Los pies de Leve y todo su cuerpo se despegaron por unos momentos del suelo. Tan solo unos centímetros mientras seguía mirando al cielo. Ahora había cambiado su rostro y una enorme sonrisa apretaba sus mejillas. Hacía poco que conocían a la chica, pero nunca la habían visto sonreír de aquella manera.
Algo había visto en el cielo.
-Esto pinta feo -declaró Chispazo, al observar que Leve había levitado un par de centímetros y ahora tenía una amplia y siniestra sonrisa en sus mejillas-. Célula, Terra, Ofelia, creo que deberíamos marcharnos cuanto antes. -"Y dejarla ahí" pensó para sus adentros, aunque prefirió no añadir nada más, no fuera que Leve pudiera escucharlos.
Le indicó a sus tres compañeros que le siguieran y comenzó a avanzar en dirección a la ciudad, pensando en que lo mejor era dirigirse a la estación de tren más cercana como les había sugerido Miss Kross. Para Antonio coger un avión no se veía ya como una opción, sobre todo por si había alguna otra metahumana loca en el trayecto de Santander a Madrid que quisiera derribarlos.
-Vamos, ¡rápido! -apremió a sus compañeros mientras echaba a andar-. Antes de que piense que van a bajar los ovnis o algo así. -Quizá dejar a Leve sola en medio de la playa de Santander no era lo más humano que se podía hacer, pero Chispazo no olvidaba lo poderosa que era su compañera y cómo había matado a dos metahumanos poderosos solo con intentarlo. No quería arriesgarse a permanecer mucho rato junto a ella.
Célula soltó a Eugenia al comprobar cómo levitaba hacia allá dónde fuera. Le costaba creer lo que Chispazo soltó como una preocupante burla pero... ya no se quería arriesgar a nada. Sin embargo no la quería dejar. Escuchó lo que Kross dijo por el comunicador, que... era diferente. — ¿Nos vamos sin ella? — Ulises dudaba hasta que negó con la cabeza. No quería marcharse y dejarla allí, tendrían que darle una buena razón o obligarle.
— ¡¡Eugenia!! ¡¡Eugenia!! ¡Reacciona!— En su cabeza no hacía otra cosa que resonar las primeras palabras de Kross. "Leve ha caído. Leve ha caído". Y no pudo evitarlo. Aunque tenía un rostro que expresaba felicidad no podía procesar perder a otra compañera más. Fue de nuevo hacia ella para intentar bajarla, hacerla volver. ¿Qué podría salir mal? En teoría no moriría a sus manos si le atacaba. — ¡¡No vamos a dejarte!!
Rebeca hablaba por el comunicador, de pronto tragó saliva viendo elevarse a Leve con esa expresión en su rostro. Después de escuchar las palabras de Miss Kross sobre su compañera tenía miedo por ella, por lo que pudiese pasarle por la cabeza.
Entonces fue cuando Chispazo sugirió marcharse de allí, ella lo miró confusa.
¿Nos vamos sin ella?
Célula verbalizó lo que a ella no le salía, había empezado a sentir aquella presión en el pecho que le bajaba desde la garganta y lo llenaba todo de incertidumbre. No quería dejar a su compañera allí, no podía asumir dejar otra persona atrás, pero tampoco pudo reaccionar como lo hicieron sus compañeros.
Se quedó a mitad camino entre Chispazo y Célula mirándolos alternativamente, indecisa, entendía perfectamente ambas posturas. Por un lado quería tirar de Leve hasta que reaccionase o los siguiese por inercia, sim embargo si Leve era tan peligrosa como les habían dicho, no estaba tan capacitada como Célula para ser tan inconsciente con su salud. Por otro lado terminar con aquello resultaba tremendamente tentador, pero nunca se perdonaría marcharse dejando atrás a una de ellos. Chispazo ya llevaba un trecho andado cuando Terra al fin despertó ligeramente de su parálisis y corrió detrás del metalero, cogiéndole el brazo.
- ¡E-espera! -dijo, se la veía muy preocupada a través de aquellas gafas extrañas, ella misma se daba cuenta de lo frías y entumecidas que tenía las manos- Por favor, espera, intentemos al menos llevarla de vuelta...
Leve volvió a alzarse unos metros en el aire y segundos después agitó el brazo del que Célula lo estaba agarrando y lo golpeó con tanta fuerza que se chocó contra la aeronave que estaba a unos metros.
Aquella chica ya no era Leve, cuando miraron sus ojos a través del antifaz vieron que ya no eran blancos, sino que se había tornado de un extraño color verde, iris, pupilas y el globo ocular. Su pelo empezó a cambiar de tonalidad y segundos después se lanzó hacia el cielo a una velocidad impresionante.
La mujer había desaparecido de allí y se había alzado hacia el cielo como si hubiese alguien allí.
Cuando Chispazo y Terra miraron a Célula, éste se había roto el cuello por culpa de la brutalidad de su amiga. Por suerte, el metahumano era capaz de sanar sus heridas, aunque no de evitar sentir el dolor sufrido.
Chispazo observó atónito cómo Leve tomaba por el brazo a Célula y lo golpeaba con tanta fuerza que lo lanzó contra la nave, demostrando que la metahumana poseía ahora una fuerza sobrehumana, mucho mayor que la que imaginaban que poseía. Aunque lo que más sorprendió a Antonio fue ver cómo el cabello de Leve cambiaba de color y, acto seguido, la mujer se lanzaba hacia el espacio, volando a una increíble velocidad.
-Ostias -murmuró Chispazo, impresionado por la reacción de Leve-. ¡Se ha convertido en Super-Saiyan!
Por fortuna, la metahumana se había marchado ya, aunque era difícil saber a dónde habría ido tras iniciar aquel viaje a lo desconocido. Chispazo decidió aproximarse a toda prisa hacia Célula, advirtiendo que Leve le había partido el cuello por el impacto. Era una suerte que el metahumano pudiera sanar sus heridas.
-Eh, colega, ¿estás bien? -le preguntó, tratando de ayudarle a levantarse. Miró entonces a Terra-. Creo que deberíamos coger a Ulises y salir de esta playa. -Dirigió una mirada hacia la aeronave, donde continuaban hallándose los restos de Nerea-. Ya hemos perdido demasiado en este lugar.
No funcionó, y Ulises saboreó el amargo sabor de la derrota y de la nueva pérdida, la cual no había esperado en absoluto. Nerea y Eugenia. Aunque aquella dolorosa decepción no le duró mucho pues la fuerza bruta con la que contaba aquella mujer que ya no era su compañera, lo arrojó tan violentamente contra la nave que quedó inconsciente al instante después de que se escuchara un desagradable crujido proveniente de su cuello. Eso lo hubiera matado de no ser por sus poderes, por eso se había arriesgado tanto.
Confuso, a medida que iba curándose y su consciencia regresaba, observó y escuchó a Chispazo, recordando así lo que le había sucedido. Con mirada triste pero esquiva, agachó la cabeza. — Estoy bien — murmuró en voz baja, refiriéndose a su estado físico, porque si hablara del psíquico, estaba hecho mierda como ellos. Y en absoluto silencio, no retrasó más la vuelta del grupo. Empezó a caminar para alejarse de la playa en busca de una estación que los hiciera regresar.
Le hubiese hecho gracia el comentario de Chispazo de no ser porque estaba demasiado sorprendida y asustada como para reaccionar a nada más. Solo reaccionó al ver cómo lanzaba a su compañero contra la nave.
- ¡Ulises!
Corrió junto a Chispazo para atender al chico, parecía que se estaba empezando a recuperar porque respondió a la pregunta del metalero en voz baja. Suspiró al escuchar que cabía la posibilidad de que Sacristán colaborase y cuando Chispazo habló de largarse de allí asintió a sus palabras, se limitó a ayudarlo levantar a Ulises, en silencio, no estaba segura de poder volver a hablar en un buen rato.
Pero al pisar el enlosado del paseo y sentir una punzada en el pie cayó en la cuenta de algo que con todo lo que había pasado había olvidado.
- ¡Au! -exclamó, iba descalza y no tenía ni la más remota idea de donde podrían estar ahora sus botas.
Paró en seco mirando con nerviosismo su pie y quitándose una piedrecita, para luego mirar alternativamente a la playa y a sus compañeros.
- ¿O-os importa si paramos de camino en algún sitio a c-comprar unas chanclas? -se le puso la cara bastante roja- L-lo siento mucho. No sé si mis zapatos estaban en la nave o qué he hecho con ellos -le vino algo a la mente y añadió-.Q-quizá tampoco vendría mal c-comprarnos algo de ropa para no llamar la atención en la estación, no lo sé.
Finalmente los tres metahumanos que quedaban en pie tomaron la decisión de ir a comprar algo de ropa antes de dirigirse a la estación. El propietario de la tienda le miró extrañado al verles pero no dijo absolutamente nada. Los miró de arriba a abajo y les ofreció ropa sin juzgarles.
Pasados unos minutos, los tres consiguieron encontrar algo un poco más adecuado para que se pudieran quitar los trajes y viajar sin llamar la atención.
Tras una hora dieron con la estación de trenes.
Chispazo había entrado en la tienda, un tanto cabizbajo. Escogió unas ropas negras que iban con su estilo metalero y también compró una mochila en la que poder guardar los trajes y poder dirigirse hacia la estación de trenes sin llamar mucho la atención. Antes de salir de la tienda, se dirigió a los aseos de esta para lavarse la cara y terminar quitándose la máscara de pintura blanca que cubría su rostro, refregándose la cara con ambas manos durante unos minutos hasta que lo consiguió.
Mientras se limpiaba, pensó en lo mal que había terminado saliéndoles la misión: Nerea había muerto, y de Leve directamente no sabían nada desde que se había lanzado al cielo en un viaje a lo desconocido. Con suerte, Sacristán no sería peligroso y dejaría que Carla se marchase después de la negociación.
Una vez que dieron con la estación de trenes, Antonio decidió acercarse a una máquina expendedora para comprarse una lata de Coca-Cola, aún dándole vueltas a todo lo que había sucedido en la playa.
-Será mejor que compremos los billetes y nos marchemos cuanto antes -expresó el heavy, alicaído. Sin duda, Santander no era su ciudad favorita.
Desde que salieron de la playa Rebeca había entrado en un estado automático de acciones. Entró a la tienda en silencio agradeciendo que fuese pequeña y no hubiese más gente por allí, le escocían muchísimo las plantas de los pies de andar descalza por la calle y el asfalto aunque no se quejó. Fue directa a por unas sandalias y no pasó más tiempo del necesario escogiendo vestido, descolgó uno de los primeros que vio con estampado de flores y ligero. Donde perdió un poco más de tiempo fue en el probador, allí, con el silencio y la única compañía del hilo musical se quedó mirando a la nada frente al espejo, sentía el habitual vacío dentro, acrecentado esta vez por todo lo que había pasado en los últimos días. Un pequeño ruido la hizo volver en sí y terminar de vestirse.
Cuando al fin llegaron a la estación fue cuando de verdad comenzó a agobiarse, no era Madrid, pero no dejaba de ser la estación de una ciudad en pleno julio. Esquivaba a la gente con nervio, un poco desorientada y lamentándose de no levar unos auriculares con ella, empezaba a faltarle el aire cuando Chispazo habló.
Será mejor que compremos los billetes y nos marchemos cuanto antes
- Sí, por favor -dijo mirando a sus compañeros con angustia-. Es mejor que nos demos prisa.
Ulises se mantuvo en silencio, hablando únicamente para responder al mensaje de Kross. Su semblante se había vuelto más lúgubre, como si la persona que fue hubiese desaparecido, pero no era asi, solo dormitaba. Necesitaba tiempo para asumir la tristeza que sentía y la desesperanza. Tiempo y tambien buenas noticias.
En la tienda escogió ropa casual, la típica que llegaba siempre. Unos vaqueros, camiseta y una sudadera abierta.
Luego en la estación fue directo a por los billetes y durante el viaje intentaría descansar. Ansiaba cerrar los ojos y dormirse un rato, algo que lo aislara de aquel estado.