Partida Rol por web

Mientras esperaban, los dueños del local no habían osado abrir la boca para propiciar que a Rewell le molestara nada... Quizás Nadra salía con un hombre al que, por su tamaño, mejor no enfadar.

Roan, por su parte, había estado abrazado a la cintura de Nadra, recuperándose del susto... Y cuando los adultos terminaron su conversación, ceñudo, el niño dijo:

- Cuando nos reunamos con los demás tienes que darle una paliza a Taylor, mamá -parecía enfurruñado- Me llamó "carroña negra". Y Andrea y Lex me amenazaron e incluso hicieron daño. Si te llaman algo malo a tí seré yo quien les pegue una paliza.

Al parecer Milo estaba tardando, raro era aquello...

Aunque Milo se fijó en Andrea bastante impresionado, no tardó en ver que Lex había intercambiado su brillo con el de él... Pero todas las chiribitas que sus ojos habían hecho al ver al nuevo Andrea se esfumaron cuando supo que Isabella Tarin había muerto. Un escalofrío le recorrió, y sus ojos buscaron un punto indefinido en la luna de la puerta, consternado... Pero no había tiempo, según le contaba su... ¿Compañero, compañera...?

- Madre mía... -la voz se le atrancaba en la garganta, los ojos se le humedecieron, pero no desapareció la determinación- Debe de ser difícil... Lo de... Lo del cuerpo... -y lo de Isabella... Asintió con la cabeza. Lo de Isabella era difícil, pero no iba a decirlo con tal de no minar más a sus compañeros. No de momento. Primero recuperarían sus identidades- Tranquilos, chicos: Lo vamos a solucionar -dijo, poniendo una mano en el hombro de Andrea y la otra en el de Lex, esforzándose muchísimo por mostrarles una sonrisa de aliento que se merecían. Pero faltaban dos elementos, entonces- ¿Y ese niño que os intercambió...? ¿Y Rew?

El impacto de Rewell contra el coche que (gracias a Isenhall)logró esquivar hizo que el italiano se llevara las manos a la cara con espanto, acelerando violentamente su pulso cuando el enorme Dryden se incorporó para, ya a salvo, salir en carrera tras Oluwatobi. No sabría decir quién demostraba más destreza como velocista, pero Scerri los siguió con los ojos, visiblemente perturbado, mientras Ty arrancaba de nuevo el coche. La velocidad de los acontecimientos no ayudaban a que el mejoradísimo maltés entendiera lo que pretendía el neoyorkino.

Una vez aparcado el coche, Andrea hizo amago de salir inmediatamente de su interior, pero la aparición estelar de Notara lo dejó en blanco un par de segundos, percibiéndolo como una aparición mariana... Y curiosamente, él hacia algo similar.

- Milo... - Sudaba a mares, y ya no sólo por el calor que gobernaba aquella ciudad tan cercana a Negrolandia. Perder de vista al pequeño y, por consiguiente, a Rew la angustiaban sobremanera. El aire se iba concentrando entre pulmón y pulmón, y la sangre del cuerpo que no era suyo bombeaba aún con vertiginosidad.
Bajó la mirada cuando el griego les invitó a animarse, tragando saliva... Su sonrisa era ancha y radiante, y se agradecía enormemente, pero Alexandra se sentía terriblemente avergonzada e incapaz de mirar a los ojos... Habían dejado a su compañera, ya muerta, abandonada en un hotel.

- Pretendíamos que nos llevara hacia su madre. El niño desconfió y escapó de nuestras manos... Rew tiró tras él... - inspiró profundamente con la intención de relajarse... Pero nada. Los músculos le seguían temblando de los nervios - ¡Tenemos que ir tras ellos enseguida! Han mandado al ejército hacia aquí, ¡¡y Rewell está sólo!! ¿...Ahora dónde demonios se supone que está? - miró al grupo en general, más concretamente a Milo que era quien podía teleportarse, sin saber qué paso era el siguiente - ¿Le llamo al móvil? Deberíamos ir tras él con el coche...

Nadra escuchó a su hijo con el ceño fruncido, cuando mencionó aquellos nombres miró a Rewell para ver si este podía resolver el montón de dudas que tenía al respecto de lo que su hijo acababa de decir. Fuera quien fuera ese Taylor, llamar así a Roan le había condenado a la peor de las palizas que le hubiera dado a nadie, aún cuando fuera lo último que hiciera, nadie iba a tratar así a su hijo.

-Ese Taylor conocerá a tu madre, Roan, no te preocupes. Se arrepentirá de haberte llamado así.

Echó una mirada hacia atrás, miró a los dueños por allí; era extraño que no estuvieran haciendo un escándalo porque ella no estaba en sus deberes, por lo que le pagaban, se encogió de hombros y volvió a mirar al blanco que ahora le parecía un poco menos alto que cuando entró tras de Roan, quizás porque había comprobado que hasta ese momento no era un peligro del cual huir.

-¿Y bien? ¿Dónde está ese amigo tuyo, John?

En su voz no había reproche, ni intolerancia pero tenía un poco de prisa. Ella podría haberlos sacado más rápido de allí a los tres, pero si no sabía a dónde iban era algo muy difícil de hacer. Sujetó el brazo del blanco apremiándolo a responderla.

Espero que tu colega no esté recuperado aún del Free kick en los cojones, Madison. Levanto la vista a Taylor, sigue sin fiarse de él, me encojo de hombros, con el ceño fruncido, algo molesta, sin su ayuda ahora mismo estaríamos, posiblemente, camino de la policía. No mucho, pero algo mejor sí que estamos….

… los pensamientos se disipan en la aparición estelar de Milo, doy un pequeño bote y me echo hacia atrás… volviendo a la normalidad del corazón y de la respiración tras reconocerlo. Jolín, que sustos da este poder (bueno, en realidad, todos) y como me salga un dia un calambrazo por la impresión... me muero. Lo miro, sonriéndole con tristeza en los ojos, me alegro de verlo, que duda cabe… pero recordar a Isabella se hace cuesta arriba. Desvío la mirada...

…. Y me encuentro la sonrisa más perfecta que he visto en toda mi vida. Esta cara es demasiado para el cuerpo, pienso cosas que nunca hubiese imaginado… Los colores se suben inmediatamente y, no sin esfuerzo, vuelvo a apartar la vista. Recuérdalo bien que podemos tener un problema: No lo mires cuando habla… ni cuando no. Carraspeo cuando termina de hablar Lex, la compostura es el buen camino… - Traen un detector de mutantes con ellos, Milo...- Y me encojo de hombros, lamentablemente, es lo que hay.

A Taylor casi le dá un patatús cuando vió a Milo. Se había vuelto hacia los demás apoyando el brazo en su asiento de conductor y abrió la boca para decir...

-¡COÑO!- ahí estaba el tipo aquel, Milo, el que iba de buen rollo en el Ice Hotel: si el perturbado guardia de Isenhall (la cabellera de Alice vuelve como un latigazo a su memoria) hacía de poli malo, éste era sin duda el poli bueno. Hawkins se fija en él tras la sorpresa, en las preguntas que Andrea responde por la boca de Lex, en cómo parece afectado por la muerte de Isabella...Descorazonador. Incluso parece a punto de llorar. Puto cabrón de mierda...¿Qué esperaba?. Ellos, seguro que él también, sabían lo que nos íbamos a encontrar..., y ahora míralo...

-A tí te quería yo ver.- dice con el entrecejo arrugado y señalando con el dedo. La mirada se centra en el nuevo ocupante. Lo de Lex y el tahúr sigue siendo demasiado doloroso.- ¿QUÉ COJONES HACEMOS AQUÍ, TÍO?. Me acuesto helado y me despierto ardiendo...aquí, en el culo del mundo. "Busca al senegalés mutante", dicen. ¡¡¿QUÉ COÑO ES ESO?!!. No sé nada más, colega. Ni el nombre, ni para qué lo queréis. No tengo dinero, ni comida...¡¡¡Y LLEVO ESTE PIJAMA DE MIERDA LLENO DE SANGRE!!!.

De nuevo (y ¿cuantas van?) Taylor se abandona al espumarajo por la boca producto de la impotencia, de la falta de información, de medios. Parecía que quien los enviaba deseaba su fracaso...
Se muerde el labio y cierra el puño.

-Quita esa cara de gilipollas consternado,¿vale?. La rubia ha muerto y ¿sabes lo mejor?... lo hizó sin saber ni por qué ni para qué. Eso...ESO SÍ QUE DEBERÍA DARTE LÁSTIMA y te diré el motivo: porque PODRÍAS HABERLO EVITADO...¡¡HABLANDO!!. Hablando, joder. Así de simple. Información, tío. Y precaución.

El momento de estallido adrenal afloja y Taylor escupe al suelo del monovolumen. Llora, pero no por perder a Isabella. Es el puto virus que lo está matando. En el cuadro del coche busca aire acondicionado y lo pone a revienta calderas.

-Dos cosas. La primera: Rew dijo que fuésemos a casa de ese maricón...y eso vamos a hacer. Ya es hora de que alguién ponga los huevos encima de la mesa. Le sacamos lo que sepa...y al menor movimiento, lo freímos. A tomar por culo. Ya hemos sido lo bastante prudentes. Y por favor, Madison, concéntrate, joder!!!. Ya tendréis tiempo para daros el filete si salimos de ésta. Eres el enlace con ese hijo puta. Irás primero.

La segunda: tú, guaperas...- le dice a Milo con cara de estar viendo a Fujimori.-...ponte en contacto con María. Y más te vale que siga en el hotel, porque a estas alturas puede que ya esté muerta.

Sí, joder, Taylor... Nadra iba a estar encantada con Taylor... Y con razón, por otra parte. Aquél acceso fue totalmente inesperado y gratuito, sin ningún tipo de sentido. Aún no comprendía el por qué de esa reacción con el pobre chaval, y calculaba que a mi amigo le iba a caer la paliza de su vida por aquello... Y no era precisamente porque fuera mi mejor amigo, sino más bien porque se trataba de mi subordinado en aquella misión que era mi obligación darle un severo toque de atención. De cualquier manera, era necesario aclarar aquello con Nadra.
-Comprendo vuestro enfado, Nadra, Roan... Pero como líder de mi equipo me corresponde a mí la obligación de hablar con él a raíz de lo ocurrido... A mí mismo me sorprendió y desde luego no lo apruebo en absoluto, pero hay formas mejores de tratar a Taylor que con la violencia, así que os pido por favor que me dejéis a mí tratar con él. Es mi obligación, y además será más productivo -expliqué con sinceridad.
Y luego estaba la duda de dónde estaba mi amigo... No era habitual que Milo se retrasara... Y aquello me puso en alerta al instante. Comencé a mirar hacia uno y otro lado, nervioso y temeroso de que los esbirros del Faraón pudieran aparecer de un momento a otro. Saqué el móvil de nuevo y llamé a Milo, esperando una respuesta de su parte.

Escucho con la cabeza gacha la perolata de Taylor, pese a no compartir las formas, ni los gritos, debo reconocer que he pensado lo mismo demasiadas veces, que no nos dicen nada y nos mandan a que nos juguemos la vida sin tener ni idea de que va la cosa y que, con suerte, volvamos. Y la pobre Isabella hoy no la ha tenido. Suspiro y miro hacia fuera, a la ciudad y los edificios que tiene, mordiendo el labio inferior. Divagando unos segundos sobre como sería vivir aquí y estar ahora mismo cruzando la acera, de camino a una cafetería o a casa…. Sin tener ni idea de la bomba que tenemos aquí dentro…. De nada de estos malditos poderes….

Toso, tapándome la boca con la mano y reprimo un suspiro tras lo que sigue. No estoy de acuerdo, no quiero, ni puedo aceptar, que Milo es responsable, él ha vuelto al hotel porque le importamos, sin conocernos de nada. Fue el único que se atrevió a decirle a Sayune que se fuese…. Y no conocía a Alice de nada. Y quería entrenarnos. Niego con la cabeza imperceptiblemente. No, él, no. Está equivocado.

Taylor continúa, claro que sí. Y ahora me toca a mí. Si mirando a Andrea estaba colorada, ahora debe estar pasando el mismísimo arco iris por la cara. Primero enfado, no voy a “freir” a nadie si eso va por mí…. Después… un intenso bermellón… Madre mía, QUE VERGÜENZA. ¿Tanto se me nota? Me muero. Bajo la mirada, y musito débilmente yo... est.. estoy… concentrada... O por lo menos lo intento, no tengo la culpa de… ¿Darnos el filete? Abro los ojos como platos y la bajo inmediatamente, apretando los dientes. No hay que ser muy lista para saber lo que quiere decir... Ojalá tuviese el poder de Milo, saldría dispara de aquí sin dudarlo.

Trago saliva, lo peor de todo es que tengo que hablar. Que tengo que hablarle, notando las chapetas a plena carga, como el aire acondicionado... Levanto la mirada despacio, al espejo. Él... Adrián, no… no creo que esté en su casa. Darme el filete, ya le vale… ¡Concéntrate que vas a darle la razón! Carraspeo Si estuviese allí sería por hacer la maleta, se iba de Cartagena, por el detector. Querría que estuviese…. pero según las intenciones de Taylor, mejor que no. Me humedezco el labio inferior. Venga, un poco más. …Además, ya os lo he dicho, él no quiere hacernos daño. Así que nada de eso… de eso de “freirle”…. Pero bueno… si queréis, pues voy primero. Y me cruzo de brazos, mirándolo seria y pasando al momento otra vez hacia fuera, hacia esa otra vida…

Lo miró con cierto enfado, cuando por fin se estaban entendiendo, a él le daba por defender a alguien que había maltratado a su hijo. Podía soportar muchas cosas en la vida, vejaciones y humillaciones a ella misma pero no a Roan que era lo único que tenía en la vida. Estuvo a punto de decirle dos que tres verdades pero mejor calló, ya tendría tiempo más adelante y dudaba mucho que Rewell se fuera a oponer o pudiera siquiera. Lo miró con aire preocupado mientras se tronaba los dedos de una y otra mano, aquello estaba demorando y temía, no por ella, no por él que parecía un tipo valiente, temía por Roan, por lo que pudiera pasarle a él.

-¿Así que eres el líder? Entonces podrías empezar a hablarme de lo que ha pasado con Roan mientras yo no estaba porque estoy empezando a impacientarme y tu amigo no llega...

Lo miró fijo a los ojos, buscando, intentando leer un poco más pero tampoco era eso lo que buscaba y lo sabía; una sola señal, un sólo titubeo. Era ella la que había escapado con dos hijos a cuesta, era ella y casi lo había logrado pero ahora sabían de lo que ella era capaz.

Toda la bronca de Taylor no tuvo más peso, de momento, que una sola de las frases de Lex: "Han mandado al ejército hacia aquí, ¡¡y Rewell está sólo!!". Ya estaba sacando el móvil para llamarle cuando Hawkins le increpaba de mil maneras... No tenía la culpa de cómo se acostara y levantara, una vez fue él quien estuvo en el culo del mundo sin saber qué hacer, formaba parte de acostumbrarse a lo que fuera, por inesperado, peligroso o inaudito. No se nacía siendo "los mejores". Aún así no podía quitar la cara de "gilipollas consternado". Otra más había muerto. Una chica de su edad... Y para más INRI Isabella. Sanuye se iba a poner intratable, y con razón...

- "Hablando"... -repetía, sin burla, mirando el teléfono al que Rewell no contestaba con creciente nervio y ansiedad, tragando saliva- Como si yo lo supiera todo... -se lamentó. Debería haberlo sabido, pero... ¿Cómo? Había que cumplir órdenes y estar pendiente de las llamadas de auxilio, no sólo de éste sino del resto de grupos también... Pero lo que hizo que mirara a Taylor furibundo fue la expresión "lo freímos". Demasiadas caras... Demasiados destinos calcinados por un orgullo igual al suyo, y desde luego no era una buena influencia para la potencial Sloane que era Lex- Nadie se va a mover de aquí para ir a la casa de nadie. Ni se te ocurra sacar un pié del coche, Madison... Yo estoy por encima de Rewell y digo que volvemos al hotel ahora mismo. Ni a María ni a nadie del otro grupo puedo llamarles... ¿Cómo crees que se tomaría que les pitara el móvil si están escondidos? Su misión es demasiado peligrosa, y a ellos les transportó Isenhall, no tengo NI IDEA de dónde están... Pero si tú sabías cómo prevenirla, más valdrá que lo hayas hecho...

Tenía el cuerpo laxo, era el mazazo de la noticia, pero se inclinó hacia delante para ver la luna trasera, comprobando que no había nadie.

- ¿Qué edad tenía el "hijo de puta" al que quieres freír, Taylor...? -preguntó, constatando que nadie entraba en ese callejón- Espero que después de decir cosas como esa no seas capaz (no sin algo de reflexión) de mirar a los ojos a tu hija... Nos vamos...

De nuevo fue un parpadeo... Y volvían a estar en los pasillos del Icehotel.

Mientras Roan parecía que iba a replicarle a su madre en defensa de John y contar lo sucedido, un hombre salía al trote pero cojeando del poquísimo transitado Cerro del Molinete hasta la calle Honda, donde se encontraban. Era un hombre apuesto (aunque no tanto como lo era Dryden, uno u otro hermano, como ya descubriría Nadra), un poco más alto que la africana y de tez morena, bronceada saludablemente por el sol.

- Lo siento, no conozco la ciudad, Rewell... -parecía alicaído, pero enérgico a pesar de todo. Al ver a los Oluwatobi le estrechó la mano a Nadra y le dedicó una sonrisa a Roan, una de esas sonrisas que uno querría mostrar como sincera, pero las situaciones no lo permiten... Se llevaba la mano al muslo derecho, apretándolo. El pantalón era negro y probablemente ocultaba una herida, a juzgar por la sangre en la mano que no ofrecía a los africanos- Soy Milo Notara... Ojalá fueran otras circunstancias para conocernos... -miró a Rewell, casi suplicante- Tío... Me han dado -no lloriqueaba, pero era evidente que le dolía- ¿Puedes ayudarme a andar? Sólo hasta ese callejón...

Sí, claro... Necesitaba una explicación, la madre de Roan, acerca de todo lo ocurrido. Y como líder del equipo también debía contestarle yo mismo... Empezaba a pensar que este trabajo como líder de grupo no sólo iba a atacarme los nervios sino que además todo apuntaba a que me iba a ir quitando amigos o colegas uno a uno. Y la dinámica en el hotel, desde luego, no era tan sana como para diferenciar "trabajo" de "vida normal" (recalcando ese "normal" con tres pares de comillas).

Me disponía a explicar a Nadra lo ocurrido mientras guardaba el móvil cuando reparé en que alguien se acercaba, cojeando, hacia nosotros... ¡Milo! ¡La hostia! Me acerqué a toda prisa hasta donde estaba, echando su brazo por encima de mis hombros y flexionando las piernas para que se acomodara a mi altura incluso antes de que pidiera ayuda. No dije nada al principio, sólo observaba la herida, ceñudo, mirando de tanto en cuanto hacia atrás, del lugar del que venía. Si quien le había hecho aquella herida se atrevía a aparecer... Tendría que vérselas conmigo.

Comencé a caminar, según el ritmo que el propio griego era capaz de llevar, hacia el callejón indicado. -No te preocupes, Milo, lo has hecho cojonudamente... -felicité. Sabía muy bien que las muestras de reconocimiento resultaban de lo más alentadoras, más aún cuando eran sinceras, como era el caso. Aunque, desgraciadamente, si sabía aquello no era por las que había recibido desde mi estancia en el Ice Hotel... Y no tenía muchas esperanzas de ir a recibirlas en el futuro, la verdad-. ¿Qué ha ocurrido? ¿Han sido los de Gelus? ¿Lo que ha enviado el Faraón?

Y al fin el hombre apareció, Nadra estaba aún más confundida que antes. Si quien los ayudaría tenía una herida que evidentemente era lo suficiente molesta, quería decir que no estaban lejos de él; luego las preguntas de Rewell la pusieron aún más preocupada, tomó la mano de Roan en silencio, se sentía frustrada, no sabía a dónde se dirigían, no sabía qué saldría de todo aquello y era en verdad de repente, una pesadilla de mierda. De esas que solía tener cuando daba demasiadas vueltas en la cama y se obligaba a conciliar el sueño. Siguió a ambos hombres sin soltar a Roan y del lado libre, se agachó para pasar sus hombros por el brazo del recién llegado y ayudar a Rewell con la tarea. Supuso que no la necesitaban pero se sentía menos imbécil si ayudaba un poco. Al hacerlo miró a los ojos al joven, en verdad no le parecía normal verse rodeada de tanta gente de pronto, es decir, de gente que quisiera ayudarla; se sintió tentada a preguntarle cosas directamente a Milo, ya que Rewell se había visto imposibilitado de hacerlo pero por una vez decidió guardar silencio, últimamente se enteraba de más cosas si callaba, además, confiaba en la perspicacia de Roan.

-[FR]Pase lo que pase, no sueltes la mano de mamá.[FR*]

Se volvió unos instantes para ver a su hijo, sentir la tibieza de su manito aferrada a la suya, le decía que debía hacer lo correcto y por lo pronto, lo único correcto era ir con aquellos dos desconocidos a quién sabe dónde, ya se lo dirían cuando tuviera qué saberlo y también le dirían el por qué. De cualquier manera, aún no habían hecho nada para hacerla desconfiar y contra dos aún podría, si se unía un tercero, Nadra empezaría a ponerse de mal humor y a dejarlo notar. Luego miró a Rewell, en sus ojos había un poco de fastidio y así se lo transmitió a él pero percibió que él no estaba precisamente divertido y además, por sus palabras, parecía en verdad apreciar a aquel hombre herido. Bajó la vista, lo importante era llegar al callejón.

Ayudado por Rewell y aún echando la cabeza hacia atrás mordiéndose el labio a causa del dolor, Notara escuchó a ambos mientras se acercaban a aquel callejón en el que no había, aparentemente, nadie. Roan cogió la mano de su madre bien fuerte, quien pudo notar que su hijo sudaba a mares y parecía histérico, aunque no decía nada. Se dedicaba a mirar a todas partes con los ojos bien abiertos. Habría sido un gran cazador, su padre, quien una vez estuvo muy orgulloso de él, le había enseñado bien antes de dejarles.

- Han sido los del ejército... Lars... Lars Madsen... Antes éramos compañeros... -respondió rápidamente- Volví a por el cuerpo de Isabella, pero le dio tiempo a darme... Y me habría matado si hubiese querido... -se inclinó hacia el lado en que estaba Nadra y cogió tanto la mano de ella como la de su pequeño- No tengáis miedo. Estaréis a salvo.

Acto seguido, una sensación mareante invadió a ambos africanos. Rewell ya la conocía... Su cuerpo de desfragmentaba de abajo a arriba, y en Nadra causó un terrible miedo de ver aquello, impotente al no poder moverse mientras su hijo parecía dejar de existir... Hasta que el tiempo y el espacio se tragaron a ambos.