Partida Rol por web

John decidido ante lo que estaba viendo se dispuso a entrar en el granero con el máximo sigilo sin que la vieja o el viejo se diesen cuenta de su presencia, con el fin de que al estar lo suficientemente cerca asestarle un golpe con la culata de la pistola y dejarla incosciente.

Bajo la atenta mirada de los extraños jóvenes, John se acercó a la puerta del granero. La entreabrió procurando no hacer ningún ruido. Dentro, la mujer canturreaba una canción de Dean Martin entre dientes. Parecía de un buen humor excepcional, mientras ordenaba las vísceras sacadas de las bolsas.

John, agazapado, caminó despacio entre las sombras, intentando no ser visto. En la mesa en la que estaban apiladas las tripas, John pudo ver un ordenador portátil y varios teléfonos móviles. La mujer comenzó a teclear furiosamente. Tomó uno de los teléfonos móviles, coenctado al ordenador y, con una sonrisa en la cara, se lo apoyó en la frente. Por un segundo cerró los ojos. Luego volvió a apoyar el teléfono en la mesa. Se volvió hacia el viejo en silla de ruedas.

El hombre se activó en cuanto ella se giró hacia él. Apenas se movió un poco, que era lo que sus fuerzas le permitían. En sus ojos, había un brillo de puro terror. Ella tomó un gancho oxidado del suelo y se acercó, lentamente, al anciano.

- Muy bien, amor... ha llegado la hora de hacer la prueba. ¿Qué opinas? ¿Funcionará? Lástima que no vayas a vivir para verlo.

En su camino, la mujer pasó a menos de tres metros del lugar donde estaba escondido John.

Es muy extraño...una mujer loca que se dedica a destripar a la gente no suele tener un portatil y telefonos, y llama en media faena...¿que estará haciendo esta mujer?¿está realmente desequilibrada?

Se preguntaba John...así pues antes de entrar en acción trató de ver mejer las anotaciones en el ordenador o si le sonaban algunos de los telefonos, siempre alerta con el arma en la mano, un sudor frio le recorría la frente y sus manos temblaban mientras apretaban fuertemente el arma para no soltarlo.

La pantalla del ordenador mostraba un programa... algún tipo de ultilidad... con el fondo azul. Lo escasos conocimientos informáticos de John no le permitían saber de qué podía tratarse... sólo que había unas cuantas líneas escritas, cómo de código, algunos gráficos y un mapa de la región.

La mujer seguía avanzando hacia el anciano con el gancho en la mano, alejándose de la sombra donde había conseguido cobijarse Wuthman. Ella misma parecía, además de contenta, algo nerviosa, como presa de una extraña ansiedad. Antes de que John pudiera reaccionar, la mujer clavó el gancho en el cuello del anciano, que se sacudió un par de veces y dejó de moverse. La sangre goteó por su pecho. Ella, pacientemente, le tomó el pulso.

John lo supo. Ese hombre estaba muerto. Ella se volvió. Miró alrededor, como tratando de memorizar la estancia en la que se encontraba. Sus ojos pasaron por encima de Wuthman, pero no le vieron. En un rápido y certero movimiento, levantó el gancho oxidado y se lo clavó con fuerza en la sien. Sus ojos se llenaron de sangre y se desplomó. La escena era absolutamente grotesca, y el olor a sangre inundaba el granero. John escasamente pudo reprimir una arcada.

El ferretero estaba a punto de levantarse para ver los cuerpos, para tratar de entender la situación, cuando sucedió algo absolutamente insólito... algo que no olvidaría jamás.

Un leve pitido sonó del ordenador. La pantalla comenzó a soltar datos a toda velocidad. El teléfono se iluminó. En menos de dos segundos, el cadáver del anciano comenzó a convulsionarse. Se sacudía con fuerza, como poseído por un espíritu demoníaco. Algo muy extraño estaba pasando en esa habitación. La cara, los brazos, el pelo... todo el cuerpo iba mutando, sudando un líquido blanquecino y repugnante. Emitía un sonido viscoso. Ante los ojos de John, las dimensiones del cuerpo muerto fueron cambiando, modificándose por sí mismas... El cadáver del anciano se animaba. La mutación llegaba a su fin. El pelo creció a toda velocidad, los brazos se hicieron más largos y fuertes.

El cadáver levantó la cabeza y clavó sus ojos en John. Ya no era el anciano. Había cambiado completamente. Las ropas seguían siendo las mismas, pero no el cuerpo. Ahora era la viva imagen de la mujer que yacia muerta con un gancho clavado en la cabeza. Wuthman parpadeó, no terminando de creer lo que estaba viendo. La mujer se había suicidado para renacer en el cuerpo del anciano. Y ahora se estaba levantando.

Ante semejantes acontecimientos John no puedo hacer otra cosa que quedarse con la boca a bierta y ojiplático. Casi se le cae el arma de las manos de la impresión.
Pero al ver que aquel enjendro que se habia reencarnado en el cuerpo del anciano trató de reaccionar y dispararle para salir corriendo de aquel siniestro lugar

Todo sucedió muy deprisa. La mujer avanzó hacia John, ignorando su arma. El brillo demente en sus ojos hizo que Wuthman quedara paralizado un momento, pero sus reflejos fueron más rápidos. Sin apenas titubear, como en un sueño, levantó el arma y disparó contra la cabeza de la mujer, que se desplomó. John no fue consciente, pero su dedo seguía apretando el gatillo, llenando la cabeza muerta de la mujer de balas. En un momento, comenzó a escuchar el click del cargador vacío. Su mano se aflojó y el arma golpeó contra el suelo. Cayó de rodillas, incrédulo. No terminaba de creerse que hubiera matado a la mujer. Los dos cadávers idénticos yacían a sus pies. Uno con un gancho clavado en la sien, otro con la cabeza irreconocible, convertida en un amasijo sanguinolento.

Los dos jóvenes entraron corriendo en el granero. Billy se acercó al ordenador y comenzó a teclear furiosamente, ignorando los cadáveres, las vísceras y al propio Wuthman.

- ¡Mierda! ¡Se ha envíado a otro servidor! Como Jonas se entere, nos va a cortar en pedazos.

Llevaba consigo una bolsa de deportes, donde metió el ordenador y el teléfono móvil.

La chica, por su parte, traía dos bidones de gasolina, con los que empezó a empapar el granero. Cuando llegó a los cadáveres, a John, paró.

- Billy... ¿Qué hacemos con este? - El otro se encogió de hombros y la chica miró a Wuthman fijamente, estudiándole.- Mira, amigo... Lo que has visto esta noche... no deberías de haberlo visto, ¿comprendes? Esa mujer esataba loca, era peligrosa. Ya has visto lo que hizo en el psiquiátrico. No te tortures, no has hecho nada malo. Pero... no podemos permitir que cuentes nada a nadie. Nadie debe saberlo, no todavía. - Parecía dudar, procuraba tranquilizar a John, pero había algo mucho más grande dentro de su cabeza.- En ocasiones, un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer, y lo has hecho muy bien. Si sólo hubiéramos llegado cinco minutos antes... pero no tiene sentido lamentarse ahora. Sin embargo, seguimos teniendo un problema contigo. No podemos permitirte volver al pueblo, a tu vida, a tus amigos... ¿Quién no sgarantiza que no contarás nada? No podríamos fiarnos de tu palabra en esto... no. Creo que puedo ofrecerte algo mejor. - Miro hacia el chico, que asintió con la cabeza.- Puedes colaborar con nosotros, para que este tipo de cosas no vuelvan a suceder, ¿comprendes? Para que esta mujer no haga daño a nadie más. Parece imposible de creer, pero ahora mismo debe estar regenerándose, volviendo a la vida en algún lugar. Si no la detenemos, se volverá realmente peligrosa. Lo que te ofrezco es extremo, mucho más de lo que te imaginas... pero la alternativa es la muerte. Amigo... ¿quieres vivir para siempre?

Sacó del bolsillo un teléfono móvil y se quedó mirando a John con una sonrisa seductora en la cara.

John seguía confuso arrodillado y miraba a Abbey a los ojos tratando de comprender lo que decía....pero sus palabras no eran muy claras.

No entiendo bien lo que me dices....solo se que vosotros me habéis metido en esto....y lo único que he comprendido es que no me vais a dejar que siga mi vida normal, así que o me uno a vosotros a no se que, o intento mataros...si es que no me matáis vosotros a mi primero.
No quiero morir así que decidme que opciones tengo.....

El joven de mirada perturbadora terminó de meter todo en bolsas y se acercó a donde estaban su amiga y John, con los dos cadáveres gemelos a sus pies.

- Comprendo tu confusión, amigo. Acabamos de darle un giro monstruoso a tu vida sin siquiera pedirte permiso. Pero, en realidad, la culpa no es nuestra. - Señala los cadáveres.- Es ella la que te metió en este en primer lugar. Si esa hija de puta no hubiera entrado en tu ferretería, nada de esto habría pasado... al menos no te habría involucrado. Como confidencia, puedo decirte que tu vida habría cambiado de todas formas. De aquí a unos pocos años, nada de lo que conoces seguirá existiendo; no de la misma forma. Se va a producir un cambio global sin precedentes, y ahora tienes la oportunidad de sobrevivir a ese cambio. Tendrás todas las explicaciones, pero ahora estamos en peligro. Este granero va a arder, y la policía vendrá a investigar. No deben encontrarnos. No vivos.

Hizo una seña a la chica que, en un rápido movimiento, apoyó el teléfono móvil sobre la frente de John por menos de un segundo. Luego empezó a lanzar gasolina en todas las direcciones, empapando el granero... a sí misma... a su amigo... y a John. Mientras, el chico sacaba un mechero zippo del bolsillo.

- ¿Quieres vivir para siempre? Bienvenido a la eternidad.

Lanzó el mechero al suelo y todo comenzó a arder.

Porun instante pienso que estoy sumido en un sueño...uno muy realista...demasiado realista...ya era demasiado tarde para escapar...me había quedado inmovil ante estos dos locos, aún no sabía a qué se referían...sin duda todo parecía ser una broma de mal gusto sacada de una peli mala de terror e ilógica.

Pero finalmente John decidió dejar que el destino se apoderase de él, y dejó su mente en blanco, sin mediar palabra...sin nisiquiera en pensar en lo que le había dicho al final Billy...algo de la eternidad