Partida Rol por web

Este es un off-topic para los PJs y PNJs. Los personajes que no estén de servicio pueden rolear aquí para enterarse de cosas que pasan, aumentar sus trasfondos, etc...

De vez en cuando sucederán cosas en la taberna que tendrán repercusión en la propia partida.

La taberna es un edificio de una planta situado dentro de la ciudad amurallada que forma la base Gulliver. Es cuadrado, con pocas concesiones a la decoración, pero amplio. Sus dos enormes puertas de hierro forjado están abiertas casi a todas horas y en su interior, lleno de mesas de todo tipo y tamaño, los soldados que no están de servicio pueden acudir a jugar unas partidas a las cartas, los dados y, por supuesto, beber la famosa cerveza de Estigma. Dicen que está tan buena porque nadie sabe si será la última que se beberá antes de regresar al frente.

McCorman, su dueño, es un tipo mayor pero se conserva en buena forma para su edad. El pelo blanco ha dejado lugar a una prominente calva y sólo su bigote se resiste a las canas. Es un buen tipo, de voz profunda y hablar pausado. Le encanta contar viejas historias de batallas, sobre todo a los recién llegados. Le ayudan en su tarea de regentar el local media docena de muchachos y muchachas que vienen cada día de Karma por el Camino Viejo. Todos saben que McCorman  sirvió en la propia Guarnición los diez años de rigor, quizás más, y que tiene tierras en algún punto del planeta. De hecho se dice que tiene tierras suficientes como para retirarse pero que no lo hace porque no se ve viviendo en un enorme castillo lejos del frente. En lugar de eso un Cara Gris se encarga de regentarlas mientras él sirve copas en una cantina militar. Así suelen ser las cosas en Estigma: lo importante no siempre es lo más valioso.

Jodidos simbiontes y demás pecadores y gente de poca moral. ¿Es qué tengo que hacer todo el trabajo yo sólo? Ya estaba cansado de tanto y tanto papeleo y creo que necesito un poco de acción. ¿Dónde se puede conseguir un poco de acción en esta jodida base? Si es que si quiero hacer algo bien, tendré que hacerlo por mí mismo y a poco que me desvie del camino trazado...

Te estás desviando de lo que verdaderamente importa.

Y una puta mierda.

Ahora mismo me voy a meter esta jarra de matarratas entre pecho y espalda, oraré durante cinco minutos y le sacaré brillo a Betsy.

*glub glub glub*

- ¡Aaaaaaaaaaahhhh! Esto si que quema la garganta y despierta a los muertos.

*crock* - Ruido de la jarra sobre la mesa -

- ¡Otra ronda!

Desde uno de los rincones más oscuros de la taberna escucho a un tipo pedir otra ronda a gritos. Me vuelvo hacia mi interlocutor.

-Hay que tener valor para repetir una ronda de este veneno...digo balanceando mi copa delante de mis ojos. Así que,  ¿dices que al mediodía sólo tienen un guardia protegiendo ese almacén? Si es así lo vaciaré antes de que le de tiempo a fumarse un cigarro siquiera. Pero si me engañas...entonces amigo más te vale no meterte en callejones oscuros durante el resto de tu vida.

-No, Mr. Sailor. Jamás le mentiría a un honesto comerciante como usted. Examino su aura. Todo parece correcto.

Con un fugaz movimiento de muñeca saco una bolsita del interior de la manga de mi gabardina.

-Chico listo. Aquí tienes tu pago.

Me levanto a la vez que él lo hace y le pongo la mano en el hombro mientras lo acompaño afuera.

-No me habían mentido al decirme que tenías buena información, Hector. ¿quien sabe? Puede que en el futuro nos veamos más a menudo.

Llegamos a la puerta

-Continua siendo listo y no te lo gastes todo de una. Y llámame si consigues más pistas como estas.

 Ocupando la mayor parte de una de las entradas de la taberna entra Harder. Con su carcaterístico andar desgarbado, blanceando sus anchos hombros, para dirigirse hacia la barra.

 - Ponme una birra McCorman.

 Dice a la vez que se sienta en uno de los altos asientos junto a la barra. Da un vistazo al tranquilo lugar mientras se acomoda en su asiento.

 Se contaban muchas cosas de ese tal Harder, una bestia parda procedente de uno de esos mundos colmena. Un tipo de más de dos metros diez, con facciones prominentes y la nariz rota. En su cuello se ven numerosos tatuajes pandilleros al igual que verían por sus brazos si no fuera por que tiene las mangas de la camisa abrochadas. Se decía que tenía un pasado algo oscuro, historias de bandas y demás, que menos con ese aspecto de boxeador camorrista.

El viejo McCorman atiende la barra con esmero. Al servir a Travis y a Harder sus respectivas rondas comenta:

- Me he enterado de la movida de Eco 3. ¿O era Eco 9? Bueno... La base esa que está más allá de la línea. Me han dicho que os habéis presentado voluntarios... ¿Habrá supervivientes? ¿Créeis realmente que puede haber supervivientes nueve meses después de lo sucedido? En fin... La esperanza es lo último que se pierde ¿no? 

McCorman se sirve una copa para él.

- Se perdieron muchas vidas durante esa ofensiva. Claro que no fue tan dura como la Ofensiva de los Aullantes... Aquella sí que fue demencial. Creo que fue lo más cerca que estuvimos de perder Estigma. Malditos simbiones... ¿Habéis visto alguna vez de cerca a un infectado? Es horrible... la carne se vuelve como gelatina y pierde toda la apariencia humana... ¡No dejéis que ninguno de esos putos bichos os roce siquiera! Dicen que no todos transmiten el contagio pero yo siempre digo: mejor lejos y muerto.

Sailor permanece en la puerta un rato mientras el viejo McCorman habla con los otros. Infectados. Eso sí que debe ser chungo. Muy chungo. Nunca ha visto a nadie infectado pero seguro que no es divertido. Que se sepa no hay cura para la infección simbionte. Maldita sea, este planeta es un infierno. Pero es una fuente de dinero fácil y rápido para el que tiene valor. Y Sailor lo tiene.

 Aron mira por encima de la jarra al viejo McCorman antes de dar un trago.

 - Los soldados no estamos para pensar, para eso estan los mandos. Mi trabajo es actuar, disparar cuando digan disparen y conducir cuando digan conduce.- Da un largo trago y deja la jarra en la barra.- Y espero vivir lo suficiente como para ganarme un trozo de tierra.

 Se apoya en la barra mientras se acerca un poco más al viejo.

 - Pero si me peguntas directamente, la verdad es que tengo mis dudas de que haya alguien con vida.

Me acerco como quien no quiere la cosa a la barra.

- McCorman, ponme otra copa de eso que llamas alcohol. Me parece que con ese último trago sí que he notado algo. Y ponles una ronda de mi parte a estos soldados, las van a necesitar si van a vérselas con esos bichos.

Les echo un ojo por encima. Parece gente seria, comprometida. Difícil que me sean útiles. Aún así, les deslizo un par de tarjetas por la barra del bar.

- Lucas Sailor, mercader. Si necesitan algo de equipo además del reglamentario para esa misión, soy su hombre. Pregunten por mi por los barracones, tengo amigos en el cuerpo.

Casmir golpeó la barra con un libro grueso encuadernado en cuero negro. El golpe resonó en todo el bar por encima de las conversaciones de los demás.

- ¿Dónde está mi matarratas, Cormac? Dijo mientras se sentaba en un taburete a un lado de los otros dos.

Los miró a ambos e hizo una mueca extraña. Ese era su saludo.

- Soy Travis Casmir, que Pancreator este con vosotros. ¿Habláis de Simbiontes? - Golpeo el lomo del libro con su puño cerrado. - Como me gusta el olor de esas gelatinas cuando son quemadas hasta la muerte. Achicharrarlas como si fueran un jodido cacho de tocino en la parrilla, sentirlos crujir, crepitar mientras el fuego los purifica y los arruga como la piel de un anciano.

- Mierda, McCorman, quizás deberías darle un puesto en la cocina, parece que sabe de lo que habla...

Sonrío con mi propia broma e intento rebajar el tono incendiario (y nunca mejor dicho) de Casmir. -

- Un poco de esa determinación nos vendría bien a los que vivimos en este planeta. Algo de esperanza, de ganas de tirar para adelante.

- Por supuesto es un poco complicado con esas cosas ahi afuera pero yo confio en nuestras fuerzas militares. Cuando serví en reconocimiento no llegué a toparme con ninguno de ellos pero vi lo que le hacían a un hombre y algo asi te pone los pelos de punta. Jamas pense que alguien pudiera quedarse mas feo que el amigo Mc Corman pero, demonios...aquellos pobres diablos...

Doy otro trago para quitarme el mal sabor de boca de los recuerdos.

Jenna hace acto de presencia en la taberna. Algunas miradas se giran hacia ella nada más abrirse las puertas. Sea por su apariencia, por el simple hecho de ser una de las pocas mujeres que se atreven a vivir en aquel ambiente o por la fama de mujer inalcanzable que se ha ganado a pulso. Los tacones de sus botas resuenan en el suelo a cada paso que da, segura de sí misma y confiada, con la barbilla levantada y mirando al frente. Con una media sonrisa neutral, a la que muchos ya están acostumbrados, toma asiento en uno de los taburetes junto a la barra.

- Yo que tú, no llamaría "feo" a quien me sirve una de las pocas cosas que levanta el ánimo en este puto planeta.

Su sonrisa se amplia, aunque sigue sin llegar a sus ojos, de mirada penetrante, fría y sugerentemente letal, mientras dirije su suave y modulada voz al barman.

- Lo de siempre, Cormy.

Pide mientras se acomoda, en una postura poco femenina pero no por ello menos atractiva y echándose la larga melena castaña hacia atrás con un movimiento de la mano.

Como el resto de parroquianos me quedo observando las caderas de  de Miss Lynch. Demonios, ¿Que tendra esa mujer que provoca esa reaccion en todos los que la miran? Carajo, hay que estar ciego para no darse cuenta de lo que tiene...

- Bueno, si me lo dice la otra cosa que levanta el "animo" a cualquiera en este planeta, le haré caso, miss... Me medio giro hacia McCorman. Cada día estas mas guapo, Phillip. ¿A que hora acabas?

 Harder mira la escena con mirada divertida pero su rostro no pierde el semblante duro que suele tener. Se fija n momento con Jenna, pero no más de lo decente. Vuelve a centrar su atención en la jara que tiene al frente y empieza a dar otro trago cuando escucha el comentario de Sailor. Por poco no le sale la bebida por la nariz.

 - Quién lo hubiera dicho McCorman, ligando a tu edad.

La puerta del baño se abrio de un golpe, y de su interior salio Armando, subiendose la bragueta frente a los presentes.

- Eh!!! Los escuche!!!!

Dijo señalando a Sailor y McCorman

- Nada de mariconadas que luego en los mingitorios andas revoleando los ojos para todos lados a ver si logran ver algo. pervertidos!

Su tono era alegre, y al sentarse a la barra agarro su vaso vacio.

- Quien fue el listo que se tomo mi cerveza?

El local se va animando poco con la presencia del grupo en la barra. El ambiente trasluce la camaradería que se vive antes de una misión: nadie sabe nunca si es la última copa que se va a tomar con un compañero. McCorman lanza una risotada ante las distintas puyas que lanzan los recién llegados y finalmente determina:

- ¡Demonios! ¡Esta última ronda va por cuenta de la casa! ¡Por la misión de Eco 3 y que os acompañe la mejor de las suertes!

Luego se vuelve hacia los demás:

-  Y si fuerais caballeros de verdad estaríais peleándoos por invitar a la dama.

- ¿La Dama? Dijo Travis mientras se acercaba a ella por un lado.

Acercó su cara a su hombro y olisqueó un par de veces, antes de poner una cara de verdadero asco.

- Apesta a Tecnología a lo lejos, Cormac. Si quiere que la invite, primero, que se convierta y acepte a Pancreator, después, ya veremos que se puede hacer con esta oveja descarriada.

Y diciendo esto, Casmir se volvió a sentar en el taburete y continuó con el líquido de baterias en un vaso roto y sucio.

Dejó el vaso vacío en la mesa y miró a los allí presentes.

- ¿Os han mandado llamar?

Sí: los habían mandado llamar. Los demás asienten: una misión más significaba estar un paso más cerca del licenciamiento... y de tener una propiedad.

Al día siguiente, como siempre, McCorman abre temprano. El equipo de investigación ya ha partido hacía un par de horas y debe estar ahora al otro lado de la Línea. El viejo sólo desea que la próxima noche vuelvan por allí para brindar por la victoria.

Aunque e temprano el primer cliente del día está en la taberna. Él no es un soldado como los demás: es un mercenario. Mientras no se requieran sus servicios puede estar en la cantina bebiendo o incluso irse a Karma a gastar sus honorarios. Pero quienes lo conocen saben que Stravos no es de los que despilfarra el dinero. Está allí para ganar tantos fénix como pueda mientras haya una oportunidad de alquilar su espada. Los marines son tipos duros, los soldados mejor entrenados del Emperador, pero hay misiones en los que se necesitan otro tipo de habilidades. A veces alguien con experiencia y valor es mucho más efectivo que un ejército armado hasta los dientes. Para esas misiones Stravos es la mejor elección.

Pero por el momento el mercenario permanece ocioso en la taberna esperando...