Partida Rol por web

Gracias a las habilidades innatas de Neo para abrir las cerraduras, consiguen acceder a la habitación que estaba cerrada con candado. Dentro, encuentran mareado a un joven con aspecto de inquisidor, a juzgar por sus vestimentas y el crucifico que porta al cuello y que agarra entre sus manos.

- ¿Te encuentras bien? - Preguntó con voz suave la sacerdotisa. - Si estás herido te ayudaré, descuida. - Le dijo, mientras le ayudaba a ponerse en pie. - Dinos, ¿Quién eres? ¿Te habían secuestrado el osgo y sus secuaces? ¿Qué puedes decirnos de todo esto? - Volvió a preguntar de forma suave, mientras revisaba al joven por si tenía alguna herida de gravedad.

- ¡Roberto! ¡Max! ¡Venid aquí! ¡Tenemos un superviviente! ¡Uno de los rehenes! - Gritó la joven, para llamar la atención de sus camaradas, que se encontraban en la otra sala.

-¡Voy!

Grito a Martina cuando aviso que había encontrado a un superviviente.

Al empezar a dirigirse para allí, la herida que aquel Osgo le había hecho le escoció horrores.

-Oh, cierto el capullo me había golpeado.

Dijo poniéndose la mano en la herida y haciendo una pequeña oración a su patrona.

La herida sanó automáticamente, si alguien necesitaba una cura podía contar también con Martina, así que no le importo gastar su poder en el mismo.

Al llegar vio al hombre.

-Martina, si le haces tantas preguntas a la vez lo vas a colapsar.

Le respondió el experto en no poder responder a demasiadas preguntas seguidas.

La toalla húmeda me permite respirar y no perecer por la humareda que yo mismo cree, sostengo el alto la cruz apuntando hacia la puerta, pidiendo la sagrada asistencia del altísimo para salir de allí. De repente la puerta se abre, mis oraciones han sido escuchadas, el humo apenas me deja ver siluetas borrosas y mi prioridad es salir de ahí. Me arrastro tosiendo y casi de rodillas, muy a mi pesar, pero vivo y eso es lo que cuenta.

Reconozco a Neo, me sorprende que sea a él a quien le debo la vida. Recuerdo aún nuestro ácido intercambio de palabras en la academia, le había asegurado que él necesitaría de la fe para salvar su vida en algún momento, subestimando su habilidad. Pero el altísimo castigo mi orgullo de modo contundente, y fue él  quien me salvó. - Gra… cias - toso, al intentar hablar siento una picazón intensa en la garganta.

Una mujer se acerca, y luego un hombre más, los dos son amables, cada cual delata el nombre del otro pero ante su pregunta dudo de mencionar el mío. No los vi nunca en mi vida, pero están con Neo y además mencionan a Max, han de ser de confianza - Klauss… cof, soy miembro de la Alta Inquisición…  cof, gracias - 

Un leve mareo me acompaña, así que me alejo de la puerta y me siento en el piso, tomando bocanadas de aire - Soy parte del equipo de Cassandra, nos acercamos a Brandon y pensamos que todo iba bien pero no era así, nos había tendido una trampa. Desperté recién, pero no se que ocurrió con ella ni con Finneas ni con Axel. Hay restos de sangre y violencia en el baño que no son míos, me temo que si no los encontramos rápido puede que…- no quise continuar, admitir que podían haber muerto en su primer misión no solo era doloroso, también humillante,  hablaba mal de ellos, de la academia, y de mi mismo.

Al ver que mi hechizo había fallado me muevo para alejarme del Osgo y tener la ventaja de poder disparar mi magia a la vez que estoy lejos de que me pueda pegar.

Así que me concentro nuevamente para dirigir nuevamente mi magia hacia el Osgo mientras los demás rescatan a Klauss, mi idea era no matarlo sino dejarlo inconsciente para poderlo capturar vivo.

Por lo que con mi mano hago una forma de arco y con la otra hago como si cargara el arco con una flecha para disparar una saeta de fuego contra el Osgo.