Partida Rol por web

Había colado y continuaban con esa pseudo-fuga a paso tortuga. Había un dicho que decía que para huir era mejor caminar que correr, pero cuando se cargaba con dos heridos en el estado en que estaban ellos, la cosa se complicaba mucho.

Javier quiso hablar de nuevo, pero la mandíbula mandó una rafaga de dolor tan brutal que solo pudo seguir siendo un fardo quejica y dolorido.

El grupo siguio avanzando entre la multitud, lo mejor era no destacar, no mirar atrás por si los seguían no destacar pero era más fácil decirlo que hacerlo y Sara tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano simplemente para intentar seguir avanzando a paso normal sin mirar atrás.

Cuando el policía se marchó le dijo a los demás.

Vayamos al coche cuanto antes y larguemonos de aquí...

No se encontraba en el momento más lúcido de su vida así que el consejo a media voz de quien la llevaba en brazos era la mejor opción a seguir y no intentó forzar las cosas por el momento. Ella no era ninguna heroína de novela para adolescentes que, hecha un guiñapo, podía desafiar al mundo entero y salir victoriosa después de las adecuadas dosis de drama.
La idea de que se sentía ridículamente viendo las manos de Andrew empezaba a tomar forma con bastante claridad cuando hubo un estruendo demasiado cerca de ellos. Entonces se encogió crispando las manos al aferrarse a Andrew acompañando el gesto con una aspiración sonora y abrupta por el susto. El dolor físico le recordó que no estaba el tema para farolillos chinos y actos reflejos de ese tipo: cedió al mensaje y cerró los ojos con un quejido mientras el impulso del dolor disminuía al extenderse por todo el cuerpo, dejando solo el punto pulsante y pegajoso de su cabeza.

-¿dónde...?-preguntó intentando sacar algo en claro de la situación actual, la morena de los ojos grandes y los labios llenos estaba ahí, no muy lejos de ella misma. No alcanzaba a oír lo que estuviera diciendo y seguramente  tampoco habría entendido todas las palabras sintiendo la cabeza hundiéndose en algo denso y espeso como puré, pero lloraba o al menos eso es lo que María interpretó; las otras dos muchachas caminaban con decisión hacia donde fuera que estuvieran dirigiéndose, el Chicles estaba vivo y quejicoso mientras que el último miembro masculino de aquel accidentado grupo se mantenía como un pilar para sus compañeros.

-tienes una puntería horrorosa-murmuró de pronto como si le acabara de llegar ese pensamiento (y seguramente así era gracias a la falta de censor mental operativo que ordenase las prioridades y juzgase cuál era el momento de decír qué) arrastrando las palabras como si las tuviera que masticar antes de darle forma y pronunciarlas.-deberías-tomó aire- jugar más a los dardos.- la broma le salió cara y tuvo que atenerse a la decisión de hacer caso del consejo y no hablar más hasta que se encontrara mejor aunque el silencio de su boca no se extendía a su mente que, paulatinamente, iba uniendo sucesos de aquella mañana, completaba las conversaciones que había tenido de forma inconexa al principio pero después se situaron en el espacio tiempo de sus recuerdos y el nudo de la culpa en la tripa le confirmó que ellos habían avisado de las consecuencias.

Por diox, hay que desaparecer.

Como una balanza en el karma, el policías se tragaron aquello, que llevaba parte de verdad y parte de mentira. Ya existía el dicho, "no existe mejor mentira que la que nace y se entierra entre verdades como una más".

Siguieron el paso hacia delante, cuando una explosión en Preciados les llamo la atención a todos ellos. Laura parecía nerviosa, y las lágrimas brotaban de sus ojos; Sara deseaba escapar cuanto antes; y la chica que Andrew portaba parecía casi volver del sopor por el estruendo, aunque todavía malherida.

Al mismo tiempo, que Laura parecía conectar sus sentidos con otra ubicación, la pelirroja comenzó a ubicarse. El chico bestia aprovechó que todos estaban parados esperando a Laura, para desatar las manos de la chica. Mientras éste desanudaba las cuerdas, la chica habló sobre su puntería, y entonces Andrew recordó el sonido hueco que había formado la antena al golpearla, y su mirada se cernió al suelo al terminar de quitar las cuerdas; la culpa lo inundaba. Pero entonces la chica de cabellos cobrizos, empezó a hacer cierto chiste sobre aquello, como si no tuviese importancia, o fuese más importante que el practicara más, a lo que Andrew sólo pudo decirle mirando fugazmente la herida de su cabeza.- Lo siento. Sólo intentaba ayudar, y no calculé las consecuencias de fallar.

Andrew miró al grupo que seguía esperando a una respuesta de Laura, y se alzó de nuevo con la chica entre sus brazos y dijo.- Cuando estemos todos, cogeremos los coches, y nos pondremos a salvo. Tienen que miraros las heridas a ambos.

El chico bestia intentaba aparentar tranquilidad, pero la culpa y el nerviosismo por saber lo que pasaba en Preciados, lo tensaba un poco más. Miro a Bishop y dijo.- Podríamos aprovechar el alboroto, para correr despavoridos hasta el coche.- No era una afirmación, era más bien una propuesta que intentaba saber si sería factible o si sería una verdadera locura.

Dio un pequeño suspiro en cuanto los policías dejaron de prestarles atención. En momentos como aquellos agradecía haber estado en el club de teatro en el colegio.-Debemos evitar ir por la plaza de sol, están haciendo un reportaje o algo, hay cámaras.- Dijo en cuanto dejaron atrás a los policías.- Si vamos por allí saldremos por la tele y no deberíamos llamar la aten…- Un sonido metálico potente sonó de dónde venían, la voz de la muchacha enmudeció de golpe haciendo incluso que parara de caminar durante un momento.

Justo en ese momento sus compañeros apremiaban por llegar a los coches, pero Nerea no prestaba atención a sus voces.- No…- Murmuro con voz quebrada con su vista fijada en el suelo. Sus ojos habían empezado a humedecerse, en su cara había una expresión consternada. Fue entonces cuando entre el griterío se escuchó una pequeña explosión.

Como si aquel sonido la devolviese a la realidad levanto la mirada hacia sus compañeros. Sus ojos estaban ligeramente llorosos.- La ha matado…- La joven noto su boca seca, como si le costara hablar.- La antena, la han tirado desde arriba… han matado a una niña.- Dijo casi traumatizada intentando seguir dando la información que había visto.-  Uno de los gigantes también ha caído, los polis están empezando a dispararle.– En su interior sentía náuseas y no eran las ocasionadas por la fatiga de correr, el espectáculo que había observado junto con el remordimiento de que en parte estaban relacionados no podía quitárselo de encima.

La antena que Andrew había tirado contra María había caído al suelo matando a una chica de apenas doce años. El impacto desde tanta altura había caído sobre una joven que iba junto a sus padres y que no se había enterado de lo que estaba pasando. Junto a la antena había caído uno de los hombres tatuados.

Uno de los policías le apuntó con su pistola y cuando los tatuajes de éste empezaron a brillar, el agente tuvo que disparar por temor a una nueva explosión como la de Argüelles. Los gritos y el pánico que surgieron en ese momento empezó a crear una estampida de gente por toda la calle. 

A pesar de que Laura había usado sus poderes para ver qué es lo que estaba pasando, Nerea ya lo había hecho con anterioridad e informó de lo que había sucedido. La estampida de gente fue la cobertura perfecta que necesitaron para marcharse de allí en dirección al parking de Sevilla donde habían dejado los coches.

Nerea también había avisado del camino que tenían que tomar para no llamar la atención y eso fue lo que hicieron.

15 minutos después estaban bajando las escaleras del subterráneo que daba al parking y habían arrancado los motores de los coches para marcharse de allí con la misión relativamente completada.

La culpabilidad era un peso añadido a la situación y, desde que se había revelado lo que había ocurrido, la voz del gigantón tatuado le martilleó en la cabeza como si hubiera podido evitarlo y no hubiese querido.

Se le revolvió el estómago y las fuerzas la abandonaron unos segundos para volver a aferrarse a Andrew como si éste hubiese estado a punto de dejarla caer. Las palabras del gigante eran claras en su mente pero no los pensamientos que apenas si eran frases inconexas en las que el único punto en común era un nombre propio que se le atascaba en la garganta.

-...-el parking subterráneo tenía la ventaja del frescor tras el sol del exterior pero quizá por la pérdida de sangre,quizá por el mal cuerpo que le había dejado la muerte de una niña, el frío que sintió era incluso más intenso haciendo que se estremeciera. Por un instante incluso pensó que aquel lugar era más adecuado para hacerles desaparecer pero en vez de algo escabroso solo acabó subida a un coche.

-¿Dónde vamos?

Javier seguía siendo llevado por la pareja hasta llegar a su destino. El bajar escaleras cuando cada paso le retumbaba hasta las cejas era una auténtica pesadilla; pero si esos chicos tenían razón estarían más cerca de llegar a un sitio donde les atendería .

O aunque sea les darían un calmante. Joder, necesitaba uno de los fuertes.

La muchacha se encontraba bastante fatigada, el solo la carrera hacia los coches ya la había dejado con la respiración alterada. Se apoyo un momento sobre el capo del coche antes de hablar.- Pon a la chica en los asientos de atrás, voy a ver si en el maletero hay un botiquín o algo parecido.- Aun algo fatigada miro el interior del vehículo para ver si podía encontrar algo con lo que aliviar el dolor a los heridos.- ¿Les llevamos al hospital o la los llevamos ante Miss Cross directamente? Probablemente los tanques de liquido los curen mejor que en el hospital.

Haciendo un leve asentimiento fuera cual fuera la respuesta de sus compañeros se introdujo en los asientos de detrás para ayudar a colocar a la chica de pelo cobrizo. Con cuidado ayudo a la muchacha a colocarse, la herida que tenía en la cabeza parecía fea, esperaba que no fuera tan estrepitosa como parecía. Con cuidado empezó a limpiar la sangre seca de la herida, la joven parecía consciente y no solo eso, parecía lo suficientemente lucida como para preguntar a donde se dirigían.- A donde podamos curarte esto.- Respondió Nerea mientras seguía limpiándola con cuidado.

Tan pronto como escucho el ruido del motor encendiéndose se coloco en su sitio y abrocho el cinturón. Estaba fatigada tanto física como mentalmente y es que las visiones que había tenido ese día no habían sido pocas. Aun sentada y atada por el cinturón se giro hacia la muchacha.- No te preocupes, ya estas a salvo. Tardaremos un rato hasta llegar, intenta relajarte.- Mientras la joven hablaba estaba doblando la tela con la que había estado intentando limpiar la herida. Sus manos temblaban ligeramente, no por miedo o inseguridad en ese momento, si no por la adrenalina segregada que aun estaba en ella.

Con un movimiento rápido aparto las manos de la vista de la joven, siempre le habían dicho que con un herido había que mostrarse segura de si misma y, aquellos movimientos distaban mucho de inspirar tranquilidad a la joven.

En cuanto Nerea se sentó en el coche pudo sentir una nueva imagen en su cabeza. Era la de Miss Kross de pie en el hangar de donde habían salido los coches. Su rostro estaba muy serio, casi enfadada, como si brevemente fuera a hacerles alguna reprimenda. ¿Qué habría pasado para que la mujer que les acababa de juntar tuviera esa cara tan seria?

Entre todos acomodaron a María y Javier que seguían aturdidos y confusos con lo que estaba pasando. Les habían salvado la vida, de eso no había ninguna duda, pero ahora los metían en un coche, los ataban con el cinturón y se los llevaban a alguna parte sin poder decir nada en contra. Aquello no parecía que fuera un secuestro, pero apuntaba a ellos. En cualquier caso, ambos jóvenes no tenían fuerzas para evitarlo y no les quedaba más remedio que confiar en que de verdad los llevasen a un sitio seguro.

Muy pronto arrancaron los dos coches en los que viajaban, salieron del aparcamiento que había en el barrio de Sevilla y fueron en busca de la M·30 para poner dirección a Las Rozas.

El viaje fue muy breve, todos se mantuvieron en silencio y en un poco más de media hora ya habían llegado a la base de operaciones de Superhéroes Inc. Condujeron hasta el hangar donde se habían montado y vieron como justo en ese momento, las puertas del techo se abrían para dejar paso a la aeronave que se había llevado el otro grupo.

No lejos de allí se encontraba una mujer bajita y regordeta, cruzada de brazos, moviendo el pie y con cara de muy pocos amigos, parecía seria e incluso enfadada. Junto a ella estaban dos hombres como dos armarios que parecían acompañarla a todas las partes donde ella se dirigía.

¿Qué habría pasado para que Kross tuviera esa cara de pocos amigos?