dejar pasar la oportunidad de ir al Wizink Center e ir a ver ese espectáculo valorado en más de 100 euros? Podría dar una excusa en el trabajo y dirigirse allí, fuera quien fuese quien le había invitado, seguro que tenía una grata sorpresa para él y tenía muchas ganas de saber quien le había invitado.
En circunstancias normales Eugenia ni habría mirado la entrada dos veces, pensando que sería un flyer promocional simulando la apariencia de una entrada real, pero algo le hizo sostener el rectángulo de cartón con autentificaciones holográficas entre los dedos. Si, aquel era su nombre, ¿Ya habían descubierto cómo meterte spam en el mundo real sin necesidad de que te implantasen alguna mierda? Tffffft, no estaba acostumbrada a capear con aquel nivel de rarezas a no ser que estuviese drogada, peor era muy consciente de que no era el caso... 'Ey, te ha tocado una entrada dorada de Willy Wonka y ni tan siquiera has tenido que gastarte dos dedos en una chocolatina'. No, la Nena era como esos participantes de concurso televisivo que cuando ganan el gran bote se quedan paralizados, con cara de pez muerto mientras el confeti plateado cae sobre ellos y los presentadores y azafatas bailan a su alrededor con cara de haberse olvidado de haberle rulado la bandeja de farlopa.
Finalmente la parada para el cafelito le había levantado aún más dolor de cabeza, justo lo que trataba de prevenir, y de la manera más jodidamente inesperada. Puede que alguna otra persona con poderes la hubiese descubierto y quisiese vacilarla, alguien capaz de teletransportarse, detener el tiempo o viajar en el tiempo o quién sabe qué otra singularidad, pero sea quien fuere, a Eugenia no le gustaba que le llevasen la delantera.
Aparte de eso, los saltimbanquis vestidos con la bandera del Orgullo no eran su rollo, en absoluto. Le parecía abusivo que un grupo de payasos bailarines cobrasen aquellas animaladas de dinero cuando había gente de igual talento (o mayor) aprovechando los semáforos en rojo para ofrecer algún numerito a cambio de insultos, escupitajos o incluso atropellos. Casi preferiría revender la entrada, pagarse un durum kebab en el doner de la esquina y dejar la diferencia en la hucha del comedor social, pero supongo que al ser entradas nominales... ¡Tft! Pues nada, al menos podría matar la tarde desentrañando aquel misterio, pero parecía bastante segura de que no iba a presenciar ningún espectáculo circense. Tendría que llevar la mochila de los trabajitos, pero con las herramientas menos evidentes, no sea que al final tuviese que pasar por algún control y encontrarse como los despistados en los aeropuertos, tirando su bate de acero en una papelera delante de unos vigilantes descojonándose de su estupidez.
Salió de la cafetería con el cartón nominal quemándole el forro del pantalón, se volvió a poner los cascos y reanudó la escucha, mientras se planteaba parar en un DÍA CHEN que le quedaba de camino a casa para pillar un paquete espaguetis, un tetra de tomate frito y unas albóndigas, a ver si al menos conseguía arrancarle una sonrisa a Antonio a la hora de la comida con su plato favorito (suyo y de tres cuartas partes de los niños del mundo). El Retiro podía esperar... A ver si podía aprovechar la conexión de los vecinos o de alguna tienda para confirmar que LE CIRQUE estaban realmente en la ciudad y con el espectáculo especificado en su entrada.
Pasaba su dedo pulgar a lo largo de la pantalla, leyendo la conversación de un grupo en el que no pudo estar atento antes y pensando en responder cuando inesperadamente apareció un mensaje de un contacto desconocido. No era la primera vez que le enviaban mensajes por error, así que pulsó y lo abrió para saber de qué se trataba y comunicarle que había sido una equivocación, sin embargo lo que halló no dio pie a eso.
Elevó las cejas sorprendido al tratarse de una entrada gratuita, le sedujo la idea de usarla para ir a aquel espectáculo tan codiciado pero se sentía mal de aprovecharse de un error, pues seguramente no iba dirigido a él hasta que vio su nombre impreso. — ¿Cómo…? — musitó por lo bajo mientras entrecerraba los ojos con gran extrañeza. Él estaba invitado, pero que él supiera, no conocía a nadie que lo pudiera invitar a tal espectáculo, y de ser así, no le contactarían con un número desconocido, no era lógico. Pero a veces los golpes de suerte no tenían sentido, ¿verdad? Así que como chico positivo, decidió verlo como una gran oportunidad. Estaba claro, le habían invitado y desechar esa oferta sería un desperdicio y un gesto desagradecido.
Así que, a pesar de ser temprano, se fue dirigiendo hacia la zona para quedarse a almorzar por allí y pasar el rato hasta la hora. Envió un mensaje al grupo que compartía con sus compañeros de piso para avisarles de que comería fuera y que posiblemente volvería por la noche.
AJ frunció el ceño al ver que tenía una carta en el buzón, escrita a su nombre pero sin ningún tipo de remitente. Sin duda, eso era extraño. A esas alturas, poca gente se comunicaba mediante el carteo y menos aún la generación de Antonio, en la que primaba sobre todo el internet y el Whatsapp.
El metalero se sorprendió al leer el contenido, ya que se trataba de una entrada para asistir al Circo del Sol. No recordaba haber participado nunca en ningún sorteo de entradas a espectáculos de ese tipo, pero, por otra parte, era el Circo del Sol. Según tenía entendido, una entrada para acudir a esos espectáculos podía costarle un pastón. ¿Quién podía habérsela regalado? No conocía a nadie que pudiera tener intención de invitarle a un circo y Alejando Barragán, su mejor amigo, solía ser bastante tacaño cuando tocaba soltar dinero. Antonio estaba convencido de que Barragán no podía ser, pero entonces, ¿quién?
-¿Y si fuera...? -comenzó a fantasear el joven, en voz alta, pensando en la posibilidad de que alguien se hubiera enterado de sus capacidades para manipular la electricidad y estuvieran ofreciéndole la opción de que trabajase en el Circo del Sol. "No, no puede ser" se dijo a sí mismo, convencido. "Solo hay una persona que conoce tu secreto y él nunca se iría de la lengua. ¿O sí?".
El eléctrico veinteañero no quería dejar pasar la oportunidad de asistir a ese espectáculo y tenía curiosidad de saber quién podía estar interesado en invitarle, por lo que tomó una decisión: hablaría con su tío y le pediría la tarde libre para poder asistir al Wizink Center. Por ello, tomando el móvil, decidió enviar a su tío paterno un mensaje de voz por Whatsapp:
-¡Ey! ¡Hola, tío! Mira, sé que esto puede sonar un poco raro, pero ahora que se acerca el cumpleaños de mi madre, he pensado en ir esta tarde al centro para echar un vistazo a algún posible regalo. Y de paso también mirar alguna guitarra, creo que la mía se está rompiendo. Ya no suena como antes. Espero que no haya problema. ¡Hasta luego!
En cuanto Eugenia llegó a su apartamento se conectó para comprobar que el Circo del Sol estaba en la ciudad y efectivamente era así. Lo de la entrada no era ningún engaño, aunque seguía sin tener claro quién se la habría dejado allí y más a su nombre. No tenía ningún sentido.
Por si acaso le preparó la comida a Antonio mientras hacía algo de tiempo para dirigirse al Wizink Center. Tampoco quería llegar demasiado pronto, pero lo cierto es que quedaban un par de horas y tampoco era cuestión de llegar con el tiempo justo.
Ulises decidió dirigirse para allá sin pasar ni tan siquiera por casa y comer algo en algún restaurante cercano. El Wizink Center se hallaba en el barrio de Goya y dado lo céntrica de su situación era bastante común que encontrar cualquier tipo de restaurante que quisiese, ya fuese algo barato o algo más lujoso.
Por si acaso se quedó en una de las terrazas que daban directamente al antiguo Palacio de los Deportes y desde allí podría contemplar la situación y si había más gente que como él hubiese sido invitado.
AJ no tuvo respuesta hasta pasada más de hora y media y recibió también un mensaje de audio. ¡QUé morro tienes, tío! Le contestaba. Anda que no tienes días para hacer todo eso. Y además, sabes que hoy tenemos mogollón de curro en el taller, pero vamos, dado que me lo pides y que no sueles hacerlo, yo creo que se tratará de otra cosa que seguro que es importante.
¡Pórtate bien y no te metas en líos! Pero vamos, que si terminas antes, pásate por aquí que seguro que aún hay trabajo pendiente!
Tras comer con Antonio y tomar nota de la última serie policíaca escandinava que este quería que le buscase para quedarse dormido por las noches, Eugenia se retiro a su tercer ronquido de la sobremesa, aprovechando para descargarse algunos discos 'nuevos' a su reproductor de audio (que era una pieza de museo a medio camino entre lo vintage y algo extraído de una leprosería tecno) y revisar su mochila.
Seguía con idea de llevar aquello que no le pudiese causar graves problemas a la entrada, herramientas de aspecto inofensivo (una barra metálica mediana, un cutter cinta de papel, adhesivo), su kit de primeros auxilios (vendas, gasas, alcohol, tiritas, pastillas variadas para el dolor de cabeza) y un espray de gas pimienta. No sabía qué carajo se iba a encontrar en aquel exótico encuentro, peor prefería ir ligera y llamar la tención lo mínimo posible, en caso de que tuviese que salir por pies.
No faltaba demasiado para el evento, así que, tras tomarse un segundo café con Antonio, acompañó a este al kiosco y decidió continuar camino a pata, relajándose con su música y perdiéndose entre sus pensamientos, tratando de no darle mucha importancia a lo que podría pasar en menos de una hora...
Cuando las cosas se ponen demasiado raras o extrañamente amenazadoras (más aún desde que es conocedora de sus habilidades especiales), Eugenia suele tranquilizarse con la extraña idea de que, recordando tiempos peores, es consciente de que vive con tiempo prestado.
Y así, entre canturreos y bobadas, se plantó tobillo junto a tobillo, frente a la sede del espectáculo.
AJ sonrió pícaramente. Parecía que su tío le conocía demasiado bien como para saber que sólo había puesto una excusa y que no era el motivo real por el que quería ausentarse del trabajo esa tarde. Pese a todo, le había dado la tarde libre, por lo que el muchacho decidió responder con un nuevo mensaje de audio:
-¡Gracias, tío! Intentaré pasarme esta tarde en cuanto termine, seguro que tendré tiempo. ¡Un abrazo!
Acto seguido, el joven metalero decidió añadir un emoji sonriente con un ojo guiñado.
La comida no estuvo mal, estaba acostumbrado a comer o cenar en restaurantes de comida rápida como aquél así que no era muy crítico con ello. Durante esa media hora que tardó en consumir lo que le pusieron delante pensó en los platos que le preparaba su querida madre. Añoraba su comida pero evidentemente más la añoraba a ella.
Después de pagar se marchó inmediatamente para acercarse a la zona señalada en la invitación, buscando algún lugar donde poder sentarse y ver el ambiente que se habría reunido aunque aún quedaba tiempo. Tenía curiosidad por saber si como él otros habían sido invitados de la misma forma y quiso adivinarlo por la manera en la que pudieran estar observando como él hacía al resto de caminantes que transitaban la zona.
Siento mucho el cutre post, vi tu respuesta pero sinceramente se me olvidó responder y hoy sábado lo tengo súper ocupado pero no quería dejarlo sin responder.
Miércoles, el día libre de Rebeca en el trabajo, no tenía nada planeado durante el día, excepto quizá encargarse de las compras cuando sus padres se marchasen a trabajar y bajar al parque a leer un rato. Todavía era temprano y desayunaban todos en el pequeño salón con las noticias de la mañana sonando de fondo en el televisor.
Habían estado dos semanas hablando casi exclusivamente del incidente, de eso y de las medidas que querían tomar al respecto. Hasta el momento, su poder solo se le había manifestado en un par de ocasiones, pero tenía claro que aquello le venía grande, luego estaba el tema de cuándo y cómo contárselo a sus padres. Eso ya era harina de otro costal. Así que al principio la chica pensó en registrarse, con un poder tan peligroso como el suyo estaba convencida que era por seguridad. Pero conforme iban avanzando las semanas el tema del registro le iba preocupando más y ya no estaba tan convencida de que aquello fuese solución para nada, incluso tuvo miedo que aquello tomase derroteros más radicales. Al fin y al cabo, aunque mutantes, eran personas humanas. ¿No? Ella desde luego no sentía que hubiese cambiado en nada, seguía siendo ella.
Es más, parecía sentirse mejor y estaba empezando a recuperar el ánimo, el fin de semana anterior había sido tranquilo en el trabajo, sus amigas la habían llamado para salir a tomar algo el sábado por la noche y parecía que tenían planeada una futura escapada a la montaña que coincidía con sus vacaciones. Aunque todo esto no tardaría mucho en truncarse, más adelante sabría que no la invitarían a la escapada, pero el desencadenante más inmediato vino en forma de comentario paterno.
- Tanta app y tanta hostia, lo que tendrían que hacer es cogerlos a todos y marcarlos, o mejor, encerrarlos para que no estén entre las personas normales.
Rebeca se quedó atónita ante aquella salida de tono de su padre.
- ¿Qué? –le preguntó al verla mirarlo de aquella forma.
- Que son personas. –Rebeca no tenía por costumbre contestar a sus padres, pero aquel tema espinoso consiguió sacarla de quicio y respondió de forma desafiante.- Son personas que no han pedido tener esos poderes, si mañana mismo tú te dieses cuenta que tienes uno qué, ¿qué harías? ¿Querrías que te marcasen también como a ganado, que te separasen de nosotras? Dime.
Sin darse cuenta había ido alzando la voz, su padre la miraba con una mezcla de enfado y sorpresa, su madre simplemente los observaba callada, demasiado pasmada para atreverse a intervenir en aquella discusión.
- Si yo fuese “así” –recalcó con desprecio, al borde del grito- me entregaría sin que nadie tuviese que decírmelo. ¿Estás diciendo que estás a favor de este caos?- gritó señalando la tv- ¿Qué estás diciendo, que está bien ir matando gente?
- ¡No! estoy diciendo que… -pero su padre no la dejó terminar, había entrado en barrena.
- ¡Me parece increíble Rebeca, increíble! ¡Vamos a ir con una bomba por la calle y si se nos cae y explota, nos disculpamos y ya está, total, no queríamos que pasase!
- ¡No es lo mismo!
- ¡SÍ LO ES! NO SON PERSONAS REBECA, SON BOMBAS CON ASPECTO NORMAL, SON MONSTRUOS.
<<Basta>>
Aquella discusión la llevó al límite. De repente un temblor sacudió el edificio, no fue intenso, pero sí lo suficientemente efectivo como para asustar a todo el vecindario, incluida a ella misma.
Lo siguiente que sucedió fue bastante confuso para Rebeca. El presidente de la comunidad, un policía jubilado, obligó a todo el pequeño edificio a desalojar ante las quejas de Clotilde que insistía en que era un exagerado. Al llegar a la calle la mujer intentó acercarse a Rebeca, mientras se agolpaban vecinos de la zona alrededor. Pero la joven necesitaba huir de allí. ¿Acaso su padre tenía razón, era un monstruo?
Se alejó a paso ligero directa al parque más cercano, con una sensación de preocupación y debilidad que pocas veces había experimentado.